martes, 28 de septiembre de 2010

BLANCA Y RADIANTE

No llego a tiempo. 29 de setiembre, huelga. Escribo el 28. No importa. Las citas con el amor no siempre son en punto. Desde hace unos días los dirigentes sindicales han mostrado la necesidad de una huelga general que demostrara que la ciudadanía no está de acuerdo con las reformas económicas y laborales que últimamente ha tomado el gobierno. Toxo, Méndez y Rouco Varela son concientes de que el paro, el retraso en la edad de jubilación, el abaratamiento del despido y la casi libertad de hacerlo a antojo del empresario que presiente un decaimiento de su empresa, afianza a los jóvenes en el desempleo, atasca el futuro de los “viejos” despedidos a los cincuenta años y favorece que los trabajadores con una antigüedad laboral sean relevados por contratos de bajos salarios.

Toxo y Méndez son viejos conocidos. Rouco también. Pero hay una diferencia notable. Estos sindicalistas dan la cara corriendo el peligro de que se la partan. Rouco es más prudente. Asegura no tener conocimiento de la llamada que ha realizado el Consejo de Laicos de la diócesis de Madrid impulsando la movilización contra el gobierno. El estaba en maitines, pidiendo a Dios por la salvación de las almas, porque lo humano como unidad de existencia no le preocupa, intercediendo por la purificación de los homosexuales, implorando misericordia para los abortistas, mendigando mayores subvenciones para el próximo viaje papal, suplicando más aportaciones del estado para el sostenimiento de tantos báculos y anillos pastorales. Los laicos. Han sido los laicos. Muchos católicos "se preguntan qué hacer, les gustaría participar pero no saben cómo hacerlo, para no sentirse manipulados", afirma el organismo del Arzobispado de Madrid. Es admirable que estos laicos (bendita sea tu pureza y eternamente lo sea) sean tan inocentes que no saben cómo poyar una protesta en pro de los trabajadores. Saben cómo protestar contra Bibiana ministra porque encumbra a la mujer y le reconoce el derecho a decidir sobre su cuerpo. Saben cómo increpar a Zapatero por permitir la felicidad de amar a quien se quiera amar. Saben alzar la voz para gritar que la muerte digna va contra un calvario sin eutanasia, contra la investigación con células madre para dignificar la existencia o mitigar el dolor, saben legitimar el sufrimiento de los toros frente al aborto. Pero (bendita sea tu pureza y eternamente lo sea) ignoran cómo participar en la defensa del obrero. Y por supuesto no quieren ser manipulados. Ellos, demócratas en sus estructuras eclesiales, corresponsables en las elecciones de sus jerarcas, acostumbrados a la horizontalidad democrática de sus opiniones, no permitirán ser manipulados.

"Es el momento de implicarnos en política: momento de la preocupación y de la responsabilidad por los demás. Nuestro compromiso asociativo, sindical y político es más urgente que nunca", afirma el Consejo de Laicos. Se pretende conseguir una "regeneración democrática", para que "la exigencia de rendir cuentas al pueblo por una representatividad que hemos dado y han perdido, sea permanente y no sólo cada cuatro años, sin compromiso alguno", Por lo visto es el Consejo de Laicos de Madrid quien otorga en exclusiva la representatividad democrática a un gobierno surgido de las urnas. La Jerarquía está acostumbrada a bendecir a salvadores como Videla, Pinochet, Franco, y por inercia se creen en la potestad de aprobar o demonizar a los elegidos por voluntad ciudadana.

En el fondo se sienten superiores, incapaces de encarnarse en el pueblo, de ser prójimos de viaje, habitantes de la misma tienda plantada por el Jesús del evangelio. Necesitan distinguirse, ser casta pura e inmaculada La solución está clara: “llevar el día 29 algún elemento distintivo de color blanco, para que libres de presiones externas, podamos expresar visualmente a todos los demás nuestra protesta pacífica en cualquier lugar en que nos encontremos y sintamos la cercanía de todos los que, como nosotros, lleven un distintivo blanco".

Toxo, Méndez. Rouco, ángeles sindicalistas. Huelga blanca y radiante.

sábado, 25 de septiembre de 2010

¿SABES QUIEN VIENE A CENAR…?

