Bush anfitrión. Embalsamado de historia, pero anfitrión. Por el tiempo enterrado, pero anfitrión. Amortajado de Irak, pero anfitrión. Pordiosero de gloria, coleccionista de olvidos, huérfano de Azores, de Blair, de Aznar, pero anfitrión.
G-8- G-20. Arrojando dólares, euros, hipotecas-basura sobre el catafalco de sedas negras, de crespones negros. Capitalismo muerto. Resucitado capitalismo. Dispuestos a refundarlo, a ponerlo de pié con una elegancia nueva, gloriosa, celebrando la eucaristía laica entre bancos tiritando de miedo.
Zapatero tal vez ausente. No invitado a tanto funeral, desterrado por socialista, por obama blanco candidato. Zapatero plañidera porque nadie quiere prestarle el tarjetón que acredita lágrimas funerarias.
España tiene derecho a llorar. Tiene bancos repletos de hipotecas brillantes, pagadas con sudores, con altos andamios, con horas extras en oficinas grises. Intereses, comisiones de botines, de vulgares gonzales bbv, de importantes señores blindados de contratos y jubilaciones de arrugas millonarias.
Zapatero, ausente tal vez. Incomprensiblemente ausente de esa cúpula de ricos aupados en tapias de miseria. Ausente tal vez. De botellón y porros en el descampado de Moncloa, jugando a soldaditos inocentes de Irak, a joven orgulloso de nación orgullosa.
Montoro exigiendo que Zapatero pida perdón por tanto parado en plazas de pueblos soleados de otoño. Que pida perdón por tanto viernes santo de INEM crucificado, de mujeres y hombres fichando su dolor cada quince días, de teléfono cortado, de luz cortada porque son incompatibles con la limosna del subsidio.
Montoro exigiendo que Zapatero pida perdón. Imitando al Aznar-penitente, nazareno-castellano, descalzo de gloria, de vanidad, arrepentido de Azores, converso sin armas de destrucción masiva, purificado de sangre iraquí. Como Aznar-íntimo-de-Bush, predicador de proyectos cósmicos gloriosos, profeta de futuros climáticos inmutables, sin temperaturas cambiantes, sin calentamientos sospechosos de polos erectos.
Y los analistas políticos, los contertulios de mesas televisivas, radiofónicas pidiendo intercesiones. Zapatero debe pedir, suplicar, sacar en rogativas su orgullo. Y peregrinar hasta la ermita de san aznar. Para que interceda ante bush enterrado entre G-8 y G-20. Para asistir al espectáculo de la resurrección del capitalismo. San José María, ora pro nobis. En nombre de Mariano, tu vicario en la tierra, de Cospedal-paridora-de-partidos centristas. Por la gloria del camarada Acebes, del móvil nokia Zaplana, de María de porcelana vasca, de Mayor Oreja tristón, de Alcaraz mercantil de dolor subastado.
Yo, José Luis advenedizo, dudoso, sin conciencia de política exterior, que quiero un planeta verde y no azul, que no supe comprender la gloria del ejército vasco de liberación, que vendí Navarra, que rompí la España una, grande y libre, que gané unas elecciones un catorce de marzo de cuya fecha no quiero acordarme. Mírame aquí sin un bush que llevarme a la boca, sin una condolezza-giralda-morena. Mírame, San Aznar et ora pro nobis.
G-8- G-20. Arrojando dólares, euros, hipotecas-basura sobre el catafalco de sedas negras, de crespones negros. Capitalismo muerto. Resucitado capitalismo. Dispuestos a refundarlo, a ponerlo de pié con una elegancia nueva, gloriosa, celebrando la eucaristía laica entre bancos tiritando de miedo.
Zapatero tal vez ausente. No invitado a tanto funeral, desterrado por socialista, por obama blanco candidato. Zapatero plañidera porque nadie quiere prestarle el tarjetón que acredita lágrimas funerarias.
España tiene derecho a llorar. Tiene bancos repletos de hipotecas brillantes, pagadas con sudores, con altos andamios, con horas extras en oficinas grises. Intereses, comisiones de botines, de vulgares gonzales bbv, de importantes señores blindados de contratos y jubilaciones de arrugas millonarias.
Zapatero, ausente tal vez. Incomprensiblemente ausente de esa cúpula de ricos aupados en tapias de miseria. Ausente tal vez. De botellón y porros en el descampado de Moncloa, jugando a soldaditos inocentes de Irak, a joven orgulloso de nación orgullosa.
Montoro exigiendo que Zapatero pida perdón por tanto parado en plazas de pueblos soleados de otoño. Que pida perdón por tanto viernes santo de INEM crucificado, de mujeres y hombres fichando su dolor cada quince días, de teléfono cortado, de luz cortada porque son incompatibles con la limosna del subsidio.
Montoro exigiendo que Zapatero pida perdón. Imitando al Aznar-penitente, nazareno-castellano, descalzo de gloria, de vanidad, arrepentido de Azores, converso sin armas de destrucción masiva, purificado de sangre iraquí. Como Aznar-íntimo-de-Bush, predicador de proyectos cósmicos gloriosos, profeta de futuros climáticos inmutables, sin temperaturas cambiantes, sin calentamientos sospechosos de polos erectos.
Y los analistas políticos, los contertulios de mesas televisivas, radiofónicas pidiendo intercesiones. Zapatero debe pedir, suplicar, sacar en rogativas su orgullo. Y peregrinar hasta la ermita de san aznar. Para que interceda ante bush enterrado entre G-8 y G-20. Para asistir al espectáculo de la resurrección del capitalismo. San José María, ora pro nobis. En nombre de Mariano, tu vicario en la tierra, de Cospedal-paridora-de-partidos centristas. Por la gloria del camarada Acebes, del móvil nokia Zaplana, de María de porcelana vasca, de Mayor Oreja tristón, de Alcaraz mercantil de dolor subastado.
Yo, José Luis advenedizo, dudoso, sin conciencia de política exterior, que quiero un planeta verde y no azul, que no supe comprender la gloria del ejército vasco de liberación, que vendí Navarra, que rompí la España una, grande y libre, que gané unas elecciones un catorce de marzo de cuya fecha no quiero acordarme. Mírame aquí sin un bush que llevarme a la boca, sin una condolezza-giralda-morena. Mírame, San Aznar et ora pro nobis.
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