domingo, 29 de julio de 2012


MINISTRO EPISCOPAL





La Iglesia parte siempre de la univocidad de la verdad. Se siente su poseedora absoluta  sin posibilidad de que nadie le discuta ese dominio que le viene nada menos que del único Dios verdadero y de la fuente del derecho natural. Pero se da la paradoja de que no es Dios o la naturaleza quien deposita la verdad en la Iglesia, sino que es la Iglesia la que fabrica la verdad y asigna su origen a la divinidad o al derecho natural. Naturaleza y Dios son así los depositarios de un pensamiento construido por la Jerarquía a lo largo de los siglos que busca un respaldo autoritario más allá de sus mandatarios. Por eso cuando a la Jerarquía se le pide que muestre el fundamento de muchas de sus normas nos remite, no a lo que debía ser la fuente de la revelación, sino a la tradición, entendida ésta como la vigencia de una creencia o práctica impuesta a lo largo del tiempo sin autocrítica alguna.

Con este bagaje ideológico, la Iglesia se siente en el derecho de despreciar logros científicos, actitudes humanas, novedades conseguidas en el quehacer humano y humanizante de la vida. Construye incluso una cosmovisión que hace de la tierra el centro del mundo. Y cuando la noria cósmica invierte su camino tarda siglos en reconocer su error y pasa de puntillas sobre su propia equivocación. Mucos giros copernicanos necesita la Iglesia para adquirir un mínimo de coherencia con la ciencia, el devenir humano y la consecución de metas humanizantes que vamos arañando a la historia para hacer un mundo más habitable.

Desde esa conciencia de dominio absoluto, la Iglesia ha tratado de imponer siempre su moral sobre cualquier tipo de legislación que surja de la tarea libre del hombre. España tiene experiencia de este predominio de los religioso sobre lo civil.. Durante cuarenta años el desacuerdo con el régimen dictatorial del caudillo por la gracia de Dios era automáticamente un pecado contra la divinidad. No existía, por ejemplo, el matrimonio civil porque el mandato eclesiástico obligaba a la recepción de un sacramento impuesto por la Iglesia e instituido por el mismo Cristo. Lo importante en los amaneceres no eran las balas que segaban vidas, sino el sacramento del perdón otorgado por un sacerdote para que los fusilados fueran al cielo.

Parte la Iglesia de que la sexualidad no debe ser una fuente de placer vital, ni un acto de comunicación amorosa, ni una plenitud de vivencia. Es única y exclusivamente un factor de procreación. Y cuando éste no se da por voluntad expresa de quienes ejercen el amor, se trunca su fin exclusivo y se convierte en pecado. De forma que la relación sexual viene definida por la pareja que la vive y un Dios que deposita el alma en el instante mismo del encuentro amoroso, fijándose en ese mismo momento la vida de la persona en cuanto persona, la vida humana en cuanto humana.

Ni la ciencia ni la filosofía coinciden con esta visión. Pero la Iglesia no admite que ninguna disciplina humana se oponga a su decisión proclamada y atribuida al Dios que inspira su legislación. Y volvemos al principio: no es Dios quien deposita esta teoría en la Iglesia, sino que es la Jerarquía la que hace responsable a Dios de sus leyes.

Cuando el ministro Gallardón retrotrae la legislación sobre el aborto a una fecha anterior al 85, está convirtiéndose en obispo dogmático y abandonando su capacidad de legislador ajeno a los designios eclesiásticos que tiene en cuenta la ciencia y el desarrollo humano para legislar desde un Parlamento aconfesional. Retoma la visión franquista de que es malo civilmente lo que eclesiásticamente es perverso. El ministro se coloca la mitra episcopal y hace de España su propia diócesis.

