martes, 24 de febrero de 2009

DERECHOS HUMANOS Y ECONOMIA

Hillary Clinton, Secretaria de Estado de los EE.UU, ha visitado China para incrementar los intercambios económicos y comerciales de ambos países. Ante la acusación de subordinar los derechos humanos a la economía, su respuesta ha sido clara: “No pueden interferir con la crisis económica global, el cambio climático y la crisis de seguridad”

En España el presidente de la CEOE, Díaz Ferrán, insiste en la necesidad de abaratar el despido, coincidiendo con Fernández Ordoñez, y exige que los expedientes de regulación de empleo sean decididos libremente por las empresas sin necesidad de la supervisión administrativa de los gobiernos.

Uno siente alegría de no ser economista. Pero experimenta y presume de acercarse cada día a la experiencia insondable de la humanidad. Y tiene por ello en el derecho de exigir que lo humano no esté nunca sometido a lo económico. Comprendo (o no comprendo) que los presidentes de bancos hayan hecho del dinero el eje de su vida (alguno cobró en 2.008, en plena crisis, diez y seis millones de euros). Lo que no logro asumir es que esos presidentes hayan hecho negocios millonarios ofreciendo préstamos, hipotecarios o no, y ahora cuando se encuentran con un problema de morosidad exijan el concurso público para sanear sus cuentas estrangulando los créditos que necesitan las pequeñas empresas.

Alfredo Sáez dijo en su momento que había que desmontar el estado de bienestar. ¿Para qué construir residencias de la tercera edad si se ha comprobado sobradamente que los ancianos saben morirse solitos sin que nadie les eche en falta? ¿Por qué abaratar los transportes a los pensionistas si algunos de ellos cobran hasta 250 €? La gratuidad de los museos, los precios económicos de los polideportivos, las bibliotecas públicas, los cursos para analfabetos, los talleres ocupacionales. Alguien debería explicarnos para qué tanto derroche, tanto despilfarro. La sanidad y la seguridad para quien se la pague. Treinta años de hipoteca significan beneficios estupendos para la banca. El hipotecado se morirá de asco, de enfisema, de infarto o de cansancio en la cola del paro. Y la vivienda será subastada por el SEÑOR USURERO que facilitó el dinero. Los pobres son ingenuos. Besan la mano de su benefactor sin percatarse de la trampa en la que se envuelven.

Nos jactamos de vivir en países democráticos donde están garantizados los derechos humanos. Exigimos la abolición de todas las dictaduras. Mostramos nuestra repugnancia por los dirigentes que esclavizan a su ciudadanía. Pero cuando de beneficios económicos se trata, supeditamos esa esclavitud a los beneficios tangibles e inmediatos. “No pueden interferir con la crisis económica mundial” Hay que abaratar el despido e impedir el control de los gobiernos en los ERE porque eso garantiza que los empresarios ganen estatura sobre las espaldas de los trabajadores.

Los pobres tienen que morirse a tiempo para no dilatar innecesariamente el porvenir glorioso de unos cuantos. Algunos son tan miserables que sólo valen para ser ricos.


martes, 17 de febrero de 2009

DIOS GOLPISTA

La derecha siempre ha tenido la tentación de apropiarse de la patria, la bandera, los principios y los valores que deben regir a una sociedad. Es un derecho que le ha concedido un Dios igualmente usurpado. Su complicidad con las decisiones mesiánicas de los dictadores es una constante. Franco, Pinochet, Videla son paradigmas de este mesianismo entreverado de un Dios que justifica los medios con la condición de que el fin consiga la implantación de una Iglesia monopolizadora de la verdad que hace grande a los pueblos y dignifica al hombre como portador de valores eternos.