Tengo la impresión de que a los bajitos se nos perdonan mejor las lágrimas que a los altos. Pequeñez y fragilidad parecen la misma cosa. Pons es uno, grande y libre. Sobre todo grande. Flanqueado por las columnas del “non plus ultra” resulta impactante. Milita (qué palabrota tan beligerante) en el PP. entiéndase Partido Popular, Partido de los Parados, Partido de los Pobres, Partido de los Pensionistas. Se despliega con la hermosura de un ramo de luz e ilumina hasta los adentros las capas más diversas de la sociedad.

Pons es una oenegé al completo. Como el Padre Angel (siempre que lo veo en TV me entran ganas de regalarle una corbata). Y vela por los pobres, aunque los pobres sean, como ha dicho Ana Botella, los causantes de la suciedad que tiene Madrid. El otro día Pons se acordó de los viejos con derecho a voto. “Un español, y él sabe mucho de españolidad, nunca dejaría sin cenar al abuelo. Pero Zapatero, sí”. Y uno, tan español como Pons, aunque más pequeñito, intuye la mirada hambrienta del abuelo. A lo mejor “fue picador, allá en la mina” como el de Víctor Manuel. Fue tal vez a la vendimia de Francia, soñando en barracones, Manolo Escobar de fondo. O se tragó las lágrimas, maleta de cartón, boina de negro infinito, camino de Alemania desde Atocha. Quedaba atrás la cartilla de racionamiento, una mujer con la vida apoyada en la cadera y una silla de eneas para tomar el fresco en las noches agobiantes. Ausencia de jergón de borra, pero honrada, siempre honrada, bordando embozos de sueños como una Mariana Pineda republicana y entera.

Tal vez el abuelo no tiene historia. Sólo pasado. Y le escuece saberse sin futuro, sólo porvenir. Pasa las horas matando el tiempo. ¿Para qué quiere tiempo el abuelo? Café con leche y galletas. Cocido repetido y repetido, “pringá”, telediario. Viejo camino de la noche. Arrastrando artritis, silicosis oscuras de la mina, disnea y ventolín de consuelo, pero nada. Sigue la asfixia y el aire racionado como cuando el azúcar moreno. Ya está la noche. La noche como siempre. Noche de antiguos barracones en Suiza y Alemania. Con el colchón vacío de parienta que no aguantó la tisis de los años del hambre y se fue despacito para no asustar los nietos.

Un español nunca dejaría sin cenar al abuelo. Pero Zapatero, sí. Lo dice Pons y Arenas y esa emperatriz de Lavapiés que se llama Esperanza. Zapatero es el gran frigorífico nacional. Congela funcionarios, proyectos ministeriales, cheques-bebé y hasta el avecrém caliente del abuelo. Pero D. Esteban tiene el alma una grande y libre. Grande sobre todo. Desde el Partido de los pensionista denuncia. Se puede expulsar a los rumanos de Badalona. Ya ha encargado a Alicia. Se pueden boicotear los productos catalanes por culpa del estatut. Se debe arrasar a los sindicatos, a los liberados sobre todo, por abuchear la privatización de la sanidad cuando Güemes era Güemes y Aguirre presidenta. Se puede apoyar a Camps, a Fabra, a Ripoll. Se puede desterrar a Garzón, a la policía, a los jueces. Hay que acabar con el estado de terror implantado por Rubalcaba. Se debe acabar con muchas cosas.

Pero el PP, partido de los pobres, de los parados, de los pensionistas no puede permitir que el abuelo se quede sin cena. Y si Zapatero lo ha conseguido hay que terminar con él. Váyase, Señor González. Lo dijo por inercia y como homenaje a Miguel Angel Rodríguez. Váyase, señor ZP que viene MR12.

Llegó D. Esteban a su dacha, que diría Umbral. Besó a su esposa y le preguntó: ¿Sabes quién viene a cenar esta noche? ¿Un negro, un marroquí, un rumano?, preguntó ella. No, mujer, no. A esos los estamos expulsando a chorros. Viene un abuelo.





miércoles, 22 de septiembre de 2010

EL BIKINI OS HARA LIBRES

Playas puro pudor. Olas vestidas de negro. Espumas recatadas para no excitar al viento. Algunos ya ni se acuerdan. Cuando los españoles teníamos una sexualidad secreta, escondida siempre, subversiva como la palabra libertad. Mujeres de burka oscuro para tapar el alma y manto de seda ancho para ocultar las curvas que iban camino de la vida.

