sábado, 24 de noviembre de 2012


LA PROTESIS




A España se le ha roto la cadera. La vejez se quiebra con frecuencia. Europa, los mercados, la prima de riesgo, el Ibex no sé cuántos se dejan llevar por densitometrías que revelan debilidades óseas. Sobre la pantalla iluminada se detecta lo que Europa, los mercados, la prima de riesgo, el ibex no sé cuántos quieren que se detecte. Padecemos lo que interesa que padezcamos. Nos tiran por el barranco y después diagnostican las consecuencias deseadas pero poniendo cara de inocencia. Y pedimos auxilio a los torturadores que farisaicamente nos tienden una garra que aprieta hasta el estrangulamiento con apariencias de ayuda.

España se ha roto muchas veces según las profecías plañideras de algunos. Lo tuvo claro el profeta Aznar con su corte de populares. Se nos caía el País Vasco y Zapatero se cruzaba de brazos. Y le disparaban prietas las filas. Anda el Lehendakari por no sé qué universidad y se dejó atrás al País Vasco untado de pegamento imedio. Fue después el estatut. Rajoy, Esperanza, Pons, Cospedal se arrodillaron por las esquinas a pedir una firma por amor de Dios para que Cataluña no se nos cayera del mapa nacionalista y egocéntrico. Exiliaron la butifarra, el cava, la barretina, a Rovira y Maragall. Y el boicot de un clan irresponsable, sin capacidad de diálogo, Cid campeador de batallas imposibles,  aumentó el ansia de independencia. Responder a la palabra con cañones nunca consiguió derrotar el eco que es más fuerte que las minas antipersonas de Isabel y Fernando.

Andamos envueltos en banderas. Tal vez el frío invernal. Alicia y María Dolores, Rajoy y Margallo. Albiol encestando inmigrantes en pateras de regreso. Pons ausente, excedente de promesas baratas, Rafael Hernando vendiendo permisos de residencia en el mercadillo a ciento sesenta mil euros la papeleta, Gallardón-Rouco-Varela permitiendo que la mujer sea mujer sólo si ha parido. De Guindo con besos de viagra para una Angela con migraña perpetua. Envueltos en banderas erguidas en Colón que bajó Trillo-Jack-embajador con un bombín de segunda mano.

Artur Mas gritando. Mas también tiene frío y se ha metido en su saco de dormir acolchado, de pluma de oca, cremallera de rayas hasta el cuello para aguantar a Pedro Jota escarbando en Suiza, sacando tierra en busca del tesoro, para apedrear al catalán escolar ayudado por Intereconomía y Marhuenda, empujar a Tejero-pistola-con-bigote-carcelario, a Vidal Cuadras entrenando a generales, y a un viejo militar que quiere jugar a la guerra porque todavía lleva balas en la recámara de cuando entonces…

Y mientras todos tratan de unificar y uniformar a España, España está rota con el esfuerzo de Rajoy, Montoro, De guindos, Soraya, Cospedal y Santiago-cierra portones. Millones de niños comen una sola vez al día, se regala la sanidad a novios compradores con un ajuar de lujo tejido año a año con los impuestos de todos, se destruye la educación porque la miopía de Wert la concibe como un aborto deforme, se desahucia diariamente a miles de familias, se abandona a los dependientes que necesitan la fuerza de un cariño que les empuje camino adelante, se crea pobreza para que se hagan ricos los menos, se fabrican millones de parados, se construyen más oficinas del INEM que acoja la angustia del presente, del futuro, del pasado, se privatizan los hospitales, aunque la calle se llene de batas blancas, se hace de la justicia una injusticia aunque el asfalto se vista de togas que gritan, se suprimen ayudas para que muchos se jodan y disfrute la niña Fabra paseando por aeropuertos vírgenes. Y se dice que tenemos que pagar la sanidad para que sea gratuita, y que pagar la justicia para que sea gratuita, y pagar la enseñanza para que sea gratuita. Están convencidos de que la ciudadanía padece un síndrome de estupidez tal que hay que decirle falsedades para que se entretenga y viva la disuasión del gelocatil y del recurso por el despido improcedente.