23 de Febrero de 1.981. Dios empuñó la pistola de Tejero, los fusiles de los golpistas y amenazó a la soberanía de un pueblo para someterlo nuevamente a una dictadura de la que apenas había salido. Aquella mañana, que muchos llevamos archivada en los sótanos del alma, un sacerdote, hijo del Teniente Coronel, acompañó a su padre a la celebración de la Eucaristía. “Momentos de silencio, de oración profunda, de contemplación sincera de un hombre creyente que sabía cuál era su deber. Un hombre de uniforme de rodillas ante el Sagrario y el altar del sacrificio: mi padre. Suponía para mí un ejemplo de gallardía que nadie me hará olvidar. Al salir de la capilla, con una mirada penetrante –y me atrevería a decir que trascendente-, contempló la Bandera Nacional y, con voz serena, tranquila y gallarda, me dijo: ‘Hijo, por Dios y por Ella hago lo que tengo que hacer”, relata.

En ese tránsito místico, el juan de la cruz acharolado, interioriza la decisión de un dios golpista, asume la responsabilidad de subvertir el orden constitucional y decide someter a todo un pueblo a la ignominia de la bota militar. “Hijo, por Dios y por ella (la bandera) hago lo que tengo que hacer” Y retumbó por los montes la voz serena, tranquila y gallarda, según relata el sacerdote vicario de un dios golpista con tricornios en el alma.

“Mi padre es un hombre de honor, fiel a sus principios religiosos y patrióticos, coherente y sincero.” ¿De qué evangelio nacen unos principios que llevan a pisotear la libertad de la ciudadanía? ¿Qué Cristo puede impulsar la amputación de los derechos más elementales y atribuir a los fusiles el criterio vivencial de un pueblo? Resulta blasfemo en boca de un sacerdote, y de cualquiera, esta apología de un terrorismo que España había soportado durante cuarenta años. Porque terrorista fue la actitud de ese hombre “sereno, sencillo, no violento ni agresivo”

Ramón Tejero Díez hace bien en querer con locura a su padre. Pero su defensa es un vómito sobre la democracia ganada a pulso, fusilando el esfuerzo que significa construir una esperanza temblorosa, una utopía de horizontes conquistados. La apología del terrorismo no pertenece a la libertad de expresión, como él reivindica. Debe estar esposada y de rodillas para siempre.

El silencio, Ramón, es un placita íntima donde el amor se hace grande, elegante y redentor.



jueves, 12 de febrero de 2009

YO NO ESTUVE EN LA BODA

Ana Botella, esposa medio ambiental del Ayuntamiento de Madrid, peregrina decidida hacia la alcaldía mayor del Reino, ha pedido enérgicamente a Mariano Rajoy que defienda con fuerza el pasado de su partido. Dicho de otra forma, que no se marginen, no se reniegue o se ignoren los años de gobierno de José María Aznar.

Esta petición conyugal es comprensible porque la cúpula actual de PP. pone sumo empeño en resaltar que a partir de 2.004 se desvinculó de las empresas que ahora están presuntamente implicadas en nubes borrascosas. Aún sin tener en cuenta que la decisión de distanciamiento no afectó a ciertas comunidades gobernadas por el Partido Popular, es palpable que durante la etapa de presidencia de José María Aznar sí fueron las encargadas de organizar actos de suma relevancia. Entre ellos la boda imperial de Ana Aznar en los feudos de Felipe II. ¿Qué se detectó en 2.004 para excluir a esas empresas si en los años anteriores había funcionado con total honestidad?

Yo no estuve en la boda. No sé si por olvido de Felipe II o de Aznar emperador. Pero contrastando con la piedra del monasterio escurialense podemos todavía revivir las imágenes de los trajes de etiqueta varoniles, los vestidos elegantes de las señoras, los relojes suizos o la gomina hortera de algunos asistentes.

Los testigos firmantes suelen ser amigos que comparten sensibilidad espiritual o económica, socios de trabajo o capital, afinidades lúdicas o recuerdos de infancia. Y entre ellos, mont blanc de oro en mano, estaban los que hoy son interrogados por un Magistrado de la Audiencia Nacional. ¿Son impuros a partir de 2.004 pero no antes? ¿Estaban ya estercolados cuando degustaron el caviar o les sentó tan mal la langosta que tuvo que intervenir el Samur para evitar contagios peligrosos? ¿Los auxilió solícito el padre de la novia, como presidente de estómagos revueltos, o los dejó que la ambulancia los aislara en las afueras del imperio? Mariano los exilió. ¿Camps, Aguirre, Taófila también? ¿U optaron, almas misericordiosas, por vendar las heridas con contratos que aliviaran su infección interior e interiorizada?

“No es una trama del PP. Es una trama contra el Partido Popular” dijo Rajoy flanqueado, como Richelieu, por sus poderes. ¿Contra el Partido Popular actual que limita con 2.004 o contra el anterior? ¿Cuando a partir de esa fecha Rajoy apostató de ciertas organizaciones, estaba condenando las relaciones precedentes? ¿Por qué no se explicitaron en ese momento las causas de esa ruptura? ¿Por qué la necesidad de ponerlas de relieve ahora, con varios años de retraso? Se lo preguntó un periodista y el jefe de la oposición (lo de líder está por demostrar) y éste respondió que no se había observado materia delictiva. ¿Por qué entonces se privó a esos fieles servidores de Aznar de un futuro prometedor para sus empresas? Cuántas preguntas.

Yo no estuve en la boda. Sólo visito el Escorial para contemplar cómo el pasado puede convertirse en historia.

martes, 10 de febrero de 2009

ELUANA

Sin más apellidos que su muerte, que su dolor-hijo diecisiete años parido, que su alma vegetal como un helecho nevado. Se fue yendo despacio, apoyado el silencio en sus ojos dormidos. Lentamente muriendo, como se muere un amor original, el beso adolescente, el primer trago de vino y carne. Sin ruido, como la luz, la sonrisa o el roce del viento.

Gritaba Berlusconi desde su macabra y vergonzosa conciencia. Conciencia de implante y silicona, sucia, saldo de mercadillo todo a cien. Conciencia manoseada, prostituida, de segunda, tercera mano. Acostumbrada a estrechar manos que firman sentencias de muerte, que declaran guerras preventivas, que hace de la inmigración hambrienta una delincuencia. Berlusconi sufriendo por la muerte de Eluana. Berlusconi obcecado en salvar esa vida, olvidando complicidades sanguinarias, exiliándose de la propia corrupción, de la cárcel, de la justicia, para ejercer de hombre bueno, santo, inmaculado, junto a Benedicto de blanco, zapatos-lujo-elegante. Benedicto, empujando las puertas de la muerte de Eluana porque espera un milagro. El Papa no cree en la ciencia, no cree en el hombre. Tiene fe en lo imposible. El Vaticano es el mundo-ajeno-al-mundo, residencia hipócrita y farisea. Benedicto-Berlusconi apelando a un dios caricatura, gozando con el sufrimiento humano, artista del dolor, dibujante de miserias, vendedor de tragedias listas para consumir por estómagos resignados. Exigiendo justicia para la mano asesina. Que Dios la perdone, imploraba el Papa. Sin clemencia para Eluana, porque su deber era sufrir, sólo sufrir, adornando la existencia de los que tienen escocido el corazón. “Eluana no ha muerto, ha sido asesinada” Lo dijo un senador italiano. Pudo más esa muerte crecida en el costado que la conciencia redentora de Berlusconi, de Benedicto, del senador blasfemo.

