sábado, 31 de diciembre de 2011

ANDUVE

Anduve despacio por tu cuerpo,

entorrnados los ojos, las manos asombradas.
Anduve por los montes de tu piel
hasta las ingles del alma.

Se me abrieron tus besos como lunas,
tu carne lorquiana de agua clara.
Se me quedó el silencio de tu voz
en el silencio azul de mi palabra.

Siempre voy a tu nombre y a tu cuerpo,
embistiendo tus huellas alejadas,
tus pechos planetarios,
tu vientre orbital
y tu boca de trigo y esperanza.
Aquí, junto a tu orilla,
en tu hierba, mujer, y en tu almohada,
apoyaré el cansancio de ser hombre,
de tanta noche solo, de tanta madrugada.

lunes, 26 de diciembre de 2011

FUE CUANDO…

Fue cuando el río era río.

Cuando la historia del agua
y la espuma de tus ojos.
Cuando la playa, la playa…
Cuando hicimos pié en el hombre
y hundimos el pie en el alma
y el pie se hizo raíz del aire
y el aire se hizo mañana.
Cuando el mar iba camino
madrugando madrugadas.
Cuando en el beso tú yo,
cuando la carne cantaba
Amaneceres nocturnos,
anocheceres del alba.
Tacto de la piel del aire,
piel del mar y piel de playa.
Boca abajo aquella luna
sobre tu cuerpo acostada,
genitales las estrellas,
genitales las miradas
Si el río se hiciera río
por las ingles de las ramas,
de las manos, de los besos,
cuando la historia del agua,
y la espuma de tus ojos,
cuando la playa, la playa…

sábado, 24 de diciembre de 2011

EL SEXO DE LAS MITRAS

¿Por qué los Obispos hablan continuamente de sexo? Tal vez porque es menos comprometido que hablar de justicia social, de rebelión, de exigencia de pobreza testimonial, de amor al prójimo sin el cual es fariseísmo anestesiante el amor a Dios.

La legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero reconoció a la sociedad española, pese a quien le pese, una serie de derechos que implica la aceptación gozosa del amor entre personas del mismo sexo, una sexualidad liberada del concepto episcopal de pecado, la unión homosexual elevada a la categoría de matrimonio, la ley del aborto, el divorcio express, la consolidación del matrimonio civil, la píldora del día después, el incremento del uso del preservativo, la ley de igualdad, el maltrato femenino originado frecuentemente en aspectos ligados al sexo, la dignidad de la sexualidad femenina, antes consentida y comprometida con sujeción al varón como sujeto de derechos. Y así un largo etcétera que nos lleva a mentalidades maniqueístas, cuando no a primitivas concepciones de mentalidades subterráneas.

En un distorsionado afán de construir sobre el sufrimiento la sublimación de la perfección humana, la historia de la Iglesia se erige sobre el desprecio del placer. El placer sexual sólo es lícito en la medida en que se orienta conscientemente hacia la procreación. Su disfrute como placer merece la condena de un Dios instalado sobre la sangre humana, nunca sobre la belleza de la carne.

Ahora que el Partido Popular ha ganado las elecciones, piensan los Obispos que ha llegado el momento de proclamar nuevamente como pecado muchas de las decisiones que en el campo de lo vinculado a la sexualidad instauró como derechos el anterior legislador. El episcopado no concibe al ser humano como sexuado, sino como poseedor de sexo. Son visiones muy distintas y hasta antagónicas. El sexo es un apéndice, independiente de la grandeza del ser humano, no integrado en esa plenitud, sino adherido como artificialmente y destinado de forma exclusiva a la procreación. Es condenable el placer sexual como cualquier otro placer.

“Si se disocian sexo y procreación deja de tener sentido la consideración de la violación como delito penal” Palabra de la publicación ALFA Y OMEGA, editada por el arzobispado de Madrid y distribuida por el periódico ABC. Y aunque el autor de semejante aberración descarte la posibilidad de sacar a la violación del Código Penal, uno se pregunta si tanto su autor como el periódico que la inserta no son dignos de ser llevados ante la justicia por la difusión de ideas absolutamente condenadas en nuestro código penal. El redactor de la revista episcopal se desvincula de semejante disparate, pero agrega para seguir ilustrando su teoría pseudo sexual: " El sexo está sufriendo una banalización por culpa de la legislación del gobierno de Zapatero que al admitir la legalidad de la píldora poscoital “convierte las relaciones sexuales en simples actos para el gozo y el disfrute” “¿No debería equipararse a otras formas de agresión como si obligáramos a alguien a divertirse durante unos minutos?

Y todo lo que antecede bendecido por Rouco Varela, escrito por Benjumea e insertado en el ABC dirigido por Bieito Rubido. ¿Libertad de expresión? ¿Libertad para aquello que va directamente contra varias leyes vigentes? ¿Doctrina del cristianismo o pura arbitrariedad episcopal?

La imposibilidad de despenalizar la violación “es un motivo de esperanza, porque demuestra que la deshumanización de la sexualidad, que promueve el Gobierno, todavía no ha llegado a un punto de no retorno".

Esta es la educación que preconiza la Iglesia, cierta prensa auspiciada por una derecha no civilizada y por algunos políticos que desprecian al ser humano como unidad indivisible en el dolor y en la alegría.


jueves, 22 de diciembre de 2011

ADIOS, TAL VEZ

Me estoy yendo despacio, como una rosa de agua,

y quiero ser consciente de cada despedida.
Saber que sabe a tierra mojada mi esqueleto
igual que las raíces del trigo en primavera.
Necesito que sea sencillo como el pan.
Pero un adiós honrado como el sudor del tiempo.
Me he ganado la muerte a golpe de tristeza,
Y os dejo libre el aire
y el mar, y alguna fecha.
Algún día también de un mes cualquiera
seré un aniversario y un hueco en la memoria.
Quisiera ser consciente de cada despedida.
De ti, mujer, del hijo que tuvimos.
Cuídame los geranios, los potos y la luna
por si Dios siente alguna nostalgia de este mundo.
Morir es derramarme, mujer, entre tus manos,
como en aquellas noches lejanas de la playa.
Marcharme de tus besos, llevándome tus labios
y el perfume redondo y caliente de tus senos.
Después de muerto quiero cogerte la cintura
y andar la eternidad buscándote los ojos.
Quisiera ser consciente de cada despedida
y explicarte la muerte como se explica el mar.
Olvidarme, hijo mío, por siempre entre tus manos,
cobijando la hombría en tu niñez exacta.
Se muere fácilmente. Basta un golpe de sangre
que descuida el trayecto y olvida el corazón.
Se muere fácilmente si el aire se entretiene
en las puertas del alma a coger mariposas.
Morir es convocar la ternura de la historia
y hacerla solidaria de la pena del mundo.
El hombre siempre muere por el hombre y se inmola
como un ramo de flores en el pecho del viento.

martes, 20 de diciembre de 2011

LA NIÑA ALEGRIA

Con el cariño de hoy y desde la honradez de la palabra,
a mis amigos



Hay que cuidar la alegría. Como hay que cuidar los geranios, la nostalgia, o el amor encontrado de repente en los labios calientes de la vida. Ahora la venden envuelta en celofán, elegante como un río diminuto, envasada al vacío, pura, sin conservantes ni colorantes. Así está en las tiendas de lujo, en los escaparates soberbios del consumo. Alegría a granel, por encargo, alta de precio, que bajará en enero, porque en enero ya no será última moda.

En diciembre se impone la alegría. Se iluminan las noches de los pueblos. Luces breves en cestitos pequeños, como si la gente llevara un amanecer entre las manos. Las grandes ciudades, no. Ellas necesitan demostrar su prepotencia. La luz chorrea desde los árboles, por las paredes. Hay aceras de luz, asfalto de luz, tejados de luz. Se diferencia el centro urbano de los suburbios de chabolas. La luz es patrimonio de los ricos, de las clases medias altas, nunca de los pobres. Los pobres tienen sólo derecho a la oscuridad, a enganchar la pena al generador de penas grandes, sin que se entere la guardia civil, porque a los pobres se les multa incluso por tener penas.

Hay que cuidar la alegría. Caduca pronto. “Consumir preferentemente antes del seis de enero”. Después intoxica, amarga. Se mueren los ángeles que lleva dentro. Y una alegría sin ángeles es como un puñado de jazmines sin tuétanos de aroma. Qué triste la alegría. Tan deseada. Tan manoseada. Tan impuesta. Tan prostituida. Con la fecha de su muerte ciñéndole la cintura. Cinta negra en el pelo de la alegría.

Hay que cuidar la alegría. Como a una especie protegida. Pero sólo en diciembre. Lo ordena un real decreto de las estrellas. Firmado por Belén. Ternura de niño testigo. Pastores. Camellos. Vírgenes azules y trabajadores de garlopa. Asombro de Reyes Magos. Pudor de mujer parida. Primeriza. Con cruces pequeñitas por la sangre. Ríos papel cobrizo. Plateros humildes por los caminos de corcho. Vacas chorreando cariño caliente. Gitanitos paseando las noches, noches nocheras.

Pero a nadie le importa el misterio del hombre. Sólo la alegría. Porque se acaba pronto. Seis de enero. Caballitos de cartón y pelotas de plástico en el chabolerío del suburbio. Trenes electrónicos, universo digital por Gran Vía y Velázquez. Porque la alegría no es igual a la alegría. No confundir el barrio de Salamanca con el cartón piedra de las afueras.

Navidad es el hombre. Naciendo de sí mismo. Creándose. Proyectando futuro. El hombre inaugurando su propia humanidad. Poeta de día séptimo. Sin descanso. Abriendo el vientre de la luz. Indagando la propia identidad para poseerse y entregarse. Dándole a cada hombre su ración de hombre. Dignidad igualada. Sin primacía posible. Creyendo en el tú adorable, en el belén del otro. Dólares al margen, guantánamos clausurados, petróleos blancos de azucenas, entrega de cuerpos abrazados. Crucecitas cicatrizadas en las venas de la virgen primeriza. Madera honrada para la gubia de tanto josé obrero.

Porque Navidad es el hombre, hay que cuidar la alegría. Que no se acabe en enero. Hay que ponerle pañales de mugidos tibios y burritos pequeños y peludos.








domingo, 18 de diciembre de 2011

AMOR Y BRAGUETA

El amor abre camino a las caricias. Señalando los besos, la ternura. El tacto minero averiguando senderos hasta encontrar el centro de la vida. Se hace fusión la hermosura. Se relaja el cansancio de ser hombre. La verticalidad femenina se encumbra como un ciprés erecto. Ya está hecho el amor. Amor para siempre como huella existencial, marcadas las ingles con una eternidad de luz amanecida.

Así nacemos. Desgajados del beso y la caricia. Del amor viniendo. Hijos tuteados del encuentro fecundo de la noche, de la tarde, del amanecer luminoso con niebla en los tuétanos. Miramos hacia atrás y allí están ellos, amándose en la vida, en la muerte, en la nostalgia impar de una añorada soledad. Los padres, fabricando cestitos de recuerdos, pisando despacio los senderos de ser abuelos, ese parto posterior a la sombra de la vida.