Hay que evitar que se rompa España. Es preferible romperle las caderas para prohibir el futuro. Nunca se había golpeado tanto el esqueleto del país. No es de extrañar que se nos esté astillando la osamenta. Se acude a prótesis que disimulan la putrefacción y las reformas no son más que vocablos anestesiados en quirófanos inmundos

Fátima Báñez, la Virgen del Rocío y nuestra señora de Cospedal forman el equipo médico habitual. España permanece estable. No se romperá nunca. Se morirá sin más. Y oiremos a las plañideras comiéndose el luto: “Dios mío, qué solos se quedan los muertos”.



miércoles, 21 de noviembre de 2012





CUALQUIER TARDE



 Cualquier tarde
se marchará tu nombre
horizonte abajo.
Cualquier tarde,
el olvido arrastrará la palabra que fuimos,
los labios cercanos
con  besos brillantes.
Cualquier tarde,
la ausencia se llamará libertad,
libertad para siempre.
He vivido colgado de tus ojos
demasiado tiempo.
Necesito cuchillos
que me sajen la carne
hasta que salgas entera.
Cualquier tarde
me sentiré vacío,
sin que me vivas por dentro,
vacío para siempre,
para siempre libre.

domingo, 18 de noviembre de 2012


VOZ APENAS






Tu voz nunca oída.
Trozos  tu voz.
Piel de tu voz.
Vientre tu voz y labios
nunca tocados.
Tu voz, distancia de mí
en mis manos sin ti.
Tu voz sospecha, sospechada,
tu voz espalda,
tu voz abierta
entre los muslos ausentes.
Intocable piel,
líquida luz sin luz.
Apenas tú,
tal vez tú,
nunca tú,
tú siempre.

sábado, 17 de noviembre de 2012



MI  CASITA  DE  PAPEL



Para vosotros, sin vivienda, que pedís el techo de una sombra.

¿Se acuerdan?: qué felices seremos los dos…viviendo en mi casita de papel. Se acabó el ladrillo visto, el cemento oscuro y agresivo, las columnas oxidadas de hierro. Ha triunfado la papiroflexia: escribes un poema, doblas el papel en cuatro, en ocho, en no sé cuántos pliegues y te sale una barquito que dispara versos a las estrellas y palomas que arrullan los claveles y aviones que chorrean jazmines sevillanos. Y con un asesoramiento ministerial de la vivienda construirás una casita de treinta metros cuadrados. Los besos juntos, juntas las caricias y juntas las alegrías.

Derecho a una vivienda digna, dice la Constitución.

La dignidad no se mide por metros, dice la Ministra.

Tiene Vd.  razón. La dignidad no ocupa superficie.  Es vertical como los cipreses, como los tallos de la luz  No me preocupa la dignidad, Ministra. Me preocupan las penas. No hay lugar para ellas en los treinta metros cuadrados. Y no quisiera dejarlas fuera por si el viento, por si la nieve, por si la lluvia. Por si alguien me las roba creyendo que las penas del otro siempre son más leves que las propias. A lo mejor el ladrón  no las riega, no las alimenta, no contempla sus rosas azules. Y Las penas se mueren de pena, de lejanía, de abandono. Las quiero junto a mí, Ministra. Pero no me caben. Pena de hombre solo, olvidado. Con versos desordenados por las esquinas. Con soledades colgadas de perchas como si estuvieran ahorcadas. Con indiferencias sentadas en los taburetes. Con complejos impares, boca arriba en la cama. Con manos sin cintura. Con cuerpo sin cuerpo, con manos palpando vacío solo.

No me caben las penas, Ministra. ¿Y qué hace un hombre sin sus penas? A Usted  quisiera yo verla, acomodando su hermosa estructura, rodeada de órdenes ministeriales, reales decretos, guardaespaldas, tentaciones deshonestas del tres por ciento. Pero sin una pena que llevarse a los labios.

