viernes, 27 de febrero de 2015

TENDRE QUE ABRAZARTE


Tendré que abrazarte
como si fueras el árbol de la vida.
Fijar en tu vientre la mano
para aprender a qué saben las caricias.
Hundirme en tus raíces
para hacer de tu carne
una explanada de espuma y arena.
Tendré que abrazarte
para no disolverme en el tiempo,
en la nada gris de una borrasca
irredenta y crucificada.
Tendré que abrazarte
para que el viento no arranque de mis ramas
los nidos de recuerdos,
de pájaros que esperan
tus besos en sus bocas.
Tendré que abrazarte para conocer
la dimensión de mi tristeza.



jueves, 26 de febrero de 2015

ME PESA


Me pesa la vida
como si tuviera el alma llena de piedras.
Llevo todas las despedidas
apoyadas en el lado izquierdo
donde baila la sangre
la danza del pañuelo.
Como si llevara un barco hundido,
un buque lleno de peces
predispuestos para el anzuelo
falso, hipócrita, del engaño.
No sé si se me va la vida
por esa grieta abierta
en el azul de tu luna.
Empiezo a digerir despedidas
y mastico las ausencias
duras como hierro,
compactas como un naufragio
hasta el fondo sin fondo
donde sólo la soledad
se identifica como amante futura
de la nada con sabor
a naranjas negras y cuadradas.
Me pesa la vida
como una cadena de silencios
arrastrados como ríos
atados a los pies.
Voy a rezarle a los pájaros,
a interpretar el algodón de sus alas,
a suplicar un nido entre tu pelo
donde beber a chorros tu ternura.
Me pesa la vida
como si todos los montes
se hubieran reunido en su llanura.
Pero todavía estás tú.


CREER EN LA POLITICA


Refiriéndose a la visión cristiana de la vida, alguien ha dicho que la fe no consiste en creer en una cantidad determinada de dogmas. La fe, como relación interpersonal, debe formularse como la entrega amorosa de alguien a alguien. No se trata de creer algo, sino de creer en ti.

El amor es siempre una relación interpersonal. Cuando amo, estoy fortaleciendo mi gusto por esa persona. Cuando ahondo en los adentros, estoy personalizando mi amor y distinguiéndolo del simple placer del gusto. Me gustas porque te quiero.

No meterse en política era el consejo de un dictador. Porque los dictadores tienen que disuadir por definición a los pueblos de su contenido político, como forma de centrarlos en el personalismo, alrededor del cual debe girar la veneración de los esclavos. Sabemos mucho de esto.

Comenzamos hace unos años a hacer política. La sacamos a la calle en parihuelas de libertad y la paseamos gozosos por las aceras llenas de geranios. Sopló el viento. Vino el frío. Cayó la nieve. Y nuestra imagen se fue deteriorando. El entusiasmo por la política, así, en general, se nos fue desconchando, se le dañó el barniz y dejamos de sentir el atractivo primitivo. Estábamos gustando la hermosura de sus caderas, la brillantez de sus pechos, la tersura de sus muslos. Pero se nos puso vieja la Constitución y sólo nos acercábamos a verla al asilo los seis de diciembre para llevarle unas flores con chocolatinas.

Y los que en tiempos del dictador exigíamos nuestro derecho de opinión, nuestro derecho a ser responsables de nuestro destino con un quehacer propio e inalienable, resulta que ahora estamos de vuelta de aquel camino alcanzado. Cuando alguien está de vuelta es porque no tiene camino por delante y no le queda más remedio que desandar lo andado para evitar el choque frontal con la nada. ¿Y si estamos hartos de política y volvemos sobre nuestros pasos, será que añoramos una dictadura que nos evite el trabajo de pensar, la tarea de ser libre, la dureza de sentirnos responsables de nuestro destino? La pregunta encierra más dureza de la que parece. Y las consecuencias ahogan el futuro apretado por el nudo de la comodidad que se desentiende de la propia responsabilidad

Rajoy y su partido hicieron una campaña electoral llena de promesas que le llevaron a la Moncloa. Al día siguiente, cuando no se había hecho la mudanza del colchón latex, Rajoy se revolvió en la moqueta y todas las promesas se  volvieron incumplimientos. Impuestos, enseñanza, negación de dinero a la banca, sanidad, pensiones, reforma laboral, dependencia…todo se volvió del revés.

Hace unos días, se celebró (qué ironía este término) el debate sobre el estado de la nación. Todos sabemos cómo se encuentra el país.  Hambre, desahucios, sanidad empobrecida y convertida en negocio, desamparo vergonzoso de los dependientes, pensiones que suben un euro al año, caja de pensiones venida a menos, pago de un rescate disimulado, alineación con las leyes impuestas por Merkel, enfermos terminales a los que se les sustrae el derecho a la medicación salvadora, aumento de parados, aumento de trabajo con salarios de hambre, despidos a gusto del consumidor. ¿Seguimos?

Y en paralelo un Partido Socialista mirándose el ombligo,  luchando a brazo partido por alcanzar una parcela de poder, dando a entender que a cada cual le interesa más el puesto de relieve que la marcha del país. Aquellos del 82 que tanto hicieron hasta construir un país moderno, embarcados ahora en multinacionales, con el cohiba en los labios, impartiendo lecciones de añoranza, como frenando la historia para que nada sobrepase sus propios monumentos. Aquellos del 82 reivindicando que cualquier tiempo pasado fue mejor, menos la pana de entonces que hoy huele a naftalina rancia.

Y Rajoy sube a la tribuna mientras Villalobos   juega con su tabla pagada por el Congreso y nos dice que va a crear tres millones de puestos de trabajo, y que va a mantener la sanidad porque es la mejor del mundo, y que en España no hay hambre, que se cumple con el deber constitucional de una vivienda digna para todos, y que no se ha aportado dinero a la banca mediante el dinero conseguido por un rescate y que la crisis se ha superado y que crecemos por encima de todos los países del mundo mundial y que somos un ejemplo que se estudiará en los textos de historia.

Y todo esto lo dice Rajoy sin el más mínimo sonrojo, sin pedir perdón por su empeño en cambiar el modelo social, por su esfuerzo en conseguir que los pobres sean más pobres para que los ricos sean más ricos. Ha hecho lo único que se podía hacer, lo único que se debía hacer. Por eso somos el espejo en el que se mira el mundo.

¿La gente no cree en la política?  ¿Está harta de política?  ¿Añora en consecuencia una dictadura?  No. Los ciudadanos exigimos nuestros derechos cortados de raíz. Exigimos honradez, entrega, lucha en defensa de los más pobres.