No somos un recuerdo, una añoranza, una nostalgia. Somos fruto maduro, zumo de existencia querida, engendrada, moldeada. Barro viviente somos. Tierra prometida, pisada, estremecida, como un horizonte conquistado. Venimos de donde venimos como quien llega a sí mismo con un nombre plantado en las entrañas.

La vida es una herencia enamorada. Se lleva entre las manos hasta una plenitud de muerte consentida. Y ahí dejamos a los hijos en las puertas gloriosas de la vida para que sean para siempre otra herencia enamorada hasta la plenitud de una muerte consentida. La historia no se repite. No se repite el amor. De uno y otro vinimos, vienen, vendrán. Y se inaugura la vida original, siempre original, sin sombras del ayer, hacia el mañana.

¿Pero y la aristocracia? La aristocracia es sólo una adherencia ajena al esqueleto. Un balcón para asomarse desde la sola riqueza monetaria, y mirar por encima de la vida a la vida del hombre despreciado. La aristocracia es sólo una ignorancia sobre sí mismo que revela un ser que nunca fue. La aristocracia es un engaño de la historia para darle una seriedad burlesca a la existencia. Lo humano nace del amor. La aristocracia sólo de la bragueta. Sólo orgasmo de orgullo. Bragueta abierta bajo una gabardina de exhibición pornográfica. Onanismo por soledad altanera nunca compartida. La aristocracia ha vivido históricamente enfrentada a los plebeyos y a costa de ellos. El mundo ha rodado, pero las alturas sociales permanecen detenidas en su pedestal. No son capaces de intuir que quien no se mueve, muere alzado en su propia incapacidad de evolución.

Cayetano Martínez de Irujo, duque de lo que sea, grande de cualquier cosa. Noble dicen. ¿Noble? Aristócrata: como si le colgara entre los parietales un sexo extraño que no supo hacer otra cosa que engendrar pergaminos que certifican una existencia adúltera de la existencia. Pergaminos cubriendo la corporeidad porque no aguanta el desnudo elegante de la vivencia sin más. Hijo simple de años transcurridos por la inercia temporal de los siglos de los siglos.

Cayetano-botas-altas para pisar, sólo pisar por costumbre de antepasados. Conquistadores con espada que él añora para derrocar manos hartas de sol andaluz, de labios sedientos de chorros de luz, de grietas de aceitunas escarchadas. Para cortar cabezas con vendavales dentro, pero capaces de acariciar un cuerpo, de regalar besos y besos hasta hacer hijos del viento con algodón de cosechas tempraneras.

Cayetano-jinete de caballos con orgullo, aunque le escuezan las espuelas del señorito. Es fácil espolear cuando se tiene el pan arriba y abajo, muy abajo, está el hambre. Para eso hay que ser duque de lo que sea y grande de cualquier cosa.

“Aceituneros altivos” curtidos en el amor de una noche, de una tarde, del amanecer luminoso con niebla en los tuétanos.

Aristocracia nacida de bragueta, de onanismo impar por miedo a compartir existencia.

Que cada cual escoja entre raíces de amor y gabardina pornográfica asustando a la vida en las esquinas.







viernes, 16 de diciembre de 2011

NO SE QUE HACER...

No sé qué hacer con toda la tristeza,

con toda la ternura acumulada.
Los besos desbordados,
las manos por las ramas
de la ausencia.
Tan lejos, tú,
tan lejos,
como si no existieras.
Como si nunca hubiera
tocado tu palabra,
tu boca, tu risa, tu alma.
Como si no supieran mis manos tu cuerpo
y se me quedara la memoria
olvidada en las esquinas
de tus pechos.
No sé qué hacer con todos los recuerdos
del tiempo de amor,
ahora que el tiempo
me ahoga los pulmones
con enfisemas grises
y tabacos marrones.
Se me ha puesto moreno el corazón
de sangre sin retorno.
Añoro el sobresalto de los latidos broncos
poblándome de flores al respirar el aire
de tu boca cercana.
Añoro los músculos
erectos como lanzas
cuando tú pronunciabas
la vida de los árboles
y fundabas estrellas
y lunas delicadas
y pájaros simétricos
de alas.
Entonces eras tú y yo existía
porque tú me nombrabas
y erigías mi hombría
como un ciprés
paralelo a los montes,
más alto que las torres,
más corpulento que el mar.
Ahora me sobra la tristeza,
y la ternura sobra,
y la palabra.

jueves, 15 de diciembre de 2011

LIMOSNA Y CHANTAJE

En España treinta mil personas viven sin un techo protector. Treinta mil personas con la dignidad pisoteada. España es un INEM inmenso con cinco millones llamando a sus puertas para encontrar un trabajo. A una media de tres miembros de familia por parado suman quince millones soportando el desprecio empresarial hacia su orfandad. Un país con estas coordenadas de miseria es un país con el alma sudada de humillación. Chorrea la tristeza, el abandono, el asco nacional.

Uno comprende la burbuja inmobiliaria, el mercado, la prima de riesgo, la especulación, el Sarkozy y la Merkel que nos parió. Pero uno no comprende la falsa y denigrante sumisión de un pueblo que ha sabido plantarle cara al franquismo en su momento, al terrorismo cincuenta años matando y que ahora se duerme en las aceras con un vaso de tinto para olvidar y un paquete de ducados para acelerar un cáncer como finiquito de la vida.

Alguien tiene el dinero. Porque el euro ni se crea ni se destruye. Alguien lo esconde, lo evade, lo manipula, lo disfraza para que los demás nos desayunemos cada día una ración de crisis sostenida, alimentada y dosificada. Y mientras tanto, una cifra aproximada de quince millones de españoles se queda sin vivienda por hipoteca impagada, sin educación porque la han privatizado, sin sanidad porque la enfermedad es un lujo y como tal sólo la ejercen los ricos.

¿Demagogia? A la rebeldía anestesiada le llaman demagogia. Al dolor escondido le llaman demagogia. A la pena clavada en el constado le llaman demagogia. Que le llamen como quieran. Pero es innegable la realidad vacía de humanidad que estamos obligados a vivir.

Y Rosell proponiendo horas de trabajo a cambio de cuatrocientos euros. Con argumentos que huelen a limosna de rico en la gorra de quien sueña bajo un techo de cartón. Los parados –cinco millones con sus familias a rastras- preferirán cuatrocientos euros a nada. Entre el hambre y un bocadillo de sardinas, Rosell lo tiene claro. Al pobre no le queda otro remedio. Limosna. Pero ni siquiera limosnas porque ella implica una gratuidad, una donación, envuelta a lo mejor hasta en cariño. De limosna con precio se trata. De chantaje a cambio de limosna. Usted se emplea en un trabajo-basura y a cambio le permitimos la basura-comida. Porque usted, entérese bien y de una vez, sólo tiene derecho a la basura.

Había mileuristas. Los empresarios cambian ahora uno de mil por dos de cuatrocientos. Y por lo visto, todos ganamos. Tú y tú a la acera con el bocadillo. Yo –empresario- me gano doscientos euros y me voy a los Borrachos de Velázquez porque también tengo que alimentarme.

¿Demagogia? ¿Cómo le llamamos al chantaje envuelto en limosna que nos propone el patrón? Grita la CEOE detrás del tenderete: compro trabajadores al por mayor, trabajadores al peso. Y además regalamos cuatrocientos euros. Compramos dignidad-retales-viejos. Sin derecho a vacaciones, a baja por enfermedad, por maternidad, a indemnización por despido. Sin ningún derecho como corresponde a quien no tiene pan porque se lo arrancaron los buitres volanderos.

Lo confesó Rosell en televisión: se siente incapaz de ofrecer otros cauces de creación de empleo. Qué raquitismo intelectual. No se le ocurre que a lo mejor si la patronal decidiera ganar menos podría repartir más. No piensa que si a lo mejor pagaran impuestos más altos podría distribuirse mejor la riqueza. No tiene nada claro que la riqueza debe cumplir una función social. No se da cuenta que el beneficio no es nunca un logro puro, sino que tiene en sus raíces la opresión de los otros. Para que existan los ricos es imprescindible que existan los pobres.

La CEOE ha recuperado la espada que añora Cayetano Martínez de Irujo. Los campeadores del dinero puede ir degollando derechos para reinaugurar una esclavitud nunca perdida.





lunes, 12 de diciembre de 2011

TRABAJAR PARA EL HAMBRE

El chiste es muy viejo, pero plástico. No produce ni una sonrisa siquiera. Pena, más bien pena. Y asco, mucho asco: el pobre pide limosna. El señorito le da dos reales y le advierte: ahora te los gastas en vino. Y el pobre: No, señorito, no. Si le parece me compro un cortijo.

Tenemos cinco millones de parados. A lo mejor quince millones de familias llorando la rabia de sentirse en la cuneta, formando ramillete con los despreciados, con los abandonados, con los apeados de la dignidad. Lunes al sol. Malditos lunes. Vacías las tarteras que ella preparaba cada día. Con salsa de cariño para mojar en el andamio, para engordar la alegría del encuentro amoroso de la noche. Ella dándole brillo a las casas de los ricos. A diez euros la hora de riñonada, de escalera para lámpara-Corte-Inglés, de platos con olor a pata negra y cigalas.

Cinco millones de parados. Demasiada pena en fila a las puertas del INEM. Demasiado hastío, demasiada rabia, demasiado cansancio. Ya han cortado el teléfono. La luz dentro de unos días. Han cortado el suministro en la tienda de Pepe que fiaba, pero ya no puede más. El banco que refriega cada día la hipoteca. El Banco con toda su pompa, sus alfombras llevando a los altos jerifaltes, camino del juzgado. A denunciar al parado. Para que lo lancen. La catapulta del poder, para escupir la pobreza de las paredes que les prometió el oficinista-banquero deseándoles que disfrutaran la casa comparaban y que les aplastaría durante treinta años.

Los pobres avisarán al 15-M. Los ricos a los antidisturbios. Y en esta lucha de obreros contra obreros, ganarán los gases lacrimógenos, los empujones a la abuela, los magreos a la chavala de veinte años. Todos a los adoquines, al asfalto negro, muy negro, a la pena plomiza de una intemperie sin luna.

Pero vino Rajoy un veinte-N. Traía en la cartera su foto a las puertas del INEM. Estaba escrita en el reverso la promesa de creación inmediata de empleo. Como testigos, Pons y María Dolores. Sin peineta de Corpus Christi, pero bella, como una estrella al alcance de la mano. Venía Rajoy con la alegría bajo el brazo: “Quiero devolver la felicidad a los españoles” Y como detrás de un Cristo Salvador, estábamos muchos: los dependientes, los enfermos con derecho a cama hospitalaria sin co-pago, los viejos con pensiones que darán de comer filete con pimientos, las mujeres machacadas por maridos que trucaron los besos por puñales, los niños-baby-vichy-colegial, muchachas con palomas escondidas en los jerséis universitarios,

Vino Rajoy un veinte-N. Se enclaustró para hacer los ejercicios ignacianos y salió reforzado por Rosell, por Fernández de CEIM, por Fernández-Banco-España. Se fue a Europa, se enamoró de Angela Merkel, le regaló una alianza de reforma laboral y se volvió en viaje de novios con su papel de celofán para explotarlo en Génova entre los aplausos de Mas-Presidente, Esperanza-Presidenta, María Dolores-Presidenta y Aznar-ex-Presidentísimo.