Soñábamos los hombres con amoríos turistas. Presumíamos de enamorar suecas en el bar, esquina de la Giralda arriba, por Placentines estrecha de una Sevilla con sombrero de ala ancha. Y en las playas, ellas, rubias, blancas y rubias. Cuerpo al sol con el bikini abreviado. Pecado casi desnudo. Guardia civil vigilando por la decencia española, sección femenina Pilar Primo de Rivera. Decencia encuadernada por generalísimos condescendientes con ejecuciones al alba. Catecismo Ripalda de Casimiro Morcillo, Guerra Campos, Pío XII, cuidadores de rediles de almas “descorporeizadas”

Vislumbrábamos que otra vida era posible. Que aquellas esculturas de bañadores escuetos revelaban posturas de libertad ante nuestra vida oscura, triste y plomiza, impuesta a golpe de sable, de lutos y crespones, de palabra gaseada, de estómagos vacíos y oquedades en el alma.

Fraga descubrió el turismo y lo convirtió en dinero. Empujó los Pirineos y entró frescura europea. Vinieron alemanes, Ingleses, franceses. Pero para aquel español circular, cerrado sobre sí mismo, todos eran “suecas” soñadas, inalcanzables, idealizadas, D. Manuel nunca pensó que el sol era cómplice de una lucha necesaria, exigida, subterránea para no ser aniquilada. “Veremos una tierra que pone libertad” Lo cantaba Labordeta, ese Machado de posguerra que se ha ido hacia la inmensidad de su muerte por el ancho camino de una voz comprometida.

España fue girando, inyectándose Europa, rehaciéndose. Tiraba sus fronteras, ampliaba horizontes y el corazón soñaba caderas de libertad. Existían Sartre, Marcel, Camus. No todo eran hordas judeomasónicas. Había pensadores, poetas, novelistas. Allá por el 75 España se hizo eclosión. Chirriaron las bisagras, pero se abrieron las puertas. Fue posible el PCE, Carrillo, Pasionaria, Alberti, Felipe, Tarradellas. Curamos la hemiplejia que nos paralizaba. Izquierda de frente alta, creadora. De par en par España. Entrándonos el mundo.

Han pasado pocos o muchos años. Depende. Y ahora es Europa la que gira. Hacia una derecha extrema y peligrosa. Reduciendo espacios vitales, restringiendo derechos. Francia con actitudes xenófobas evidentes. Alemania silenciosa, pero presente. Portugal, Grecia y España caminan hacia Génova, 13. Holanda, Austria, Italia. Wilders, Haider, Berlusconi. Es aplastante esa ultraderecha estadounidense.

Faltaba Suecia. Jimmie Akesson tiene como referente a Hitler. “Democracia sueca” es su partido y suena a blasfemia pura cuando hace de los musulmanes la mayor amenaza extrajera, cuando reclama endogámicamente un bienestar sólo para suecos. La derecha excluyente se va imponiendo a gran velocidad. ¿Podrá Europa ser Europa una vez atacada por este ictus asumido como salvación de todos los males?

Uno siente escalofríos. Como españoles, hemos sufrido demasiado tiempo la paz de los cementerios, el silencio asfixiante, la paralización de la palabra, el ahorcamiento de la libertad. Los muertos están ahí. Gritando, exigiendo. Muertos con miedo a la inutilidad de sus muertes. Costó mucho la anchura en que vivimos. Suenan a deportaciones las deportaciones, a campos de concentración los trigales, a exilio, destierro, vidas sin una patria que llevarse a los labios.

Uno siente escalofríos. Ni siquiera nos quedan bikinis para excitar los sueños de una esperanza esperanzada.



domingo, 19 de septiembre de 2010

JOSE ANTONIO LABORDETA

Labordeta se va del Parlamento. Decidido a cuidar amaneceres. A pasear caminos del brazo de la luna. Ya sembraba esperanzas cuando la esperanza estaba prohibida y construía utopías cuando la utopía era fusilada. Labordeta sabía del futuro cuando el futuro era un túnel cerrado sobre sí mismo. “Habrá un día en que todos al levantar la vista, veremos una tierra que ponga libertad.”

José Antonio es un viejo compañero de camino. Machado de posguerra, con penas calientes y estómagos vacíos. Traje los domingos y alpargatas de lunes hasta siempre. Le cabía, nos cabía, todo el país en la mochila, porque alguien empequeñecía España y la reducía a la medida de su pisada, de su bota capaz de aplastar las rosas de todos los caminos. Compañero de alegrías diminutas, de lutos interiores, de corazones perdidos en las cunetas y en las tapias blancas de los cementerios.