 ¿Lo aguantaría?  Estoy seguro que exigiría a la Ministra de la Vivienda, que se exigiría a sí misma, unos ventanales anchos, unas celosías abiertas de par en par y una terraza sembrada de geranios, claveles y pensamientos morados.

Dignidad aparte, le agradezco los treinta metros cuadrados.  Me voy a echar a andar por los caminos grandes, bajo lunas inmensas, abrazado a mis penas grises, negras, mis penas humanas y humanizantes. Seguro que habrá un olivo de sombra redonda para reposar el cansancio, el inmenso cansancio de ser hombre.




viernes, 16 de noviembre de 2012


CUALQUIER DÍA ES MIERCOLES




Cualquier día es miércoles, pero no siempre es catorce de noviembre.  Hay quien habla de un antes y un después, quien asegura que es una fecha histórica, quien reivindica su recuerdo para siempre. Pero el tiempo es una memoria blanda y dudaremos dentro de poco si fue el catorce, si era miércoles, si el otoño se hizo primavera, o si era víspera irremediable de un invierno.

Pero existió un miércoles, catorce de noviembre de dos mil doce. Los sindicatos, junto a ciento cincuenta organizaciones sociales, habían convocado una huelga a nivel nacional con  manifestaciones en todas las ciudades al caer la tarde porque la vida, como la tarde, se nos estaba cayendo.

Desde su convocatoria hasta su celebración, las tertulias radiofónicas y televisivas, los artículos de opinión, las editoriales, chorrearon teorías sobre su conveniencia, su posible éxito o fracaso, su oportunidad, su negativa aportación a la economía del país. Los empresario reconocían el derecho a la huelga (siempre demócratas ellos, aunque sin vincularse a la democracia ellos, oligarquía más bien la de ellos) pero asegurando que no era buen momento, economía aparte, por la mala imagen que daríamos a los mercados y a los demás países. Los empresarios, vestida el alma de smoking, perfumados y con crema anti age cuidaban la imagen de España ante el extranjero como cuidaban la suya ante la amante que les acompañaba a un congreso importante para gente importante. Los parados por millones, los desahuciados, los viejos-avecrem, los dependientes sin una mano que empuje la vida, los sin cartilla para una diálisis, los jóvenes sin futuro, los estómagos que gritan hambre, los enfermos ingresados en una sanidad-beneficencia, los que no tienen el primer trabajo, los que ya no tienen el último…Todos eso se tapa con el manto de la virgen del Rocío, amiga de Fátima Báñez o se le encarga a Wert que niegue la realidad.

Y muchos tertulianos y articulistas con la pregunta que les secó las neuronas: ¿Sirve una huelga para arreglar la situación?  ¿Si la actual política económica es la única posible, qué van a solucionar los partidarios de una huelga?

Es verdad que una huelga no santifica la economía ni la mediocridad de nuestros gobernantes, ni la inercia de una oposición-hisopo esparciendo agua maldita sobre la bancada contraria. Y a fuerza de esgrimir el argumento de su inutilidad, el gobierno y sus adláteres van creando una conciencia de fracaso anticipado que desvirtúa la fuerza de un pueblo que se pone en marcha, que se sabe depositario del poder, que puede llegar a denunciar el incumplimiento de unas promesas electorales incumplidas, que puede enfrentarse a decisiones contrarias al bien de la sociedad.  ¿Qué soluciones aportan los huelguistas? Es una pregunta lanzada contra la frente de quienes salen a la calle a exigir la devolución de unos derechos usurpados, de una sanidad, de una educación, de una vivienda digna reconocida por la Constitución, de un trabajo como derecho, nunca como regalo, de una ruptura de la reforma laboral que deja el horario, el sueldo, la movilidad, el despido en manos de quien tiene el dinero y dispone de los trabajadores a su antojo como quien  cambia de traje, de perfume o de zapatos.