Rajoy bajó de los cielos un veinte-N. Génova era un balcón infinito. Y proclamó con Soraya de testigo: Españoles (supo a Plaza de Oriente la expresión): ya hay trabajo para todos. He cumplido mi promesa. Desde hoy trabajareis cuatro horas, sólo cuatro horas, para que podáis disfrutar de vuestras amistades, de vuestras familias, de vuestros hijos. Para que tomeis cañas en el bar y fastidieis a Durán i Lleida. No os pareceréis a mis otros hijos, los alemanes, a los que mi nueva consorte obliga a trabajar y trabajar y trabajar. Ganarán más que vosotros. Pero no vale la pena porque después terminan siendo más ricos y la riqueza conlleva muchas preocupaciones. Trabajareis cuatro horas y ganareis un poco menos. Cuatrocientos euros. Para que os paguéis la seguridad social, la hipoteca, el teléfono, el colegio del opus de la Aguirre, la luz, la sanidad. Y os sobrará para una dieta mediterránea sobria en grasas, sin marisco que proporciona diabetes y que hemos reservado para los ricos que se merecen una hipercolesterolemia fuerte para que amorticen sus seguros privados.

De trabajar para el hambre se trata. Dejar un lindo cadáver después de morirse pronto y haber vivido deprisa es un bello programa. La belleza forma parte ineludible de la vida. Mariano-esteta está dispuesto a hacer del trabajo, el hambre y la muerte un ramillete de hermosura para regalárselo a Merkel en sus bodas de plata.













sábado, 10 de diciembre de 2011

HAY QUE MATAR A ZAPATERO

Por Marzo de dos mil cuatro. Zapatero elegido Presidente. Sangre de 11-M por las calles. Sangre escociendo en los ojos, entre las manos del alma. Y algunos invidentes por ojos cerrados, por corazones herméticos achacando la sangre a la voluntad, a la complicidad del presidente elegido. Aznar hablando de ETA. Acebes calumniando a ETA. Oreja empeñado en ETA. Su tartamudez contumaz lo sigue repitiendo. Y Pedro J, Losantos. Peones. La derecha marginal y marginada tratando de levantar cabeza cada día. Desde Javier Nart a Bardají, desde Carlos Dávila a Javier Horcajo y tantos otros, del El Gato al Agua hasta Carlos Herrera. Manifestaciones de Alcaraz y Botella espolvoreando el dolor en la cara de ZP. Apuntando directamente a las sienes de Zapatero. Partiendo de la base indiscutible de que ha sido él el peor presidente de la historia, el anticristo manifiesto, el que deshizo las familias, el que inclinó a la juventud a la droga y hacia una sexualidad de prostitución, el que tuvo voluntad de devolver al cristianismo a las catacumbas, el que prohibió los crucifijos, el que se cargó conscientemente las espina dorsal cristiana canjeándola por una secularización apóstata. El que aconsejó el uso del preservativo para que los jóvenes se lanzaran sin freno al éxtasis del amor, abocándolos a la prostitución más temprana conocida. Y el escándalo de Herman Tersch porque Zapatero se va a vivir a Somosaguas sin que la nación española se manifieste por semejante disparate.

Zapatero. Nacional AP-6 hacia León. Para adivinar el Naranco y entrever el norte playero donde retomar la amistad con las olas tal vez olvidadas en Madrid. Con Sonsoles, elegante y bella. Sentado en el porche pensando el las primeras tropas traídas de Irak aquella tarde sorprendente para España y para el mundo. Encargando a Bibiana una ley de educación sexual para que todos aprendamos que el sexo es el temblor florecido del amor, la ley de protección de género para que ellas puedan ser las antorchas donantes de luz para una humanidad oscura, el matrimonio gay porque la ternura es una derecho universal, la ley de dependencia porque también los débiles sostienen al mundo, la protección de la infancia porque los niños llevan la sonrisa del mundo bajo el brazo. Las pensiones para que los viejos se coman unas gambas cuando cumple aniversario con la vida. La muerte digna porque se le debe otorgar la misma dignidad que a la vida. El de la alianza de las civilizaciones como utopía algún día realizable.

Zapatero, sentado en el porsche de su casa leonesa, piensa, medita, recuerda. De la mano de Sonsoles, bella y elegante. Crisis. Euro, Agencias de recalificación. Ladrillo derrumbado porque se desinfló el caparazón inmobiliario, cinco millones de parados, rebajas de sueldos, congelación de pensiones, inyección a bancos desnutridos, huelga de sus amigos Méndez y Toxo, patronal apretándole los higadillos, espuelas en los ojos con botín y gonzález sangrándole los costados.

¿Valió la pena? Años de León atrás con cátedra de derecho. Cerveza con los amigos pitando un chala de indios primitivos y puros. Presidente- Ex-Presidente. Despreciado por Buhs. Querido por Obama. Cada uno en su rancho y yo en León entre el Congreso de los Diputados y la biblioteca emocional de las olas. León, austero como un viejo monje. Tal vez el olvido. El olvido es la sangre que le queda a los que nunca fueron nada. Zapatero-arcilla-de-la-nada. El-que-fui- El-que-a-lo-mejor-no-seré.

Andan buscando a Zapatero. Antes de que se instale en su habitada soledad de los leones austeros. Están los maquis salvapatrias, desde Gil Lázaro hasta Soraya, desde Pons a Esperanza, desde María Dolores a Camps. Arrastrándose porque están acostumbrados. Estropeando el paisaje, pistola de charol en la guantera. Lo pusieron en una plaza coqueta, lo apedrearon, lo pisaron, lo desangraron. Lo quemaron en la pira del paro, de la crisis, de las víctimas de ETA, del 11-M. Sólo queda rematarlo.

Cuatro años de puñaladas le han bastado a Rajoy para tronchar los árboles de entrada a la Moncloa. Mariano tiene un palacio. Zapatero, un exilio entre montes nevados y balcones de granito para saludar cada mañana las olas cantábricas del mar.







viernes, 9 de diciembre de 2011

RUIDO DE MITRAS

Fue en aquel tiempo. Durante demasiado tiempo. De pronto nos creímos libres, pero llevábamos el miedo debajo del brazo como un periódico de tinta negra. Celebramos la alegría del funeral que procesionó hasta Cuelgamuros. Se llamó la calle libertad. Se llenaron los balcones de derechos posibles, de futuro colgante como quehacer común y compartido. Franco llegó a finales de sí mismo con el marqués fotógrafo de momias entubadas. El equipo médico habitual paseaba por Marbella con la bata colgada en los mástiles de veleros amigos. Abandonaron su amistad con la muerte para andar los caminos de la vida sin caudillos trasfundidos ni cármenes de velo negro a lo Jacqueline Kennedy.

De negro los Obispos, con un luto infinito. Todavía de luto en dos mil once. Demasiada pena acumulada en
el costado, llaga recién abierta siempre, lanzada honda hasta los huecos hueros de un réquiem sin resurrección a la vista.

Patio de los Naranjos con azahar de Sevilla. Alambra en la solapa elegante de Córdoba. Pirineos sosteniendo una España cuajada de geranios. De negro los Obispos, para siempre de negro, censurando los besos desflorados de las tardes, condenando los muslos entrevistos, rompiendo las manos enlazadas por los parques. Nacionalcatolicismo oscuro de otros tiempos oscuros.

Y el ruido de sables. Polainas de ayer desfilando al paso alegre de la paz. Cornetines apuntando la democracia estrenada. Guardianes del hombre como portador de valores eternos. Vigilando los valores de occidente. Sables humillados tan solo ante palios vacíos, para siempre vacíos. Pero también cuenta el recuerdo, la nostalgia, el ayer prolongado como una bayoneta ensartando el futuro para desangrarlo, para que la vida se trague su propia sangre amorcillada. Ruido de sables entonces, cuando temprano madrugó la madrugada. Y el miedo arrinconando libertades primeras de escalofrío, como besos primeros, como caricias temblorosas.

La Iglesia no aceptó nunca el silencio de los sables. No asistió al entierro de tejeros de charol, pistola en mano, defensores últimos de cristiandades acaudilladas desde Isabel y Fernando. Prefería un Parlamento vertical como los sindicatos de aquel tiempo de santa unción para los fusilados, de resignación cristiana para las alpargatas, de sagrados corazones-primeros-viernes-de-mes.

Suárez, Calvo Sotelo, Felipe, Aznar, Zapatero. Cuerpo a tierra bajo el santo temor de Dios. Aconfesionales arrodillados, con piedrecitas en los zapatos para salvar a los negritos, con flores a María que madre nuestra es. Leyes de libertad religiosa guardadas en el cajón de José Luis Presidente. Porque el Papa, Cañizares, Rouco Varela.

Y en estas llega Rajoy. Con alforjas de Opus Dei. Con Cotino exigiendo crucifijos. Trillo cartagenero cargando semana santa. Arantza Quiroga dándole la cara a pistolas asesinas. Rouco reconoce que la Iglesia sufre una crisis económica. Hay que aumentar la dotación. Los pobres –piensa el jefe episcopal- no pueden acercarse al nuevo presidente para exigir justicia distributiva. Pero de Presidente a Presidente se puede hasta obligar. Rouco sabe de manifestaciones. Por Colón multitudinario. Para reclamar que no se ataque a la familia, aunque nadie ataque a la familia. Contra el divorcio que ayuda a que el amor no se muera definitivamente. Por el cariño entre seres que se aman entre sí, sin más razón que el amor, que el proyecto de aportarle ternura a la existencia. Contra una educación que nos enseña respeto a los demás. Por una visión de la sexualidad que conforma lo humano como unidad amorosa, como éxtasis del todo indivisible, como gozo de existir en otro y para otro.

El mundo tiene derechos. Los estómagos vacíos no se llenan con plegarias. Hay urgencia de pan. Hay trigales para todos. Dios creó el mundo y lo puso en manos del hombre. La Iglesia se apropió de la creación y la repartió entre unos pocos.. El silencio es un pecado imperdonable en una Iglesia que se funda en la palabra. El mundo tiene derecho a la libertad por encima de legislaciones que enclaustran la iniciativa humana. El mundo necesita amor y nadie puede segar esa grandeza humana. Una Iglesia pobre se puede entregar a la vida. El desnudo es la prueba de una donación absoluta. Cuando la Iglesia se enquista en su poder se está negando como oferta salvadora, lejana del amor, canjeable por euros manoseados.

Y en estas llega Rajoy y la Jerarquía prevé la resurrección de un nacionalcatolicismo de nuevo cuño.

Fueron ruidos de sables. Hoy son ruidos de mitras.



martes, 6 de diciembre de 2011

¿EXISTE EUROPA?