Se va del parlamento. La edad, dice, Los surcos de una vida entregada a la palabra, digo. El cansancio blanqueando las venas del alma, la ilusión de los nietos columpiados en la rosaleda grande de la libertad soñada. Justifico a José Antonio, machado de posguerra.

Ahora es columnista, compañero de palabra virtual, creadora de conciencia, constructora de otro futuro porque el futuro no está nunca conseguido, porque siempre es utopía, verdad prematura. Y hay que lucharlo para luego suplantarlo como provisionalidad gozosa pero efímera. El hombre siempre es mañana, nunca hoy definitivo.

Labordeta, compañero de entonces. Compañero ahora desde las páginas hermosas de un periódico cuajado de esperanza, florecido de libertad, de quehacer diario, libre de pistolas negras, de correajes negros, de charoles perseguidores de Torres Heredia, hijo y nieto de Camborio, de estrellas de ocho puntas estrelladas contra la opacidad.

Voz rural y libertaria, fundadora de promesas entonces, de realidades caminantes ahora hacia el después definitivo del gesto supremo, de la suprema elegancia de uno mismo, hasta que la muerte nos una definitivamente en el amor absoluto. Compañero ayer. Hoy compañero. Hacedor humilde de palabra que desatasca la historia de trombos moribundos y construye caminos para el hombre hermano, para los nietos de todos, con la mochila llena de país y de nostalgia cuando la voz era rural y libertaria. Labordeta, compañero. Machado de posguerra.


sábado, 18 de septiembre de 2010

EL ROJO TAMBIEN DESTIÑE

Pusimos de rojo el alma, la piel y hasta el aliento. El agua de los ríos. Los montes de Edurne-mujer-de-altura. Magnolias, jazmines, azucenas, novias blancas de claveles preñadas de amapolas. Hasta la sangre monárquica, sospechosamente azul, fluyó con un rojerío republicano de futuro. Hace poco, muy poco. Campeones del mundo. Un derroche de pueblos adoptando hijos, besando los besos de Iker-Sara para una cosecha de alegría. Almudenas, Macarenas, Morenetas, vírgenes que colocaron el balón en los pies de Iniesta. Copa enarbolada ante un mundo arrodillado. España olvidada de crisis sistémicas, sustituyendo el PIB por el producto interior de la esperanza, INEM anulando el paro de cuatro millones de hambres. Zapatero-rojo abrazado por Jefes de Estado rojos. Rojos Obama, Berlusconi, Merkel. España roja. Tan roja que despertó las sospechas de las gaviotas blancas. Rojigualda, mejor. Sabe menos a Pasionaria, a Carrillo, a Llamazares.

Sarkozy expulsando gitanos por gitanos. Le sobran churumbeles en la grupa morena de las madre. Los pobres se mezclan mejor con otros pobres. Y si delinquen, y si matan y si roban, todo queda en ambientes de miseria. Se percibe menos cuando la víctima está hundida en la pobreza. El Estado soy yo, se dijo. Europa soy yo, dice este salva mundos actual. Pero Europa se revuelve y pone por delante su apertura fundacional. Cuando los comerciantes europeos convierten en clientes a Rumanía y Bulgaria, tienen que aceptarlos en su totalidad. Nadie puede explotar el derecho de admisión. Nadie puede excluir a los pobres de Alemania, de Italia, de España, que también los tienen. Parece mentira, pero los tienen. Y son nuestros, hechos por nosotros. Está el chabolerío creciendo a las afueras de toda ciudad importante, de todo destino turístico. Los pobres están siempre como conciencia viva de la injusticia, de la avaricia, de los valores del occidente cristiano. Los pobres son el grito contra la anestesia brillante de palacios y avenidas, de residuos tóxicos engendrados por el bienestar y el lujo. Sarkozy deportando. Olvidado de sus orígenes. Es Presidente de Francia porque a sus padres no los expulsó la fraternidad de su país. EE.UU tiene un Presidente negro porque América no cerró sus puertas a la inmigración africana. La historia de los países se resume (y España no lo puede olvidar) en haber sido dominada y en haber sido dominante. Los aviones franceses del destierro tal vez, sólo tal vez, no sean trenes llenos de judíos. Pero son el vómito de los ricos que no soportan la pobreza atravesada en la garganta