La mujer queda expropiada de su cuerpo, de su sexualidad, de su maternidad responsable, de su grandeza, de su misterio de mujer para sufrir el yugo de una imposición que la releva de su responsabilidad en la toma de decisiones. Y resulta inexplicable que no pueda abortar una mujer cuyo feto padece graves malformaciones y sí pueda hacerlo si ha sido violada. Confunde el ministro al concebido con el nasciturus  sin explicar por qué es impracticable legalmente el aborto de un feto malformado y sí el de una mujer violada. Tal vez Dios estuvo presente en el acto amoroso de la primera pareja y llegó con retraso a la sacrílega violación de la segunda.

Hay que urgir al reconocimiento pleno de la libertad femenina. La mujer no llega a la plenitud de mujer cuando es madre (como proclama Gallardón) La mujer es plenamente ella misma cuando consigue hacer de su vida un proyecto consciente, liberalizador y humanizante.


sábado, 28 de julio de 2012


HAMBRE




Hay que hacerle preguntas a la vida. Tal vez eso es la vida: una pregunta. ¿Pero a quién tiene que preguntar la vida?  Ahí está la interrogante base. ¿Quién tiene la respuesta?  ¿Quién es la respuesta?  ¿Dios, tal vez?  ¿O Dios es el último silencio de ese misterio que es el hombre?  ¿O Dios, empeñado en construir su propia existencia, no está por la tarea de ser respuesta?  ¿No le toca tal vez ser juez porque se ha puesto de parte de la libertad humana con todas sus consecuencias? Un borbotón de preguntas, sin respuestas tal vez, engendrando interrogantes nuevas, pariendo dudas sobre la duda.

¿Dónde está tu hermano?  Yo no soy responsable de mi hermano. No tengo respuesta sobre el misterio que es porque ni siquiera tengo respuesta sobre el misterio que soy. Y así vamos, revoloteando sobre cumbres inaccesibles, sobre el vértigo del otro y de nosotros mismos. Dejando la metafísica arriba, hay también preguntas a ras de estómago. ¿Qué hacemos con el hambre?  Porque hay bocas abandonadas, sin besos, sin escalofríos de amor rozando, sobrevolando el nido del contacto enamorado. Hay bocas con hambre. Y tripas que son gritos, aullidos de desamparo, crujidos de abandono. Madres de pechos huecos. Niños sin dulzura de leche. Hombres con la esperanza tronchada. Viejos tragándose las últimas horas de una soledad maldita.

¿Qué hacemos con el hambre?  PIB, crisis, recortes, mercados, bancos insatisfechos, exigentes, devorando insaciablemente dinero de todos. Seis millones casi de parados queriendo arrimar el hombro, buscando pan caliente para niños que a las cinco, con el colegio a cuestas, pedirán un cacho, sólo un cacho para chutar a gol y sentirse campeones del mundo. Y la madre volverá sus lágrimas contra la pared porque las paredes comprenden siempre el llanto de las madres.

¿Qué hacemos con el hambre en el mundo? Habrá que preguntarle a los fabricantes de armamento, a las multinacionales que compran cosechas enteras de alimentos a precios estrechos para venderlos a los grandes distribuidores. Monopolios de riqueza para explotar el hambre del universo, para que los precios rueden y se vayan engordando como una bola de nieve negra y maldita.

¿Qué hacemos con el hambre en España?  Desde la libertad conquistada, desde la democracia abierta, desde los derechos construidos, desde el bienestar hecho poco a poco como un cesto de jazmines que decore la vida. Desde una sanidad alumbrada entre todos, unos servicios sociales, una educación semilla de futuro…Se ha hundido ese castillo amueblado con el sudor del pasado, del presente hacia una mañana que le dará brillo a la existencia. Y ahora sólo ruinas. No importa quién lo haya hecho. O sí importa y mucho. Pero ahí está el destrozo, premeditado supongo, diagramado supongo, llevado a cabo a conciencia supongo.