Exigimos más política porque ella es la construcción de esta ciudad universal que se llama mundo.




miércoles, 25 de febrero de 2015

EL SABOR DE MI CARNE




Mi carne sabe a distancia,
a zumo de olvido.
Si tocas mi piel con tus dientes
probarás su antigua madera de olivo.
Mi lengua a barro,
a río de tierra,
a mar de arena.
Te advierto que mi carne
ya no entiende la palabra de la luna
lluviosa entre tus piernas.
No sé si estamos a tiempo
de abrazarnos
y recuperar el último poema de la sangre.
Voy a poner en hora
el latido de los labios.
Que den el beso exacto
para que acudan las caricias
y salten a la comba de tus ojos.
Toca mi carne,
aunque sepa a distancia,
a zumo de olvido.


martes, 24 de febrero de 2015

QUE POCO SE DE TI



Ignoro si decides el destino de tu luna.
No sé si consumes estrellas a escondidas.
No sé si las brisas coleccionan tu pelo.
Ignoro si colocas la nieve por orden de tristezas.
Qué poco sé de ti.
No sé si tienes besos de repuesto
por si se acaban tus labios.
No sé si tienes caricias
guardadas en los montes de tu cuerpo.
No sé si escondes en tu vientre
las huellas de mi sexo,
entre tus piernas las noches
con lunas debajo de tu almohada.
Qué poco sé de ti.
Ahora que tu silencio es espeso
como el recuerdo de una niebla,
ahora pregunto por el nombre de tus labios,
por tu espalda arqueada
cuando recito tus vértebras
como una cordillera de deseos.
Qué poco sé de ti.
Necesito incorporar
tu camino a mi sendero
y hacernos una tarde
como quien hace un cestito de jazmines.
Me urge que huela a ti la tierra
y yo aprenda el perfume de tus pechos.
Te nombro. Nómbrame.
Vamos a regalarnos
una existencia honda
para palparnos la sangre
y reconocer tu alma

con la yema de mis dedos.
MERKEL YA NO ES VIRGEN


Los señores importantes estaban de rodillas. Esperaban una aparición mariana. Pero ellos no eran de los de boina, refajo y zuecos como los pastorcillos de siempre. Los señores importantes preferían chaqué. Estaban de rodillas como los de Cova de Iría o Lourdes, pero con chaqué. Hay que dejar claras las diferencias entre pobres por castigo de dios e importantes por la  gracia de dios.

Los señores importantes llevaban las manos llenas de bancos, de empresas importantes, de multinacionales, de Ibex treinta y tantos, de importaciones y exportaciones. Era la ofrenda que irían depositando a los pies de esa vestal germánica  llamada Merkel.

Los señores importantes fueron desfilando uno a uno y recibiendo sumisos los latigazos correspondientes al humor crematístico de la diosa. Ella entregaba a un esclavo del Banco Central Europeo, del Fondo Monetario Internacional  los bancos, las multinacionales, las importaciones-exportaciones. Se manchaban de sangre los chaqués, sangre de hambre, de despidos, de desahucios, de enfermos terminales que deben cumplir con su deber de terminar, de viejos que estorban al déficit, de futuros sin esperanza, de esperanzas sin futuro, de enfermos convertidos en mercancía, de niños que tal vez nunca serán niños.

Los señores importantes reciben el mensaje: vuestros pueblos son malos, pecan comprando coches, viviendas, comiendo, calzando, vistiendo por encima de sus posibilidades. No les habéis inculcado que los pobres deben de serlo por voluntad divina y que es también voluntad divina que sólo unos pocos disfruten de este mundo.

Los señores importantes gozan de un orgasmo con chaqué con esa ofrenda depositada delante de la emperatriz germana. Ella lanza el oráculo más definitivo: La entrega que me hacéis debe estar envuelta en la dignidad.  No busco tanto pueblos dispuestos a inmolarse ante mi altar. Deben tomar conciencia de mi superioridad. Deben tomar conciencia de su situación de esclavitud. Y para eso es urgente que renuncien a su dignidad. El Papa Francisco le había dicho a ella que los gobernantes debían estar especialmente preocupados por los pobres. Pero la banca, la prima de riesgo, los intereses, el pago de la deuda tenían primacía en su quehacer de líder de la miseria.

Y los señores importantes, elegidos para defender a sus ciudadanos, recaudaron dignidad. Fueron de puerta en puerta exigiendo a los ciudadanos una rendición ante la economía. Por encima de todo estaba el dinero. Y les argumentaron que no había más soluciones que la dignidad para aplacar la furia divina. No había otros caminos por más que economistas de prestigio profetizaran una y otra vez que el sistema elegido empobrecía, creaba paro, destrozaba la economía por falta de consumo. Todos esos elementos eran partes del todo de la dignidad exigida y dejada a los pies de aquella deidad.

Los señores importantes disponían del miedo. Era un inyectable que debía administrarse en cantidades no cuantificables. Cuanto más miedo mejor. Ayudaba eficazmente a reducir la dignidad. Miedo a manifestarse, miedo a reclamar sus derechos, miedo a exigir un salario digno, un horario establecido en convenios, una indemnización digna si era despedido, derecho a una vivienda, a una educación. Pero los señores importantes castigaban las huelgas, facilitaban el despido a gusto del consumidor, los desahucios como ayuda a los bancos considerados benefactores de la humanidad, a la medicina privada ofreciendo el dolor a precio de mercadillo, rebajando los sueldos para resultar competitivos, trabajando horas y horas sin pagar para progresar como los chinos, con muchos menos derechos y un crecimiento exponencial de obligaciones. No se trata de crear trabajo a la antigua usanza. Se trata de que produzcan mucho para beneficios de pocos, con salarios como limosnas, con Laponia incluida por si alguno exige el fruto de sus espaldas. Se implanta la teoría de que el empresario da de comer a tantas familias en lugar de admitir que esas tantas familias son las que proporcionan la langosta al empresario, el mantenimiento de su empresa, el yate en Marbella y las putas con lencería de seda.

Me emocionó ver Madrid lleno de gente pidiendo dignidad. Una rebelión pacífica pidiendo dignidad. Porque estos pueblos del sur están por encima del pan, del trabajo, del tiempo suficientemente libre de cansancio para besar a sus hijos, para acariciarse entre parejas, para vivir la plenitud de sus carnes como quien recupera un paraíso. Fue lo primero que exigió la diosa germana. Los señores importantes sabían que la falta de todo era un medio eficaz para arrancar la dignidad y convertir en esclavos a hombres y mujeres que eran portadores de humanidad. Cuando un pueblo tiene que exigir la devolución de su dignidad es porque le sale la miseria más íntima por los ojos. No sé si se puede jugar con el estómago, la vivienda, la enfermedad. Pero con la libertad y la dignidad, nunca.

Cuando los señores importantes están postrados ante la diosa Merkel, deberían pensar en esto. Alguien tiene que decirle que pisotear la dignidad puede acarrear consecuencias impensables.

