viernes, 3 de octubre de 2008

LA MALDITA ESQUIZOFRENIA

“Lo que busco es entenderme con mi propio corazón”, cantaba el indio Atahualpa. Lo humano es esencialmente búsqueda. Y la búsqueda es ante todo apertura. La certeza absoluta, el dogmatismo ciegan esa apertura y restringen por definición lo humano. Cuando el hombre se entiende consigo mismo, cuando consigue ponerse de acuerdo con su propio corazón, ha culminado el camino de su aventura y está preparado para vestirse la elegancia de la muerte. Mientras tanto el hombre peregrina hacia sí mismo, interrogándose, tejiendo y destejiendo su propio misterio como una Penélope obsesiva.

También la política debe ser una búsqueda en tanto en cuanto es un proyecto. Y también a la política hay que advertirle que se autodestruye cuando se cierra sobre sí misma y cree que no puede alcanzar una meta superior en su quehacer. El pensamiento único arroja a los políticos a una endogamia que acaba por devorarlos y aparcarlos inmóviles en una cuneta. No vale que repitan los argumentos que fueron válidos ayer porque el hoy es el hoy como criatura nueva a la que hay que nombrar con la originalidad de lo recién creado. La mera repetición es atacar el devenir y la intemporalidad de la aventura humana.

La actual derecha española proclama continuamente que hay que mirar al futuro. Pero como alguien de la propia derecha recordó, Zaplana y Aceves son pasado. Un pasado no resignado a serlo y por tanto con una ansiedad de vigencia que se resume en ecos de estertores. Y Rajoy no sabe qué hacer con ese lastre y termina bajando a la bodega del barco a jugar al dominó con el ayer.

El drama de la derecha es no saber qué hacer con su pasado. Porque ni es asumible ni es fuente de futuro. Y entonces toma la decisión de negarlo. Y ahora nos quiere convencer de que no habló con ETA, de que no habló con Batasuna, de que no acercó presos a las cárceles vascas. De que las hemerotecas o las videotecas han urdido una conspiración contra ellos y por eso son contumaces en la demostración de la hipocresía. Aznar no dijo lo que dijo, Zarzalejos no estuvo donde estuvo y con quien estuvo y sólo pasó por Burgos haciendo el camino de Santiago.

La derecha no se entiende con su propio corazón. Pero además prohíbe que otros intenten la búsqueda paciente y dolorosa de una paz que todos necesitamos. A todos nos duelen los muertos, nuestros muertos, todos los muertos. Pero de ellos debemos conseguir que sean semilla de vida y que sus cuerpos destrozados sean la frontera entre los verdugos y los que deseamos caminar con la luz en la solapa. Hacia ellos nuestro agradecimiento y una corona de de mares iluminados. Seguramente que esas víctimas nunca desearon ser un estorbo para la paz. Lo contrario es una invención de Alcaraz, de Rajoy y de un Partido Popular que ha convertido a los muertos en estrado de mitin electoral.

Ser antiterrorista consiste en luchar denodadamente por la paz. Obstaculizarla es una forma sibilina de ejercer el terrorismo. Se exige una definición inequívoca. Estar contra los terroristas y simultáneamente contra la paz encierra una esquizofrenia peligrosa para quien la padece y sus alrededores. Y debemos cuidarnos y exigir escoltas contra esta larvada forma de terrorismo.

Duele tener que ser tan claro. También duele la luz cuando entramos en la claridad de una mañana en primavera.

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