Y está el hambre. Un millón setecientas treinta y siete mil seiscientas familias con todos sus miembros sin trabajo. A una media de tres miembros por familia…echen cuentas. Cinco millones doscientos doce mil ochocientos españoles sin ingresos. Hay hambre en España. Una potencia económica, nos dicen. Con su G-20, con su aspiración de Juegos Olímpicos, con sus copas futboleras, sus tenistas, sus científicos, sus universidades. Pero con sus Ratos, sus Blesas, sus Botines, sus González, sus Gürtel, sus Fabras, sus Montoros y sus Guindos perdidos en el bosque, sus Rajoys fumando a escondidas debajo de la mesa…

67 millones de kilos de alimentos para paliar el hambre en España. Como cuando la leche en polvo y el queso color butano. Como cuando las alpargatas, como cuando los niños tenían vocación de seminario porque se comía caliente, como cuando las casas de socorro. ¿Otra vez la posguerra, los años cuarenta, Franco bajo palio, los pantanos inaugurados, los fusilamientos al amanecer, los hospicios para niños, otra vez los obispos en las cortes azules del franquismo?¿Otra vez estamos en el ayer?

Puede ser que me respondan los pinos, o el mar o los besos antiguos sembrados entre viejas preguntas. Preguntar por el hambre es responder por la infamia. Háganlo, por favor. Yo me siento cansado y quiero olvidar que existo.

martes, 24 de julio de 2012


ABANDONO




Antes se abandonaba a los niños en las puertas de la casa cuna. Un destino de soledad, una mantita de olvido y un chupete de besos. Noche con frío acumulado. Las estrellas se marchaban al amanecer. Giraba el torno y como todos los días el uniforme azul, toquilla blanca, recogía la infancia desechada y la vestía con una soledad de apellidos en su historia diminuta. La pubertad vendría, con hormonas recortadas ante niñas con palomas bajo el jersey blanco y negro. Y las niñas bajaban los ojos para no mirar pecando las piernas de pantalón bombacho de niños rubios y tristes. Sor María llevaba alas blancas, almidonadas, en equilibrio imposible por las puertas. Sor María no entendía aquel beso robado-entregado un domingo por la tarde en el patio con sol del orfanato. Y castigaba el amor mirando a la pared como si los niños estuvieran condenados a enamorarse de nadie, a enterrar el cariño en los desconchones de un muro de lamentos.

Saldrían algún día de aquellas rejas negras y les deslumbraría el sol negro de una vida marcada. Para siempre Manolo, el de la casa cuna. Rocío para siempre, la niña abandonada, sin historia de padre, sin un abrazo de madre. Precio comercial a lo mejor de feriantes monjas de vida, entregando el futuro al sagrado corazón en vos confío y un millón de aquellas pesetas con un Franco en el anverso por la gracia de Dios.

Pasaron los años de posguerra, de pan con chocolate de tierra, de sopa de algarrobas. Saltamos de la alpargata al mercerdes, del búcaro al frigorífico Fresh FrostFree, del corpiño fariseo al tanga revelador y epifánico. Siglo XXI de sida a retrovirales, de bisturí a laparoscopia, de plexiglás a silicona, de pirámides vitales a vicarios de apariencia bajo un estampado Ninna Ricci.

Dicen que el mundo ha cambiado. ¿Alguien se acuerda de las muletas de madera con suspensión de guata en los sobacos? Hoy hay sillas para piernas imposibles que renunciaron a hacer el camino, brazos que no abrazan el viento, labios que no besan porque olvidaron el beso en una carretera con gauardarrailes de hemiplejia. Olvidos olvidados de alzheimer, memorias rotas como jarrones de mármol para quienes la vida es una espalda lejana, sin hijos, sin amigos, sin el amor de siempre. Viejos a los que llaman tercera edad, pero  viejos sin eufemismos.

Euros, muy pocos euros, para ayudar al cariño de madre, de marido que empuja la vida de ella con proteinuria, diálisis y oxígeno 24 horas, de hermana con hermano despeñado cuando el parto. Euros, muy pocos euros, para paliar el abandono de tanto abandonado, de condenados a cama perpetua, a tristeza nunca revisable, a desconsuelo enrejado por una desesperación al borde del suicidio.
Alguien les ha robado esos euros. Hay que pagar a los bancos la soberbia de ser bancos, a los banqueros millones de desvergüenza, a los fiscalmente amnistiados porque hay que purificar el dinero de bombas de racimo, de tráfico de muslos vírgenes, de droga pensada para matar de placer.