Los señores importantes deben saber que cuando nuestra señora Merkel exige la dignidad de los pueblos, ella pierde la virginidad del respeto. Y entonces…



lunes, 23 de febrero de 2015

ESCUECE



Escuece el último aliento
que se quedó en mis labios,
que no llegó hasta ti
porque me negaste el refugio de tu boca
cuando la lluvia nombraba
la nada última de todo.
Escuece tu lengua de naranja en árbol,
todavía en árbol,
desprendida apenas
del azahar último.
No es amargura.
Ausencia líquida, sí,
como una distancia
disuelta en la saliva de una despedida.
Estoy.
Estás, a lo mejor
en el último aliento
desprendido de mis labios
como un fruto con nombre indefinido
que escuece,
que duele
pero que se resuelve en gemidos
cuando es tu vientre

una cosecha de trigo entre mis manos.

domingo, 22 de febrero de 2015

LA INOCENCIA DEL AGUA





Hay días que tienen sólo atardeceres. Solía encontrarla donde acababa el viento, a espaldas de una brisa que se  bañaba desnuda cuando la noche se hacía noche.

Estaba allí. Doblada sobre sus rodillas, como un río pensándose a sí mismo. Nos besamos los labios con un roce recién estrenado porque los besos no admiten la repetición de sí mismos. Si beso esta tarde como besé ayer, profano la tarde y el beso

En mis hombros sus manos. En sus caderas, las mías. Dejé resbalar las yemas de los dedos buscando el relieve de su ropa interior. Sonrió. Me decía con esa sonrisa, que no iba a encontrar la frontera que siempre me había indicado el límite permitido. Anduve entonces su espalda. Escalé hasta su cuello sin encontrar el broche del sujetador,  imposible de abrir en momentos de prisa incontenible. Y de nuevo la sonrisa que quería decir lo que no quería decir.

Dejó caer el vestido sobre la hierba fresca. La vi andar despacio hacia el río. Desnuda.  Sabía que yo la miraba. Seguro que extasiado, debía pensar. Movía las caderas con el ritmo de quien lleva tacones en el alma.

Se volvió invitándome a seguirla.  Corrí  sin saber por qué. Era una necesidad, un ímpetu que me empujaba. Hasta pudor sentí. Ella se detuvo en la orilla para aguantar la sensación de frío. Avanzaba nadando. Sólo dejaba ver  el pelo sobre su espalda y el oasis esférico de sus nalgas. No supe si eran celos, pero me molestaba el río, boca arriba, disfrutando de aquel cuerpo desnudo que se entregaba lento, suavemente como si comenzara a hacer el amor con el agua. Vendría después el ímpetu de la corriente, mientras yo la esperaba con los brazos cruzados, entreteniendo mi cuerpo erguido y las manos llenas de caricias.

Tenía amoratados los labios, amoratada la mirada. Le sentaba bien ese color de maquillaje que sólo el agua fría dibuja en el rostro de una mujer. Sus manos en mis hombros. En sus caderas las mías. No había fronteras. Fue el tacto más hermoso. “Sus muslos se me escapaban como peces sorprendidos” Recordé a Lorca. Por primera vez sintieron el tacto de mis manos. La apreté contra mi cuerpo. Iba la noche consiguiendo ser noche. Se apoyaba la luna en sus gemidos, los montes en su respiración jadeante. Se estremecía el mundo. Se entregaba la noche para ser más noche entre la piel de su vientre y el orgullo de mi sexo gritando como esos animales nocturnos que buscan comida en las afueras de la vida.

He vuelto al río al anochecer. Pensé que no me reconocería, pero en el saludo intuí que me recordaba desde aquella tarde, con ella, frente a frente aquella noche “en que corrí el mejor de los caminos, montado en potra de nácar sin bridas y sin estribos”  Otra vez Lorca. “Porque yo me la llevé al río pensando que era mozuela, pero tenía marido” 

Me miraba el río entre su memoria y su pregunta. Pero el río no se atrevía. Vengo solo, le dije. Sintió un alivio. Heráclito, creo que se llamaba Heráclito, me miró un día a los ojos y llegó a una conclusión dolorosa: PANTA REI. Pidió disculpas por no pronunciar bien el griego. Pero quiere decir, me aclaró, que todo pasa. Yo soy agua. Amo el agua. Pero ella se va y termino no sabiendo quién soy. A usted le debe pasar igual. Se ignora a sí porque ella no está. 

Deberíamos tutearnos, le dije. Yo soy Rafael. Me alargó la mano y me lo confesó abiertamente. Yo, me dijo, no tengo claro mi nombre. Puede llamarme Heráclito, aunque prefiero que me llamen Federico, ya sabe usted por qué. Aquella forma de nadar, aquella piel, aquel vientre. Usted rompió la virginidad del agua, su inocencia. Ahora, cuando la noche se va haciendo noche, el agua mira a la orilla y espera. Como usted, amigo, como usted. A lo mejor nada vuelve a ser. Pasó ella. Pasó usted. Y ya nada existe.


sábado, 21 de febrero de 2015

TAN DE REPENTE

Es todo de repente.
Es inútil la lucha, la agonía.
Un instante separa la vida de la nada.
No vale la pena resistir.
Es mejor la entrega,
con una sonrisa, si es posible,
con un beso, si es posible,
con una caricia, si es posible.
Porque todo es de repente.
Se parte el mar en dos,
se dobla por la mitad un río,
se rompe como un olivo viejo
y se consuma el amor con el abismo.
No somos.
Recuerdo, tal vez,
hueco de almohada,
caricia oxidada
enredada en el sexo antiguo de una noche,
en los muslos perdidos entre sábanas,
en los pechos de un ayer erizado.
Es todo de repente.
Perdemos la mirada,
las manos llenas de caricias, pero sin tu piel,
olvidado el vientre que buscaba
la cúpula de tu vientre,
pisada la hierba central donde vivimos
tiempos erguidos como montes.
Se despeña la memoria
de repente
y queda la foto sepia
con una fecha sin fecha
porque ya no hay tiempo para el tiempo.
No vale la pena resistir.
Es mejor la entrega voluntaria

con una sonrisa, si es posible.
INOCENCIA


Cabían todas las rosas en su beso.
Entre sus pechos le crecían  jardines.
Habitaban los puentes colgantes en su vientre
y en su sexo toda la ternura.
Podía construir balcones en sus ojos
para hacer el viento a la medida de sus manos.
Aspiraba a sentir entre sus piernas
una ciudad de naranjas rodantes,
y en sus muslos árboles con guitarras
para bailar las muertes de los niños pobres.
Alguien se empeñó en que era un sueño,
que yo desconocía las medidas del mundo,
que vivía a las afueras del dinero y el tiro en la nuca.
Me advertían que los dientes son para morder,
para devorar al débil,
para empujar al que no tiene apoyo,
que las manos sirven para ahogar
no para acariciar una espalda que se arquea si la besas.
Me tacharon de teórico,
de enamorarme de  pompas de jabón.
Me exigían que despertara,
que manchara los pies con el barro de la sangre.
Alguien me puso una manzana entre las manos
para que me sintiera humano
después de masticar la pulpa de mi hermano.
Supe elegir el beso donde cabían todas las rosas
y los pechos con jardines
y su vientre con puentes colgantes.
Entonces fui consciente de que sobraba
y que alguien hacía con mi nuca

un recuerdo turístico de la inocencia.

