miércoles, 29 de octubre de 2008

LA DERECHA OFENDIDA

Entre todos le hicimos un hueco a la palabra. Plaza del encuentro la llamamos. La tuvo prohibida el dictador. Pero a ella nos acercábamos en las noches calientes de fusiles, de procesos mil uno, de presos despeñados por ventanas carcelarias, de disparos al aire que mataban obreros y estudiantes.

Por noviembre fue. Lejano para muchos. Cercano siempre para otros. Intimo como el recuerdo del beso primero y escondido. Nació la palabra. De libertad encinta, de libertad parturienta. Palabra brotada del hueco que le hicimos durante cuarenta años contra la condena sumarísima de enterrarla en una fosa común. Para que nadie la encontrara, para que ningún padre nuestro la redimiera, para que ninguna cruz de los vientos la velara. Palabra sometida por pistolas, pisoteada por botas relucientes, esposada en Fuentevaqueros, aplastada por la tierra más tierra de la tierra.

Empezamos a ser libres a la sombra de la palabra. Se refundó el estado: el otro aportando verdad a la verdad de cada dia, derechos nuevos, ciudadanía sin vasallaje, ejercida entre todos, urnas preñadas de libertad sin ira, hombro con hombro porque pesaba el mañana.

La palabra no fue herencia. Creación más bien, luchada y conseguida en carabancheles destruidos. Por eso repugna la violación de la palabra, su maltrato, su desnudez aprovechada en nombre de la libertad de expresión. Los mundos, las copes, las isabeles, los m-a-rodríguez, los vidales, los alcaraces. “Zapatero y ETA tienen el mismo proyecto” “Zapatero debe explicar qué grupo terrorista le llevó a la Moncloa” “Zapatero encumbra a ETA” “Zapatero ha negociado con ETA la entrega de Navarra” “Zapatero es el socio de ETA en la empresa de destruir España” “Zapatero ha traicionado a los muertos. Si no le ponen bombas es porque está entregado a los terroristas” “Zapatero rompe España por exigencias de la banda” ¿Seguimos? Palabra prostituida, violada, maltratada. En nombre de la libertad de expresión. Como si nombrarla en vano no fuera un crimen de lesa democracia.

Y cuando alguien defiende la honestidad, la integridad de la palabra se ofende la derecha, se levanta de la tertulia política y se va con su dignidad (léase indignidad) a otra parte. Siguen teniendo la obsesión de la pertenencia, como en el pasado. La derecha salvaje, casi la única que ha tenido este país, siempre ha caído en la tentación de apropiarse de las aspiraciones, de las necesidades, de los pensamientos de la totalidad. Los matrimonios homosexuales no interesan a la mayoría porque no encaja en la mentalidad nacionalcatólica de la derecha. La memoria histórica reabre heridas. ¿Las heridas de quién? No se puede entender España sin cristianismo. ¿De qué cristianismo hablamos?

Sobre la palabra descansa y se construye nuestro estado de derecho. Habrá que defenderlo contra sutiles alzamientos nacionales.


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