Euros, muy pocos euros, a los que nunca tendrán trabajo por el delito de haber cumplido cincuenta y cinco años, por la afrenta de no ser jóvenes-movil-ordenador-facebook.

Porque los mercados, porque el nazismo económico, porque la miseria cotiza en bolsa. Porque hay que pagar una deuda que no sirvió ni para comprarle pan a la vida, ni leche a las mañanas de enero, ni pensiones congeladas para congelados huesos con el asco tiritando, porque tienen que morirse los enfermos de angustia y que descansen en paz del eterno cansancio de la vida.

Hay cola en los tanatorios, tristes sin flores tristes. Tanatorios de luto por muertes adelantadas por puñaladas del ibex treinta y cinco. Enterrados los besos, las ilusiones, el futuro porque tenían razón Camus y Sartre. Porque el hombre es una pasión inútil, porque vive en la peste, porque ser pobre es serlo para todo y con todas las consecuencias.

Está enterrando a la humanidad el dinero, herida por la cornada de un becerro de oro, desguazadas las ingles por la embestida metálica de un circo sin carcajadas.

Alguien nos ha abandonado en las puertas de un orfanato, de una casa cuna sin techo, con mantita de olvido, sin chupete de besos.

domingo, 22 de julio de 2012


LA FUGA







Rajoy no lo ve. Anda a gatas debajo de una mesa buscando la España perdida. Jugó con ella durante la campaña electoral y ahora se le cayó del bolsillo nada más tropezar con una alfombra persa de Moncloa. Anda a gatas Rajoy. Oliendo rastros, hocicando huellas por si España dejó tras de sí un olor a descomposición, a cadáver, a muerto recién muerto. Recuerda Rajoy el triunfo de la trampa ratonera que le puso al alcance el destino. No subiré los impuestos, no subiré el IVA, crearé empleo hasta tres millones me ha dicho Pons, vereis cómo somos el partido de los trabajadores que dice María Dolores, el partido de los viejos, de la sanidad, de la educación, el partido del cariño por los dependientes que necesitan un prójimo que empuje la silla, que les limpie el cansancio de intentar agarrar la vida con los muñones del alma, el partido de la mujer maltratada, manchada de besos asesinos aunque nunca matan los besos. Recuerda Rajoy que puso en su sitio a los mercados, a la prima de riesgo, al ibex treinta y tantos, a la Merkel generala, a la Europa opresora de Grecia, Italia y Portugal, a los especuladores a los que hay que gritarles que España no está en venta, que no quiere ser francesa, que quiere ser capitana de la tropa aragonesa. Rajoy-plazas-de-toros, polideportivos-de-aplausos-autocares-y-merienda. Cospedal-corpus-peineta. Pos-camisa-blanca-por-librerías. Arenas-señorito-bebiendo-Guadalquivir moreno.

Mariano andaba debajo de la mesa buscando una España de promesas inyectada de retrovirales contra un Zapatero contagioso, de un Rubalcaba estrujando pistolas negras asesinas, de Elenas elegantes, delgadas como el peso del euro. Y España se le había entregado hasta las cachas. Podía apretarla públicamente como a una amante rendida a los piropos de un mañana chorreado por la fachada de Génova.

