Mariano Rajoy ha condenado el acto terrorista de Durango. No podía ser de otra manera. Y ha prometido que apoyará, “como ha hecho siempre,” las medidas que tome el gobierno de España para acabar con el terrorismo. Y aquí es donde falla la memoria. Porque o Mariano Rajoy no se acuerda de posturas combativas anteriores contra ese gobierno, o los demás caemos en la trampa de deformar el pasado.
Quiero creer que Mariano Rajoy ha sufrido una caída traumática del caballo y es ahora un converso. Bienvenido a la razón de la razón. Póngase cómodo porque está en la casa que nunca debió abandonar.
Pero me preocupa que ese descabalgamiento no sea del PP. en su conjunto. María San Gil, Elorriaga, Mikel Buesa, Angel Acebes siguen responsabilizando al gobierno del terrorismo ejercido en Durango y hacen recaer sobre él la culpabilidad del coche bomba. Y nada digamos de ese mercader del dolor que es Alcaraz. A quien hay que condenar es a Zapatero. No a ETA. ETA y el gobierno, según el obseso Mayor Oreja, forman un entramado de empresas temporales con el fin de destruir y fraccionar España.
María San Gil, destemporizada por su enfermedad de la que nos alegramos haya salido, se ha quedado anclada en De Juana Chaos. Y nos advierte maternalmente que no nos dejemos engañar por los socialistas gobernantes. Elorriaga descubre (descubrimiento que pertenece a una profunda investigación) que ETA no ha desaparecido nunca. Buesa, el usurpador de Ermua, que no culpó a Aznar cuando asesinaron a su hermano, echa en cara al gobierno su complicidad con los terroristas. Y Alcaraz, pordiosero de un puesto de relevancia, asegura que ni el PSOE ni otros partidos han sido contundentes con los asesinos.
Mariano, el converso, no llama al orden a sus seguidores para instarles a que tomando ejemplo de su decisión, se sumen en el respaldo a un gobierno legítimo que ha intentado, con el apoyo mayoritario del Parlamento, reconducir la situación y poner claveles en los fusiles. Zapatero ha creído en el diálogo. Y a Zapatero le han asesinado la palabra. Y Rajoy y sus compañeros aplaudieron la ejecución y brindaron con el profeta Zaplana su visión de futuro: “Esto tenía que terminar mal”
Y todos aseguraron que ellos nunca habían hablado con ETA. Aznar, su gobierno y su partido sienten vergüenza de la palabra. Esta es la diferencia con Zapatero. La palabra es el vientre donde se engendra la democracia. Abortarla es negar su eficacia y significa un regreso a posturas dictatoriales.
San Mariano converso, ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestro común esfuerzo. Amen.
Quiero creer que Mariano Rajoy ha sufrido una caída traumática del caballo y es ahora un converso. Bienvenido a la razón de la razón. Póngase cómodo porque está en la casa que nunca debió abandonar.
Pero me preocupa que ese descabalgamiento no sea del PP. en su conjunto. María San Gil, Elorriaga, Mikel Buesa, Angel Acebes siguen responsabilizando al gobierno del terrorismo ejercido en Durango y hacen recaer sobre él la culpabilidad del coche bomba. Y nada digamos de ese mercader del dolor que es Alcaraz. A quien hay que condenar es a Zapatero. No a ETA. ETA y el gobierno, según el obseso Mayor Oreja, forman un entramado de empresas temporales con el fin de destruir y fraccionar España.
María San Gil, destemporizada por su enfermedad de la que nos alegramos haya salido, se ha quedado anclada en De Juana Chaos. Y nos advierte maternalmente que no nos dejemos engañar por los socialistas gobernantes. Elorriaga descubre (descubrimiento que pertenece a una profunda investigación) que ETA no ha desaparecido nunca. Buesa, el usurpador de Ermua, que no culpó a Aznar cuando asesinaron a su hermano, echa en cara al gobierno su complicidad con los terroristas. Y Alcaraz, pordiosero de un puesto de relevancia, asegura que ni el PSOE ni otros partidos han sido contundentes con los asesinos.
Mariano, el converso, no llama al orden a sus seguidores para instarles a que tomando ejemplo de su decisión, se sumen en el respaldo a un gobierno legítimo que ha intentado, con el apoyo mayoritario del Parlamento, reconducir la situación y poner claveles en los fusiles. Zapatero ha creído en el diálogo. Y a Zapatero le han asesinado la palabra. Y Rajoy y sus compañeros aplaudieron la ejecución y brindaron con el profeta Zaplana su visión de futuro: “Esto tenía que terminar mal”
Y todos aseguraron que ellos nunca habían hablado con ETA. Aznar, su gobierno y su partido sienten vergüenza de la palabra. Esta es la diferencia con Zapatero. La palabra es el vientre donde se engendra la democracia. Abortarla es negar su eficacia y significa un regreso a posturas dictatoriales.
San Mariano converso, ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestro común esfuerzo. Amen.
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