Cuando la política es desplazada por la economía se pierde la participación humanizante de la izquierda y se agranda el abismo que separa la riqueza como posesión del hombre como existencia. Todo se convierte en moneda, en mercado, en plusvalía, deteriorando la categoría humana y reduciéndola a mero sujeto de producción para beneficio de unos pocos con el detrimento humillante de la mayoría.

Los valores de la izquierda política son engullidos por las directrices económicas que vienen dadas desde la oligarquía económica y es la derecha más neoliberal quien se adueña del poder porque se identifica con esa visión economicista del mundo y de la historia.

La Unión Europea nació como mercado. Mercado Común se llamó en un principio. Pero las palabras y los conceptos se someten también a la cirugía estética de los eufemismos. Y surgió a la superficie la Unión Europea que daba más la imagen de solidaridad, de responsabilidad compartida, de unidad indisoluble hasta que el euro nos separe. Pero ahí siguieron los grandes mercaderes pregonando un lujo de ventas que despeñaba a la miseria al pequeño tenderete de los países y los individuos. Lo humano como valor supremo dejó de existir para convertirse en solo materia prima de productividad para beneficio de la riqueza y de sus administradores únicos.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico ha divulgado un documento que pone de manifiesto que la desigualdad entre los ciudadanos ha aumentado de forma altamente llamativa en los últimos 30 años. Bajo la almohada de Carla Bruni, Sarkozy guardó la refundación del capitalismo y el estado del bienestar se convirtió en un sueño fácilmente olvidado al despertar. Con el estado de bienestar evaporado y la izquierda desaparecida, la democracia ha cedido el puesto a la dictadura de los mercados. Grecia e Italia no tienen primeros ministros democráticamente elegidos. Francia a las órdenes de Merkel-emperatriz-absoluta ha impuesto a dos tecnócratas. Ya no cuentan los pueblos que lloran sobre sus urnas enterradas y dan patadas a su pobreza inyectada para un presente amargo y un futuro ronco.

Cada día es más evidente el distanciamiento entre pobreza y riqueza. La crisis, los mercados, la deuda de los estados, la prima de riesgo y todos los aditamentos verbales que se le puedan añadir a la jerga mercantil no conllevan la desaparición del dinero. Porque el dinero tampoco se crea ni destruye. Está ahí y a través de una especulación obscena salva a toda velocidad la distancia que va del hombre al hombre y se amontona en manos de unos pocos vaciando de contenido económico la existencia de la mayoría. La crisis no es carencia de dinero ni de recursos. Es acumulación egoísta y excluyente de unos pocos frente a la mayoría. Es el caviar frente a la tierra mordida por los muertos de miseria. José García Abad habla de la redistribución como “palabra maldita” Y aporta para ilustrar esta verdad una cita de José Sevilla: “Ha desaparecido prácticamente el componente redistributivo; los sistemas públicos de pensiones se hacen cada vez más contributivos, reforzando su carácter de seguro y a veces ni eso, al trasladar los riesgos a sus titulares. Y los grandes servicios públicos, la sanidad y la educación, aparecen acosados por la oferta privada a medida que la escasez de recursos públicos reduce sus niveles de prestación”.

Los bancos siguen engrosando sus arcas con dinero público y acumulando patrimonio procedente de embargos, aunque eso signifique dejar sin techo a miles de familias. E infectados de “toxicidad” pretenden la creación de un “banco malo” comprado por el estado por un importe de treinta mil millones de euros pagados por supuesto con dinero público. Y mientras, la educación, la sanidad, la dependencia, las pensiones, los sueldos, la revisión de las prestaciones por desempleo pierden calidad, los depositarios de este estado de bienestar se emplean con todas sus fuerza en destruirlo y depositarlo en manos privadas para que no decaiga el negocio.

¿Y qué dicen los pueblos? Los pueblos están obligados a callar y dejarse conducir hacia los pastos secos de la miseria. Francia y Alemania (Alemania sobre todo) refundan Europa, imponen sus criterios económicos, dictan a los gobiernos las medidas que deben tomar. Y los gobiernos callan. Las frecuentes reuniones y decisivos encuentros Merkel-Sarkozy para marcar directrices inapelables deberían poner de pies a los demás gobiernos. No es inteligible el silencio, la obediencia y la sumisión de los miembros de la Unión Europea. La fiscalidad única y el gobierno único a lo mejor llegan en su momento. Pero hoy por hoy cada país mantiene su soberanía y por tanto el derecho a decidir y a rebelarse contra quienes pretenden gobernar en solitario como si de un nuevo e implacable sistema dictatorial se tratara. En una aldea no tan global como se dice, sólo se globaliza la miseria.

La Unión Europea ha desaparecido para convertirse en la unicidad europea.


domingo, 4 de diciembre de 2011

NO QUIERE…

No quiere un nombre la tarde.

Pretende la luz anónima
de tu boca entreabierta
por si la noche se besa
los labios con tus labios.
Estamos siempre solos
como peces impares
en un mar sostenido
por la espalda cansada
de nostalgias de nunca.
Porque nada es recuerdo
si no existió entre las manos
la realidad de tu cuerpo.
No quiere un nombre la tarde
para que nadie pronuncie,
para que nadie encuentre,
para que nadie toque
la luz esquelética
de tu carne sin carne.
Sola la soledad
anónima del aire.
Los huesos de la luna
en tu centro.
Sembrando luminarias,
oscuras luminarias,
luz negra por tus montes
hasta las cumbres negras
donde sin cuerpo tu cuerpo
se pobló de mariposas
en los nidos azules de los besos.
No quiere un nombre la tarde.
Sólo tú tienes nombre,
oculto, callado,
caliente, recién hecho.

sábado, 3 de diciembre de 2011

AL FONDO, A LA DERECHA

España tenía cuatro puntos cardinales. Nos lo enseñaban en el colegio para que nos orientáramos durante el paseo de los martes por la tarde. Y estaban los Pirineos-frontera entre el comunismo, las hordas judeo-masónicas y los valores de Occidente guardados en cofre por la católica España.

Un día el mundo se nos coló sin visado, sin pasaporte ni visto bueno del caudillo enterrado para siempre. Nos volvimos europeos, incorporamos la laicicidad al parlamento recién estrenado, nos cargamos con la responsabilidad de ser libres y nos vestimos de universalidad. El euro nos hizo grandes. Pagábamos la cerveza alemana de Munich con nuestra moneda que era la suya, dejábamos un euro para los negritos en la Basílica de San Pedro y París valía más que una misa. Nos sobran los puntos cardinales y los Pirineos fronterizos se han convertido en balcón de dignidad para asomarnos a la grandeza de la europeidad.

Últimamente, lo confieso, ando desorientado. La memoria se pierde en una cuneta cualquiera como se pierde una corbata colgada en los juncos una tarde enamorada. Pregunté por España. Trató el pastor de orientarse girando sobre sí mismo y no muy seguro, me dijo: al fondo a la derecha. Goya abajo. Atravesar Castellana. Génova azul. Y en efecto, allí estaba España. Justo a la derecha.

Rajoy era el presidente azul de una España azul entera. Lo eligió una gran mayoría el veinte de noviembre. Saludó desde el balcón y fue ascendido a los cielos por Esperanza, María Dolores, Soraya y Rouco Varela. Nadie le ha visto desde entonces. Ninguna aparición gloriosa ha convertido en santuario de peregrinación la sede del Partido Popular. Pons, Cañete, Alicia Sánchez Camacho piden un ministerio por amor de Dios a cambio de una promesa: cumplir y hacer cumplir la Constitución y el programa electoral, aunque nadie sepa a qué obliga propiamente ese juramento.

La prima de riesgo, la deuda soberana, el déficit, la reforma del euro, la refundación de Europa. Es el nuevo vocabulario de nuestro común lenguaje. Lo estrenó Zapatero un diez de mayo. Congelación de pensiones, recortes salariales a los funcionarios, reformas laborales. A Zapatero le amputaron su brazo izquierdo. Permanece incorrupto, como el de santa Teresa, en la capilla particular de Rubalcaba. Nos defendió entonces el Partido Popular. Se le veía el placer de engullir a los que habían ejercido recortes inimaginables, destructores del estado de bienestar, creadores de parados, dedicados a construir edificios del INEM para dar cobijo a la incomprensible cifra de cinco millones de parados. Menos mal que a la otra orilla estaban Cospedal, Mato, Arenas, Mas y Durán i Lleida. Nos pusimos a nadar casi exangües para alcanzar la tierra prometida. Y por fin entre el 22 de Mayo y el 20 de Noviembre conseguimos respirar. Tras el rojo crepuscular, aparecía el azul de gaviotas. En España empezaba a amanecer. Los enfermos sabíamos que la sanidad iría mejor que nunca. Nuestros hijos tendrían una educación pública y gratuita. Los parados sabían que Pons había prometido tres millones de empleos. Para eso Cospedal era la Patrona del Partido de los parados (PPP). Mariano-gran-capitán había gritado que a él no le mandaba ni Merkel-emperatriz. Iría a Bruselas a decir lo que había que hacer para arreglar la economía y regresaría con los bancos firmando hipotecas, dación por embargo, contratos indefinidos con imposibilidad de despido libre aunque Rosell y un tal Fernández de CEIM se empañaran en que los pobres se lo han ganado a pulso y que el café para quien lo paga.

Pero Mariano fue elevado a los cielos. La España azul está al fondo a la derecha y sus prebostes han empezado a desbrozar el camino para celebrar su entrada gloriosa en la Moncloa. Estorba la sanidad, la enseñanza, los interinos, los funcionarios, los homosexuales, los inmigrantes, las farmacias, los dependientes. Cuánta grasa acumulada en tiempos del rojerío. Al país hay que ponerlo a dieta para enamorar a Sarkozy. Cuánto sobrante. España es como aquellos recortables de la niñez. Para qué tanta educación, para qué tanto matrimonio gay si basta con los católicos, para qué tanta sanidad si los fabricantes de ataúdes también tienen que reciclarse. Preguntas no tan retóricas que exigen respuestas contundentes.

Cuando Rajoy se encarne allá por navidad, tendrá su borriquillo, su vaquita, el cálido aliento de Ana Mato. Cospedal y Gallardón serán los putativos. Le regalará Esperanza unos patucos azules para andar hacia una España, al fondo a la derecha.





jueves, 1 de diciembre de 2011

FRANCO Y LOS PARADOS

Me molesta profundamente la tentación que tienen los políticos de interpretar el pensamiento de la totalidad de la sociedad. Me siento estafado, robado, desnudado por la violencia de quienes se apoderan de mi propia libertad de pensamiento. “La sociedad piensa”. “La sociedad quiere, necesita, aspira…” No hace falta poner de relieve que lo que la sociedad piensa, quiere, necesita es justamente lo que el político quiere imponer al margen precisamente de la sociedad en nombre de la cual se alza como intérprete soberano y absoluto. A golpe de estado suena, a usurpación de la libertad de un conjunto ciudadano que posiblemente esté muy en desacuerdo con los intereses del político usurpador.