Aún reconociendo por parte de muchos la postura de un mundo boca abajo, distorsionado como un calidoscopio amargo, continúa la pregunta: ¿Arregla algo una huelga? Y el vaticinio envenenado: nada se consigue, todo seguirá igual. T Tertsch describiendo el día anterior el fracaso de lo que todavía no ha sucedido. Y Francisco Marhuenda, hueco, sin esqueleto interior que le sostenga el cerebro, asegurando que es un fracaso “porque si alguien que hace una cosa fracasa, es un fracasado” Y Marhuenda siguió dando clases en la Universidad a la muchachada mejor preparada de la historia y dirigiendo un periódico que burlonamente se llama LA RAZON.

¿Pero es el papel de una huelga arreglar una situación creada por los grandes bancos, los especuladores, los mercados deshumanizados, por reformas laborales, por privatización de la sanidad, por hacer de la educación un despojo, por dejarlo todo en manos privadas para convertir en negocio los derechos? Nadie, ni los convocantes, ni los participantes, ni los que miran por encima del hombro con desprecio y hasta con sublime antipatía, deben esperar que una huelga sea una solución. El papel de la huelga es exigir soluciones a aquellos que prometieron implantarlas porque repitieron hasta la saciedad que tenían el diagnóstico correcto y las soluciones idóneas para cambiar una sociedad que venía ya herida del pasado. Sabían cómo crear empleo, cómo hacer frente a los mercados, cómo vivir bajando impuestos, como mejorar la sanidad y la educación, cómo cuidar con más esmero de los dependientes, cómo subir las pensiones miserables de muchos, cómo abrazar con cariño a las mujeres maltratadas, cómo mimar a la infancia haciendo compatible el trabajo y el cuidado de la niñez, cómo…Y lo juraron “por mi conciencia y honor…”  La huelga sirve para eso, para exigir el cumplimiento de lo prometido, para que se convierta en realidad lo que nos dijeron que iba a ser  realidad, para que el canje voto por promesa culmine en cumplimiento.

Quien exige soluciones a una huelga es un malintencionado consciente. De ahí el interés de los gobiernos en no reconocer el éxito numérico y argumental, porque les coloca ante su propio fracaso y su propia traición.

Cualquier día es miércoles. Cualquier día es una exigencia. Cualquier día es un éxito.



viernes, 9 de noviembre de 2012


 LA CAMA DE LOS OBISPOS.




No deberíamos identificar matrimonio con cama. El matrimonio es una apuesta del amor contra el tiempo. Hasta que la muerte nos separe, es sentirse dueño de la eternidad, perfilarla como un orfebre e instalarla en el salón de la vida para que adorne la entrega mutua. Pero tampoco se contradice con la ruptura de esa eternidad que puede romperse entre las manos al limpiarle el polvo del tiempo, del día a día, de la rutina de la cotidianeidad.

No identificar matrimonio con cama significa que el proyecto de unidad supera la división de actuaciones y engloba la existencia como un todo en el que hombro a hombro se va construyendo la vida en el tiempo, hasta que la muerte, no necesariamente física sino circunstancial, separe los miembros de la estatua y nos entregue un exvoto de lo que fue.

No identificar matrimonio con cama significa reconocer que el sexo es una plenitud de la convivencia, un goce supremo en el que se incardina el quehacer temporal y circunstancial de la vida. El sexo es la proclamación de lo vivido y de lo que queda por vivir. Pero en modo alguno es el elemento exclusivo ni excluyente de esa tarea asumida mano con mano que es la realización de lo humano como empresa y construcción de sí mismo. La visión del sexo como integrado en la totalidad de la unidad humana nos llevaría a admitir la naturalidad que encierra tanto el amor heterosexual como el homosexual. Cuando el sexo se separa de la totalidad humana y humanizante de la vida se convierte frecuentemente en miopía y estrabismo.

