Alguna vez hay que dejar de ser políticamente correcto. Alguna vez hay que esconder las rosas para que nadie las pise. Alguna vez hay que cerrar los ojos para que nadie los muerdas. Alguna vez hay que hacer del corazón un castillo para que nadie te reviente las venas y puedas seguir adelante sin odios pero sabiendo a quién tienes delante.
Cuando escribo este artículo, España es una capilla ardiente. Ahí están todos nuestros muertos dándole calor a Isaías, acostumbrándolo a su nueva postura de eternidad.
Todos los partidos políticos elaboraron un documento de repulsa al terrorismo. Nadie puso condiciones. Nadie invocó más derechos que el derecho al grito, a la pena, al asco. Todos NO. El Partido Popular quiso aprovechar la ocasión para exigir que el Parlamento revocara una autorización dada a un Presidente legítimo para que no se pague un precio político en los contactos con la banda terrorista. ¿Y de dónde saca el PP. que el Parlamento autorizó el pago de un precio político? Y por qué concluye cínicamente que el Gobierno ha pagado un precio político? Tal vez con la subasta de Navarra. Con la independencia tal vez otorgada al País Vasco. Con el indulto a los presos etarras. Con su acercamiento al menos. Tal vez por la agresión infringida a las víctimas.
“La libertad y los derechos de las personas volverán a España”. Lo ha dicho Rajoy, ante el cuerpo acribillado de un trabajador de autopistas. Rajoy libertador, donante gracioso de derechos que el PSOE nos ha cercenado. Rajoy salvador de este Guantánamo en el que estamos hundidos. “El atentado favorece a ETA y a los socialistas”. Así de tajante lo afirmó el blasfemo Losantos desde la santa emisora episcopal. Y desde ese nido de odio que es la COPE, Mayor Oreja, que disfrutó de la placidez de la dictadura franquista, asegura que no se puede juguetear con los terroristas. Empeñar la fuerza de la palabra, arrimar el hombro a la historia con valentía es juguetear para este pordiosero de puestos europeos que no supo conservarlos en su patria.
Y Alcaraz pontifica que se ha matado “ a una víctima maltratada y perseguida por el gobierno” Alcaraz, peregrino de estercoleros, no consigue salir de su propio hedor. Alcaraz, traficante del dolor, se apropia la sangre inocente de Isaías. ¿Quién le ha otorgado el derecho para especular con el dolor de los muertos?
Y Esperanza Aguirre, condenando el terror, pero haciendo responsable de las pistolas a Zapatero. Y Güemes, mister guapo de la sanidad madrileña, gritando por Colón contra el gobierno del brazo del Foro de Ermua.
Le dispararon al pecho. Balas cobardes del miedo a través del parabrisas. Que nadie le dispare a través del féretro. Con una muerte basta. Que alguien se ahorre el tiro de gracia.
Por una vez, políticamente incorrecto. Por una vez con rosas escondidas. Por una vez la pena honda veteada de amargura. ¿Me disculpan?
Cuando escribo este artículo, España es una capilla ardiente. Ahí están todos nuestros muertos dándole calor a Isaías, acostumbrándolo a su nueva postura de eternidad.
Todos los partidos políticos elaboraron un documento de repulsa al terrorismo. Nadie puso condiciones. Nadie invocó más derechos que el derecho al grito, a la pena, al asco. Todos NO. El Partido Popular quiso aprovechar la ocasión para exigir que el Parlamento revocara una autorización dada a un Presidente legítimo para que no se pague un precio político en los contactos con la banda terrorista. ¿Y de dónde saca el PP. que el Parlamento autorizó el pago de un precio político? Y por qué concluye cínicamente que el Gobierno ha pagado un precio político? Tal vez con la subasta de Navarra. Con la independencia tal vez otorgada al País Vasco. Con el indulto a los presos etarras. Con su acercamiento al menos. Tal vez por la agresión infringida a las víctimas.
“La libertad y los derechos de las personas volverán a España”. Lo ha dicho Rajoy, ante el cuerpo acribillado de un trabajador de autopistas. Rajoy libertador, donante gracioso de derechos que el PSOE nos ha cercenado. Rajoy salvador de este Guantánamo en el que estamos hundidos. “El atentado favorece a ETA y a los socialistas”. Así de tajante lo afirmó el blasfemo Losantos desde la santa emisora episcopal. Y desde ese nido de odio que es la COPE, Mayor Oreja, que disfrutó de la placidez de la dictadura franquista, asegura que no se puede juguetear con los terroristas. Empeñar la fuerza de la palabra, arrimar el hombro a la historia con valentía es juguetear para este pordiosero de puestos europeos que no supo conservarlos en su patria.
Y Alcaraz pontifica que se ha matado “ a una víctima maltratada y perseguida por el gobierno” Alcaraz, peregrino de estercoleros, no consigue salir de su propio hedor. Alcaraz, traficante del dolor, se apropia la sangre inocente de Isaías. ¿Quién le ha otorgado el derecho para especular con el dolor de los muertos?
Y Esperanza Aguirre, condenando el terror, pero haciendo responsable de las pistolas a Zapatero. Y Güemes, mister guapo de la sanidad madrileña, gritando por Colón contra el gobierno del brazo del Foro de Ermua.
Le dispararon al pecho. Balas cobardes del miedo a través del parabrisas. Que nadie le dispare a través del féretro. Con una muerte basta. Que alguien se ahorre el tiro de gracia.
Por una vez, políticamente incorrecto. Por una vez con rosas escondidas. Por una vez la pena honda veteada de amargura. ¿Me disculpan?
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