Estaban las calles llenas de Montoros frustrados, De Guindos sin frutos, de lutos toledanos y jirones de mantilla, de Pons secuestrado por Floriano desnortado. Funcionarios de uniforme, de togas, de policías y bomberos, de batas sanitarias  y guantes de latex, de viejos sin dinero para el gelocatil antideformante, de vendedores de bragas, de medias, de pan caliente y mañanero. Calles de mono azul y sangre minera, de casi seis millones de parados, de ortopedias rodantes, de sidas, cánceres, enfermedades pulmonares obstructivas crónicas. Calles con conciencia de atraco, pidiendo auxilio porque las han aplastado contra la pared y les están violando los derechos. Calles que lloran por un Montoro que se ríe, por un Guindos que miente, por un Rajoy que debajo de una mesa practica un onanismo sin  viagra ni climax porque a España le duele la cabeza y ya no finge orgasmos de campaña.

Maletas de cartón y cuerdas de esparto. Bocadillo para el tren y un búcaro de agua fresca. Hasta Alemania iban, hasta Holanda, hasta Bruselas. Con la boina y los recuerdos. Con ganas de hacer un hijo si vuelven en verano. Con la muda limpia de lagarto y planchada de cariño. A juntar un dinero como quien junta recuerdos, montoncitos de amor para la primera comunión de mayo, para acumular caricias y llorarlas al regreso. Hoy están jubilados, peligrosamente jubilados, con los achaques propios y recetas al diez por ciento, con Ana Mato pisándoles el sudor ahorrado en muchos años.

Hoy son jóvenes de cola-cao y cereales, de gimnasio y pádel, de universidad y móvil, de ordenador, de informática y facebook. Son jóvenes arquitectos, ingenieros, médicos.  Portátil y maletas bachiller. Lascoste y calvin klein. USB con recuerdos y fotos de una novia de seda, de un novio con músculos en los besos. Sesenta mil al mes. Hacia Alemania, Holanda, Bruselas. Como aquellos de los sesenta, aunque sobradamente preparados. Como aquellos de los sesenta para juntar alegría, ahorrar caricias y disfrutar los  besos de skipe con la tarde entre las manos.

Seiscientos y muchos mil al año. Por trenes a doscientos cincuenta por hora para inyectarle velocidad a la huida. Por aviones con azafatas azules y comandantes vestidos de capitán general. Y de repente Alemania, Holanda, Bruselas. Sin Sierpes íntima, sin el Pilarica al fondo, sin Castellana cañí, sin Galicia ni rías. Todo es extranjero. Y empiezas a sentir en el hombro los ojos de los que te miran por encima del hombro, de los que se creen invadidos, de los que piensan que has ido a robarles el puesto de trabajo, a quitarles el pan y la cerveza. Como pensabas tú del marroquí de patera, del subsahariano de Lavapies, del aparcacoches junto al dolor de los hospitales. Seiscientos y muchos mil al año.

España se va yendo poco a poco. Ya no se sabe a dónde, ya no se sabe hasta cuándo. Fugándose de sí misma España mientras Rajoy anda buscando debajo de la mesa la España falsa que un día se sacó de la chistera.





sábado, 14 de julio de 2012


YA ES PRIMAVERA




Reinaba en España José Luis Rodríguez Zapatero, aunque resulte insólito que un rey se apellide Rodríguez. Eran tiempos de guerra. Disparaban los mercados, la prima de riesgo, los especuladores. Y la autora intelectual residía en Alemania bajo el sospechoso nombre de Angela Merkel. Berlusconi la despreciaba por “infollable de culo seboso” Sarcozy le ponía alzas al los besos y rozaba el moflete de la emperatriz teutona. Se arrodillaban a su paso los cortesanos europeos. José Luis rey se abría dos hoyuelos para enterrar una izquierda y echar arena  sobre pensiones y funcionarios.

Se drrumbaban las dictaduras por el norte de Africa. Cansados de ser súbditos, algunos aspiraban a una ciudadanía negada durante demasiados años. Destruyeron la jaima de Gadafi y Gadafi sin jaima era como Sansón sin peluca. Gadafi podía matar sin escrúpulos, pero era incapaz de romper la virginidad de sus muchachas bajo el exclusivo testigo de la luna. Rarezas de los grandes que regalaban caballos a José María Aznar o de un Mubarak dictador-cliente adorable. Y llegó la primavera al norte africano antes que al Corte Inglés y se fueron todos los países a pisotear pirámides y profanar vírgenes morenas de un Gadafi sin jaima. Despreciable desde siempre, pero despreciados sólo cuando el grito del pueblo se puso de pié con la estatura de un monte.

