lunes, 13 de octubre de 2008

SAN CARLOS Y LA COPE

Conocí Vallecas hace años. Cuando Arana, José Luis, Paca Sauquillo y tantos otros estaban empeñados en hacer del chabolerío una resistencia activa al tardofranquismo. Aparecía por allí de vez en cuando Mons. Hiniesta. Y nos reuníamos apoyados en la autoridad del Cardenal Tarancón. Allí estaban los de la brigada político-social y grises, muchos grises. Y el miedo entre las manos, apretando los dientes, sangre tiritando. Porque el miedo es el miedo y los dictadores lo saben.

Hoy han cambiado las cosas. Vallecas es hermosa, como una recién nacida. Y el Pozo del Tío Raimundo, con su Padre Llanos para siempre dentro, y su Díez Alegría, con sus víctimas 11-M entre los pliegues de la carne. Pero hay mucha pobreza refugiada, mucho huido del centro de la plaza que se refugia en los toriles de Vallecas. Y allí están Enrique Castro, Javier Baeza y Pepe Díaz. Han echado raíces madres salvando hijos de la droga, llorando esperanzas que se fueron envenenadas de cocaína, inmigrantes si casa, sin amistad sobre todo, sin cariño sobre todo. Y están formando piña eclesial, eucaristía viva, cuerpo dolorido y resucitado. Ejerciendo Jueves santo y domingo de pascua. Vivos. Con la fuerza que da el amor, la esperanza, la fe como peregrinación claro-oscura hacia la existencia del Otro.

Pero estorban. Por todo eso, estorban. Son una interrogante, una interpelación, un grito. Son conciencia. Y duele su presencia como duele la evidencia de una lepra en la opulencia de una Iglesia de sí misma olvidada, conscientemente huida, prófuga de evangelio y fraternidad. Hay que cerrar la boca, taponar el grito, que no resuene en las almas piadosas de Rouco y Vicarios Generales. Ellos han elegido el derecho canónico frente al amor, los mandamientos de Moisés frente a las Bienaventuranzas. Prefieren las normas encorsetadas al vértigo de la libertad. Los pobres no deben ser sujetos de decisión. Eso sólo corresponde a los ricos en dinero y conocimientos. Y para eso ya está el Cardenal de Madrid. Más idulgencias plenarias y menos manos abrazadas.

La COPE está enfrente. Es lucha eficaz. Contra el laicismo que aleja de no se sabe qué dios minúsculo. Impidiendo investigación, eutanasias como bajadas misericordiosas de la cruz, homosexualidades desviadas de designios de dioses arrepentidos de su propia creación, obstaculizando acogida de musulmanes que pueden acabar con nuestro cristianismo de cruzada santa, contra el papel exacto de la mujer en la historia, contra el valor de lo humano por humano.

La COPE enfrente. Adjudicando el dolor de las víctimas a un Presidente democráticamente elegido. Implicándolo en crímenes abyectos. Chorreándole la cara de sangre inocente. Sembrando odios mañaneros. Pagando a sicarios de la palabra, empujando arengas destructoras, alimentando guerracivilismos fratricidas, manchando inocencias, apedreando esfuerzos de convivencia. Cardenal de Madrid, Deanes, Vicarios guardianes de ortodoxia blasfema. Duchándose al amanecer. Desayunando al amanecer, orando al amanecer. Reconfortados para todo el día con el odio de Losantos, Carlos Dávila, Pedro J. Luis del Pino. Rouco erigiendo Almudenas consagradas, presbiterios mitrados de lujo, custodias que pretenden limitar al Dios inmenso. Rouco satisfecho de COPE instaurada, de profetas del miedo, de voces oscuras de desgracias, de rencores repartidos en tertulias.

Ciérrese San Carlos de vaqueros y panes blanco, amasados de cariño y nostalgia de paraíso. No puede coexistir con el odio apoyado de negras catedrales. Abrase la COPE porque es urgente fusilar a los poetas del amor.







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