Un comité de expertos ha llegado a la conclusión de que Franco tiene que ser exiliado del Valle de los Caídos. Precisamente porque allí deben descansar los “verdaderos caídos”, nunca quien los despeñó vida abajo hasta la muerte. Miles de esclavos republicanos construyeron ese monumento al nacionalcatolicismo. Campos de concentración y trabajos forzados soportaron la humillación de levantar, comiéndose la roca como casi único alimento, un monumento para un Dios anticristiano pero “cristianizado” por una Iglesia fascista, apóstata, traicionando el evangelio más elemental. La Jerarquía se alzó sobre la desvergüenza de la esclavitud. Al cuidado de esa Iglesia entregó el tirano el monumento convertido en basílica para reforzar así ante la historia la prostituta unión del crimen organizado con la Iglesia.

El dictador debe marcharse del Valle de los Caídos y José Antonio, fundamento ideológico del fascismo impuesto por Franco, podrá ocupar un lugar casi anónimo entre el resto de los muertos en una guerra-golpe-de estado.

Queda en manos del nuevo gobierno salido de las urnas la urgencia de llevar a cabo la decisión de esta comisión de expertos. Es verdad que el PSOE gobernante debió encargar con anterioridad este estudio y en consecuencia hacerse cargo del cumplimiento de sus conclusiones. Pero su indecisión ha llevado a que sea el Partido Popular quien gestione las consecuencias de este estudio. Y ha sido González Pons, quien erigiéndose en intérprete unívoco del sentir nacional, ha dicho con la impudicia que le caracteriza “que a los españoles no les preocupa la tumba de Franco, sino la cifra de parados” Seguros de la incapacidad ciudadana de aspirar a varias cosas a la vez, la derecha más derecha, incrustada indudablemente en el Partido Popular, coincide en arrogarse la voluntad del pueblo y proclama que a nadie le interesa el destierro merecido de un dictador que permanece al lado de los oprimidos hasta la muerte por su voluntad imperial de dominio. ¿No será que muchos “demócratas de toda la vida” quieren compaginar democracia y tiranía?

Nada se puede hacer sin el consentimiento de los descendientes del general. ¿Comprensible la necesidad de este consentimiento? ¿Tuvo en cuenta el dictador alguna vez el consentimiento de sus “súbditos”? Confieso que yo no puedo compartir ese sometimiento por la sencilla razón de que la dictadura de Franco no puede perpetuarse tras su muerte por la imposición de una familia que sólo por la generosidad de la democracia sigue teniendo un relieve en la vida de la sociedad española. Un nieto del dictador va diciendo por las televisiones que era un tierno abuelito, un buen hombre. Retumban las metralletas junto a cunetas y cementerios blancos. Una familia que no se corresponsabiliza con su pasado no es diga de un presente democrático.

Y por fin la Iglesia. Una Iglesia manchada con sangre esclava y que perpetúa la memoria de “nuestro jefe Francisco” Una Iglesia que lejos de pedir perdón por su macabra colaboración con el fascismo, sigue venerando la tumba sanguinaria de quien asesinó a miles de españoles muertos con la bendición de Su Santidad y confortados con los últimos sacramentos. Una Iglesia testigo de las sombras más espesas, cuando su misión es ser testigo de la luz.

Son muchos los que confunden pasado con historia. Es pura conveniencia. La historia configura el presente del hombre como constructor del futuro. El pasado incluye elementos que hay que destruir en algún momento para convertirlo en historia. La historia es el ayer fecundo como raíz del mañana.

La dignidad de aquellos esclavos muertos es nuestra propia dignidad.



domingo, 27 de noviembre de 2011

LA DERROTA DE LA DERECHA

Elecciones 20 de Noviembre. Aniversario de hace tiempo. Presente ahora. Socialismo cumpliendo casi ocho años. Anticipadas porque Zapatero tiene prisa por inaugurar León. Después vienen las nevadas. Cierran las gasolineras y no puede uno tomarse un café con Pepe Blanco que va camino de Galicia. Merkel no sabe dónde está León. Deja en la Moncloa la prima de riesgo, la deuda soberana, las pensiones en su sitio, los parados. Todo queda ordenado en los anaqueles de palacio porque pertenecen al patrimonio nacional.

Elecciones 20 de noviembre. Derrotado el PSOE. Millones despechados ronroneando con otra. Cantando en otras rejas. ¡Ay pena, penita, pena! Rubalcaba llorando por los rincones de Elena Valenciano. Huyendo de la soledad que es Ferraz, del gentío que es Ferraz, de los puñales de Ferraz. ¿Me quieren? ¿No me quieren? Y al final, el ombligo de la margarita sin respuesta. A hombros la utopía, pasando de mano en mano en un ataud de recuerdos. Falsa moneda enterrada a lo mejor para el futuro.

La izquierda ha sufrido una derrota. ¿Y la derecha? Ciento ochenta y seis escaños fruto de votantes entusiasmados con el discurso preelectoral de Mariano Rajoy. Derecha convertida en el Partido de los Trabajadores por magia de María Dolores Cospedal. El INEM plantó su tienda en Génova para vivir la confortabilidad que no supo darle el Partido Socialista. Cinco millones de parados ocupando la acera, guardando cola para entrevistarse con el presidente que prometió devolverles a los españoles la felicidad, convencidos de que bajarían del despacho de la planta noble con un trabajo bajo el brazo. Los viejos agradeciendo la subida de sus pensiones. Los enfermos sabiendo que van a disfrutar de una sanidad sin recortes. La chavalería satisfecha con su educación pública. ¡Qué alegría cuando me dijeron: vamos a la casa de Rajoy!

¿Ha triunfado la derecha? El partido político que la representa se ha alzado con una victoria contundente. ¿Pero han triunfado los votantes? Castilla la Mancha, Galicia, Murcia, Madrid están abriéndole camino a Rajoy. Al dolor del cáncer se añade la desnudez de la asistencia sanitaria si el paciente es un parado de larga duración. Se les atenderá con una tarjeta que significa carencia de ingresos como si de una casa de socorro franquista se tratara. Pura beneficencia de tiempos pasados pero que vuelven a resurgir. Habrá enfermos gallegos y murcianos que habrán votado a la derecha. Su voto ha sido derrotado por una mengua de asistencia sanitaria que Felipe González convirtió en un derecho de todos.

La enseñanza se ve reducida a “instrucción” según los planes de Lucía Figar. Ese regreso pedagógico, inconcebible para una enseñanza moderna, crea un sobrante de miles de profesores. Quienes han votado derecha han sufrido la derrota de la enseñanza pública por una desviación orientada descaradamente hacia la privada.

Los trabajadores en activo tienen encima la espada del despido libre. Los desempleados están amenazados con un recorte (ojalá no suspensión) de la cobertura por desempleo. Han sufrido una derrota si han votado a esta derecha.

Los homosexuales ven peligrar su matrimonio. El amor debe contar con la bendición de Rouco Varela. El amor, como plaza grande donde todos debemos sentirnos acogidos, ha colgado el cartel de reservado el derecho de admisión. El cariño, la sexualidad, ciertos proyectos de vida en común van a ser privatizados por la autoridad mitrada. Los que hayan votado a esta derecha nacional-católica han sido derrotados

Esta nueva visión de la sociedad nos afecta a todos. Ha triunfado una fuerza política. La izquierda ha sido derrotada. ¿Ha sido derrotada la derecha? La solución a lo largo de los próximos cuatro años, con la precaución de que Merkel no rompa la legitimidad de las urnas y nos coloque un tecnócrata arruinando una democracia que nos ha costado demasiado como para tirarla monte abajo.







sábado, 26 de noviembre de 2011

EL BANQUERO Y LA GALLINA

No es lo mismo vivir que cumplir años. No es lo mismo correr que pasear hablando con las rosas. Hay que andarle a la vida por los adentros despacio, para bebérsela a tragos pequeñitos, absorbiéndole el beso, la caricia, la ternura. Pero también la amargura, las púas, los perfiles durísimos de piedra.

Uno ha ido viviendo por los caminos claro-oscuros del tiempo. Y se topó con el hambre, el abandono, la degradación más absoluta. Villas miserias allá por Buenos Aires querido, chabolerío por Madrid siglo XXI, barrio-tres mil viviendas de la hermosa Sevilla de Giralda juncal y faralaes.

Junto al camino, el hambre. Una cornada honda en femorales, con la sangre olvidada. Cara a cara la muerte. Por el camino, el mundo indiferente, tapándose los ojos para encubrir la vergüenza. No es noticia que los hombres se mueran. Mientras escribo, muchos niños se habrán marchado de la vida sin tomarle el pecho a la existencia. Devorados por moscas, esos buitres pequeñitos, domésticos, que se comen los ojos de los hijos para que no añoren la ternura de una madre. Junto a esas moscas, nosotros, devorando una comida rápida, grasienta e indigesta para volver al trabajo, para engendrar dinero, máquinas engrasadas de horas y más horas. De trabajar se trata. Para pagar el chalet donde dormimos sin vivir, donde dormimos sin hacer el amor por el cansancio, sin caricias ni besos porque no se puede perder el tiempo en el amor cuando hay que engendrar dinero y más dinero para volver a comer una comida rápida, grasienta e indigesta. Mientras, el hambre mata a destajo, fabricando moscas como máquinas para degustar la muerte de niños que nunca mamarán el pecho de la existencia.

“Guardia Civil caminera lo llevó codo con codo” Cuánto Antonio Torres Heredia de vida marginada, arrinconada, despeñada. Ayuntamientos que quieren llevarse a los pobres a las afueras de las ciudades. Por estética. Una estética blasfema. Madrid está sucia por culpa de los mendigos, dice Ana Botella, uñas-porcelana, laca-contaminación de alcaldesa fabricada por FAES-Gallardón-Aznar. Antonio Torres Heredia, con limones robados tirándolos al agua hasta que la puso de oro, con gallinas robadas para un caldo avecrén dominical, para los churumbeles con los pies más morenos de la tierra. Cobre de chatarrería, okupas de techos olvidados, drogadictos para olvidar la amargura de un destino, inmigrantes sin contratos de mares legalizados.

“Guardia Civil caminera lo llevó codo con codo” Por los limones, por la gallina, por el cobre, por las olas sin papeles. A la cárcel. Durante tiempo y tiempo. El hambre no tiene derechos, ni siquiera a comerse una gallina. Los gobiernos obsesionados con la prima de riesgo, el ibex no sé cuántos, los eurobonos, amando-odiando a la Merkel. No pueden ocuparse de tanto Antonio Torres Heredia.

“Hay que desmontar el estado de bienestar” Lo decía hace un tiempo Alfredo Sáenz, consejero delegado del Banco Santander, con una jubilación de 85,7 millones de euros. No se puede sostener la sanidad, la educación pública, las pensiones, las ayudas a desempleados. Se pide el despido libre, la jubilación con mayor edad, se desahucia a personas en estado terminal, a una mujer con 84 años con sus hijos, sus nietos y biznietos. Se le amarga la muerte a los que ya la tienen entre las manos. Se desprecia el hambre negra subsahariana, marroquí, rumana. Los pobres tienen obligación de ser pobres y se les puede pisar como a la uva sufrida para beberse un buen vino.