Anadaba Pons por todas partes. Delante de Mariano, detrás, a los costados. Fiel Sancho-Pons, escudero con sillón ministerial guardado en la cartera. Cabalgaba Rajoy a lomos de Rodríguez rey y empujaba Arenas. Cospedal, Soraya. Moncloa al fondo a la derecha, siempre a la derecha. Pons diseñaba tres millones de empleos de manera fácil: bastaba con que tres millones de españoles atrevidos crearan tres millones de empresas. Cada empresa creaba un puesto de trabajo y las matemáticas hacían el resto. Sencillo, tan sencillo que sólo a él se le podía haber ocurrido una teoría tan revolucionaria que estudiarían los futuros economistas y que desbancaba a Darwin o Einstein.

Pero Pons, el de la Camisa Blanca (no me hagan caso, a lo mejor era azul) intuyó algo que sólo los genios vislumbran: Si en el norte de Africa florecía la primavera, por qué los españoles nos íbamos a encerrar en el invierno triste y plomizo  de Rodríguez rey. Había que destronar al impostor, volarle la jaima y proclamar que ya era primavera en la calle Génova. El partido de los parados pondría rebajas en los puestos de los trabajadores, bajarían los impuestos por insoportables, destruirían el IVA que impedía la playa-suegra-pájaro-incluido, le dirían a Merkel que era infollable y sebosa  y permanecerían de pie al paso alegre de la paz.

Pons intuyó la primavera. Y alentó a las masas. Había que salir a la calle, como en Egipto. A reponer pirámides. Como en Libia. A reponer jaimas. Y a golpe de flores blancas caería derrocado Rodríguez rey y podría ser entronizado Rajoy-Primero-soberano, que era cosa de hombres. Repatriaría a los defraudadores con una amnistía propia de su magnanimidad y con ocasión de su coronación ante Gallardón-Notario-Mayor y Botella-suplente-titular plantando peras y manzanas, eurovegas de prostitutas inocentes y ruletas centrípetas de euros negros de humo.

Veinte de noviembre. Nubes de luto en Cuelgamuros. Alegría en Génova con Esperanza botando, Cospedal, botando, Soraya botando, Rajoy botando.  Dos gays botando besos entre mástiles machos y banderas heteros y monjas bailando la conga con minifaldas vírgenes y mártires.

Pons-primavera-en-bandeja. Ofrenda ante Rajoy-emperador. Mariano le dio un autógrafo y Pons se esfumó con su camisa blanca (no me hagan caso, a lo mejor era azul) y se encerró en un convento para servir a un dios que no morirá nunca.

Dicen las malas lenguas que lo han visto merodeando por los suburbios de Camps. Mentira, seguramente mentira. Son sólo las lenguas de doble filo que me dijeron anoche que te veías con otra y me quedé tan tranquilo. Pons, nuestro jardinero primaveral, seguro que anda por un andamio de flores subiendo al puesto que tiene allí.

martes, 10 de julio de 2012


RECORTES, REFORMAS, CAMBIOS





Estamos adelgazando, consiguiendo silueta, perfeccionando cintura. Y las palabras juegan un papel importante en esta dieta a la que estamos sometidos por parte de Europa, los mercados, los especuladores y muchos más que permanecen en la sombra de las ideologías.

La terminología que envuelve la transformación de la sociedad tiene mucha importancia. Las reformas encarnan un sentido positivo. Se reforma siempre para mejorar. De ahí el empeño de nuestro gobierno para hacernos ver que la acumulación de alumnos por clase conlleva una socialización que influye en la madurez de la chavalería. Lo dice Wert con una sonrisa oblícua de quien está seguro haber engañado a alguien desde la superioridad de su sillón ministerial. El copago o repago de los medicamentos que alcanza incluso de los jubilados con pensiones de hambre muchos de ellos, va acompañado de la insistencia por parte de la ministra Mato de que deben sentirse orgullosos de colaborar en la mejora sanitaria.  