La Comisión Europea se enfrentó en la más absoluta soledad a Sarkozy Por eso, como señala El País en su editorial del día 16, resultó sonrojante el “apoyo que la mayoría de líderes de la UE reunidos en el Consejo Europeo, que optaron por un diplomático pragmatismo de bajo vuelo” Y a ese pragmatismo se unió también vergonzosamente Zapatero. Como resalta Enric Sopena en su articulo de El Plural del día 18, “daba la impresión de que el presidente español cerraba filas con otros líderes europeos, en su mayoría conservadores, para proteger a Sarkozy y sus acciones de castigo contra los gitanos. Algo similar se vivió no hace demasiado en Italia –en la Italia de Berlusconi, claro– y también en esa coyuntura Zapatero optó por mirar hacia otro lado o tocar, digamos, violines”

Antonio Pérez Tapias, diputado socialista, tacha de "penosas" las "alabanzas unánimes" de los líderes europeos al "cinismo" de Sarkozy. Y esta postura coincide con las expresadas por Juventudes Socialistas. Zapatero debe pensar. Y debe pensar el Partido Popular con Alicia en vanguardia, rociando gasolina, sembrando fuego imprevisible en Cataluña. El PP no sólo respalda a Sarkozy, sino que le pide ayuda para su propia campaña xenófoba. Calentar votos sobre las ruinas de la pobreza es beberse a chorros la miseria.

Con qué rapidez se transita del rojo glorioso al sonrojo vergonzante.

sábado, 11 de septiembre de 2010

ZAPATERO CULPABLE

La democracia es el quehacer responsable de cada ciudadano. Votar democráticamente no es delegar en nadie la tarea constructora que a cada cual corresponde. Ser demócrata consiste en sentirse concernido en la hechura de un mundo mejor, más humano y más justo. Los dictadores salvapatrias usurpan a la ciudadanía esta hermosa responsabilidad porque juzgan a la sociedad siempre inmadura, incapaz de pensar, en permanente pubertad. Y ellos, por el contrario, como depositarios de una capacidad devenida de extraños dioses, son los únicos capacitados para saber lo que le conviene a la historia en cada momento.

Cada votante desea que su elegido ejerza el servicio público del poder. Quien obtiene una mayoría por caminos legales establecidos es investido de esa tarea noble donde las haya. Pero el que aspiró a la cúspide y no la consiguió no queda exento de la responsabilidad de colaborar en la construcción del país. La oposición está constituida por el hecho de no haber logrado una mayoría de representación parlamentaria. Pero no queda relevada de la responsabilidad de coadyuvar en el acontecer diario. Una oposición que ejerciera como tal por sistema, situada por una postura patógena en la negación de todo lo emprendido por quien ha sido elegido para ejercer el poder, no es una oposición democrática. Es más bien una obstrucción al desarrollo equilibrado de un proyecto que entre todos tiene que consolidarse.

Se oye con frecuencia a los analistas, que son capaces de opinar “con autoritas” lo mismo sobre la reforma laboral que sobre la etiología de una leucoplasia laríngea, que es el gobierno el que debe gobernar (tautología no estrictamente democrática), mientras a la oposición le corresponde, por su propia naturaleza, el papel de oponerse (otra tautología no exactamente acertada). Estas simplistas afirmaciones abdican de la responsabilidad que a todos nos concierne y llevan al extremo de que la oposición se oponga a los propios enunciados cuando éstos son expresados por el gobierno. Lo hemos visto recientemente con ocasión del estatut. Lo aprobado por el Partido Popular para otras comunidades es rechazado cuando de Cataluña se trata.

El mundo siempre tiene problemas abiertos y pendientes de solución. También España. Y en cada momento concreto nos urge la solución de esos problemas porque vivimos con ellos cargados la espalda y nos afectan a nuestra cotidianeidad. Pero nadie es el único culpable ni nadie en exclusiva tiene la obligación absoluta y excluyente de encontrar soluciones.

Es verdad que el gobierno actual, con Zapatero a la cabeza, es responsable de la negación sistemática de una crisis no intuida como amenaza, no asumida en su debido momento y hasta mal gestionada en su desarrollo. ¿Pero es el Presidente el único culpable?

