Una frase sin historia: “Al terrorismo no hay que buscarle razones” (El país, 17-7-2.005).
Una frase contra la historia: “La alianza de civilizaciones propuesta por Zapatero es una estupidez” (Cursos de verano de la FAES).
La primera pertenece a una de las mentes más planas, estériles y vacías de la política española: Vicente Martínez Pujalte (PP).
La segunda corresponde a José María Aznar. Este hombre se desayuna cada mañana con su propia amargura y le agrega una dosis de fundamentalismo que conseguirá igualarlo a los enemigos a los que quiere exterminar.
Negarse a encontrar una causalidad al terrorismo es negarse a uno mismo una mínima capacidad de análisis. El terrorismo, como toda obra humana, tiene unas razones, unos fundamentos, unas explicaciones. No buscar ese fundamento es propio sólo de mentes como la de Vicente Martínez Pujalte. Es una frase sin historia que no merece comentario.
Más grave es el desprecio de Aznar. En su necesidad de anatematizar a Rodríguez Zapatero, evita decir que esa propuesta fue recogida favorablemente por el Secretario General de la O.N.U. y lanzada a la Asamblea de las Naciones Unidas para su concreción y puesta en marcha. Importantes comentaristas políticos la aplauden y comienzan a exigir este ecumenismo laico. Por eso la afirmación de Aznar revela una postura contra la historia. La ósmosis cultural es un hecho histórico que entrelaza lo humano con lo humano y España sabe mucho de eso: nosotros somos una alianza de civilizaciones. Negar esta interacción es negar las propias raíces. Apostatar del pasado, señor Aznar, es tan suicida como cerrarse al futuro.
A todos nos preocupa el terrorismo. A algunos nos preocupa también el antiterrorismo tal y como se está llevando a cabo. No basta con hablar de la “ideología del mal” (Blair) o del “eje del mal” (Bush). Estas simplificaciones malintencionadas sólo nos conducen a invasiones como la de Irak o a denigrantes Guantánamos. El terrorismo no se combate con otro terrorismo de mayor potencia. Sadán no puede ser vencido por unos sadanes reunidos. Contra Ben Laden, que tiene a Alá de su parte, no caben los otros benladen con otro Dios particular de su lado.
A la humanidad le duelen la Torres Gemelas, los trenes madrileños o el metro londinense. Pero a la humanidad también le duele –le tiene que doler- tanta sangre derramada por el occidente civilizado, tanto niño sin esperanza. A los que sembraron tanta muerte en Estados Unidos, Madrid o Londres los llamamos terroristas. ¿Cómo deben llamarse los vuelos rasantes que esparcen bombas de racimo y acaban en segundos con cientos de vidas? ¿Cómo hay que llamar al capitalismo salvaje que asume sin escrúpulos que dos terceras partes de la humanidad carezca de lo más indispensable para llevar una vida digna? ¿Cómo soportar con la conciencia tranquila la muerte diaria por hambre de cincuenta mil personas? Hay que ser valientes y preguntarse como lo hace Enrique Oliva en un periódico digital argentino: “¿QUIENES SON LOS TERRORISTAS?
Una frase contra la historia: “La alianza de civilizaciones propuesta por Zapatero es una estupidez” (Cursos de verano de la FAES).
La primera pertenece a una de las mentes más planas, estériles y vacías de la política española: Vicente Martínez Pujalte (PP).
La segunda corresponde a José María Aznar. Este hombre se desayuna cada mañana con su propia amargura y le agrega una dosis de fundamentalismo que conseguirá igualarlo a los enemigos a los que quiere exterminar.
Negarse a encontrar una causalidad al terrorismo es negarse a uno mismo una mínima capacidad de análisis. El terrorismo, como toda obra humana, tiene unas razones, unos fundamentos, unas explicaciones. No buscar ese fundamento es propio sólo de mentes como la de Vicente Martínez Pujalte. Es una frase sin historia que no merece comentario.
Más grave es el desprecio de Aznar. En su necesidad de anatematizar a Rodríguez Zapatero, evita decir que esa propuesta fue recogida favorablemente por el Secretario General de la O.N.U. y lanzada a la Asamblea de las Naciones Unidas para su concreción y puesta en marcha. Importantes comentaristas políticos la aplauden y comienzan a exigir este ecumenismo laico. Por eso la afirmación de Aznar revela una postura contra la historia. La ósmosis cultural es un hecho histórico que entrelaza lo humano con lo humano y España sabe mucho de eso: nosotros somos una alianza de civilizaciones. Negar esta interacción es negar las propias raíces. Apostatar del pasado, señor Aznar, es tan suicida como cerrarse al futuro.
A todos nos preocupa el terrorismo. A algunos nos preocupa también el antiterrorismo tal y como se está llevando a cabo. No basta con hablar de la “ideología del mal” (Blair) o del “eje del mal” (Bush). Estas simplificaciones malintencionadas sólo nos conducen a invasiones como la de Irak o a denigrantes Guantánamos. El terrorismo no se combate con otro terrorismo de mayor potencia. Sadán no puede ser vencido por unos sadanes reunidos. Contra Ben Laden, que tiene a Alá de su parte, no caben los otros benladen con otro Dios particular de su lado.
A la humanidad le duelen la Torres Gemelas, los trenes madrileños o el metro londinense. Pero a la humanidad también le duele –le tiene que doler- tanta sangre derramada por el occidente civilizado, tanto niño sin esperanza. A los que sembraron tanta muerte en Estados Unidos, Madrid o Londres los llamamos terroristas. ¿Cómo deben llamarse los vuelos rasantes que esparcen bombas de racimo y acaban en segundos con cientos de vidas? ¿Cómo hay que llamar al capitalismo salvaje que asume sin escrúpulos que dos terceras partes de la humanidad carezca de lo más indispensable para llevar una vida digna? ¿Cómo soportar con la conciencia tranquila la muerte diaria por hambre de cincuenta mil personas? Hay que ser valientes y preguntarse como lo hace Enrique Oliva en un periódico digital argentino: “¿QUIENES SON LOS TERRORISTAS?
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