La amnistía fiscal no es la absolución gubernamental a defraudadores oscuros, abrigados en fortunas de blanqueos sucios y hasta criminales.  No es amnistía. Es un gravamen que aflora… Lo dice Montoro. Mientras tanto, se promulga una ley de transparencia y se persigue a unos parados que simultaneaban el cobro del desempleo y cuatro chapuzas y media.

La reforma de la ley laboral no entraña según la ministra Fátima Báñez una amputación de derechos. Es la forma más expedita de crear empleo. Al mismo tiempo el propio gobierno habla de la destrucción de seiscientos mil puestos de trabajo. Y el trabajador empieza a vivir la angustia de tener una nómina hoy sin la seguridad de tenerla mañana porque le pueden rebajar el sueldo, enviarlo a trabajar a Laponia o despedirlo como consecuencia de una mala noche empresarial.

Podríamos seguir hablando de reformas. Pero en la calle el término es otro. Sabemos llamar a las cosas por su nombre. Eso prometió el actual presidente: al pan pan y al vino vino. Los eufemismos carecen de sentido cuando la realidad golpea como la coz de un potro. Y la calle habla de recortes.

Pero tampoco son exactamente recortes. Estos vendrían dados por la necesidad de evitar deuda o de percibir dinero de manera puntual devolviendo los parámetros recortados a su primitiva situación una vez superada la urgencia de esa deuda o cesara la necesidad de mayor capacidad monetaria. Cuando esos recortes se efectúan sobre capas concretas de la sociedad descuidando otras fuentes de fácil acceso, los recortes adquieren categoría de cambio ideológico. En educación, sanidad o servicios sociales se ataca directamente a la clase media-baja y a las capas más desfavorecidas, como parados, pensionistas, dependientes. No se graban las rentas altas, los patrimonios, las herencias, las operaciones bancarias o los bienes y propiedades de una determinada confesión religiosa. Y no se les toca intencionadamente para que en el futuro, y gracias a ese cambio ideológico, se agudice el abismo que separa a unas clases de otras. Se prima la enseñanza privada con desgravaciones, se aplican bonificaciones a los seguros médicos privados y se exime del pago de impuestos a una Iglesia (la católica) a la que además se le adjudican cantidades importantes de dinero.

La implantación de estos criterios separadores se apoyan en reformas y recortes  con la intencionalidad clara y evidente de constituir capas sociales divididas por criterios económicos y no teniendo en cuenta situaciones o urgencias propias de cualquier ser humano.

Es alarmante la existencia en el mundo de la miseria, la falta de medicamentos, de vacunas, de agua corriente, de alimentos. Mientras se investigan nuevos avances bélicos y se invierte en armamento, se niega al tercer mundo el pan y el agua. Mientras en el primer mundo nos morimos de obesidad en el submundo se muere de hambre y sed.

El modelo implantado y mantenido a nivel mundial se quiere trasplantar a países que hasta ahora éramos, salvando diferencias, naciones privilegiadas. No es un problema de España. Ciertas naciones de la Unión europea tienen muy claro su anhelo de dominio sobre otros miembros y quieren dejar clara su primacía de pueblos dominantes sobre otros a los que ahogan con exigencias de tiro en la nuca. Italia, Grecia, Portugal, España están siendo exprimidas por especuladores no lejanos. El capital fugado de estos países se refugia en Alemania, enriqueciéndola y aupándola a un dominio que suponíamos extinguido. ¿Cómo se explica si no que toda la Unión viva sometida a los designios de Angela Merkel?

