martes, 15 de marzo de 2011

MERCADO Y DERECHOS HUMANOS

“Tenemos las manos sucias” y “Mi adorable dictador” son los títulos de dos artículos que publiqué  en fechas recientes. En ellos preguntaba con la inocencia de quien despierta una mañana por qué Egipto y Túnez habían padecido durante cuarenta años la opresión de unos presidentes que incluso tenían pensado perpetuarse en las personas de sus hijos. Preguntaba por qué los mandatarios europeos y americanos recibían con todos los honores a Mubarak y a Ben Alí. Preguntaba por qué Gaddafi era considerado como reinsertado en la sociedad universal después de haberlo condenado por crímenes brutales. Y preguntaba por qué después de tantos años todos habíamos caído en la cuenta de la perversidad de esos gobernantes. Preguntaba mediante qué postulados bastardos habíamos compaginado la exigencia del respeto a los derechos humanos con dictaduras execrables.

La rebelión de estos esclavos que aspiran a ser ciudadanos nos ha removido violentamente en nuestras poltronas de países cómplices necesitados de petróleo. Ya no nos es posible vivir sin él. Forma parte no sólo de nuestros desplazamientos, sino que es componente de todos los objetos con los que nos manejamos. Incluso los medicamentos llevan en sus entrañas este oscuro elemento de deseo. Cabe ahora preguntarse si hemos sufrido una conversión o si simplemente hemos cambiado el cinismo que nos unía a estos dictadores. O si previendo el éxito de los revolucionarios nos conviene más ejercerlo con los nuevos poderes populares. ¿Es realmente la implantación de los derechos humanos lo que nos mueve a alentar esta sublevación? ¿No será por el contrario que intuimos que ya no es posible la marcha atrás y que en consecuencia en lugar de depender de Gadafi, Mubarak o Ben Alí vamos a tener que entendernos necesariamente con la nueva oleada de mandatarios?

La Casa Blanca, Europa, La OTAN dicen estar preparados para desarmar a Gadafi, despojarlo de su poder dictatorial y devolver a los ciudadanos los derechos usurpados durante cuarenta años. Para ello disponen de armamento suficiente para iniciar, si hiciera falta, una guerra. Los poderosos de la tierra siempre consiguen sus objetivos mediante guerras. Lo que nos están enseñando los insubordinados, por pobres, es que ellos son capaces de implantar una revolución. Hay una gran diferencia.

“En Oriente Próximo, Arabia Saudí es un coloso, dueño del 25% de las reservas de petróleo del mundo y gran aliado de Estados Unidos. Pero también es una de las más férreas dictaduras del planeta que, en nombre de Alá, reprime cualquier voz disidente, encierra a las mujeres y censura cualquier dato que puede desvelar su debilidad” (Público. 12-3-2.011)

China es la tierra prometida de todos los mandatarios del mundo. Una inmensa clientela, un gran crecimiento económico, una capacidad de inversión en nuestros países, un coloso de la producción. Todos los elementos de un capitalismo feroz encarnado contradictoriamente en un sistema comunista. Como contraste, o como consecuencia trágica, la más absoluta falta de respeto a los derechos humanos hasta el punto de que acaba de “proclamar la muerte civil” del reciente premio Nobel. Pena de muerte ejercida sobre un gran número de habitantes, penalización del derecho de reunión o de expresión, horarios de trabajo esclavizantes, etc. Pero China es un potencial inversor, un productor barato para grandes marcas que surtirán los grandes comercios occidentales y un mercado millonario de clientes.

Las leyes del mercado son independientes del respeto a los derechos humanos. Y en cuanto un cliente o inversor interesa, se proclama que nunca debe producirse una injerencia en sus asuntos nacionales. Si seguimos priorizando los mercados sobre el bienestar universal de la humanidad nos convertimos en Mubaraks, Gadafis, Ben Alís universales. Puede entonces que los pobres se revuelvan hasta el que el mundo invierta el orden de intereses.

El cinismo capitalista no tiene límites. Nuestro ombligo es lo suficientemente redondo como para ocuparnos del alma de los demás.





sábado, 12 de marzo de 2011

EL ORGULLO DE CELIA

“Estoy orgullosa de Soraya Sáez de Santamaría, portavoz de mi grupo en el Congreso. Ella ha sido capaz de mandar a Fernández de la Vega a la calle y a Rubalcaba al hospital”

Así de elegante es la exministra de sanidad Celia Villalobos. Fue cuando las vacas locas. Se les fue la cordura por los cuernos y embistieron los restaurantes, los comedores escolares, hospitalarios, las cocinas familiares y las tarteras de albañil a medio día. Comida de andamio, con postre de piropos rubios y sobremesa de muslos-dieciocho años con vaqueros.