viernes, 20 de febrero de 2015

SOLO EXISTIRE




Sólo existiré mientras me besas.
Después  seré un hueco de aire.
No tendré raíces en el nido de tus labios,
ni crecerán  amapolas
en la humedad de tu boca.
Tu beso constituye mi esqueleto de niebla.
Mi carne es carne de tu beso que  engendra,
y en tu luna menguante se hace el mundo que piso.
Ese río que nace entre tus dientes
moldea la piel  de barro que me envuelve
y broto como un ser espontáneo,
pedazo de tierra con un nombre
que pronuncian tus ojos.
Me descuelgo de ti
dependiendo del beso que me besa.
Seré un hueco de aire si tu aliento se olvida
de la liana que une mi boca con tu boca.
Existo en ti
porque tu beso es el útero de estrellas

donde voy aprendiendo a ser futuro incierto

miércoles, 18 de febrero de 2015

DORMIA DEL LADO IZQUIERDO




Dormía sobre su lado izquierdo. Me gusta sentir la luna en la cara, decía. Por la ventana ella, la luna, secando el sudor, silenciando los gemidos, empapando el placer, guardando la humedad del encuentro hondo donde crecen margaritas engendradas en la piel y amapolas en los pechos.

Rodeaba su cintura con mi brazo y mi mano soñaba en su vientre. Su vientre. Me atraía la concavidad de su piel, la ruta hacia su monte más hermoso,  donde ella esperaba cada noche  mi sexo entregado. Su vientre. Cúpula orientando huellas hacia el oasis de hierbas y palmeras, que me regaló aquel día, cuando todo cupo en un beso, y escribió con la yema de sus dedos la palabra amor   a lo largo de mi cuerpo.

Dormía sobre su lado izquierdo. Podía sentir el crujido de su corazón si besaba su espalda. Se arqueaba entonces como un mar, como un río en la esquina del viento. Susurraba silencios si mis labios rozaban sus vértebras de niebla. Me alegra saber que estás, decía. Las noches sin ti no tienen luna y duermo sobre mi lado derecho como venganza. Cuando estás me parece flotar en unas manos de luz. Luz de luna. Luz de ti. Y me vuelvo incandescente porque no queda sin tocar ni un solo centímetro de mi piel. Manos de luna la luna. Manos hacedoras de caminos, tú. Es todo envolvente como un beso redondo, como un aliento cálido entre mi espalda y mis pechos. Y me hago vientre para ti, para ti cúpula acogedora, vereda hacia una avenida de hierbas y palmeras.

Después se hacía el silencio, ese silencio que es la última palabra de la palabra cuando el sonido es súplica de consumación, de plenitud de gozo, de fusión en uno y ya no sabe la luna si asomarse a la ventana o respetar la cumbre donde sólo el hombre y la mujer habitan cuando deciden que el mundo debe rendirse a las sombras.


Y es el beso y la piel y el tacto. Es todo lo que nunca ha sido porque debe el mundo acostumbrarse a existir como nunca ha existido.

martes, 17 de febrero de 2015

MI CUERPO EN TI



Mi cuerpo desnudo paralelo a tu cuerpo desnudo.
Comprendo entonces la dimensión del mundo.
Reside en ti la verdad última,
el eje que va desde Dios hasta la nada.
Cuando fecundo tus ojos
con la luz vertical de mis ingles,
cobran sentido las rosas
y adquiere el azahar
la plenitud esférica de la naranja.
Sobre tu piel,
mi piel comprende que el otro es el gemido
de una primavera penetrada.
Permanecemos.
El tiempo adquiere el peso específico
del temblor eléctrico del beso.
Si se desdibuja la hierba azul de tus pechos
porque se arrepienten los ríos
de vivir en nuestros labios,
se derrumbara la verdad sobre si misma
y  todo será mentira,
falsedad total desde Dios a la nada.


lunes, 16 de febrero de 2015

CRUELDAD POLITICA


Sólo un mediocre podría definir la política como el arte de lo posible. El arte es siempre lo que está más allá de lo empírico, superando lo posible. Por tanto la política sólo es arte cuando se convierte en el milagro de lo imposible. Y no connotamos el término milagro a experiencia o adhesión religiosa, sino como una categoría que trasciende lo meramente táctil.

Hace unas fechas, Cayo Lara le recordaba al presidente del gobierno, Mariano Rajoy, que en este país, hay doce millones y medio de ciudadanos viviendo en el umbral de la pobreza y una gran parte de ellos están inmersos en la miseria misma. Cayo Lara hablaba de despidos, desahucios, ERES, salarios aportando datos y cifras concretas. Mariano Rajoy, ese Cid Campeador de la recuperación, ese Pelayo de la reconquista, se enfrentó al coordinador de IU y sin mover un músculo, excepto el del ojo izquierdo, le replicó: Pinta usted un país que yo desconozco.

Unos días antes, el mismo Rajoy, había criticado que PODEMOS dibujaba un país de gentes tristes. Que muy por el contrario a esa tristeza, España es un gran país, de gentes que siempre supieron salir de sus problemas y alegre por naturaleza.

Rajoy hizo una campaña electoral preñada de falsedades conscientes y ha desarrollado su primera legislatura mintiendo descaradamente a la ciudadanía. Bajaría los impuestos, no subiría el IVA, no tocaría las líneas rojas de la educación, las pensiones y la sanidad. Haría de la educación una meta a la que llegarían todos aquellos que lo desearan sin distinción de clases, que no daría dinero a los bancos como hizo el socialismo. Crearía millones de puestos de trabajo. ¿Seguimos? Nos mintió cuando nos quiso hacer creer que se había encontrado una situación económica que no era la que imaginaba. Y sobre todo se topó con un país que no conocía. Igual que ahora. Este ramillete de mentiras se encierra en esa refutación que le hacía a Cayo Lara: pinta usted un país que yo desconozco. Y tampoco ahora lo podemos creer porque el presidente de plasmas, de Bárcenas-esa-persona, se sienta en el consejo de ministros con unos hombres elegidos por él y que también se trasladaron a jauja desde el principio de la legislatura.