Allá por 2.005, el gobierno de Rodríguez Zapatero reconoció el derecho al amor y en consecuencia la igualdad que para todo tipo de afecto debe ser reconocido por nuestra legislación. Y dentro de la laicicidad de nuestra Constitución la nomenclatura de ese reconocimiento debería univocarse para todos sea cual sea el sexo que lo reclame.

El Partido Popular, de la mano de la Iglesia jerárquica, de sus instituciones más rancias y, digámoslo de una vez, más anticristianas, gritaron su visión matrimonial excluyente contra ese matrimonio homosexual. Todos, Obispos y laicos, se sentían atacados por extrañas razones. ¿Alguien puede demostrar que se destruye el matrimonio hombre-mujer porque se reconozca como matrimonio la unión de dos seres del mismo sexo? Los ataques son gratuitos pero se esgrimen en nombre de un dios, de una verdad absoluta dimanante de una divinidad y de un derecho natural que no se sostiene ni científica ni filosóficamente. Pero la Jerarquía católica y su obediente rebaño siempre han invocado la voluntad divina y la impronta inmutable de la naturaleza para revolverse contra todo aquello que se ha ido admitiendo por simple inercia histórica.
El fin del matrimonio –dice la Iglesia- es la procreación. El ejercicio del sexo no tiene otra finalidad que la de engendrar nuevas criaturas. Practicarlo sin  el propósito explícito de la procreación es pecado y por tanto una acción condenable. Cuando se parte de semejante jibarización sexual, se tiene que excluir la unión homosexual. Por una deformación antropológica, la Iglesia no puede ver la ternura, el estremecimiento, el disfrute del sexo. Recomendado el dolor y el sufrimiento como elementos propiciatorios de un dios sanguinario, es lógico que no reconozca el vértigo del sexo como encuentro, entrega, donación, palabra creadora.
El derecho al matrimonio de los homosexuales es visto por los Obispos, por gran parte de los cristianos e incluso por algunos políticos (piénsese en el ministro del Interior) como un ataque al matrimonio  hombre-mujer.  Reconocen,  "con dolor",  que "las leyes vigentes en España no reconocen ni protegen al matrimonio en su especificidad". "Alzamos nuestra voz convencidos de las consecuencias negativas que se derivan para el bien común" y "en pro del verdadero matrimonio y de su reconocimiento jurídico".
La Iglesia en su conjunto debería tomar conciencia de que vive en una sociedad no confesional y en consecuencia independiente de todo poder religioso y capacitada para promulgar las leyes demandadas por el pueblo sin tener necesariamente en cuenta el derecho canónico. La sociedad civil se rige por una Constitución  no por la jurisdicción de los Obispos. Cristo no es parlamentario.

Cuatro angelitos tiene mi cama…rezan los Obispos cada noche

sábado, 3 de noviembre de 2012


¿QUIEN ME PRESTA UN CAMINO?





Me he sentado a la sombra de un magnolio. Quiero apoyar el cansancio, regarlo con agua fresca y pedir con la mano extendida una mano que sienta como yo. Les confieso que estoy desorientado, en el vacío, suspendido por nada, colgado sobre la nada y sin nada de luz para llevarme a la nada que somos.

Muchos de ustedes ya tienen canas en la sangre y en el alma. Fueron tiempos con hambre, con sopas de algarrobo y castañas, de mondas de patatas, pero sin patatas. Era lujo el avecrem. Dicen que había cartillas para el aceite, el arroz, el pan. Y se ahorraba el aceite, el arroz y el pan para un estraperlo rentable, miserablemente rentable. Pisoteaba entonces un caudillo a la sombra de un palio, de mitras genuflexas, de halagos de generales para salvar las estrellas, los sables, las polainas. Prohibido pensar, hablar, escribir. Que se vayan a Méjico, Argentina, Venezuela los que quieran ser hordas judeomasónicas. Rápido o disparo. Y disparaba. Lo sabe Lorca poeta, de perfil en su Granada de Mulhacén y Veleta, de Cármenes y Alhambras. Reuniones prohibidas porque eran nidos de comunistas ocultos. Prohibido hasta ser Papa Pablo VI porque condenaba fusilamientos al amanecer y tiros de desgracia para siempre. Era España católica y el mundo Belcebú enfrente. Por la gracia de Dios caudillo, porque Dios siempre fue de derechas como Fraga, como López Bravo, como López Rodó divisando Matesas.