Celia Villalobos. Alcaldesa de mares andaluces. Con su Marbella prójima, parturienta de Giles, Muñozes y Pantojas, de Malayas y Rocas con urinarios picasianos.

Celia Villalobos. Diputada orgullosa y desafiante. Nadie podría demostrarle –proclamaba-que nunca hubiera ofendido a nadie. (El PLURAL editó hace unos días un rosario de perlas cultivadas) Lo aprendió de Aznar que era, y sigue siendo, un modelo de elegancia presidencial y mientras la guardó en su cuaderno azul exhibía un lenguaje ministerial. Por las cocinas andaba la ministra, hirviendo caldos de cerdo, para que la locura no se nos subiera a la cabeza y nos enroláramos en una guerra de intercambio de sangre por petróleo.

Celia Villalobos dejó un día el ministerio. No recuerdo que nadie achacara al portavoz de la oposición su derrocamiento. Tal vez a Aznar se le cayó el cuaderno y al recogerlo no tuvo conciencia de que Celia estaba en el suelo. O si se dio cuenta y no le dio importancia.

Celia Villalobos está orgullosa del café que su marido tomó con la organización ETA. Sólo fue café, no negociación. Se encontró con la banda haciendo el camino de Santiago y aprovechó para calentarse el cuerpo. Aznar ni se enteró porque Aznar no negoció nunca. ¿Azúcar o sacarina? –le preguntaron. Fueron amables. Casi se puso a dialogar amistosamente mientras Mayor Oreja acercaba presos a las cárceles vascas y Martín Fluxá proclamaba que no habría vencedores ni vencidos. Era el ejército de liberación vasco y valía la pena. Pero Aznar no negoció nunca. Celia estaba orgullosa.

¿Celia Villalobos está orgullosa de su conductor? “El pobre no es más tonto porque no se entrena” Pero es que se llama simplemente Manolo. Si fuera DON Manuel, el presidente vitalicio (Fraga siempre es vitalicio) de su partido, otro Rajoy cantaría. Manolo sigue ejercitándose cada día para conseguir ser más tonto y que su jefa se sienta orgullosa.

¿Celia Villalobos está orgullosa de los tontitos del Congreso? Orgullosa y cariñosa con ellos. Por eso les llama tontitos a diferencia de Manolo que es tonto, muy tonto, sin más.

¿Celia Villalobos se sentirá orgullosa del fascista que es el Presidente del Congreso, José Bono? Tampoco hay que pedirle tanto a la exministra, exalcaldesa, exmuchascosas. En su partido se cobija mucha ultraderecha fascista y ella sabe que es muy desagradable vivir con ciertas compañías.

¿Celia Villalobos se sentirá orgullosa de Camps, de Bárcenas, de Fabra, del Correa-Bigotes-boda-de-El-Escorial?

El orgullo es un pecado tremendo, seguramente prohibido en el programa de ética del Partido Popular. Pero se convierte en virtud santificante cuando de mandar a la calle a Fernández de la Vega se trata y se consigue encerrar en un hospital a Pérez Rubalcaba. Algo que ha logrado, loado sea Dios, Soraya Sáez de Santamaría. Celia Villalobos está orgullosa, muy orgullosa de su portavoz omnipotente.

Santa Sáez de Santamaría, ora pro nobis.

jueves, 10 de marzo de 2011

DIOS HA MUERTO

Dios viajaba en un tren de cercanías. Por la ventana entraba un mundo pequeño, rectangular. Caras vencidas de hipoteca. Mujeres con los ojos llenos de besos. El Ministerio de Agricultura enfrente, decretando la belleza de los trigales o la importancia de las amapolas. Desde otros trenes Dios había visto playas morenas, montes de muslos desnudos, árboles reunidos bebiéndose el aire a chorros. Desde el rectángulo de esta ventana sólo había ojos llenos de besos, urgencia de hipotecas, ministerios organizando la rentabilidad de las rosas.

Era hermoso el mestizaje. Rumanos, españoles, marroquíes, colombianos, argentinos, peruanos, paridos todos con el dolor de una misma tierra, echados al mundo desde el orgullo de una pacha mama, surgidos desde un vientre caliente y ancestral.