¿Cuánta parte de culpa corresponde al delito bancario, a sus estafadores globalizados, a su egoísmo desmedido, a un ansia de beneficios insaciable? ¿Cuánta responsabilidad hay que atribuir a la exigencia extralimitada de libertad de mercado que asegura su propia regulación y su propio control? ¿Dónde se ha hecho patente esa regulación y ese control? Las mafias elegantes de gemelos, corbata y alfombra, ¿no siguen siendo respetables señores? ¿No se ha beatificado la usura de los prestamistas, convirtiéndola ahora en lúcida visión de negocios y en honorables caballeros a sus gestores?

Podríamos seguir descubriendo múltiples causas de nuestro desequilibrado momento actual. Sólo resalto algunas evidencias. Hay muchos culpables. Zapatero tal vez el primero. Pero también la oposición destructiva, orgullosa entre ruinas, fabricándose alfombras rojas para una entrada que nunca será, si llega a ser, triunfal.

Zapatero-Presidente, culpable. Rajoy-oposición, culpable. Yo-ciudadano, también.



miércoles, 8 de septiembre de 2010

ALICIA PENSANTE

Alicia Piensa. El pensamiento-verdad nace del hondón del misterio que somos. O surge de la entraña más oscura que el hombre también tiene. Entonces no es pensamiento, sino hemorragia interna. En todo caso, la expresión verbal de la interioridad refleja los cimientos en los que cada ser humano se afianza.

El pensamiento debe ser la aportación de cada cual al bien común. Entrega humilde, fraternal, creadora. Te doy lo mejor de mí para aupar lo mejor de ti y así encumbrarte hacia la plenitud de tu propia humanidad. El pensamiento crea projimidad en cuanto se entrega para que el otro exista por sí mismo. Pensar es enamorarse.

Cuando la expresión es liberación de una infección oculta, destruye, aniquila, descuartiza la realidad de quien está a mi lado porque lo concibo como competencia que arrebata mi espacio vital. Instalo la lejanía como exigencia de mi propio egoísmo, de mi soledad asqueada, como apostasía de mi vivencia con el mundo.

Hace poco tiempo el Partido Popular en Cataluña sacó fuera lo que tanto le estorbaba dentro. Destapó su propia interioridad y plasmó por escrito su rechazo al mundo rumano pobre. La libre circulación del capital, de cerebros productivos, de fichajes que engendran consumismo es necesaria para el crecimiento de la propia economía. Los rumanos son bienvenidos en la medida que presenten un certificado de riqueza. La libre circulación del hambre no está prevista en los tratados europeos. La delincuencia que le acompaña, y que el PP. afirma va ligada a esa miseria, exige la expulsión inmediata. Alicia piensa. Y culpa a algún subordinado de instigar a la población contra esos inmigrantes al más puro estilo Anglada. Ella, pura y limpia, siempre ha vivido cercana a ese mundo moreno de Rumanía que revela nuestra capacidad de acogida, de integración y de fraternidad. Cuánta ternura cuando uno constata que Alicia piensa.

Ahora es el mundo gitano. Como en Francia. La Unión Europea condena la conducta de Sarkozy con los votos de toda la cámara menos los del Grupo Popular. Una etnia históricamente maldita. Nómadas hacia la luna llena, errantes por un viento de chatarra. Y hasta la chatarra le negamos. Y le expropiamos la luna porque también la luz se compra y vende en el mercado sucio y suburbial de conciencias cainitas. Alicia Sánchez Camacho recurre a la vieja pregunta que lleva dentro la respuesta: ¿Cabemos todos? Una interrogante que brota de la despreocupación por el otro, de la conciencia explícita de abandono del otro, del egoísmo que ve en el otro un invasor capaz de privarnos de los que somos y tenemos. ¿Soy yo acaso el responsable de mi hermano, sobre todo si ese alguien ni siquiera llega a la categoría de hermano? El hambre está ahí. La falta de educación, de sanidad, de agua, de cultivos con salida al mercado, está ahí. El sida, promovido por imposiciones morales exigidas en nombre de Dios, está ahí.