Es comprensible que los ciudadanos nos enfrentemos con nuestros gobiernos respectivos contra unos cambios de modelos insostenibles en este momento de la historia. Pero resulta absolutamente incomprensible que esos gobiernos unidos no se levanten contra esta dominación alemana que ya intentó dominar a Europa por las armas en fechas no muy lejanas.





miércoles, 4 de julio de 2012


FUE LA CALLE






La calle no era calle. Era un coto para guerreras blancas, entorchadas de botas las costuras. Era de alguien la calle. Y eran grises los guardianes de una propiedad. Los que podaban la protesta, los gritos, la rebelión. Me multaron por tener aquel 25 de abril un bolígrafo rojo, un coche rojo y un clavel rojo en la solapa. Se castigaba entonces hasta el color de los claveles. Al aire disparaban y chorreaba la sangre de obreros, de estudiantes. Eramos todos furtivos en busca de la libertad. Mochila llena de gritos, de exigencias, de futuro presentido.

Hace tiempo que se ensanchó la vida. Hay avenidas amplias con claveles rojos no prohibidos. Se llenaron las bocas, las manos y los ojos de colores conquistados, de pulmones con aire chorreado, de venas libres para que fluya el grito.

Se siente estafado el mundo. Crisis le llaman todos de mutuo acuerdo entre gobiernos. Hay que guardar las formas. Al sexo se le llama amor, a la mierda basura reciclable, a la borrachera intoxicación etílica. Le hemos puesto hipocresía a las palabras, para que no sean lo que son, para que disimulen la incomunicación egoísta de la vida.

Casi no nos acordamos de aquellas hipotecas basura. Se las dieron sin miramiento a los pobres y a los pobres culpamos del impago salvando la inocencia bancaria de los benefactores del dinero. Se volcaron los grandes beneficios en bolsillos usureros, en yates, en mansiones. Y en sus casas viven, con batines de seda y vajilla veneciana. Son expresidentes de bancos y presidentes en ejercicio del mundo. Por encima del hombro los ojos despreciando a la plebe con hambre, con miseria, sin techo para acariciar muslos y vientres y caderas calientes de hermosura.

Se siente estafado el mundo. Pero se llama crisis. Todo es crisis. Europa no es Europa. Es el conjunto de 27 crisis. Marcha Merkel al frente y detrás los marianos de turno, cargados de herencia recibida. Fueron incapaces de enterarse cuando soñaban con jauja de que estaba la estafa creciendo cada día, poblándose de flores negras, de enfermos empujados a la muerte, de familias acogidas en cajeros de bancos orgullosos, de hospitales asilos de miseria, de viejos añorando la muerte en cada esquina, de suicidas cansado de vivir sin saber para qué, de vendedores ambulantes de riñones para pagarse el pan, sólo el pan, de cada día, de borrachos que olvidaron la angustia en el cartón de tintorro D. Simón.

Se siente estafado el mundo, aunque le llamen crisis. Madres pariendo en la maternidad de INEM para evitarle al hijo el trayecto de mañana. Investigadores con maletas Bachiller camino de Alemania, a cuatrocientos euros el mes, sin la tortilla de madre, con la pena de padre que también se fue un día maleta de cartón apretada con cinturón o cuerda fuerte de esparto. Muchachas de pelo acariciado, de labios cofres de besos. Hasta el verano si se puede, si la deuda soberana, si la prima de riesgo, si el ibex treinta y tantos.

Y otra vez la calle. Interinos verdes sin escuela. Wert amontonando niños para que se socialicen. Soria-ministro sacudiendo del sueño a los mineros. Guindos tapando el IVA porque pronunciarlo resulta grosería. Y Mariano-Presidente apuntando recortes que se llaman reformas. La palabra también sufre la estafa. Le han arrancado la piel a la palabra y se queda en carne viva, o muerta, carne escocida, despreciada, insultada, violada y sin honra. Hospitales en la calle, ancianos en la calle, mineros en la calle, parados en la calle…

Nos han desahuciado de la vida. ¿Dónde plantaremos las penas si nos echan de la calle?