viernes, 3 de octubre de 2008

LA SUBASTA DE UN REINO

Hace unos meses Rajoy, Acebes, Zaplana y Miguel Sanz, los Reyes Católicos de la unidad de España, se manifestaban en Pamplona para proclamar la españolidad incuestionable de Navarra. Y lo hacían para defenderla hasta la heroicidad frente a los socialistas que comerciaban su entrega a ETA para anexionarla al País Vasco. El gobierno de Zapatero se acercaba hasta el portal del terrorismo y llevaba como ofrenda Navarra. Se trataba de aplacar la ira etarra poniendo a sus pies la bella tierra norteña. No estés eternamente enojado, señor…

Pero allí estaban los adalides de la españolidad, los francos de la España una, grande y libre. Mentía Rodríguez Zapatero cuando afirmaba que Navarra siempre sería lo que quisieran los navarros. Estaría bueno que creyéramos a un Presidente que miente cuando habla, cuando calla, cuando afirma y cuando niega, que diría Rajoy. Equivaldría a creer a Acebes hablando del 11-M. Era urgente y necesario rebelarse contra esa compra-venta que el socialismo quería hacer al terrorismo. Y allí estaban Rosa Díez, Mikel Buesa, Alcaraz, Iniestrillas y todos los españoles de bien, los honrados, los bien nacidos. Los demás, los españoles del mal, entreguistas, traidores, tomaban cañas en Rosales, paseaban por la Ramblas catalanas o se besaban bajo la Torre del Oro.

Se acaban de celebrar elecciones municipales y autonómicas. El hasta ahora gobierno de Navarra no ha obtenido mayoría para seguir con su hegemonía en solitario. Necesita de otra fuerza política para completar un número de escaños que le permita el ejercicio del poder. Y su Presidente, Miguel Sanz, ya ha manifestado el deseo de entablar conversaciones con el Partido Socialista para que apoye la gobernabilidad de la Unión del Pueblo Navarro. Para ello hay que llegar a un acuerdo justo: parte del poder lo ostentará UPN y otra parte se entregará al PSOE. Un precio justo que hay que pagar seguir disfrutando de la responsabilidad y la vanidad de una presidencia.

Y uno, que anda lejos de las alfombras y los cortinajes palaciegos, se pregunta desde la ingenuidad y la inocencia, ¿Es aconsejable entregar en manos socialistas una cuota de poder, a sabiendas de que ahora le resultará más fácil donársela a los etarras? ¿Puede el Rey Católico Rajoy dejar en manos de Boabdil parte de los ya conquistado aquel sábado por la tarde cuando los bien nacidos sacrificaban sus vidas mientras los mal nacidos tomaban cañas por los suburbios de la Alambra?

París bien vale una misa. Bien vale una presidencia el abrazo de los amigos de ETA. Al fin y al cabo los orgasmos casi siempre se disfrutan con la luz apagada.


No hay comentarios: