sábado, 31 de diciembre de 2011

ANDUVE

Anduve despacio por tu cuerpo,

entorrnados los ojos, las manos asombradas.
Anduve por los montes de tu piel
hasta las ingles del alma.

Se me abrieron tus besos como lunas,
tu carne lorquiana de agua clara.
Se me quedó el silencio de tu voz
en el silencio azul de mi palabra.

Siempre voy a tu nombre y a tu cuerpo,
embistiendo tus huellas alejadas,
tus pechos planetarios,
tu vientre orbital
y tu boca de trigo y esperanza.
Aquí, junto a tu orilla,
en tu hierba, mujer, y en tu almohada,
apoyaré el cansancio de ser hombre,
de tanta noche solo, de tanta madrugada.

lunes, 26 de diciembre de 2011

FUE CUANDO…

Fue cuando el río era río.

Cuando la historia del agua
y la espuma de tus ojos.
Cuando la playa, la playa…
Cuando hicimos pié en el hombre
y hundimos el pie en el alma
y el pie se hizo raíz del aire
y el aire se hizo mañana.
Cuando el mar iba camino
madrugando madrugadas.
Cuando en el beso tú yo,
cuando la carne cantaba
Amaneceres nocturnos,
anocheceres del alba.
Tacto de la piel del aire,
piel del mar y piel de playa.
Boca abajo aquella luna
sobre tu cuerpo acostada,
genitales las estrellas,
genitales las miradas
Si el río se hiciera río
por las ingles de las ramas,
de las manos, de los besos,
cuando la historia del agua,
y la espuma de tus ojos,
cuando la playa, la playa…

sábado, 24 de diciembre de 2011

EL SEXO DE LAS MITRAS

¿Por qué los Obispos hablan continuamente de sexo? Tal vez porque es menos comprometido que hablar de justicia social, de rebelión, de exigencia de pobreza testimonial, de amor al prójimo sin el cual es fariseísmo anestesiante el amor a Dios.

La legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero reconoció a la sociedad española, pese a quien le pese, una serie de derechos que implica la aceptación gozosa del amor entre personas del mismo sexo, una sexualidad liberada del concepto episcopal de pecado, la unión homosexual elevada a la categoría de matrimonio, la ley del aborto, el divorcio express, la consolidación del matrimonio civil, la píldora del día después, el incremento del uso del preservativo, la ley de igualdad, el maltrato femenino originado frecuentemente en aspectos ligados al sexo, la dignidad de la sexualidad femenina, antes consentida y comprometida con sujeción al varón como sujeto de derechos. Y así un largo etcétera que nos lleva a mentalidades maniqueístas, cuando no a primitivas concepciones de mentalidades subterráneas.

En un distorsionado afán de construir sobre el sufrimiento la sublimación de la perfección humana, la historia de la Iglesia se erige sobre el desprecio del placer. El placer sexual sólo es lícito en la medida en que se orienta conscientemente hacia la procreación. Su disfrute como placer merece la condena de un Dios instalado sobre la sangre humana, nunca sobre la belleza de la carne.

Ahora que el Partido Popular ha ganado las elecciones, piensan los Obispos que ha llegado el momento de proclamar nuevamente como pecado muchas de las decisiones que en el campo de lo vinculado a la sexualidad instauró como derechos el anterior legislador. El episcopado no concibe al ser humano como sexuado, sino como poseedor de sexo. Son visiones muy distintas y hasta antagónicas. El sexo es un apéndice, independiente de la grandeza del ser humano, no integrado en esa plenitud, sino adherido como artificialmente y destinado de forma exclusiva a la procreación. Es condenable el placer sexual como cualquier otro placer.

“Si se disocian sexo y procreación deja de tener sentido la consideración de la violación como delito penal” Palabra de la publicación ALFA Y OMEGA, editada por el arzobispado de Madrid y distribuida por el periódico ABC. Y aunque el autor de semejante aberración descarte la posibilidad de sacar a la violación del Código Penal, uno se pregunta si tanto su autor como el periódico que la inserta no son dignos de ser llevados ante la justicia por la difusión de ideas absolutamente condenadas en nuestro código penal. El redactor de la revista episcopal se desvincula de semejante disparate, pero agrega para seguir ilustrando su teoría pseudo sexual: " El sexo está sufriendo una banalización por culpa de la legislación del gobierno de Zapatero que al admitir la legalidad de la píldora poscoital “convierte las relaciones sexuales en simples actos para el gozo y el disfrute” “¿No debería equipararse a otras formas de agresión como si obligáramos a alguien a divertirse durante unos minutos?

Y todo lo que antecede bendecido por Rouco Varela, escrito por Benjumea e insertado en el ABC dirigido por Bieito Rubido. ¿Libertad de expresión? ¿Libertad para aquello que va directamente contra varias leyes vigentes? ¿Doctrina del cristianismo o pura arbitrariedad episcopal?

La imposibilidad de despenalizar la violación “es un motivo de esperanza, porque demuestra que la deshumanización de la sexualidad, que promueve el Gobierno, todavía no ha llegado a un punto de no retorno".

Esta es la educación que preconiza la Iglesia, cierta prensa auspiciada por una derecha no civilizada y por algunos políticos que desprecian al ser humano como unidad indivisible en el dolor y en la alegría.