Dios viajaba en un tren de cercanías. Mañana de Marzo. "A lo mejor estaba bien el mundo", pensó. Le constaba el dolor y la injusticia y la muerte y el hambre y la explotación. Pero desde aquella ventana el mundo aparecía radiante como un ramo de estrellas.

Marzo por los raíles, a metros de la primavera. Marzo con el pecho de flor de almendros. Marzo lleno de sí mismo, con la savia de los árboles chorreándole las caderas. Marzo hecho, cuajado, pleno de gracia, como una virgen encinta. Marzo con gabrieles anunciadores, con ángeles inmigrantes, reafirmando ante la historia la identidad de sí mismo. Marzo para siempre marzo.

Y de golpe el golpe. El estremecimiento infinito. El escalofrío del mundo. El temblor de las columnas de la tierra. Lo humano inhumanizado. La carne descarnada. El amor desenamorado. La sangre desangrada. El odio vigente. El odio crujiendo las venas. El odio reventando los cerebros. El odio amputando la vida de la vida. Una ciudad reptando, huyendo hacia dónde, huyendo de qué. Un pueblo descuartizado, colgado del mástil del sinsentido. Con una lanzada exacta donde duele la soledad, donde la muerte anida, donde se desintegra la respiración y el aire se hace veneno y crecen rosas podridas. Qué triste la tristeza cada vez más gris, más negra, más desiluminada, más hueca.

Dios viajaba en un tren de cercanías. Se arrastró buscando un amanecer que nunca llegaría. Pensó en su compañero de andamio, de oficina. Dios venía de las espaldas del aire y no tenía papeles. Nadie tenía un justificante de vida. Y hasta la primavera se hizo ilegal.

miércoles, 9 de marzo de 2011

PROHIBIDO ESCUPIR

La libertad es la anchura por donde el hombre hace camino con dignidad. Cuando se estrecha, el mundo es sólo una estadística de muertos. Muchos viven convencidos de que la vida es hermosa como un desnudo griego. Otros prefieren la cornada del vacío y voluntariamente se van por las cañerías oscuras de la muerte.

La libertad es como el primer beso, tan deseado y tan desconcertante. Una luz repentina que se inyecta y sientes la sangre de luna por las venas. Pero para algunos es tan desconcertante que lo escupen al viento. Se han castrado los besos de la boca. Cada sonrisa -dicen- esconde unos dientes. Cada apretón de manos, unas uñas. Y entonces muerden primero, como legítima defensa, como instinto de conservación. Y luego escupen porque ya nunca sabrán la hermosura de unos labios.

En aquel tiempo prohibían escupir en el bar, en el parque, en las aceras. Eran tiempos de tisis, de santo rosario a las siete. Se escupía el hambre, la cartilla de racionamiento, el azúcar moreno de estraperlo. Mujeres morenas, viudas para siempre, delantal negro para cinturas con odio. Tiempos de tapias y amaneceres de balas. Se escupía el rencor, la miseria. Un símbolo escupir. No quedaba otro remedio. Estaba la palabra pisada en los adentros. Demasiados tricornios apuntando al pensamiento. Puerta del Sol-calabozos. Carabancheles sembradas junto a las carreteras, como una cosecha negra de espigas negras, muy negras. Se escupía la amenaza contra el vecino del quinto delator. Se escupía contra camisas azules que tú bordaste en rojo ayer, contra uniformes novios de la muerte, contra curas de manos sucias y monjas de hospicios olvidados.

Prohibido escupir. Pero no quedaba más remedio. Todo era delito-pecado. Cárcel e infierno eran la misma cosa. Dios vivía en El Pardo en contacto directo con el Vaticano cóplice. Todo era delito-pecado. Lo mismo acariciar unas caderas que leer a Sartre o Camus. Escupir. Sólo quedaba escupir.

Un día se abrió el cielo de noviembre y sembramos de flores las aceras. Llenamos de libertad las terrazas, los balcones de la Alambra, los hombros de la Giralda. Nos instalamos en la anchura donde el hombre hace camino con dignidad. Y en esas andamos. Enterrados los miedos, con amaneceres vitales, con tapias de musgo verde. España se ha vuelto hermosa como un desnudo griego.

La libertad humaniza, pero da vértigo. No se acostumbraron algunos cuando ella se hizo carne hace treinta y algunos años. No supieron aguantar el doble filo, la altura que aporta alas a quien aguanta o mata a quien es incapaz de una amistad con el aire. Se quedaron en el asco de escupir.