Alfredo Sáenz delinquió. Ni gallina, ni cobre, ni limones. Delitos que hunden el nombre de otros hombres. Por los tribunales anduvo. Tiempo y tiempo porque ni prisa había para condenar a un banquero que se va a jubilar con el capacho lleno de millones. Pero sí, por fin sí. Y el Consejo de Ministros encontró tiempo para perdonar a un banquero y que siga ejerciendo su oficio de engendrar dinero a costa de despido libre, de desahucios, de arremeter contra la sanidad, la enseñanza y los parados.

No es Antonio Torres Heredia. Se sigue llamando Alfredo. Consejero honorable de la usura. La historia del banquero y la gallina.



jueves, 24 de noviembre de 2011

LAS ESPALDAS DEL SILENCIO

Veinte de noviembre. Ya no fue aniversario. Silencio sepultado en Cuelgamuros. Cruz sosteniendo la niebla. Sembrada España de urnas, de palabras colgadas de papeletas hermosas, dobladas con mimo, sin botas pisando libertades. Elecciones. Voluntades proclamando amores políticos. Voto-compromiso para que no se sientan solos en la cúspide de la pirámide, para que el vértice no aplaste espaldas electorales.

Rouco Varela peregrinando hasta Génova para rezarle al nuevo San Mariano, Santa Soraya, Santa María Dolores. Para implorarles que deroguen la educación para la ciudadanía que enseña democracia, comportamiento responsable como habitantes del compromiso compartido. Hay que canjear esa ley por Ripalda, como hizo Franco-destructor-de-comunismo y contubernios judeo-masónicos. Rouco implora la derogación del matrimonio homosexual, porque el amor es un privilegio hombre-mujer. Hay que prohibir el amor como derecho universal. Hay que tumbar rápidamente la ley de educación sexual y reproducción. Ya no está Bibiana que se creía que el sexo era un éxtasis amoroso. El sexo –dice el episcopado- no puede ser un placer, sólo un medio de procreación. No hemos prometido nada, responden los nuevos santos del Partido Popular. “Todo depende” respondía antes el candidato y sigue respondiendo ahora porque sigue instalado en las espaldas del silencio.

Dicen que CIU ha obtenido un triunfo histórico. Pero ya lo han enturbiado con impuestos sobre la enfermedad, el agua, la gasolina, los funcionarios… “Si hubiera dicho todo esto en la campaña, no hubiéramos obtenido votos” con firma Durán i Lleida. CIU escondida en las espaldas del silencio.

Feijó y Valcárcel amontonando sobre el dolor de los parados el dolor del desamparo sanitario. La verdad es que si lográsemos la muerte de cinco millones de desempleados, ahorraríamos millones de euros. Cerraríamos el INEM por traspaso de negocio y Merkel ganaría prestigio para su campaña. Galicia y Murcia a las espaldas del silencio.

Aguirre, emperatriz de Lavapiés, despide a miles de profesores, premia la enseñanza privada, desprecia la pública. Esperanza es una incomprendida. Todos hablan de recortes, menos Figar. Esa joven consejera apoya la enseñanza ¿pública? ¿privada? Depende. ¿De qué depende? Rejoneadora a las espaldas del silencio.

María Dolores quiere ahorrar. La han visto de noche ahogando farmacias y asistencia médica. La salud para quien se la pague. El estado de bienestar produce enfisemas por exceso de tabaco, infartos por no hacer ejercicio y cánceres por voluntad divina. Cuatrocientas personas pierden su trabajo diariamente en Castilla La Mancha. María Dolores lo calló porque se sentía cómoda a espaldas del silencio.

Rajoy venía camino del balcón. César triunfal rodeado de Moragas, Pons y Alberto. Le cubrían las espaldas por si Esperanza, por si Aznar, por si Botella. Venía de decir que no tenía nada que decir. Llegaba a escondidas de la palabra. Puedo prometer, pero no prometo. Mezcla de Durán i Lleida, Feijó, Valcárcel, Artur Mas. España como en la catequesis, esperando el sermón de la montaña, promesas de vida mejor, de trabajo, de vivienda, de préstamos sin usura (contradicción flagrante). Lleva varios días escondido debajo de las urnas, aplastado por millones de votos, hundido en el chapapote de una mayoría. Sin poder gritarle a Zapatero que ha traicionado a los muertos, asustando a Rubalcaba con un faisán empapado en prestige, sin echarle en cara al gobierno que ha entregado España a la banda de las pistolas negras.

Rajoy tuvo que decir, pero no dijo. Y ahora se le han olvidado las palabras. Se ha quedado mudo ante su niña tan niña de hace cuatro años convertida en prima de riesgo, en mujer-Merkel, en Sarkozy-profesor-artes-marciales. A lo mejor la campaña fue una broma de Soraya, una pesadilla con Camps y Mata. No sale del despacho porque Zapatero le ha atrancado la puerta con cinco millones de parados, con funcionarios, con farmacias de Cospedal vacías, con maestros verdes que te quiero verde, con barones empujando la entrada de los ministerios, con Pons creando millones de trabajos, con Esperanza pateando a Granados, con Cascos pescando atunes.

Rajoy quiere esconderse en las alcantarillas del olvido. Pero resulta imposible. Lo han visto pasar empotrado en las espaldas del silencio.











miércoles, 23 de noviembre de 2011

AQUELLA TARDE

Qué fue de aquella tarde

de lunas asomadas,
besos horizontales
circunvalando tu cuerpo
con tu melena azul entre mis manos.
Palabra tu piel, palabra
de futuro inconcreto.
Horizontes tus labios, horizontes
de vientres nublados.
Hay días sin tardes, sin noches
para amarte despacio.
Se enamoraron los ríos
con la última mirada,
la lejanía última,
con el adiós eterno que nos puso
la soledad en el vértice
de los pinos con nieve.
Estamos más solos,
a lo mejor más muertos,
más impares
sin el vientre de los besos.
Qué fue de aquella tarde
de caminos tragados,
de huellas sin pies,
de abrazos sin abrazos.
Junto al hombre sin hombre
te sigo esperando.

martes, 22 de noviembre de 2011

POR AMOR DE DIOS

Los pobres ya no son lo que eran. Andaban por las aceras, esponjas de tinto muy tinto. Pobres a medio hacer o a medio destruir. Faltos de piernas, de brazos, de ojos. Herencia de una guerra-cruzada que nos salvó del comunismo y nos puso boca abajo por los siglos de cuarenta años. Pobres-maleantes porque así lo decidían charreteras brillantes y sables como lunas enfundadas. Pobres condecorados de miseria por republicanos, por judeomasones, por subversivos. La vida era el resultado de méritos empotrados en el pecho por fusiles fusilando paredes blancas de cementerios blancos.

Pero eran pobres como se debía ser pobre, como estaba mandado y legislado. Se cumplía con el mandato divino de ser pobre porque Dios así lo quería. Tiempo habría en la otra vida para disfrutar la riqueza. Pobres nacional-católicos que te pedían una limosnita por el amor de Dios. Unos céntimos de peseta entonces y que Dios le bendiga. Limosna-mercadillo, canje de pesetas por anestesia de conciencia. Y cada uno a lo suyo: bocadillo de sardinas y misa de doce-Sagrado-Corazón-en-vos-confío.

Los pobres ya no son lo que eran. Ya no piden al rico por amor de Dios ni desean que él te lo pague porque se han vuelto pobres-laicos y piensan que son pobres, terriblemente pobres, para que otros sean ricos, terriblemente ricos. Son pobres cristianofóbicos. Tienen prisa en el estómago y no pueden esperar a la otra vida. Desprecian la caridad por la injusticia que encierra y exigen sanidad para sus enfisemas, escuelas para sus hijos, un techo para acariciar carnes morenas, un trabajo para sentirse responsables de la construcción del mundo. Piden justicia distributiva, reparto humano entre las manos del mundo. Los pobres ya no son lo que eran.

Son los mercados, las primas de riesgo, la deuda soberana, la especulación, la burbuja inmobiliaria. Pero ahí está Rajoy, azul-España, azul-recuerdo, Pirineos-azul, azul-Estrecho. Y Rouco viajando en silla gestatoria hasta Génova, para bendecir, para derramar la gracia sobre el recién ungido por las urnas, para colocarle entre los ojos las causas reales de la miseria que vivimos: se debe "en síntesis y en el fondo" a "la pérdida de valores morales, que van de la mano del relativismo y olvido de Dios y su santa ley". Pero Rouco como siempre, se esconde. No denuncia la injusticia. No dice quién ha perdido esos valores. Porque no son los pobres, Monseñor. Son los poderosos, los especuladores, los que distorsionan la vida y no andan tirados por las aceras llenos de tinto muy tinto. Son los ricos epulones que dan por terminada la hechura del mundo simplemente porque se la han apropiado, la han robado de los almacenes de la justicia, la grandeza y el amor. Entre todos ellos está la Iglesia y su jerarquía: "urge intensificar" la respuesta pastoral ante la "gravísima" crisis económica, para lo que Rouco ha pedido aumentar los recursos económicos de la Iglesia a través de Cáritas. Usted, señor cardenal, se ha querido poner el primero en la cola de los bancos, de las agencias de calificación, de los mercados. Para retirar sus parte de dinero que se supone que todos los españoles vamos a entregar por obra y gracia de Mariano Rajoy. Para eso han pedido el voto descaradamente.

Ayudan a esta crisis económica, dice Usted, el matrimonio homosexual. Nunca hubiera imaginado que el amor fuera un veneno capaz de canjear la justicia por el abandono de una lucha humanizante. Le repugnan las conductas antinatalistas porque le escuecen los besos por los besos, las caricias por las caricias, el temblor del éxtasis sexual si no conlleva una voluntad procreadora. El amor, Monseñor, es la suprema “inutilidad” porque nunca puede ser usado para lograr fines más nobles que él mismo amor, porque a sus espaldas sólo está la nada. La rosa es bella simplemente porque es rosa. El mar es el mar porque no nos cabe en las manos. Usted no ha comprendido que al mundo lo mueve el dinero, pero que a la historia sólo la sostiene y la construye el amor. Déme un puñado de amor y cambiaré la costumbre de ser hombre por la tarea de serlo en plenitud.

Los pobres ya no son lo que eran. Ahora exigimos justicia enamorada.

jueves, 17 de noviembre de 2011

CARTA AL ARZOBISPO DE OVIEDO

Señor Arzobispo: Usted nació demasiado tarde. Hace cuarenta y cinco años hubiera sido un perfecto arzobispo de cualquier diócesis española. Incluso el solideo sería el premio de un generalísimo golpista, asesino de españoles, fusilados, pero confortados con los santos sacramentos y la bendición de Su Santidad. Saludaría las bellas montañas asturianas brazo en alto, con gesto fascista y se refugiaría en la gruta de la santina para impartir urbi et orbe sus directrices a las conciencias, dominándolas, sometiéndolas, sojuzgándolas, imponiéndoles los principios fundamentales del movimiento y orando por nuestro Jefe Francisco.