jueves, 22 de diciembre de 2011

ADIOS, TAL VEZ

Me estoy yendo despacio, como una rosa de agua,

y quiero ser consciente de cada despedida.
Saber que sabe a tierra mojada mi esqueleto
igual que las raíces del trigo en primavera.
Necesito que sea sencillo como el pan.
Pero un adiós honrado como el sudor del tiempo.
Me he ganado la muerte a golpe de tristeza,
Y os dejo libre el aire
y el mar, y alguna fecha.
Algún día también de un mes cualquiera
seré un aniversario y un hueco en la memoria.
Quisiera ser consciente de cada despedida.
De ti, mujer, del hijo que tuvimos.
Cuídame los geranios, los potos y la luna
por si Dios siente alguna nostalgia de este mundo.
Morir es derramarme, mujer, entre tus manos,
como en aquellas noches lejanas de la playa.
Marcharme de tus besos, llevándome tus labios
y el perfume redondo y caliente de tus senos.
Después de muerto quiero cogerte la cintura
y andar la eternidad buscándote los ojos.
Quisiera ser consciente de cada despedida
y explicarte la muerte como se explica el mar.
Olvidarme, hijo mío, por siempre entre tus manos,
cobijando la hombría en tu niñez exacta.
Se muere fácilmente. Basta un golpe de sangre
que descuida el trayecto y olvida el corazón.
Se muere fácilmente si el aire se entretiene
en las puertas del alma a coger mariposas.
Morir es convocar la ternura de la historia
y hacerla solidaria de la pena del mundo.
El hombre siempre muere por el hombre y se inmola
como un ramo de flores en el pecho del viento.

martes, 20 de diciembre de 2011

LA NIÑA ALEGRIA

Con el cariño de hoy y desde la honradez de la palabra,
a mis amigos



Hay que cuidar la alegría. Como hay que cuidar los geranios, la nostalgia, o el amor encontrado de repente en los labios calientes de la vida. Ahora la venden envuelta en celofán, elegante como un río diminuto, envasada al vacío, pura, sin conservantes ni colorantes. Así está en las tiendas de lujo, en los escaparates soberbios del consumo. Alegría a granel, por encargo, alta de precio, que bajará en enero, porque en enero ya no será última moda.

En diciembre se impone la alegría. Se iluminan las noches de los pueblos. Luces breves en cestitos pequeños, como si la gente llevara un amanecer entre las manos. Las grandes ciudades, no. Ellas necesitan demostrar su prepotencia. La luz chorrea desde los árboles, por las paredes. Hay aceras de luz, asfalto de luz, tejados de luz. Se diferencia el centro urbano de los suburbios de chabolas. La luz es patrimonio de los ricos, de las clases medias altas, nunca de los pobres. Los pobres tienen sólo derecho a la oscuridad, a enganchar la pena al generador de penas grandes, sin que se entere la guardia civil, porque a los pobres se les multa incluso por tener penas.

Hay que cuidar la alegría. Caduca pronto. “Consumir preferentemente antes del seis de enero”. Después intoxica, amarga. Se mueren los ángeles que lleva dentro. Y una alegría sin ángeles es como un puñado de jazmines sin tuétanos de aroma. Qué triste la alegría. Tan deseada. Tan manoseada. Tan impuesta. Tan prostituida. Con la fecha de su muerte ciñéndole la cintura. Cinta negra en el pelo de la alegría.

Hay que cuidar la alegría. Como a una especie protegida. Pero sólo en diciembre. Lo ordena un real decreto de las estrellas. Firmado por Belén. Ternura de niño testigo. Pastores. Camellos. Vírgenes azules y trabajadores de garlopa. Asombro de Reyes Magos. Pudor de mujer parida. Primeriza. Con cruces pequeñitas por la sangre. Ríos papel cobrizo. Plateros humildes por los caminos de corcho. Vacas chorreando cariño caliente. Gitanitos paseando las noches, noches nocheras.

Pero a nadie le importa el misterio del hombre. Sólo la alegría. Porque se acaba pronto. Seis de enero. Caballitos de cartón y pelotas de plástico en el chabolerío del suburbio. Trenes electrónicos, universo digital por Gran Vía y Velázquez. Porque la alegría no es igual a la alegría. No confundir el barrio de Salamanca con el cartón piedra de las afueras.

Navidad es el hombre. Naciendo de sí mismo. Creándose. Proyectando futuro. El hombre inaugurando su propia humanidad. Poeta de día séptimo. Sin descanso. Abriendo el vientre de la luz. Indagando la propia identidad para poseerse y entregarse. Dándole a cada hombre su ración de hombre. Dignidad igualada. Sin primacía posible. Creyendo en el tú adorable, en el belén del otro. Dólares al margen, guantánamos clausurados, petróleos blancos de azucenas, entrega de cuerpos abrazados. Crucecitas cicatrizadas en las venas de la virgen primeriza. Madera honrada para la gubia de tanto josé obrero.

Porque Navidad es el hombre, hay que cuidar la alegría. Que no se acabe en enero. Hay que ponerle pañales de mugidos tibios y burritos pequeños y peludos.








domingo, 18 de diciembre de 2011

AMOR Y BRAGUETA

El amor abre camino a las caricias. Señalando los besos, la ternura. El tacto minero averiguando senderos hasta encontrar el centro de la vida. Se hace fusión la hermosura. Se relaja el cansancio de ser hombre. La verticalidad femenina se encumbra como un ciprés erecto. Ya está hecho el amor. Amor para siempre como huella existencial, marcadas las ingles con una eternidad de luz amanecida.

Así nacemos. Desgajados del beso y la caricia. Del amor viniendo. Hijos tuteados del encuentro fecundo de la noche, de la tarde, del amanecer luminoso con niebla en los tuétanos. Miramos hacia atrás y allí están ellos, amándose en la vida, en la muerte, en la nostalgia impar de una añorada soledad. Los padres, fabricando cestitos de recuerdos, pisando despacio los senderos de ser abuelos, ese parto posterior a la sombra de la vida.

No somos un recuerdo, una añoranza, una nostalgia. Somos fruto maduro, zumo de existencia querida, engendrada, moldeada. Barro viviente somos. Tierra prometida, pisada, estremecida, como un horizonte conquistado. Venimos de donde venimos como quien llega a sí mismo con un nombre plantado en las entrañas.

La vida es una herencia enamorada. Se lleva entre las manos hasta una plenitud de muerte consentida. Y ahí dejamos a los hijos en las puertas gloriosas de la vida para que sean para siempre otra herencia enamorada hasta la plenitud de una muerte consentida. La historia no se repite. No se repite el amor. De uno y otro vinimos, vienen, vendrán. Y se inaugura la vida original, siempre original, sin sombras del ayer, hacia el mañana.

¿Pero y la aristocracia? La aristocracia es sólo una adherencia ajena al esqueleto. Un balcón para asomarse desde la sola riqueza monetaria, y mirar por encima de la vida a la vida del hombre despreciado. La aristocracia es sólo una ignorancia sobre sí mismo que revela un ser que nunca fue. La aristocracia es un engaño de la historia para darle una seriedad burlesca a la existencia. Lo humano nace del amor. La aristocracia sólo de la bragueta. Sólo orgasmo de orgullo. Bragueta abierta bajo una gabardina de exhibición pornográfica. Onanismo por soledad altanera nunca compartida. La aristocracia ha vivido históricamente enfrentada a los plebeyos y a costa de ellos. El mundo ha rodado, pero las alturas sociales permanecen detenidas en su pedestal. No son capaces de intuir que quien no se mueve, muere alzado en su propia incapacidad de evolución.

Cayetano Martínez de Irujo, duque de lo que sea, grande de cualquier cosa. Noble dicen. ¿Noble? Aristócrata: como si le colgara entre los parietales un sexo extraño que no supo hacer otra cosa que engendrar pergaminos que certifican una existencia adúltera de la existencia. Pergaminos cubriendo la corporeidad porque no aguanta el desnudo elegante de la vivencia sin más. Hijo simple de años transcurridos por la inercia temporal de los siglos de los siglos.

Cayetano-botas-altas para pisar, sólo pisar por costumbre de antepasados. Conquistadores con espada que él añora para derrocar manos hartas de sol andaluz, de labios sedientos de chorros de luz, de grietas de aceitunas escarchadas. Para cortar cabezas con vendavales dentro, pero capaces de acariciar un cuerpo, de regalar besos y besos hasta hacer hijos del viento con algodón de cosechas tempraneras.

Cayetano-jinete de caballos con orgullo, aunque le escuezan las espuelas del señorito. Es fácil espolear cuando se tiene el pan arriba y abajo, muy abajo, está el hambre. Para eso hay que ser duque de lo que sea y grande de cualquier cosa.

“Aceituneros altivos” curtidos en el amor de una noche, de una tarde, del amanecer luminoso con niebla en los tuétanos.

Aristocracia nacida de bragueta, de onanismo impar por miedo a compartir existencia.

Que cada cual escoja entre raíces de amor y gabardina pornográfica asustando a la vida en las esquinas.







viernes, 16 de diciembre de 2011

NO SE QUE HACER...

No sé qué hacer con toda la tristeza,

con toda la ternura acumulada.
Los besos desbordados,
las manos por las ramas
de la ausencia.
Tan lejos, tú,
tan lejos,
como si no existieras.
Como si nunca hubiera
tocado tu palabra,
tu boca, tu risa, tu alma.
Como si no supieran mis manos tu cuerpo
y se me quedara la memoria
olvidada en las esquinas
de tus pechos.
No sé qué hacer con todos los recuerdos
del tiempo de amor,
ahora que el tiempo
me ahoga los pulmones
con enfisemas grises
y tabacos marrones.
Se me ha puesto moreno el corazón
de sangre sin retorno.
Añoro el sobresalto de los latidos broncos
poblándome de flores al respirar el aire
de tu boca cercana.
Añoro los músculos
erectos como lanzas
cuando tú pronunciabas
la vida de los árboles
y fundabas estrellas
y lunas delicadas
y pájaros simétricos
de alas.
Entonces eras tú y yo existía
porque tú me nombrabas
y erigías mi hombría
como un ciprés
paralelo a los montes,
más alto que las torres,
más corpulento que el mar.
Ahora me sobra la tristeza,
y la ternura sobra,
y la palabra.

jueves, 15 de diciembre de 2011

LIMOSNA Y CHANTAJE

En España treinta mil personas viven sin un techo protector. Treinta mil personas con la dignidad pisoteada. España es un INEM inmenso con cinco millones llamando a sus puertas para encontrar un trabajo. A una media de tres miembros de familia por parado suman quince millones soportando el desprecio empresarial hacia su orfandad. Un país con estas coordenadas de miseria es un país con el alma sudada de humillación. Chorrea la tristeza, el abandono, el asco nacional.

Uno comprende la burbuja inmobiliaria, el mercado, la prima de riesgo, la especulación, el Sarkozy y la Merkel que nos parió. Pero uno no comprende la falsa y denigrante sumisión de un pueblo que ha sabido plantarle cara al franquismo en su momento, al terrorismo cincuenta años matando y que ahora se duerme en las aceras con un vaso de tinto para olvidar y un paquete de ducados para acelerar un cáncer como finiquito de la vida.

Alguien tiene el dinero. Porque el euro ni se crea ni se destruye. Alguien lo esconde, lo evade, lo manipula, lo disfraza para que los demás nos desayunemos cada día una ración de crisis sostenida, alimentada y dosificada. Y mientras tanto, una cifra aproximada de quince millones de españoles se queda sin vivienda por hipoteca impagada, sin educación porque la han privatizado, sin sanidad porque la enfermedad es un lujo y como tal sólo la ejercen los ricos.

¿Demagogia? A la rebeldía anestesiada le llaman demagogia. Al dolor escondido le llaman demagogia. A la pena clavada en el constado le llaman demagogia. Que le llamen como quieran. Pero es innegable la realidad vacía de humanidad que estamos obligados a vivir.

Y Rosell proponiendo horas de trabajo a cambio de cuatrocientos euros. Con argumentos que huelen a limosna de rico en la gorra de quien sueña bajo un techo de cartón. Los parados –cinco millones con sus familias a rastras- preferirán cuatrocientos euros a nada. Entre el hambre y un bocadillo de sardinas, Rosell lo tiene claro. Al pobre no le queda otro remedio. Limosna. Pero ni siquiera limosnas porque ella implica una gratuidad, una donación, envuelta a lo mejor hasta en cariño. De limosna con precio se trata. De chantaje a cambio de limosna. Usted se emplea en un trabajo-basura y a cambio le permitimos la basura-comida. Porque usted, entérese bien y de una vez, sólo tiene derecho a la basura.

Había mileuristas. Los empresarios cambian ahora uno de mil por dos de cuatrocientos. Y por lo visto, todos ganamos. Tú y tú a la acera con el bocadillo. Yo –empresario- me gano doscientos euros y me voy a los Borrachos de Velázquez porque también tengo que alimentarme.

¿Demagogia? ¿Cómo le llamamos al chantaje envuelto en limosna que nos propone el patrón? Grita la CEOE detrás del tenderete: compro trabajadores al por mayor, trabajadores al peso. Y además regalamos cuatrocientos euros. Compramos dignidad-retales-viejos. Sin derecho a vacaciones, a baja por enfermedad, por maternidad, a indemnización por despido. Sin ningún derecho como corresponde a quien no tiene pan porque se lo arrancaron los buitres volanderos.

Lo confesó Rosell en televisión: se siente incapaz de ofrecer otros cauces de creación de empleo. Qué raquitismo intelectual. No se le ocurre que a lo mejor si la patronal decidiera ganar menos podría repartir más. No piensa que si a lo mejor pagaran impuestos más altos podría distribuirse mejor la riqueza. No tiene nada claro que la riqueza debe cumplir una función social. No se da cuenta que el beneficio no es nunca un logro puro, sino que tiene en sus raíces la opresión de los otros. Para que existan los ricos es imprescindible que existan los pobres.

La CEOE ha recuperado la espada que añora Cayetano Martínez de Irujo. Los campeadores del dinero puede ir degollando derechos para reinaugurar una esclavitud nunca perdida.





lunes, 12 de diciembre de 2011

TRABAJAR PARA EL HAMBRE

El chiste es muy viejo, pero plástico. No produce ni una sonrisa siquiera. Pena, más bien pena. Y asco, mucho asco: el pobre pide limosna. El señorito le da dos reales y le advierte: ahora te los gastas en vino. Y el pobre: No, señorito, no. Si le parece me compro un cortijo.

Tenemos cinco millones de parados. A lo mejor quince millones de familias llorando la rabia de sentirse en la cuneta, formando ramillete con los despreciados, con los abandonados, con los apeados de la dignidad. Lunes al sol. Malditos lunes. Vacías las tarteras que ella preparaba cada día. Con salsa de cariño para mojar en el andamio, para engordar la alegría del encuentro amoroso de la noche. Ella dándole brillo a las casas de los ricos. A diez euros la hora de riñonada, de escalera para lámpara-Corte-Inglés, de platos con olor a pata negra y cigalas.

Cinco millones de parados. Demasiada pena en fila a las puertas del INEM. Demasiado hastío, demasiada rabia, demasiado cansancio. Ya han cortado el teléfono. La luz dentro de unos días. Han cortado el suministro en la tienda de Pepe que fiaba, pero ya no puede más. El banco que refriega cada día la hipoteca. El Banco con toda su pompa, sus alfombras llevando a los altos jerifaltes, camino del juzgado. A denunciar al parado. Para que lo lancen. La catapulta del poder, para escupir la pobreza de las paredes que les prometió el oficinista-banquero deseándoles que disfrutaran la casa comparaban y que les aplastaría durante treinta años.

Los pobres avisarán al 15-M. Los ricos a los antidisturbios. Y en esta lucha de obreros contra obreros, ganarán los gases lacrimógenos, los empujones a la abuela, los magreos a la chavala de veinte años. Todos a los adoquines, al asfalto negro, muy negro, a la pena plomiza de una intemperie sin luna.

Pero vino Rajoy un veinte-N. Traía en la cartera su foto a las puertas del INEM. Estaba escrita en el reverso la promesa de creación inmediata de empleo. Como testigos, Pons y María Dolores. Sin peineta de Corpus Christi, pero bella, como una estrella al alcance de la mano. Venía Rajoy con la alegría bajo el brazo: “Quiero devolver la felicidad a los españoles” Y como detrás de un Cristo Salvador, estábamos muchos: los dependientes, los enfermos con derecho a cama hospitalaria sin co-pago, los viejos con pensiones que darán de comer filete con pimientos, las mujeres machacadas por maridos que trucaron los besos por puñales, los niños-baby-vichy-colegial, muchachas con palomas escondidas en los jerséis universitarios,

Vino Rajoy un veinte-N. Se enclaustró para hacer los ejercicios ignacianos y salió reforzado por Rosell, por Fernández de CEIM, por Fernández-Banco-España. Se fue a Europa, se enamoró de Angela Merkel, le regaló una alianza de reforma laboral y se volvió en viaje de novios con su papel de celofán para explotarlo en Génova entre los aplausos de Mas-Presidente, Esperanza-Presidenta, María Dolores-Presidenta y Aznar-ex-Presidentísimo.

Rajoy bajó de los cielos un veinte-N. Génova era un balcón infinito. Y proclamó con Soraya de testigo: Españoles (supo a Plaza de Oriente la expresión): ya hay trabajo para todos. He cumplido mi promesa. Desde hoy trabajareis cuatro horas, sólo cuatro horas, para que podáis disfrutar de vuestras amistades, de vuestras familias, de vuestros hijos. Para que tomeis cañas en el bar y fastidieis a Durán i Lleida. No os pareceréis a mis otros hijos, los alemanes, a los que mi nueva consorte obliga a trabajar y trabajar y trabajar. Ganarán más que vosotros. Pero no vale la pena porque después terminan siendo más ricos y la riqueza conlleva muchas preocupaciones. Trabajareis cuatro horas y ganareis un poco menos. Cuatrocientos euros. Para que os paguéis la seguridad social, la hipoteca, el teléfono, el colegio del opus de la Aguirre, la luz, la sanidad. Y os sobrará para una dieta mediterránea sobria en grasas, sin marisco que proporciona diabetes y que hemos reservado para los ricos que se merecen una hipercolesterolemia fuerte para que amorticen sus seguros privados.

De trabajar para el hambre se trata. Dejar un lindo cadáver después de morirse pronto y haber vivido deprisa es un bello programa. La belleza forma parte ineludible de la vida. Mariano-esteta está dispuesto a hacer del trabajo, el hambre y la muerte un ramillete de hermosura para regalárselo a Merkel en sus bodas de plata.













sábado, 10 de diciembre de 2011

HAY QUE MATAR A ZAPATERO

Por Marzo de dos mil cuatro. Zapatero elegido Presidente. Sangre de 11-M por las calles. Sangre escociendo en los ojos, entre las manos del alma. Y algunos invidentes por ojos cerrados, por corazones herméticos achacando la sangre a la voluntad, a la complicidad del presidente elegido. Aznar hablando de ETA. Acebes calumniando a ETA. Oreja empeñado en ETA. Su tartamudez contumaz lo sigue repitiendo. Y Pedro J, Losantos. Peones. La derecha marginal y marginada tratando de levantar cabeza cada día. Desde Javier Nart a Bardají, desde Carlos Dávila a Javier Horcajo y tantos otros, del El Gato al Agua hasta Carlos Herrera. Manifestaciones de Alcaraz y Botella espolvoreando el dolor en la cara de ZP. Apuntando directamente a las sienes de Zapatero. Partiendo de la base indiscutible de que ha sido él el peor presidente de la historia, el anticristo manifiesto, el que deshizo las familias, el que inclinó a la juventud a la droga y hacia una sexualidad de prostitución, el que tuvo voluntad de devolver al cristianismo a las catacumbas, el que prohibió los crucifijos, el que se cargó conscientemente las espina dorsal cristiana canjeándola por una secularización apóstata. El que aconsejó el uso del preservativo para que los jóvenes se lanzaran sin freno al éxtasis del amor, abocándolos a la prostitución más temprana conocida. Y el escándalo de Herman Tersch porque Zapatero se va a vivir a Somosaguas sin que la nación española se manifieste por semejante disparate.

Zapatero. Nacional AP-6 hacia León. Para adivinar el Naranco y entrever el norte playero donde retomar la amistad con las olas tal vez olvidadas en Madrid. Con Sonsoles, elegante y bella. Sentado en el porche pensando el las primeras tropas traídas de Irak aquella tarde sorprendente para España y para el mundo. Encargando a Bibiana una ley de educación sexual para que todos aprendamos que el sexo es el temblor florecido del amor, la ley de protección de género para que ellas puedan ser las antorchas donantes de luz para una humanidad oscura, el matrimonio gay porque la ternura es una derecho universal, la ley de dependencia porque también los débiles sostienen al mundo, la protección de la infancia porque los niños llevan la sonrisa del mundo bajo el brazo. Las pensiones para que los viejos se coman unas gambas cuando cumple aniversario con la vida. La muerte digna porque se le debe otorgar la misma dignidad que a la vida. El de la alianza de las civilizaciones como utopía algún día realizable.

Zapatero, sentado en el porsche de su casa leonesa, piensa, medita, recuerda. De la mano de Sonsoles, bella y elegante. Crisis. Euro, Agencias de recalificación. Ladrillo derrumbado porque se desinfló el caparazón inmobiliario, cinco millones de parados, rebajas de sueldos, congelación de pensiones, inyección a bancos desnutridos, huelga de sus amigos Méndez y Toxo, patronal apretándole los higadillos, espuelas en los ojos con botín y gonzález sangrándole los costados.

¿Valió la pena? Años de León atrás con cátedra de derecho. Cerveza con los amigos pitando un chala de indios primitivos y puros. Presidente- Ex-Presidente. Despreciado por Buhs. Querido por Obama. Cada uno en su rancho y yo en León entre el Congreso de los Diputados y la biblioteca emocional de las olas. León, austero como un viejo monje. Tal vez el olvido. El olvido es la sangre que le queda a los que nunca fueron nada. Zapatero-arcilla-de-la-nada. El-que-fui- El-que-a-lo-mejor-no-seré.

Andan buscando a Zapatero. Antes de que se instale en su habitada soledad de los leones austeros. Están los maquis salvapatrias, desde Gil Lázaro hasta Soraya, desde Pons a Esperanza, desde María Dolores a Camps. Arrastrándose porque están acostumbrados. Estropeando el paisaje, pistola de charol en la guantera. Lo pusieron en una plaza coqueta, lo apedrearon, lo pisaron, lo desangraron. Lo quemaron en la pira del paro, de la crisis, de las víctimas de ETA, del 11-M. Sólo queda rematarlo.

Cuatro años de puñaladas le han bastado a Rajoy para tronchar los árboles de entrada a la Moncloa. Mariano tiene un palacio. Zapatero, un exilio entre montes nevados y balcones de granito para saludar cada mañana las olas cantábricas del mar.







viernes, 9 de diciembre de 2011

RUIDO DE MITRAS

Fue en aquel tiempo. Durante demasiado tiempo. De pronto nos creímos libres, pero llevábamos el miedo debajo del brazo como un periódico de tinta negra. Celebramos la alegría del funeral que procesionó hasta Cuelgamuros. Se llamó la calle libertad. Se llenaron los balcones de derechos posibles, de futuro colgante como quehacer común y compartido. Franco llegó a finales de sí mismo con el marqués fotógrafo de momias entubadas. El equipo médico habitual paseaba por Marbella con la bata colgada en los mástiles de veleros amigos. Abandonaron su amistad con la muerte para andar los caminos de la vida sin caudillos trasfundidos ni cármenes de velo negro a lo Jacqueline Kennedy.

De negro los Obispos, con un luto infinito. Todavía de luto en dos mil once. Demasiada pena acumulada en
el costado, llaga recién abierta siempre, lanzada honda hasta los huecos hueros de un réquiem sin resurrección a la vista.

Patio de los Naranjos con azahar de Sevilla. Alambra en la solapa elegante de Córdoba. Pirineos sosteniendo una España cuajada de geranios. De negro los Obispos, para siempre de negro, censurando los besos desflorados de las tardes, condenando los muslos entrevistos, rompiendo las manos enlazadas por los parques. Nacionalcatolicismo oscuro de otros tiempos oscuros.