A Rajoy no le consta el número de desahucios, las urgencias de los hospitales, el recorte de camas para pacientes, la privatización de la sanidad, el número de parados, las familias de siete miembros que se alimentas con quinientos euros, que carecen de calefacción, el número de estómagos vacíos que acude a comedores sociales. Rajoy no es de este mundo. Su mundo es un regalo de ternura de Merkel, de la Troica, de los fondos de buitre a los que se les vende por precios irrisorios cientos de viviendas construidas con dinero público para que esos fondos expulsen de esas viviendas a sus inquilinos y los manden debajo de un puente. Montoro y los hombres de jauja niegan las cifras del hambre que aportan las ONG. Son elementos subversivos, radicales de izquierda, hordas judeomasónicas.

En su campaña electoral, Rajoy prometió devolver la felicidad a nuestro país. Y ahí está bendiciendo a los que no protestan en las calles, fabricando leyes mordaza para acallar el dolor, instaurando la cadena perpetua como secuela de un franquismo-apisonadora, fusilando a los enfermos de hepatitis-C porque el dinero de la medicación hay que destinarlo a publicidad del milagro económico que nos ha sacado de la crisis. Nos ha vendado los ojos con prohibiciones de todo tipo, nos ha inyectado miedo a los demás partidos políticos, a un terrorismo del que ha hecho una necesidad, ha envuelto la corrupción en aliento para que la alegría habite en el pecho de algunos encarcelados y nos ha devuelto esa felicidad que es la sonrisa-mueca más elegante de disfrazar la crueldad.

Cuando una gran parte de la ciudadanía vive una miseria indigna y un presidente del gobierno se niega a mirarle a los ojos para no ver la realidad del mundo en que vive, la política deja de ser la pobre consecución de lo posible, el utópico alcance de lo imposible, para convertirse en la crueldad como forma de entender la vida. No se ve lo que no se quiere ver y uno se evade conscientemente de una miseria producida, cruelmente producida, por un desentendimiento del ser humano como cúspide del universo. El ser humano ha dejado de ser la preocupación central del quehacer político.

La negación de ayuda a los dependientes, de medicación a enfermos terminales, como hepatitis C, a los ancianos, a los pacientes que pasan horas en las urgencias de un hospital, no es fruto de la crisis. Es el fruto maduro, maloliente, fétido y deshumanizador de la crueldad.

Cumplir la Constitución no es sólo una frase colgada de los labios  para decorar solapas. Obliga por el contrario a la empatía con la ciudadanía y sobre todo con los más débiles de la tierra.



domingo, 15 de febrero de 2015

TENDRE QUE EXPLICARTE



Tendré que explicarte alguna vez
Por qué es azul la tristeza.
¿Recuerdas aquel mar
que te regalé
y tú hiciste con él
un ramo de cerezas?
¿Recuerdas aquel chal de viento
cuando envolví tu cuerpo
húmedo de noche, amor  y luna?
¿Recuerdas aquel olvido
parecido a un perfume
salpicando tus pechos
con un ayer que fue nunca?
¿Recuerdas el adiós de aquella primavera
con un invierno a la espalda
y un verano en el vientre
con alas de vencejos en las ingles?
No sé explicar la luz,
ni la sombra, ni la pena.
Tal vez nunca sepa explicarte

por qué es azul la tristeza

sábado, 14 de febrero de 2015

QUIERO RECITARTE



Quiero recitarte aquí y ahora
un poema que no he escrito.
Que diga lo que no sé decirte,
que te toque como nunca he tocado,
que te regale una fecha
como quien regala el tiempo.
Quiero ahormar la palabra
a las medidas de tu cuerpo
para que te abrace sin exceder
un centímetro de piel.
Un poema que te deje sabor a amanecer,
a noche sudada entre sábanas con luna,
a almohada sembrada de gemidos,
a manos abrazando
la rendición de mi hombría.
Tengo los pies llenos de caminos,
con arena los ojos de tanto desierto
y nubladas las ingles por tu tormenta oscura.
Quiero recitarte todos los ríos
que nacen en tus ojos,
los mares desbordados en tus pechos,
los vendavales de tu boca,
las cataratas que saltan por tu espalda
hasta los planetas redondos de tus nalgas.
Quiero recitarte aquí y ahora

un poema que no escribiré nunca.

viernes, 13 de febrero de 2015

A VECES TE IMAGINO



A veces te imagino
segando tristezas y amapolas.
Te imagino a veces
atando gavillas
de agostos cansados.
Pan caliente a veces,
pan de soledad,
de estómago con hielo en las entrañas.
Te imagino envolviendo
en hojas de luna
un manojo de gemidos.
Te imagino a veces
recolectando  las naranjas
de tus pechos
injertadas de azahar
Imagino tu cintura delgada
como un río entre los dedos.
Pienso  tu carne,
de mar, de viento,
de hueco, de espuma,
de barro y sal
derramada en mi vientre,
sobre los frutos de hombre
que piensas, que imaginas

dentro de tu dentro.

jueves, 12 de febrero de 2015

TU Y YO NO SOMOS IGUALES.



Lo sabíamos desde el antropocentrismo filosófico. Cada ser humano es uno, único, irrepetible, histórico. Aquí radica la grandeza, en esa imparidad absoluta por la cual cada uno es su propia definición, o mejor y más exactamente, cada cual es su propia indefinición. Porque definir es abarcar, encorsetar, enjaular. Lo infinito se resiste a ser encerrado en palabras, desborda la capacidad de comunicación y debe ser venerado como el misterio que es.

La filosofía, me dirán siempre esas cabezas que abogan por la practicidad, es una reflexión inútil. Pura teoría. En la práctica…y ahí comienzan a encerrar la grandeza humana dentro de la definición miope de lo práctico. Y con ello lo achican, convierten el mar en pantano y el Everest en un cartón piedra de cursi belén navideño.

Me echo a la calle, lejos de un despacho-biblioteca-sillón-pantalla y observo. Nace la vida al borde de los ojos. Descubro que todavía quedan afiladores con su flauta primitiva y su bicicleta multiuso. Ejecutivos jóvenes que no son ejecutivos sino oficinistas como los llamaba mi abuela. Pasa ella, elegante como un amanecer. Está ella, mano sucia extendida, pidiendo, porque tiene hijos, porque el paro del marido, porque la enfermedad del abuelo. Y los de ayuda social no son ayuda. Sale una pareja de edad mediana de unos grandes almacenes calculando lo que han gastado y lo que han ahorrado porque compraron lo que no necesitaban y gastaron lo que podían haber ahorrado. Van los diecinueve años de la mano. Los labios llenos de besos, los ojos como ramos de miradas, los deseos debajo de la falda y de un pantalón que deja ver lo que no se ve. Unos pasean. Traje, corbata y mocasín algunos. Algunos parecía que no sabían el destino de sus pies. No había un rumbo definido. Todo un símbolo. Los humanos con frecuencia ignoramos las metas, incluso aquellas por las que luchamos desesperadamente. Y colegialas, con labios reservados para el parque, escondidos, para el novio rubio de quince años y hormonas de estreno. Casi todo hermoso. Los ombligos de las ciudades son siempre sensuales.