Alfredo Pérez Rubalcaba ha tenido un problema de salud. Pudo ser grave para alegría de unos. Ha sido leve para tranquilidad de muchos. De cáncer se habló, de septicemia. Y vino la expectoración.

Federico Jiménez Losantos: “A Rubalbaca hay que extirparlo como a todos los cánceres”. Desea su curación “no por caridad, sino por simple razón de justicia”, porque, “tiene que sentarse en el banquillo por el caso Faisán. Y tal vez por el 11-M. Y seguramente, por comprar el silencio de los asesinos de los GAL” Y Curri Valenzuela: “Esto será muy malo para su salud física, pero es muy bueno para su salud política” Carlos Dávila acusa al Ministro de inventar su propia enfermedad y mentir al estilo de Gobbels. Y podemos seguir por emisoras y programas y cadenas.

Todavía quedan quienes no son de izquierdas, ni de derechas. Ni siquiera de ultraderecha. Algunos, incapaces de beberse a chorros la alegría, son capaces tan sólo de escupir.

domingo, 6 de marzo de 2011

PRESIDENTE ROUCO

La Conferencia Episcopal Española ha elegido nuevamente al Cardenal de Madrid como presidente del organismo episcopal. No debería ser una noticia de primera plana en un país aconfesional como el nuestro. Sin embargo, el encumbramiento de Rouco Varela a la cúspide de la Jerarquía eclesiástica otorga un relieve más que notable en los medios de comunicación. Pero sobre todo hay muchos cristianos que se sienten subestimados en su condición de miembros responsables de su fe. Porque a la luz de esta elección surgen algunas reflexiones.

¿Una elección democrática? La pregunta resulta un pleonasmo, porque una elección sólo tiene valor cuando nace en la plaza abierta de la democracia. Cada cual, desde su conciencia, su libertad y su compromiso, decide con su voto construir el futuro de una comunidad asumiendo la parte de responsabilidad que le toca ejercer en la hechura del mañana. ¿Pero es así en la Iglesia? No. En su legislación no se dan elecciones democráticas –tampoco la papal- porque el poder del pueblo no es reconocido por la Iglesia institucional. La verticalidad de su pirámide la constituye un poder dictatorial impuesto desde una insoportable exégesis de sus raíces. Papa-monarca. Cardenales-príncipes. Obispos-gobernantes. Pueblo-servidor-nunca-ciudadano. Pueblo-esclavo. Todo ello –se argumenta- por designio de Dios. Pero la actual pirámide está construida justo al revés de lo que quiso Jesús de Nazaret. Jesús no situó a Pedro en la cima y por debajo al resto de la comunidad, sino que lo colocó en la base para que soportara el peso de la Iglesia. “Tú eres Pedro y sobre esta piedra…” Frente al evangelio apareció Constantino. El imperio fundó la cristiandad destruyendo el cristianismo. Y de esas vivimos.

La conciencia imperial inyectada en la Iglesia proclama que el poder (terrible vocablo cuando de cristianismo hablamos) le viene directamente de Dios. Y ante esta premisa todas las consecuencias, incluso la infalibilidad papal, derivan en racimo. De ahí el vino amargo del desprecio por la mujer, el miedo a toda consecución científica, el enfrentamiento con una humanidad evolucionada, el rechazo a todo cambio como valor dinámico de la existencia. Nada que no se adecue a postulados preconcebidos e inamovibles, puede ser admitido por una jerarquía teocrática, autosuficiente, magistral, que sufre como injerencia crucificante cualquier aportación de la historia.

La continuidad no viene dada por Rouco Presidente. Cualquier otro no elegido por la voluntad de la comunidad, estaría sometido a la verticalidad jerárquica, a la propia conciencia absolutista y al orgullo de quien se sabe depositario del poder y la verdad que debe imponerse a las conciencias.

Volvamos al principio de este artículo. Una sociedad aconfesional debería permanecer despreocupada de una Iglesia que se siente instalada y conforme consigo misma. Allá la elección de su jerarquía, sus esquemas internos, su vivencia ciertamente más canónica que evangélica. Pero no podemos olvidar la urdimbre entretejida entre Iglesia y sociedad civil. Esta ósmosis fue revitalizada por el franquismo por intereses mutuos de supervivencia. Se necesitaron visceralmente para imponer la espada por la cruz y la cruz por la espada. La Iglesia no se ha adecuado a un sistema de separación. Sigue añorando aquella hipóstasis blasfema con el poder civil que le permitía la manipulación de las conciencias. A la Jerarquía católica le ofende (no la persigue) la libertad ciudadana.