Usted nació demasiado tarde. Y esa tardanza le sustrajo de las coordenadas del glorioso movimiento nacional para situarlo en una libertad para la que no está acostumbrado. El día veinte de noviembre hará treinta y seis años que se le murió el destructor del comunismo, el salvador de la cristiandad (no confundir con cristianismo), el diácono de la santa basílica de Roma de cuyo nombre no logro acordarme, el del palio blasfemo que equiparaba el Corpus toledano con la inauguración de un polideportivo. A lo mejor Usted no se ha enterado o ignora por conveniencia que Franco murió en el setenta y cinco. Desde entonces los españoles recobramos la libertad, y pudimos huir de una dictadura militar y eclesiástica. No hemos necesitado asesinar a nadie para depositar nuestra confianza en quien surge de las urnas. La muerte del dictador truncó la santa cruzada, aunque usted añore su permanencia.

La jerarquía no permite acercarse a la comunión a los divorciados, pero exceptúa a María Dolores Cospedal y a Alvarez Cascos: En las elecciones autonómicas y municipales del mes de Mayo, usted pidió el voto para Francisco Álvarez Cascos, actual presidente de Asturias, y no tuvo reparos al escribir “que por encima de los dos divorcios del líder de Foro Asturias estaba la ideología de su partido” Fustigó al partido socialista por “engañar a mansalva con tal de seguir obteniendo resultados de puro poder” “Quienes confunden la manipulación de la vida con sus intereses de poder, no son aptos de la confianza, sino más bien reprobables por sus hechos, por sus leyes, por sus demagogias lingüísticas de géneros varios”. Su excelencia episcopal y su indignidad como persona le llevó a hacer la siguiente afirmación que le degrada por sí misma: “Supongo que no pondrán más obstáculos para saber la verdad de la maraña confusa y confundida por otra matanza, el 11-M, cuya sospecha les mira…” Se refería usted al gobierno socialista.

Atribuye Usted la cristianofobia al laicismo beligerante del gobierno socialista. Desciende Usted de una jerarquía acostumbrada a influir en las decisiones del dictador haciendo de su moral la moral del régimen, aunque ésta fuera una moral liberticida, antihumana, destructora de derechos humanos. A cambio de prebendas, el episcopado mantuvo unas relaciones incestuosas con el vencedor de la santa cruzada y todavía llora su viudedad después de treinta y seis años. El laicismo no es anticristiano, sino que es purificación de prácticas anticristianas. Debería Usted tenerle miedo al pasado de prostitución junto al poder, no a la limpieza de una relación respetuosa.

Por eso exige el voto libre y democrático en una dirección, porque necesita una cierta similitud con un pasado que creíamos superado. Pero si la jerarquía tuviera una mirada limpia, pediría perdón por el ayer vergonzante y se implicaría en el compromiso con la pobreza actual de un mundo atornillado a la miseria por la injusticia de la riqueza.

¿De verdad que cuando Usted se sumerge en la intimidad de la oración, frente a un Cristo crucificado por los poderosos y sacerdotes de su tiempo, puede compatibilizar su postura con la del evangelio? ¿Me asegura Usted que el Dios que plantó su tienda entre nosotros es el mismo que se desentiende de la lucha por la justicia? ¿Seguro que el cristianismo que Usted quiere implantar es mejor que el laicismo que rechaza?

Cuántas preguntas que Usted no sería capaz de responderme. Mejor el silencio de un amanecer dorado y verde de una Asturias que enamora.


martes, 15 de noviembre de 2011

LA DEMOCRACIA DEL EURO

Los problemas de Europa se solucionan con más Europa. Es el estribillo cacofónico de los líderes europeos, y en especial e irónicamente de Merkel. La crisis, los mercados, la prima de riesgo, el diferencial, resuenan en la prensa, las televisiones, las radios de nuestros días, como en otros tiempos sonaban los crímenes pasionales. Bolas de nieve rodando, alimento de tertulianos, macabras estrofas para pobres de cáritas, desahuciados irredentos, familias alimentadas con panes inútiles.

Lo ha dicho Angela Primera de Alemania: “La economía debe estar al servicio de los seres humanos. Nunca al revés” Y suena a sarcasmo, a blasfemia, a fariseísmo. “Europa vive la hora más difícil después de la segunda guerra mundial” ha añadido la emperatriz omnipresente, sustituta económica de Carla Bruni, esposa vicaria de Sarkozy sin tacones. Millones de europeos sin trabajo, pobreza de aceras mendicantes, juventud desesperanzada, muchachada sin primer empleo, madurez sin última ocupación. Exigencia de que los viejos sean más viejos. Menos sanidad la sanidad. Menos escuela la escuela. Los empresarios empeñados en el desprecio libre. El capital pregonando chantaje a bajo precio. Y nos enteramos que la economía debe estar al servicio del hombre.

Nació como mercado. Se dulcificó como unión. Y cuando se manifiesta sin careta, se convierte en destructora de democracias. Italia es elegante hasta geográficamente. Siempre a punto de entregar la cintura al amor de la espuma. A punto siempre de ser sirena, de convertirse en historia marítima de las olas. Cuando te despiertas en Italia, hay un perfume verde de gentes que hacen de la alegría un estilo de estar en el mundo. De la mafia no hay que preocuparse. Al fin y al cabo son “cossa nostra” y contribuyen con su esfuerzo al producto interior bruto, manteniendo la inflación en su justa medida. La camorra napolitana purifica con la sangre derramada las venerables catacumbas y serena el ánimo de unos dioses ávidos de sacrificios y gólgotas. Berlusconi se ha bajado la cremallera de la bragueta y se ha marchado con sus delitos a cuestas, con sus vellinas, con su podredumbre vergonzosa de implantación capilar. Pero no hay elecciones. Monti está impuesto. Europa cierra las urnas de los pueblos y designa a quien le conviene a los mercados, a la deuda, a la prima de riesgo. El pueblo no elige. Se somete o se subleva, pero no vota.

Grecia está asfixiada. La Grecia patria, madre fecunda, exportadora de filósofos, de poetas, de belleza, de elegancia, de historia, de democracia. Silencio en Grecia. Ella que era grito donde refugiar el silencio sometido. Sin coroneles, sin monarcas, pero con el euro pisándole el cuello, embistiéndole la femoral. Papandreu expulsado. Papadimos designado. Que se traguen los griegos su rebelión, sus protestas, su indignación. Europa le ha asignado un primer ministro. Tecnócrata, dicen. Como Monti. A Papandreu lo despeñaron empujándolo con urnas electorales. A Europa no le sirven las urnas. Le basta apretar el cuello elegante de Italia, de Grecia e imponer.

Cuidado. Es nuestra obligación seguir amando la palabra, defendiéndola, ofertándola como bandera humana y humanizante. Hay que mimar su fragilidad frente a la brutalidad de los mercados, de las monedas, de las imposiciones del capital.

El ser humano no es dinero, mercado, capital. Quiere ser palabra, palabra sólo, porque la poesía redime al mundo de sí mismo.




domingo, 13 de noviembre de 2011

LA VIOLENCIA NO SE RINDE

A veces desnudamos la palabra y amputamos sus más bellas formas interiores para disimular la bravura de sus adentros. Nos quedamos entonces con su significado más primario ocultando su madurez multiforme. Sucede con el término violencia. Lo reducimos casi exclusivamente a su aspecto físico guardándonos por comodidad vital su reciedumbre interior. Es violencia el terrorismo, la agresión de género, el absurdo combate callejero por la grandiosidad de un equipo de fútbol. ¿Pero es esta toda la gravidez que contiene el término violencia?

El Círculo de Empresarios define la economía española como una “economía de guerra” Es por tanto una economía violenta. El más fuerte (habría que decir tal vez el más violento) impone sus condiciones para entrar en esa lucha: “reducción del salario mínimo de los jóvenes, revisión de la prestación de desempleo, “congelar” el empleo público, despidos en la Administración Pública, subir las tasas universitarias...” Hay que rebajar el salario mínimo interprofesional de los jóvenes, sus convenios, emparejar salarios y productividad, regular el derecho a huelga, crear un contrato con 20 días de indemnización por despido por año trabajado, fomentar el trabajo a tiempo parcial, desregular el mercado…

La Constitución española reconoce el trabajo como un derecho. Como tal, el trabajo no es un otorgamiento gracioso de los empresarios a los trabajadores. Ese derecho no está vinculado a la riqueza de unos pocos, sino que es conferido por una ley constitucional cuya impugnación no puede ser fruto de la cuenta corriente de un empresario. Las propuestas empresariales que anteceden son ciertamente un ejercicio claro de violencia puesto que atentan contra una norma reconocida, aceptada y votada por los españoles.

Los empresario han aprovechado la crisis para convertirla en coartada, sometiendo al vasallaje de su dinero la primaria necesidad de comer, de tener un techo, una educación, una sanidad digna de una clase trabajadora que tiene el derecho a exigir el cumplimiento de unos derechos humanos internacionalmente reconocidos y amparados por nuestra Ley de leyes. Los derechos no dimanan de la billetera, sino de la dignidad del ser humano. Subvertir esta primacía es generar violencia. No es asumible el chantaje y la vida empuja la denuncia más alta y clara.

Es denunciable que millones de personas mueran de hambre por el vergonzoso monopolio de alimentos por parte de unos pocos. Ese monopolio conlleva la fijación de precios inasequibles para dos terceras partes de la humanidad. Genocidio se llama. Cinco millones de españoles sin trabajo son el grito, imposible de acallar, contra unos empresarios que exigen condiciones draconianas para crear un puesto de trabajo. No les asiste el derecho de su dinero, casi siempre fruto de manipulaciones no muy limpias. Me repugnan los onasis que empezaron vendiendo corbatas y llegaron a donde llegaron. Por el camino quedaron muchos cadáveres frutos de su falta de escrúpulos. Cuando se alaba la trayectoria de alguien que comenzó de la nada y ha llegado a una cumbre, alegando que se ha hecho a sí mismo, se me llena de escalofríos el alma. Sólo se escalan ciertas cimas pisando las flores del camino.

Hay que devolver a las palabras la totalidad de sus contenidos. Las propuestas del Círculo de Empresarios suenan a tiros en el estómago de una sociedad que olvida obligaciones y derechos. La violencia no se rinde. Habrá que combatirla con leyes que nos devuelvan los derechos que nunca debieron ser suprimidos.



jueves, 10 de noviembre de 2011

COMO DECIAMOS AYER

Difícil sustraerse a escribir sobre el debate. Quién ganó. Las corbatas. Los costes. La puesta en escena. La afición a leer folios frente a la sequedad de boca. Y sobre todo si fue un debate o un encuentro amigable. Ya lo han hecho otros. No se habla de otra cosa porque España parece un barrio de chismes sobre los zapatos del los aspirantes.

¿Pero qué hicieron con la nostalgia? La nostalgia es la huella que el alma va dejando por los caminos. Aquella muchacha. El primer trago de vino y sexo. El beso enmarcado en los labios de la vida. El padre cansado de de posguerra. La madre que prefirió los cipreses erectos de un camposanto cualquiera. La nostalgia es hermosa porque está hecha de pan bueno para rehacer el camino en las tardes de pinares oscuros.