El colesterol pide caminos. Y el colesterol enfiló hasta las afueras. Pocos kilómetros. No hay rascacielos. El aire con olor a coche se vuelve  oscuridad con olor a pobreza. Olor a óxido agrio, a vinagre rancio. No hay casas. Cartones superpuestos en unas tapias de adobe. Arpillera. Pantalones infantiles atados con cuerdas. Niñas sin bragas porque su sexo no tiene el valor de la entrepierna adinerada de los quince años. Madres con churumbeles en la cadera. Hombres dominadores, machos, muy machos, que preñan a la que se cruza porque son muy machos. Abuelos con mocos, imposibilitados para levantarse de una catre mojado de orines, de mierda, con la mirada llamando a la muerte porque si hay otro mundo no podrá ser peor. Viejas, sí, viejas no ancianas, enfermas, con un brazo escayolado desde hace seis meses porque nadie se acerca a quitarle su vendaje duro y ellas no saben lo que es un fisioterapeuta.

A pocos kilómetros. Villas miserias le llaman en Buenos Aires. Chabolas las nombramos aquí. Ahí están. Con sus paredes de olvido, con la existencia de abandonados, con su estado terminal de desahuciados de la humanidad. Sin derechos constitucionales, traficantes, seguro que traficantes porque los pobres siempre son traficantes. Ladrones, seguro que ladrones, porque los pobres siempre son ladrones. Son los de la chatarra que disimula la realidad del cobre. Los de mercadillo que ocultan la coca porque los pobres envenenan sin misericordia a los chavales que les compra una naranja o seis sujetadores por un euro.

A pocos kilómetros, pero tan lejos de todo. Es otro mundo, me dice un amigo. Otro mundo, no. Es más bien la negación del mundo. En todo caso, quién ha creado ese otro mundo?  Es más bien la anticreación vergonzosamente admitida, aunque en realidad ignorada, por los poderes públicos que desprecian esa contrarealidad. El mundo no se está recuperando de nada porque en el horizonte del quehacer de esos hombres y mujeres importantes nos está la intención de cambiar las diferencias abismales, blasfemas, que existen. Arrinconan el hambre, la desesperanza, la enfermedad, el analfabetismo, la carencia de agua, de servicios a los rincones de las capitales.

Ante todo esto los poderosos se encogen de hombros y en algunos casos hasta agradecen a un dios predeterminante de destinos que los haya hecho herederos por obra y gracia de unas entrepiernas erectas de dinero. Y las religiones se empeñan en prometer un reino futuro preferentemente para los pobres. El hambre de este mundo coronada en el otro. Uno saca la conclusión de que esos dioses son cómplices de la opresión del aquí y sienten la necesidad de desagraviarse a ellos mismo en un más allá.

Caminé despacio al regreso. Me preocupaba volver al despacho-biblioteca- sillón-pantalla. Me asustaba caminar de espaldas al hambre, al abandono, a la pena honda de existir en la tristeza. Me preocupaba ser cómplice.
PAN DE POBRE



Llevaba un trozo de tiempo entre los dientes
como un pan caliente,
como un beso recién puesto en tus labios.
Estaba hueco el tiempo
como tú,
como yo,
como la vida,
como la pregunta sin respuesta.
Estaba duro el tiempo
como un rencor,
como un odio,
como un desprecio.
Era incomprensible el tiempo
como una contradicción,
como un fin que no es el fin,
como un amor odiado.
El llevaba un trozo de tiempo entre los dientes
y mordía la alegría,
el desencanto,
el recuerdo,
el olvido.
No sabía que el pan solo
es pobreza de pobre,
olor a puerta de iglesia,
a mano tendida de uñas sucias.
No sabía que el pan solo
no acaricia porque raspa,
no besa porque son labios de suburbio,
no toca un vientre
porque es delicadeza reservada
a bocas con implantes de lujos y anestesias.
Llevaba un trozo de pan entre los dientes
con miedo de que se acabe,
con miedo a que se lo roben,
con miedo a que alguien lo mire
por encima de su riqueza.
No lleva un trozo de pan entre los dientes.
Huele su cadáver a tetrabik,
a don simón,
a picadura sin filtro.
Se ha quedado de perfil en la acera,
en la puerta de una iglesia.
Los pájaros recuerdan  su migas solidarias
y han venido a terminar su pan de tiempo
y esos trocitos que dejó a propósito
por si vuelve algún día
no perder el camino,
por si de nuevo puede

poner un pedazo de alegría entre sus dientes.

martes, 10 de febrero de 2015

ULTIMO TRABAJO



Me ocupo de enterrar los arcos iris
que sobran a la oscuridad.
Alguien puso demasiadas luces superpuestas
que encarecen la existencia
y hay que abaratar la sangre y la alegría
para que no se desborde
el presupuesto humano.
Hay que ajustar este puñado de tierra
con tres partes de agua
al espacio de una caracola
como un mar pequeño y una playa diminuta.
Por eso me ocupo de amortajar la luz
y ponerle una cruz de palo
sin nombre ni fecha
porque es una primavera anónima
sin madre y sin tiempo,
sólo con los almendros
besando golondrinas.
Será mi último trabajo
porque llevo cumplidas muchas penas
y soy tan sólo un arco iris

sobrante de la sangre y la alegría.

lunes, 9 de febrero de 2015

NO SERA NOTICIA




Mi muerte no será noticia.
Apenas tus labios se lo dirán a tus manos.
Tus manos ocupadas
no podrán asistir al último beso.
Estarás ausente cuando  la intimidad del abrazo
entre el barro que soy
y el útero de la tierra que me hizo.
Estaré boca arriba
haciendo el amor con la luna,
aunque sueñe aquellas noches
con tu vientre entre mis manos
exigiendo tus piernas
el rayo de luz que me define.
Nadie recordará
que hubo un nido de pájaros
en el alero de tus ojos.
Se habrá desprendido de tus manos
mi carne abrazada,
recorrida, explorada
buscando las grietas donde esconder tu pena.
Si es noticia tu muerte,
saldré al encuentro de tu piel perfumada.
Vestiré de smoking
mis huesos fluorescentes.
Te alumbraré el camino
hacia la soledad infinita.
Seremos entonces dos perfiles
de un río subterráneo,
piel de agua que penetra

las ingles de un agua enamorada.

domingo, 8 de febrero de 2015

LA GRECIA QUE NOS PARIO


Todos nacimos allí. Todos venimos del hermoso útero de Grecia. La patria libre de la palabra libre. Todos dueños de ella, amantes de ella, creados y realizados en ella. Grecia, entonces. Mirando al futuro y amamantando la libertad como aspiración humana última. Incluso alguna religión funda en la palabra la redención del mundo. La palabra se encarnó y puso su tienda de campaña entre nosotros. Y el dios del paraíso, el primitivo del jardín aquel que perdimos porque alguien quiso superar a la palabra creadora. Porque dios pronunció al mundo y el mundo surgió y se hizo y se constituyó en mundo.