Una sociedad aconfesional no es necesariamente anticristiana. Laicismo no es anticristianismo. Es autonomía, libertad, independencia de lo humano para realizarse como humano. El hombre necesita en este momento de la historia reconciliarse consigo mismo sin tutelas ajenas, sean divinas o humanas. Ha tomado conciencia de que es un ser en el mundo y esta mundaneidad se le presenta como un reto, una meta, un quehacer siempre instalado en la provisionalidad.

Y la Iglesia debe desprenderse de su complejo de persecución, reflexionar seriamente sobre sus raíces, su papel en el mundo. Vaciarse de sí misma y de la costra histórica en que se ha envuelto, salir al descampado y caminar a la sola luz de las estrellas.

Tal vez así, Presidente Rouco, empiece a ejercer una desnuda fraternidad de crucificado

jueves, 3 de marzo de 2011

SEXO Y DINERO PUBLICO

El dinero que los gobiernos entregan a diversos estamentos estatales es siempre parte de las aportaciones de todos los ciudadanos. Deberían por tanto los gobiernos saber el fin que le dan a cada partida los destinatarios para que la ciudadanía sepa en qué se ha gastado y pueda exigir la honestidad de su destino.

En España la Iglesia católica recibe del erario público unos seis mil millones de euros. Todos conocemos las obras de solidaridad-caridad que lleva a cabo y por tanto el destino de parte de ese dinero recibido. Es verdad que la Iglesia llega a cubrir necesidades descuidadas por los organismos públicos o sencillamente solapadas por falta de recursos. La Iglesia mantiene comedores, albergues, reparto de ropa, enseñanza concertada y sobre todo la inestimable labor misionera en diversas partes del mundo donde muchos de sus miembros, con renuncia expresa a un bienestar en su patria, se implican en la proclamación de un evangelio que exige justicia, reparto equitativo de los bienes del mundo, libertad, dignidad para los más pobres y pan para estómagos hambrientos. Todos los ciudadanos, religiosos o no, deben sentirse reconfortados por esta aportación a la bondad del mundo donde los pobres son las espaldas que soportan los pies de los ricos empeñados en auparse a la salvaje posesión de la riqueza a costa de quien sea. El ochenta por ciento está en manos del veinte por ciento de los poderosos porque han excluido del reparto al ochenta por ciento de los pobres que deben contentarse con el veinte por ciento. Blasfema justicia distributiva, pero realidad palpable.

Los colegios privados y concertados de Valencia tienen ya en su poder un manual titulado “Educar la sexualidad para el amor” como guía pedagógica para niños de 5 a 14 años. Hermoso título. También para el amor debe educarse la riqueza propia o familiar, el tiempo, el talento, la capacidad de compartir. Todo lo que el ser humano es y posee debe ser educado para el amor. Resulta sospechoso que sólo la sexualidad quiera orientarse hacia el amor.

Para una amorosa visión de la sexualidad hay que partir del hecho incontrovertible de que ni el hombre ni la mujer “tienen” sexo, sino que son seres “sexuados”. Estamos constituidos por los que somos como totalidad, no por lo que “tenemos” como elementos superpuestos. Lo contrario es situarnos en el compartimento de las posesiones. Somos inteligentes, somos hermosura, somos donación, somos capacidad de asombro, de vértigo, de arte, de creación. La disociación de lo humano conlleva la imposibilidad de que la sexualidad pueda ser educada para el amor.

Cuando se analiza la guía del episcopado valenciano, se palpa el alejamiento de la realidad humana y se ve con claridad un reduccionismo del hombre y de la mujer como sujetos desmembrados y compartimentados. La familia como seno de procreación exclusivo y excluyente, la continencia sexual como reserva fortalecedora de un futuro matrimonio, la homosexualidad concebida como una disfunción que puede ser reconducida y reciclada en heterosexualidad, la masturbación como vicio que no respeta la dignidad de la persona, los anticonceptivos como rechazo de la fertilidad…

Y prueba palpable de que la Jerarquía católica practica el despiece de la unidad ontológica que cada ser humano es consiste en proclamar el celibato como amor “no sexuado”

Prima la castración mental sobre la visión enriquecedora del sexo que aporta plenitud por sí misma sin necesidad de elementos referenciales que la dignifiquen.