Y el ruido de sables. Polainas de ayer desfilando al paso alegre de la paz. Cornetines apuntando la democracia estrenada. Guardianes del hombre como portador de valores eternos. Vigilando los valores de occidente. Sables humillados tan solo ante palios vacíos, para siempre vacíos. Pero también cuenta el recuerdo, la nostalgia, el ayer prolongado como una bayoneta ensartando el futuro para desangrarlo, para que la vida se trague su propia sangre amorcillada. Ruido de sables entonces, cuando temprano madrugó la madrugada. Y el miedo arrinconando libertades primeras de escalofrío, como besos primeros, como caricias temblorosas.

La Iglesia no aceptó nunca el silencio de los sables. No asistió al entierro de tejeros de charol, pistola en mano, defensores últimos de cristiandades acaudilladas desde Isabel y Fernando. Prefería un Parlamento vertical como los sindicatos de aquel tiempo de santa unción para los fusilados, de resignación cristiana para las alpargatas, de sagrados corazones-primeros-viernes-de-mes.

Suárez, Calvo Sotelo, Felipe, Aznar, Zapatero. Cuerpo a tierra bajo el santo temor de Dios. Aconfesionales arrodillados, con piedrecitas en los zapatos para salvar a los negritos, con flores a María que madre nuestra es. Leyes de libertad religiosa guardadas en el cajón de José Luis Presidente. Porque el Papa, Cañizares, Rouco Varela.

Y en estas llega Rajoy. Con alforjas de Opus Dei. Con Cotino exigiendo crucifijos. Trillo cartagenero cargando semana santa. Arantza Quiroga dándole la cara a pistolas asesinas. Rouco reconoce que la Iglesia sufre una crisis económica. Hay que aumentar la dotación. Los pobres –piensa el jefe episcopal- no pueden acercarse al nuevo presidente para exigir justicia distributiva. Pero de Presidente a Presidente se puede hasta obligar. Rouco sabe de manifestaciones. Por Colón multitudinario. Para reclamar que no se ataque a la familia, aunque nadie ataque a la familia. Contra el divorcio que ayuda a que el amor no se muera definitivamente. Por el cariño entre seres que se aman entre sí, sin más razón que el amor, que el proyecto de aportarle ternura a la existencia. Contra una educación que nos enseña respeto a los demás. Por una visión de la sexualidad que conforma lo humano como unidad amorosa, como éxtasis del todo indivisible, como gozo de existir en otro y para otro.

El mundo tiene derechos. Los estómagos vacíos no se llenan con plegarias. Hay urgencia de pan. Hay trigales para todos. Dios creó el mundo y lo puso en manos del hombre. La Iglesia se apropió de la creación y la repartió entre unos pocos.. El silencio es un pecado imperdonable en una Iglesia que se funda en la palabra. El mundo tiene derecho a la libertad por encima de legislaciones que enclaustran la iniciativa humana. El mundo necesita amor y nadie puede segar esa grandeza humana. Una Iglesia pobre se puede entregar a la vida. El desnudo es la prueba de una donación absoluta. Cuando la Iglesia se enquista en su poder se está negando como oferta salvadora, lejana del amor, canjeable por euros manoseados.

Y en estas llega Rajoy y la Jerarquía prevé la resurrección de un nacionalcatolicismo de nuevo cuño.

Fueron ruidos de sables. Hoy son ruidos de mitras.



martes, 6 de diciembre de 2011

¿EXISTE EUROPA?

Cuando la política es desplazada por la economía se pierde la participación humanizante de la izquierda y se agranda el abismo que separa la riqueza como posesión del hombre como existencia. Todo se convierte en moneda, en mercado, en plusvalía, deteriorando la categoría humana y reduciéndola a mero sujeto de producción para beneficio de unos pocos con el detrimento humillante de la mayoría.

Los valores de la izquierda política son engullidos por las directrices económicas que vienen dadas desde la oligarquía económica y es la derecha más neoliberal quien se adueña del poder porque se identifica con esa visión economicista del mundo y de la historia.

La Unión Europea nació como mercado. Mercado Común se llamó en un principio. Pero las palabras y los conceptos se someten también a la cirugía estética de los eufemismos. Y surgió a la superficie la Unión Europea que daba más la imagen de solidaridad, de responsabilidad compartida, de unidad indisoluble hasta que el euro nos separe. Pero ahí siguieron los grandes mercaderes pregonando un lujo de ventas que despeñaba a la miseria al pequeño tenderete de los países y los individuos. Lo humano como valor supremo dejó de existir para convertirse en solo materia prima de productividad para beneficio de la riqueza y de sus administradores únicos.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico ha divulgado un documento que pone de manifiesto que la desigualdad entre los ciudadanos ha aumentado de forma altamente llamativa en los últimos 30 años. Bajo la almohada de Carla Bruni, Sarkozy guardó la refundación del capitalismo y el estado del bienestar se convirtió en un sueño fácilmente olvidado al despertar. Con el estado de bienestar evaporado y la izquierda desaparecida, la democracia ha cedido el puesto a la dictadura de los mercados. Grecia e Italia no tienen primeros ministros democráticamente elegidos. Francia a las órdenes de Merkel-emperatriz-absoluta ha impuesto a dos tecnócratas. Ya no cuentan los pueblos que lloran sobre sus urnas enterradas y dan patadas a su pobreza inyectada para un presente amargo y un futuro ronco.

Cada día es más evidente el distanciamiento entre pobreza y riqueza. La crisis, los mercados, la deuda de los estados, la prima de riesgo y todos los aditamentos verbales que se le puedan añadir a la jerga mercantil no conllevan la desaparición del dinero. Porque el dinero tampoco se crea ni destruye. Está ahí y a través de una especulación obscena salva a toda velocidad la distancia que va del hombre al hombre y se amontona en manos de unos pocos vaciando de contenido económico la existencia de la mayoría. La crisis no es carencia de dinero ni de recursos. Es acumulación egoísta y excluyente de unos pocos frente a la mayoría. Es el caviar frente a la tierra mordida por los muertos de miseria. José García Abad habla de la redistribución como “palabra maldita” Y aporta para ilustrar esta verdad una cita de José Sevilla: “Ha desaparecido prácticamente el componente redistributivo; los sistemas públicos de pensiones se hacen cada vez más contributivos, reforzando su carácter de seguro y a veces ni eso, al trasladar los riesgos a sus titulares. Y los grandes servicios públicos, la sanidad y la educación, aparecen acosados por la oferta privada a medida que la escasez de recursos públicos reduce sus niveles de prestación”.