Hoy hacemos del hijo una apalabra y en esa palabra lo fundamos. Ponemos nombre, que es como asignarle una palabra definitoria, fundarlo como palabra. El ser humano es palabra. Y por palabra, libertad. No es el pan, ni la carne, ni el aire lo que nos hace pensamiento, amor, pasión. Es la libertad nuestra columna vertebral, la que nos mantiene de pie frente a todo y todos. Cuando muere un esclavo los demás no enterramos un cadáver. Enterramos libertad, aplastada, pero libertad.

Y en aquellas ágoras griegas se nos preñó la palabra de libertad y nació la democracia, el derecho de todos, las alas para todos, la esencia del existir humano. Y de allí venimos convirtiendo la libertad en la más hermosa tarea del quehacer humano. Somos libres en la medida en que nos trabajamos la libertad, en que la construimos por dentro y nos convertimos en libertad.

Por eso los dictadores es lo primero que fusilan contra las paredes de un cementerio blanco. Vistieron con clámide o polainas brillantes, con lanzas o armas automáticas. La muerte también evoluciona. Hoy visten elegancia y perfumes de alto standing. No usan flechas ni espadas toledanas. Hoy  se mata con el bolsillo izquierdo de una chaqueta de Armani,  con una billetera ungida de Chanel. Y en el dinero las efigies de los asesinos que se reúnen farisaicamente para luchar contra el terrorismo en París o Berlín. Pero respaldados por entrenadores (la banca, los mercados, los inversores, los fondos buitre) que derrotan las aspiraciones humanas con una descarga asesina de billetes. Como los capos de siempre. Estos asesinos son educados, que se tenga en cuenta la deuda de tal país y que le retuerzan el brazo hasta que lo pague en dolor, en miseria, en pobreza. En ese País, dicen las pocas voces honradas que quedan, tienen hambre los niños, la gente muere por falta de medicación, se están volviendo analfabetos por carencia de educación, los viejos estorban al PIB, se liquidan los enfermos terminales como en los campos de concentración recientes, se les roba el techo a los pobres para enriquecer la fauna de buitres, hay suicidios, personas que mueren de frío sobre el asfalto nevado, jóvenes sin esperanza, mayores asqueados de recordar su pasado.

Por falta de cuidados, hasta la democracia está en la UVI. La palabra está herida, cautiva. No es libre. La palabra está organizada por estricto orden de deuda. Nadie tiene derecho a hablar mientras no haya pagado las ataduras de su palabra creadora, inventora de espacios abiertos, de ágoras como aquellas de entonces cuando las alas crecían en los árboles y los filósofos eran pájaros abiertos, prójimos del quehacer de todos, con todos, entre todos. Y a la palabra se le obliga a beber miedo, cicuta que explota en las tripas, un miedo que deshumaniza, que pone en evidencia que el fuerte muerde hasta la sangre al más débil, que la sangre cotiza en bolsa y que se puede comprar porque está a bajo precio. Basta con que los países ricos hagan el gesto de empuñar su billetera para que los pueblos sientan los dientes que destapan el desprecio y dejan desgarrada la piel.

Y ahí están los países ricos disparando en la nuca a las democracias. Los políticos ya no existen. Desfilaron uno a uno delante de Merkel. Ya venían con el tiro en el pecho. Ella simplemente daba el tiro de gracia.

Me desborda Grecia por su hermosura, por su historia, por su aportación humana y humanizante. Pero la deuda, los mercados, la prima de riesgo, los inversores, las agencias de calificación…Surge un gobierno del pueblo. En las
urnas escrutaron  penas,  desesperación,  hambre,  miseria,  abandono,  desahucios,  suicidios, pobreza energética. Y salió elegido un gobierno con banderas de libertad, de pueblo, de voz subterránea, enterrada por los importantes. Y se oyeron gritos que `proclamaban que la democracia reside en el pueblo como nos enseñaron los griegos con sus etimologías.


Los señores importantes mandaron piquetes de fusilamiento. Colocaron la democracia contra una pared, le vendaron los ojos y resonó la voz del dinero: apunten, fuego. Metieron la palabra en una tumba de campo y alguien disparó el tiro de gracias con una pistola brillante.

sábado, 7 de febrero de 2015

AQUELLA NOTICIA



Había dibujado sobre la arena un órgano sexual masculino y escrito a su lado con letras mayúsculas: TU. Por mi parte yo, que nunca supe dibujar ni un arbolito, puse en letras grandes: TE QUIERO. Los dos pensamos en sensaciones distintas. Se reflejaba en aquellos dibujos casi infantiles. Ella imaginaba una noche entretejida de besos, de caricias, de piel húmeda, de sudor orgásmico, de mi cuerpo volcado en la división suprema de sus piernas.

Yo tenía mi ser clavado en una silla hospitalaria. Dos horas antes. Bata blanca ella. Elegante su pelo descuidadamente peinado. Un conjunto de bolígrafos que resaltaban la dimensión hermosa de sus senos. Unos informes en las manos y una sinceridad inapelable en sus ojos.

-Se confirma. Y estas pruebas son inapelables. Han evolucionado  sus pulmones de manera muy negativa. La medicina es muy limitada. Y nosotros, los humanos, también. Buscaba su misericordia médica caminos para no pronunciar palabras secas, duras, ásperas. ¿Cuánto me puede quedar de vida?. Nosotros no tenemos nunca una seguridad absoluta. La medicina no es una ciencia exacta. Podemos equivocarnos. ¿Cuánto me queda de vida, doctora? Tres meses. Entre sus ojos y los míos estaba la distancia de una vida, o mejor, de una muerte. Vuelva a verme dentro de seis meses, me dijo con esa rutina absurda, como si estuviéramos hablando de una negociación hipotecaria. Dentro de seis meses a los mejor he olvidado la dirección del hospital, su pelo descuidadamente peinado y la belleza de sus senos. Perdón, dijo. No es nada, le respondí.

Había dibujado sobre la arena un órgano sexual masculino y en letras mayúsculas un pronombre personal: TU. Yo, en letras grandes: TE QUIERO.

Retorcí el mar entre las manos. Asfixié las olas con mis dedos. Rompí en pedazos la espuma y clavé sus cristales en el viento.

Ella sonreía. Se acercaba a mis labios y pedía que pusiera mi mano sobre la ternura de sus muslos. Era una tarde como muchas tardes. Dentro de un rato, la luna, bata blanca, pelo descuidadamente peinado, con sus pechos desnudos y pezones frutales, le diría al sol que le quedaba poca vida, que los relojes no tienen solución porque el tiempo no lo cura todo, que el eje de la tierra tenía una misión definida, concreta y que el sol debía morirse entre los montes, como mueren los luchadores vencidos.