Si todo este intento de deformación de lo humano está hecho con el dinero aportado por la ciudadanía, debe ser exigida su devolución para destinarlo a una enseñanza pública con auténticos valores integradores y nunca alienantes.





miércoles, 2 de marzo de 2011

SANTAMARIA DEL BUEN CONSEJO

Principios de Marzo. 2.011. Guardia civil caminera los llevó codo con codo. Con perdón de Antonio Torres Heredia, hijo y nieto de Camborio. Por el Norte. Cuatro etarras. Kilos de explosivos. Kilos de información. Kilos de mala conciencia, de balas exactas para nucas, simplemente por ser nucas. Con txapela, tricornio de charol, gorra de plato o toga negra. Por ser Gregorio Ordoñez, Miguel Angel Blanco, Ernest Lluch. Por ser simplemente Pepe, Antonio Apellido Anónimo.

Lo dijo Rubalcaba. Había pistas desde Txeroki. Desde antes, mucho antes de no se sabe qué tregua. Antes, mucho antes, de muchas pistolas quietas, de ofertas sospechosas, de manos con guantes negros y huellas de pólvora asesina. Cuatro fueron. Se llaman como se llaman, pero no quiero nombrarlos. Nombrar es dar existencia, poner de pie, crear. Yo no quiero parir palabras que luego explotan, que conocen femorales como toros certeros, que saben senderos derechos al corazón. Lo dijo Rubalcaba. Eran pistas antiguas. Caminaban por las orillas guardias civiles con novias, con hijos, con esposas y madres. Poco a poco. Despacio. Hasta primeros de marzo. 2.011. “No se ha movido una coma y esta es la prueba del nueve, y es así porque ETA no ha dejado la violencia, y mientras no lo haga, la Guardia Civil y la Policía seguirán deteniendo hasta que el final de ETA sea definitivo” La mayoría son de letras y no saben en qué consiste la prueba del nueve. Yo también soy de letras. Pero veo la realidad. El actual gobierno y bajo este Ministro del Interior se han detenido más terroristas que en ningún otro caso. Al final de sí misma dicen algunos que está ETA. Buscando una salida honrosa para una existencia deshonrosa. Con los presos divididos. Con movimientos que aseguran ser independientes de balas y bombas. Con propósitos políticos, caminando hacia la democracia, haciendo democracia, renunciado a satán, a sus pompas y a sus obras. Sembrando paz para hacer una cosecha hermosa de reencuentro consigo mismos, con los otros, con todos. Para tomarse un pincho sin bajar los ojos o vigilar la pistola bajo la chaqueta gris. Eso dicen. Aunque nadie los crea, lo dicen.

Lo oyeron Cosidó, Gil Lázaro, Pons, Santamaría-Soraya. Mayor Oreja lo sabe, es consciente. Pero tiene unas cataratas inoperables. Se ha acostumbrado a no ver la luz. Tal vez la ha odiado siempre. Se ha acomodado a las tinieblas. Se desenvuelve bien en la oscuridad. Prefiere el gris, siempre el gris. Toda la vida asustando a la sociedad como en esas atracciones de feria, paseadas por los pueblos para que los niños no duerman, para que los padres amenacen a sus hijos si no comen lentejas. Bruja de escoba para adultos que terminan riéndose con un fino La Ina entre las manos. Rajoy le consulta como a un oráculo sagrado porque fue Ministro del Interior cuando la negociación negada, negada, negada, pero real de Aznar con el Movimiento de Liberación Vasco. Y Rajoy lo escucha, aunque fue un ministro gris marengo, como su alma serena y quieta a la sombra, disfrutando de la paz que irradiaba El Pardo en primavera.

Y llega, alegre y saltarina, Santamaría del buen consejo. Sáez Soraya. Alegrándose, pero sobre todo advirtiendo, aconsejando, amenazando. Como el gobierno decaiga en su persecución a ETA, como negocie, como no persiga, el Partido Popular sabe lo que tiene que hacer. Azuzará a Cosido, a Gil Lázaro. Y enterrarán a Rubalcaba bajo una pesada losa, muy pesada. No puede nadie permitir que resucite y gane a lo mejor las legislativas del año próximo.

D. Alfredo sonríe. Cada noche de rodillas suplica: cuatro esquinitas tiene mi cama… Santamaría-Soraya del buen Consejo, ora pro nobis.