Los bancos siguen engrosando sus arcas con dinero público y acumulando patrimonio procedente de embargos, aunque eso signifique dejar sin techo a miles de familias. E infectados de “toxicidad” pretenden la creación de un “banco malo” comprado por el estado por un importe de treinta mil millones de euros pagados por supuesto con dinero público. Y mientras, la educación, la sanidad, la dependencia, las pensiones, los sueldos, la revisión de las prestaciones por desempleo pierden calidad, los depositarios de este estado de bienestar se emplean con todas sus fuerza en destruirlo y depositarlo en manos privadas para que no decaiga el negocio.

¿Y qué dicen los pueblos? Los pueblos están obligados a callar y dejarse conducir hacia los pastos secos de la miseria. Francia y Alemania (Alemania sobre todo) refundan Europa, imponen sus criterios económicos, dictan a los gobiernos las medidas que deben tomar. Y los gobiernos callan. Las frecuentes reuniones y decisivos encuentros Merkel-Sarkozy para marcar directrices inapelables deberían poner de pies a los demás gobiernos. No es inteligible el silencio, la obediencia y la sumisión de los miembros de la Unión Europea. La fiscalidad única y el gobierno único a lo mejor llegan en su momento. Pero hoy por hoy cada país mantiene su soberanía y por tanto el derecho a decidir y a rebelarse contra quienes pretenden gobernar en solitario como si de un nuevo e implacable sistema dictatorial se tratara. En una aldea no tan global como se dice, sólo se globaliza la miseria.

La Unión Europea ha desaparecido para convertirse en la unicidad europea.


domingo, 4 de diciembre de 2011

NO QUIERE…

No quiere un nombre la tarde.

Pretende la luz anónima
de tu boca entreabierta
por si la noche se besa
los labios con tus labios.
Estamos siempre solos
como peces impares
en un mar sostenido
por la espalda cansada
de nostalgias de nunca.
Porque nada es recuerdo
si no existió entre las manos
la realidad de tu cuerpo.
No quiere un nombre la tarde
para que nadie pronuncie,
para que nadie encuentre,
para que nadie toque
la luz esquelética
de tu carne sin carne.
Sola la soledad
anónima del aire.
Los huesos de la luna
en tu centro.
Sembrando luminarias,
oscuras luminarias,
luz negra por tus montes
hasta las cumbres negras
donde sin cuerpo tu cuerpo
se pobló de mariposas
en los nidos azules de los besos.
No quiere un nombre la tarde.
Sólo tú tienes nombre,
oculto, callado,
caliente, recién hecho.

sábado, 3 de diciembre de 2011

AL FONDO, A LA DERECHA

España tenía cuatro puntos cardinales. Nos lo enseñaban en el colegio para que nos orientáramos durante el paseo de los martes por la tarde. Y estaban los Pirineos-frontera entre el comunismo, las hordas judeo-masónicas y los valores de Occidente guardados en cofre por la católica España.

Un día el mundo se nos coló sin visado, sin pasaporte ni visto bueno del caudillo enterrado para siempre. Nos volvimos europeos, incorporamos la laicicidad al parlamento recién estrenado, nos cargamos con la responsabilidad de ser libres y nos vestimos de universalidad. El euro nos hizo grandes. Pagábamos la cerveza alemana de Munich con nuestra moneda que era la suya, dejábamos un euro para los negritos en la Basílica de San Pedro y París valía más que una misa. Nos sobran los puntos cardinales y los Pirineos fronterizos se han convertido en balcón de dignidad para asomarnos a la grandeza de la europeidad.

Últimamente, lo confieso, ando desorientado. La memoria se pierde en una cuneta cualquiera como se pierde una corbata colgada en los juncos una tarde enamorada. Pregunté por España. Trató el pastor de orientarse girando sobre sí mismo y no muy seguro, me dijo: al fondo a la derecha. Goya abajo. Atravesar Castellana. Génova azul. Y en efecto, allí estaba España. Justo a la derecha.

Rajoy era el presidente azul de una España azul entera. Lo eligió una gran mayoría el veinte de noviembre. Saludó desde el balcón y fue ascendido a los cielos por Esperanza, María Dolores, Soraya y Rouco Varela. Nadie le ha visto desde entonces. Ninguna aparición gloriosa ha convertido en santuario de peregrinación la sede del Partido Popular. Pons, Cañete, Alicia Sánchez Camacho piden un ministerio por amor de Dios a cambio de una promesa: cumplir y hacer cumplir la Constitución y el programa electoral, aunque nadie sepa a qué obliga propiamente ese juramento.

La prima de riesgo, la deuda soberana, el déficit, la reforma del euro, la refundación de Europa. Es el nuevo vocabulario de nuestro común lenguaje. Lo estrenó Zapatero un diez de mayo. Congelación de pensiones, recortes salariales a los funcionarios, reformas laborales. A Zapatero le amputaron su brazo izquierdo. Permanece incorrupto, como el de santa Teresa, en la capilla particular de Rubalcaba. Nos defendió entonces el Partido Popular. Se le veía el placer de engullir a los que habían ejercido recortes inimaginables, destructores del estado de bienestar, creadores de parados, dedicados a construir edificios del INEM para dar cobijo a la incomprensible cifra de cinco millones de parados. Menos mal que a la otra orilla estaban Cospedal, Mato, Arenas, Mas y Durán i Lleida. Nos pusimos a nadar casi exangües para alcanzar la tierra prometida. Y por fin entre el 22 de Mayo y el 20 de Noviembre conseguimos respirar. Tras el rojo crepuscular, aparecía el azul de gaviotas. En España empezaba a amanecer. Los enfermos sabíamos que la sanidad iría mejor que nunca. Nuestros hijos tendrían una educación pública y gratuita. Los parados sabían que Pons había prometido tres millones de empleos. Para eso Cospedal era la Patrona del Partido de los parados (PPP). Mariano-gran-capitán había gritado que a él no le mandaba ni Merkel-emperatriz. Iría a Bruselas a decir lo que había que hacer para arreglar la economía y regresaría con los bancos firmando hipotecas, dación por embargo, contratos indefinidos con imposibilidad de despido libre aunque Rosell y un tal Fernández de CEIM se empañaran en que los pobres se lo han ganado a pulso y que el café para quien lo paga.