Ella sonreía. Se acercaba a mis labios y pedía que pusiera mi mano sobre la ternura de sus muslos.


Nos desnudamos. Viajamos por la piel haciendo caminos de huellas, buscando los adentros del centro y mi muerte se volcó en la suprema división de sus piernas.

viernes, 6 de febrero de 2015

MI ORDENADOR


Empezó la amistad hace tiempo. Mi ordenador y yo somos amigos. Nos contamos nuestras cosas. Nos decimos secretos al oído. Nos citamos a una hora concreta para hablarnos.

Mi ordenador es también mi Celestina. Cuando lo abro por la mañana, me mira los ojos, los labios, las manos, y sabe exactamente lo que busco cada amanecer.

Hoy muestra una sonrisa tierna. Después de tocarme el alma, me ha preguntado qué busco, qué necesito. Le grito y me pide silencio. El sabe sin que le grite. Pregunta porque es su obligación de máquina, pero ha leído en mis labios que tengo un manojo de besos, que urgen unos labios húmedos, entreabiertos, para que esos besos no se marchiten. Ay, tus manos, tus manos, me dice. Sabe que buscan unos pechos erizados, que se claven al contacto de mi lengua. Desean un vientre donde descansar, donde tocar la piel más delicada, que marca el camino hacia la arboleda de ese monte donde enredar los dedos  en la yedra fresca. Y esa ventana abierta por donde mi vida puesta en pie, quiere encontrar el túnel luminoso que va a los adentros más interiores. Allí está la ternura, la belleza, la delicadeza. Allí se riegan las caricias más hermosas, la complicidad más despierta. Desde allí se arquea la espalda, se llena de latidos y florece el tacto con manos de algodón.

Miro a mi ordenador. Ha bajado los ojos y decide dejar su labor. Imagina, me dice. Ha encontrado el camino tu hombría vertical. Sientes otras manos que hacen camino, que peregrinan por tu piel, que tiene los labios calientes de tanto beso acumulado. Ya no tengo nada que hacer, me dice mi ordenador. Ahora podeis deciros los que nunca decís, hacer de la palabra la hermosura que es, convertir en poema cada sílaba, en caricia, en tacto. Me voy en busca de mi internet, de mis megas, de los mensajes de cariño que se mandan otros enamorados. Tengo mucho trabajo. Tú has sido el primero por madrugador, porque tenían prisa tus labios, tus manos, tu hombría. Ahora debo irme. Ya estais en el mismo banco, frente al mismo mar, frente al infinito.

Y mi ordenador se va despacio, con cansancio tal vez, tal vez reflexionando, pero con la fuerza suficiente para echar una mano a otros corazones que andan por ahí vagando, buscando, buscando, buscando porque el ser humano es sólo una búsqueda.


Le dije adiós con la mano. Ahora estoy contigo frente al mundo. Ah, se me olvidaba. Traigo besos para tu espalda.

miércoles, 4 de febrero de 2015

ASTILLAS DE TIEMPO




A lo mejor no regreso
porque se rompe el tiempo
y duelen sus astillas.
A lo mejor te espero
donde los labios dicen la última palabra
y es último todo,
sin un después,
sin un luego,
sin un más tarde.
Se ha roto el tiempo
y se clavan sus astillas

en el centro del centro.

martes, 3 de febrero de 2015

HASTA TU VIENTRE




No sé cómo llegó mi mano hasta tu vientre.
Sólo sé que buscaba el último verso
de un poema que no escribiré nunca.
Allí estaban todas las palabras
clasificadas por orden de tristeza
en el azul precipicio de tu ombligo.
Allí residía todo,
en el cóncavo planeta de tu piel
rodeado de montes de ternura.
Allí se gestaba el verso último

de un poema que no escribiré nunca.

lunes, 2 de febrero de 2015

ERA EL MAR





Era el mar. Era de noche. Las olas ceñían su piel. A pocos metros la luna. Subiendo y bajando. Como haciendo el amor con la espuma.

-Bésame. No supe, no sabré nunca, si era una súplica, una orden, un deseo nacido de las raíces de su carne. Bésame, me repetía, como si mis labios no tuvieran la misma prisa por llegar hasta su boca entreabierta.

-No en la boca, me dijo. En la espalda. Giró sobre sí misma, como el planeta más hermoso y recorrí aquella llanura desde los omóplatos hasta sus redondas esferas planetarias. Era un mar sin prisas. Una noche sin prisas. Unas olas sin prisa. Y la luna, a unos metros, disfrutaba con los peces de colores.

Puso sus brazos cruzados en mis hombros y la sentí como un collar de piel, de aliento, de palabras no dichas, pero que estaban presentes como los ojos achinados de los pececitos que hacen castillos de arena.

-No conoces mi cuerpo.

-No quiero conocerlo. Lo prefiero lejana cercanía, oscuridad iluminada, misterio. Te averiguo en cada caricia, cada beso, cada roce. Ante él me asombro y me estremezco cada vez que lo desnudo.

-La espalda, me explicó, tiene terminaciones nerviosas que hacen sentir tan intensamente que logran arquear la espalda como signo evidente de sentir la hondura de los labios. El cuerpo tiende a cerrarse sobre sí mismo para demostrar que esa cercanía afecta a la totalidad y hace vibrar un vientre tenso, unos muslos más pronunciados hasta residir en las puntas de los pies la hermosa ternura de la carne.

Nos sumergimos en el agua. Tropecé con la luna. Le besé la espalda y contemplé cómo se arqueaba. Se doblaba la luna sobre sí misma, su vientre era un relieve de luz, sus muslos suaves como “peces sorprendidos” y lorquianos y sus pies posados apenas, enredados con alas y canciones de caracolas.

La desnudé despacio. La besé en la espalda y hubo un placer cósmico porque el universo se sintió estremecido ante unos labios que aprendían que la piel es  palabra  llega hasta las raíces del deseo.


domingo, 1 de febrero de 2015

SOY PALABRA



Soy palabra.
Olvido.
Memoria desahuciada.
No  me acuerdo de mí mismo.
Palabra sin eco.
Soledad solitaria.
No  pronuncio mi cuerpo
porque no soy cuerpo.
Se marchó
por la falta de costumbre
de estar a mi lado,
de ser yo.
Le grito a tu vientre
porque me extraño a mí mismo
porque tú me recreas.
Palabra soy.
No me queda esqueleto
para sostener el eco
que retumba en tus montes.
Voy dejando de ser,
de estar.
Me urge instalarme
en la luminosa penumbra de tus ingles
donde alumbras el mundo.
Palabra soy.
Te respiro para ser
lo que nunca seré

sin el dolor de tu parto.