Querían forzar la alimentación de esa niña muerta hace diecisiete años. Gritaban a favor de la vida, ellos, acostumbrados a sillas eléctricas, a inyecciones letales, a bombas de racimo. Les resultaba cruel dejarla morir de hambre. Preferían que muriera de pena, de asco, de abandono, pero con el estómago lleno.
Cada siete segundos muere un niño de hambre. El sida acuchilla a millones de seres. A las mujeres las matan los que un día les colgaron un beso en los ojos. Las guerras son un factor de desarrollo. El petróleo corre por la piel de los países consumistas a costa de que a los pobres sólo les chorree sangre. Las venas de los pobres están vacías. Son conductos huecos. De los pechos de las mujeres africanas sólo mana la nada. Una nada envenenada que mata la cría de ojos grandes y estómagos planetarios.
Desconectamos a tres cuartas partes de la humanidad del tubo de la alimentación porque si ellos comieran a lo mejor peligraban la riqueza, los monopolios, la avaricia insaciable de unos cuantos. A nadie le importa el pobre sin derecho al pan bueno de la vida.
Para algunos Eluana era sólo un expediente político-religioso que cuestionaba el enfrentamiento del hombre consigo mismo.
Adiós, Eluana. Saluda al viento de parte de todos los que queremos morir, pronto tal vez, con la dignidad vertical de los cipreses.

sábado, 7 de febrero de 2009

BERTONE-PRINCIPE

Discusión política en televisión. Un participante mostraba su asombro por el despliegue diplomático entorno a la visita del Cardenal Bertone, número dos del Estado Vaticano. “Hay que tener en cuenta –argumentaba otro tertuliano- que se trata de un Príncipe de la Iglesia”

Tenía razón. De un príncipe se trataba. Esa es la realidad escalofriante. La Iglesia tiene su Jefe de estado. Pedro el pescador, prójimo de olas azules, se ha convertido en Papa-Rey. Y los apóstoles, domadores de dudas, destinados al servicio de sus hermanos, forman hoy la corte de Cardenales-Príncipes, una casta superior diseminada por el mundo. Entre ellos está el heredero de esa jefatura suprema. Es la estructura-cúspide de una Iglesia que se dice heredera de Jesús de Nazaret, humilde hijo de María y José, de cuyas enseñanzas se autoproclama dispensadora única, en posesión monopolística de la verdad, fuera de la cual no hay salvación.

Durante la visita del Cardenal Bertone, el gobierno socialista de un país aconfesional hizo de España “un gigantesco botafumeiro” según la feliz expresión de Iñaki Gabilondo. Terminados los contactos oficiales, impartió una conferencia sobre derechos humanos. Recuerda Coral Bravo que resulta chocante que eligiera este tema el alto representante del único estado que no firmó hace sesenta años la proclamación de esos derechos humanos en la ONU. Pues bien, el Príncipe de la Iglesia se permitió reprochar al Parlamento español la legislación sobre el matrimonio homosexual, el estudio de una muerte digna, la ley del aborto y la educación para la ciudadanía.

La Iglesia no se conforma con la aportación económica a sus arcas insaciables, con la concesión de prebendas impensables para otras confesiones religiosas, con un concordato tachado por muchos de anticonstitucional que tiene su origen en el concubinato mantenido durante cuarenta años con un régimen dictatorial, sanguinario y opresor. Exige en plena democracia mantener unos privilegios de exclusividad, imponer unos criterios de conducta moral, dominar las conciencias como hizo en un período de nuestra historia felizmente superado. La Jerarquía debería saber que en el Valle de los Caídos no sólo se enterró el cuerpo de un dictador, sino también el poder que bajo su execrable mandato ejerció la Iglesia. Los españoles respetamos hoy la opción religiosa que cada cual elija. Pero exigimos –ya que no tuvimos esa oportunidad en el pasado- que la Iglesia respete a los españoles, a todos los españoles, y sus concepciones diversas.

Nos hemos dado nuestras leyes. Hemos roturado caminos de libertad, hemos hecho de la esperanza la meta hermosamente inalcanzable de la utopía. Somos buscadores, nunca propietarios, de una verdad cada día trabajada

Vamos hacia Jerusalén a lomos de un Platero “pequeño, peludo, suave, tan de algodón que se diría que no lleva huesos” Si el Príncipe Bertone no ama a Platero, se lo cambiamos por un Mercedes negro, metálico y blindado.