Pero los de canas en el alma y condenas en la sangre sabían, por lo menos sabían dónde vivían. Amordazaban la palabra, el pensamiento, las caricia a los pechos hermosos de una hermosa muchacha y duraban sin vivir, sólo duraban porque la vida la habían fusilado un diez y ocho de julio, porque ganada la cruzada y derrotado el ejército enemigo empezaba la plácida existencia de Mayor Oreja, Jaime. Sabían, por lo menos sabían. Agradecían a Franco la nevera, el Seita y una radio que cantaba el cara al sol. Porque todo era dádiva del salvador de la patria asomado a la Plaza de Oriente para aplastar el grito del mundo contra la muerte.

Fue así. Lo cuentan los viejos del pueblo. Cigarrillo colgado entre los labios, con nostalgia de muslos de aquel tiempo, cuando era muy joven la Raquel y guardaba la virginidad hasta el altar. Nunca supo de piel ese viejillo que envidia al chaval de 25 porque lleva un condón en la cartera. No vivieron. Duraron, sólo duraron y les pesa el ayer que nunca será mañana.

Vino la democracia. Brotaron los derechos de las bocas de los muertos. Surgieron hospitales, sanidad universal, pensiones, libertad de expresión, enseñanza gratuita como un derecho al futuro, se pudo amar a quien se quiso amar, ser dependiente era  encontrar una mano amiga. Era un derecho el trabajo, la vivienda, el descanso. Se hizo vivencia el tiempo y amor y libertad. Y podía vivir Lorca, Juan Ramón, Jorge Guillen. Amábamos a Neruda y a Ionesco. Existían Sartre y Camus. Era la resurrección de la vida, sin un dios impuesto nostalgia episcopal aparte. Se podía vivir sin durar. Eran coordenadas distintas, muy distintas. Nos fuimos acostumbrando a ser europeos, ciudadanos de un mundo ancho, destituidas las fronteras, con Pirineos de transparencia y cristal para divisar la vida vivida con otros ojos..

Confieso  haber vivido. Pero grito mi cansancio. Se me está desmoronando la sangre como si se hubieran podrido sus raíces. Seis millones de personas exiliados de su derecho al trabajo. Un millón setecientas mil familias sin ingresos para llevarse un mendrugo a la boca. Cuatrocientos mil niños que pasan hambre diariamente. Quinientas sesenta casas arrancadas por impago y entregadas a los bancos para que hagan negocio con la intemperie de los niños. Viejos con cuatrocientos euros de pensión en la disyuntiva de la sopa o el termalgín, chavalería que se queda sin futuro porque le han puesto puertas de dinero a la universidad, españolitos de cosecha en Francia, españolitos de camareros con suerte en Alemania, españolitos maleta y portátil para Holanda. Enfermos-mercancía de una sanidad negocio. Pensiones recortadas para que nadie viva por encima de sus posibilidades. Obreros sin derechos porque se los ha apropiado el patrón. Y recetas, y hospitales, y dependientes, y mujeres maltratadas. Les han taponado la voz. Antidisturbios primero, después veremos si el ministerio de Fernández permite el grito de protesta. Gallardón repartiendo calidad de mujeres a sólo las mujeres madre. La niña Fabra disfrutando porque se joden los parados…

Me he sentado a la sombra de un magnolio. Quiero apoyar el cansancio, regarlo con agua fresca y pedir con la mano extendida una mano que sienta como yo. Les confieso que estoy desorientado, en el vacío, suspendido por nada, colgado sobre la nada y sin nada de luz para llevarme a la nada que somos.