Pero la nostalgia es un pecado imperdonable para los políticos. Felipe y Guerra de pana son el ayer. Bono, equilibrista disimulado, es siempre pasado. Aznar está descatalogado. Oreja, Alcaraz, Trillo son sólo artículos de mercadillo, rebajados a precio de coste.

¿Qué son Alfredo y Mariano? Son lo que nos queda, como albaceas de lo que pudo haber sido y no fue. Tal vez también de lo que fue, pero que está invalidado porque el mundo ya no es el mundo, sino un mercado de ideas-segunda-mano. No hay poetas en la política y sin poetas, la política se jibariza como el cerebro de las nueces. No puede ser una continuación de sí misma. No hay creación. Los de arriba están arriba a costa de las espaldas de los que abajo sostienen el peso de una esclavitud más evidente cada día. No hay izquierda ni derecha. Sólo norte y sur, ricos y pobres que cada día son más ricos y más pobres. La nostalgia del pasado es suicida. La tristeza del presente un luto perdurable.

Rajoy, Montoro, Gallardón, Aznar. Instalados en recuerdos del noventa y seis, cuando la economía se hacía mayor, cuando el ladrillo tenía altura de giralda, cuando los girasoles tenían tres dormitorios, salón, cocina y garaje. El banco ponía la alegría del dinero, televisor de regalo, te incluían un notario y mobiliario-Corte-Inglés. Nosotros poníamos treinta años de trabajo forzado, en el andamio él con piropos de tartera y ella limpiando oficinas, castigados sin cerveza los domingos.

Un día nos aplastó el ladrillo, se hundió el andamio con la tartera incluida, se cerraron los despachos. Cuando salimos de la escombrera, sólo nos quedaba la hipoteca pegada a la piel, mes a mes, con Trichet encaramado en los altos intereses, con el secretario del juzgado rodeado de antidisturbios para arrancarnos el retrete, la bañera y el lavabo, para que nos coma la mugre bajo el puente del Darro.

Rajoy escribió sus folios en el noventa y seis. Se le ha desdibujado la tinta de la impresora, pero sigue empeñado en el recuerdo agrio. No siente nostalgia. Se le pone Aznar en la garganta sin darse cuenta que Aznar es un vasallo, sólo vasallo, de Murdoch-espía, de Bush-para-siempre-manchado por la sangre de Irak.

Alfredo quiere ser lo que no pudo ser. Un impuesto a los ricos fugitivos, escondidos en las SICAV de Galápagos. Echándole un pulso a Esperanza emperatriz de Legionarios, de Opus, golpeando la vagancia de un magisterio indolente. Disputándole a María Dolores las farmacias vacías, sin oxígeno para enfisemas, con el sintrón caducado desde Mayo para trombos de vejez. Y María Dolores sonriendo, reprobando el aborto, pero animando el reposo de ciáticas con bolsas de agua caliente olvidadas en el trastero.

Alfredo-educación-sanidad-dependencia-igualdad. Alfredo dando paso al amor entre iguales, porque el amor es muy serio, porque es la fuente de la libertad. Alfredo asomado al futuro desde un pasado injuriado, como si no fuera el mejor frente a las balas. Alfredo perdido en las encuestas, pero queriendo. Alfredo no se ha encontrado con Merkel, con Sarkozy, interventores del más allá, estrangulando a Grecia, después Italia, soñando con desahuciar a España, con dejarla sin techo, porque también le ahoga la hipoteca perdurable de su deuda. Y los mercados pisándole el futuro a Alfredo europeista. ¿Pero existe Europa?

Mariano-como-decíamos-ayer. Alfredo-sin-mañana porque lo embargaron Alemania y Francia. ¿Quién ganó el debate? A lo mejor lo pedimos todos y lo ganaron los botines, los gonzález mientras tomaban caviar con coca-cola, oligarcas epulones de miseria hasta los ojos.


martes, 8 de noviembre de 2011

EL VALOR DE LA VIRGINIDAD

Confieso que me sorprendió. Valencia. Obispo pontifical para una ceremonia en la que tres mujeres iban a consagrar su virginidad a Dios. Traje de chaqueta blanco. Blanco el velo. Mitra y casulla blancas. Entrega de anillos como símbolos de santo desposorio. Velo revelador de la llegada del espíritu santo. Dios planeando sobre tres cuerpos tumbados boca abajo, aceptando una virginidad de lirios, de azucenas, de claveles. Como María Goretti, aquella niña meta de nuestra infancia en colegios religiosos.

Virginidad, valor supremo. Maternidad, luz en el cristal, sin romperlo ni mancharlo. Porque se rompe y se mancha cuando se abre al amor, al escalofrío del beso, del tacto, de la donación suprema. Porque se mancha ella, sólo ella. El amor, el dolor, la ternura la anegan hasta los ojos. La mujer pierde, se pierde, se aleja de su dignidad nunca reconocida.

Digámoslo sin tapujos: la dignidad de la mujer, su grandeza, viene dada por unos centímetros. Y a esta visión han colaborado las religiones, todas las religiones. Y de se actitud se desprende una superioridad, una supremacía del hombre sobre ella. Se desprende un desprecio para labores eclesiásticas. Y no hablo sólo del cristianismo, sino en general. Los libros sagrados y su posterior desarrollo hermenéutico están llenos de humillación hacia la mujer. La alabanza hacia alguna en particular viene fundamentada en su virginidad, mantenida a costa incluso del martirio, de la ofrenda sacralizada antes que perdida. Sin romperse ni mancharse, como una transparencia inmaculada, limpia y por tanto admirable.

La doctrina católica, no siempre basada en el evangelio, sino imitadora de otras religiones, ensalza hasta el paroximo esa virginidad. Debe guardarse hasta el matrimonio tras el cual es lícito perderla como mal menor, dado que la perfección máxima es resguardarla durante toda la vida. El matrimonio y lo que conlleva es una concesión graciosa a la debilidad humana. De ahí que el varón la prefiera virgen, porque a él hay que concederle la prerrogativa de ¿degradar, de manchar? a la esposa.

Cuántos crímenes amparados en conceptos inasumibles en el siglo XXI pero que siguen siendo estandartes de grandeza. Cuánta deformación de conciencias por postulados erróneos. Cuántos valores subordinados a una concepción puramente métrico decimal.

Una visión predominantemente andromórfica del quehacer humano deforma la historia de la humanidad como esfuerzo solidario de la construcción del mundo. Pero además degrada a ese prójimo con el que edificamos la vida y la conducimos a su culminación. La visión varonil de Dios nos da una idea de le relegación de la mujer a un plano secundario. La glorificación de la mujer en base exclusivamente a su virginidad, degrada a toda aquella cuya decisión es vivir la hondura de la comunión sexual.

La Jerarquía católica sigue en su obcecación virginal. No busca la salvación integral del ser humano, sino sólo de su alma. En cuanto a la mujer, marginada y arrinconada en su tarea eclesiástica, persiste en su única y exclusiva grandeza: la virginidad. ¿Hasta cuándo semejante reduccionismo con la consiguiente marginación de la dignidad femenina?



viernes, 4 de noviembre de 2011

EL TRABAJO, UN DERECHO

El trabajo es un derecho reconocido como tal por la Constitución. Cinco millones de españoles arrojados a las puertas del desempleo, dice muy poco de una correcta situación de la sociedad. Cuando en el setenta y ocho aprobamos nuestra guía de derechos y obligaciones, nos comprometimos todos, absolutamente todos, a su cumplimiento íntegro. España se apeaba de una dictadura militar y ahora no puede permitir estar pisoteada por una dictadura económica. El mundo del dinero debe cumplir una función social en beneficio de la colectividad para que el mundo laboral no sea un conjunto de parias dependiente del capricho especulador de los poderosos.

Entramos en el Mercado Común Europeo y pronto evolucionamos hacia el concepto más elegante de Unión Europea. Nuestra capacidad de disfrazar la realidad con eufemismos hipócritas es inmensa. Ensanchamos nuestra dimensión nacional y llegamos a la conclusión de que Europa somos todos. Para engrasar el mercado y para guarecernos de los envites especulativos nos dimos una moneda común y en esas andábamos cuando llegaron Merkel y Sarkozy nos dimos cuenta que Europa era un dúo dinámico, protector de sus bancos, de su deuda, de sus exportaciones y que los demás éramos acólitos con sede en Bruselas. En realidad sólo recoge pelotas en ese tenis entre Francia y Alemania. Nos obligaron a tomar medidas conformes con la derecha que ambos mandatarios representan y sometieron incluso a gobiernos de izquierdas como el español a sus directrices. Se recortaron derechos, se rebajaron sueldos y pensiones, se llenaron las arcas bancarias, se encastillaron en una crisis que sirvió de coartada y por ahí vamos camino de la cartilla de racionamiento. A Grecia se le ahoga la democracia porque el euro destroza las urnas y ciega los votos. Lo ha dicho Papandreu: Otros nos cercan la economía, pero las decisiones democráticas son nuestras.

También a nivel nacional surgieron los merkel y los zarkozy. Nuestros empresarios se arrogaron el derecho de enseñar por qué caminos debe andar la economía. Se han desentendido de la obligación constitucional que les obliga y se han puesto a diagramar unas exigencias que conllevan la prerrogativa de la creación de empleo y las condiciones draconianas del despido informadas por sus beneficios. Son los dueños y señores del destino de todo aquel que por carecer de riqueza debe estar sometido al capricho mercantil de una nueva dictadura. Los cinco millones de parados son sólo, al parecer, consecuencia de una mala gestión del gobierno, pero en absoluto de la gestión especuladora de los poderosos. El derecho constitucional al trabajo ha dejado de serlo para convertirse en un derecho de pernada de los empresarios. Han mostrado sin sonrojo alguno la exigencia de un despido casi libre bajo la impudicia de los contratos fijos. ¿Qué fijeza puede tener un contrato de trabajo que puede ser denunciado por la empresa con una indemnización de doce días? “Hay que trabajar más y ganar menos” nos dijo Díaz Ferrán. Es ahora Rosell y su segundo, Arturo Fernández, los que exigen “la no satanización de la ‘salida’ laboral”, porque “cuanto más fácil sea la salida, más fácil será la entrada y la creación de empleo”. En fin, despido más barato, sencillo y a la carta.

Y acuden al chantaje: “O se hacen esos cambios, o la cifra del paro va a seguir aumentando” Los cambios, dice D. Arturo, tienen que ser “brutales” Los pacientes de esa tremenda brutalidad son los trabajadores. Da vergüenza escribir esto, pero es en realidad transcribir.

El mundo empresarial tiene así arrodillado al mundo trabajador. El trabajo ha dejado de ser un derecho para convertirse en un capricho de los que más tienen. Un empresario manifestaba a Jordi Evole en televisión: el rico crea riqueza y trabajo porque necesita que alguien limpie el casco de su yate. Es la proclamación más abyecta de la implantación de una esclavitud vergonzosa.

La Constitución es un imperativo para todos. Cuando los cargos electos juran o prometen sus cargos, juran o prometen cumplir y hacer cumplir la Constitución. Cuánto perjuro por las rojas alfombras del poder.