Alicia Sánchez Camacho asegura tener la valentía de expresar lo que muchos piensan pero no se atreven a decir. Y Ahí está ella, representante de mucha xenofobia agazapada, Isabel católica delante del Señor Santiago, junto a Rajoy-Rouco, a Pons-Camps, a Mato-gürtel y Arenas catedralicio sevillano solicitando al Apóstol no “desfallecer y hacer de la política una actividad noble al servicio del bien común” ¿Actividad noble, pero excluyente? El robo, la delincuencia, se atribuyen como genes inherentes a la etnia gitana. Por eso hay que expulsarlos. No necesitamos importar maleantes, piensa Alicia pensante. Nos basta nuestra corrupción elegante, trajeada, morena de rayos uva, de neiras borrachos de hombría, de espías que espían a los espías. Somos tan capaces que hasta fabricamos nuestras propias mafias.

El botox arruina las neuronas, inflama el pensamiento y deforma rostros anteriores de belleza.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

DIOS ASUSTO A ZAPATERO

Dios habitaba en el Pardo. Configuraba los destinos de España mediante su general ungido por una cruzada contra el comunismo y la descristianización. Su vicario uniformado sembraba de sagrados corazones los montículos patrios, convocaba a la virgen de Fátima, nombraba Obispos, los elevaba a la categoría de diputados en Cortes y hacía de España un ramillete a los pies inmaculados de María Inmaculada.

La democracia nos trajo una Constitución. Franco se quedó atrás, sosteniendo el Valle de los Caídos. Tarea difícil, pero superada. Lo de Dios fue otra cosa. Se firmó un Concordato, se le concedió la ciudadanía y hasta se le asignó un palacio de protección civil. Se le facilitó la vida con la aportación de millones de pesetas venidas a euros, los Obispos se hicieron autónomos, como Canarias o Galicia y la Iglesia se mantuvo a la derecha, donde siempre había estado, como Alianza Popular o sus hijos sucesivos y legítimos.

Pero la Constitución estaba ahí. La aconfesionalidad del Estado estaba ahí. Chirriaba al roce de una sotana, una Triana morena o un Gran Poder con báculo-bastón-de-mando. Pero estaba ahí. Taponada por una Jerarquía nunca dispuesta a consentir la separación Iglesia-Estado, exigente de la pensión alimenticia, empeñada en configurar conciencias, conductas y hasta aprobar o condenar decisiones parlamentarias.

Después de treinta y varios años no hemos conseguido ciertas exigencias constitucionales, entre ellas la necesidad de que cada cual ejerza su libertad, sin concesiones extramaritales, con absoluta fidelidad a sí mismo. El Partido Socialista prometió una Ley de Libertad Religiosa. Era una promesa de programa electoral. Pero en Moncloa y en el PSOE se impone la tesis de que no es el momento de abrir un frente laicista y además no podría ser aprobada en el Congreso por falta de mayoría.

No es el momento, dice Presidencia. ¿Después de tantos años todavía no es el momento de explicitar una orden constitucional? ¿Por qué los políticos interpretan siempre a su antojo la madurez del pueblo? ¿Por qué no se dan cuenta que si fuimos capaces de aprobar una norma de convivencia somos también capaces de hacerla realidad?

Es evidente que no sería aprobada en el Congreso por falta de mayoría. Pero un partido de izquierdas no sólo tiene que luchar por lo que se puede conseguir fácilmente, sino que desde la utopía debe empeñarse en hacer posible lo imposible. Los gestos también son convicción. La amplia derecha española, con su ultraderecha incrustada en las entrañas, nunca dará su aprobación a una ley de libertad religiosa. Con eso hay que contar y contra eso hay que luchar.

El Cardenal Bertone, como subraya Juan José Tamayo, define el laicismo como “una hostilidad contra cualquier forma de relevancia pública y cultural de la religión” Y Rouco Varela ve el comunismo como la forma totalitaria en que desembocó el estado laicista radical en el siglo XX. El estrabismo episcopal es hiriente y ofensivo.

El fariseismo religioso del que hacen gala muchos jerarcas se empeña en distinguir laicismo y laicicidad apoyando ésta última y anatematizando al primero. Lo señala también Tamayo: “Jesús de Nazaret fue un judío laico, crítico con el Estado teocrático y las autoridades religiosas legitimadoras del Imperio romano. Lo que pone en marcha no es una iglesia aliada con el poder, sino un movimiento igualitario de hombres y mujeres, cuya traducción histórica es una sociedad justa.”

El argumento de la no oportunidad temporal y la no aprobación por parte de la derecha son escapatorias de la propia responsabilidad de un partido de izquierdas.

Dios asustó a Zapatero.