Pero Mariano fue elevado a los cielos. La España azul está al fondo a la derecha y sus prebostes han empezado a desbrozar el camino para celebrar su entrada gloriosa en la Moncloa. Estorba la sanidad, la enseñanza, los interinos, los funcionarios, los homosexuales, los inmigrantes, las farmacias, los dependientes. Cuánta grasa acumulada en tiempos del rojerío. Al país hay que ponerlo a dieta para enamorar a Sarkozy. Cuánto sobrante. España es como aquellos recortables de la niñez. Para qué tanta educación, para qué tanto matrimonio gay si basta con los católicos, para qué tanta sanidad si los fabricantes de ataúdes también tienen que reciclarse. Preguntas no tan retóricas que exigen respuestas contundentes.

Cuando Rajoy se encarne allá por navidad, tendrá su borriquillo, su vaquita, el cálido aliento de Ana Mato. Cospedal y Gallardón serán los putativos. Le regalará Esperanza unos patucos azules para andar hacia una España, al fondo a la derecha.





jueves, 1 de diciembre de 2011

FRANCO Y LOS PARADOS

Me molesta profundamente la tentación que tienen los políticos de interpretar el pensamiento de la totalidad de la sociedad. Me siento estafado, robado, desnudado por la violencia de quienes se apoderan de mi propia libertad de pensamiento. “La sociedad piensa”. “La sociedad quiere, necesita, aspira…” No hace falta poner de relieve que lo que la sociedad piensa, quiere, necesita es justamente lo que el político quiere imponer al margen precisamente de la sociedad en nombre de la cual se alza como intérprete soberano y absoluto. A golpe de estado suena, a usurpación de la libertad de un conjunto ciudadano que posiblemente esté muy en desacuerdo con los intereses del político usurpador.

Un comité de expertos ha llegado a la conclusión de que Franco tiene que ser exiliado del Valle de los Caídos. Precisamente porque allí deben descansar los “verdaderos caídos”, nunca quien los despeñó vida abajo hasta la muerte. Miles de esclavos republicanos construyeron ese monumento al nacionalcatolicismo. Campos de concentración y trabajos forzados soportaron la humillación de levantar, comiéndose la roca como casi único alimento, un monumento para un Dios anticristiano pero “cristianizado” por una Iglesia fascista, apóstata, traicionando el evangelio más elemental. La Jerarquía se alzó sobre la desvergüenza de la esclavitud. Al cuidado de esa Iglesia entregó el tirano el monumento convertido en basílica para reforzar así ante la historia la prostituta unión del crimen organizado con la Iglesia.

El dictador debe marcharse del Valle de los Caídos y José Antonio, fundamento ideológico del fascismo impuesto por Franco, podrá ocupar un lugar casi anónimo entre el resto de los muertos en una guerra-golpe-de estado.

Queda en manos del nuevo gobierno salido de las urnas la urgencia de llevar a cabo la decisión de esta comisión de expertos. Es verdad que el PSOE gobernante debió encargar con anterioridad este estudio y en consecuencia hacerse cargo del cumplimiento de sus conclusiones. Pero su indecisión ha llevado a que sea el Partido Popular quien gestione las consecuencias de este estudio. Y ha sido González Pons, quien erigiéndose en intérprete unívoco del sentir nacional, ha dicho con la impudicia que le caracteriza “que a los españoles no les preocupa la tumba de Franco, sino la cifra de parados” Seguros de la incapacidad ciudadana de aspirar a varias cosas a la vez, la derecha más derecha, incrustada indudablemente en el Partido Popular, coincide en arrogarse la voluntad del pueblo y proclama que a nadie le interesa el destierro merecido de un dictador que permanece al lado de los oprimidos hasta la muerte por su voluntad imperial de dominio. ¿No será que muchos “demócratas de toda la vida” quieren compaginar democracia y tiranía?

Nada se puede hacer sin el consentimiento de los descendientes del general. ¿Comprensible la necesidad de este consentimiento? ¿Tuvo en cuenta el dictador alguna vez el consentimiento de sus “súbditos”? Confieso que yo no puedo compartir ese sometimiento por la sencilla razón de que la dictadura de Franco no puede perpetuarse tras su muerte por la imposición de una familia que sólo por la generosidad de la democracia sigue teniendo un relieve en la vida de la sociedad española. Un nieto del dictador va diciendo por las televisiones que era un tierno abuelito, un buen hombre. Retumban las metralletas junto a cunetas y cementerios blancos. Una familia que no se corresponsabiliza con su pasado no es diga de un presente democrático.

Y por fin la Iglesia. Una Iglesia manchada con sangre esclava y que perpetúa la memoria de “nuestro jefe Francisco” Una Iglesia que lejos de pedir perdón por su macabra colaboración con el fascismo, sigue venerando la tumba sanguinaria de quien asesinó a miles de españoles muertos con la bendición de Su Santidad y confortados con los últimos sacramentos. Una Iglesia testigo de las sombras más espesas, cuando su misión es ser testigo de la luz.

Son muchos los que confunden pasado con historia. Es pura conveniencia. La historia configura el presente del hombre como constructor del futuro. El pasado incluye elementos que hay que destruir en algún momento para convertirlo en historia. La historia es el ayer fecundo como raíz del mañana.

La dignidad de aquellos esclavos muertos es nuestra propia dignidad.