lunes, 13 de octubre de 2008

UNA PAZ SOLIDARIA

El Presidente del gobierno acaba de anunciar el comienzo del diálogo con ETA.
Y en varios momentos de su discurso ha hecho alusión a la necesidad de llevar adelante ese diálogo en busca de una paz duradera recordando a las víctimas, proclamando su dignidad y mostrando el más sincero respeto a sus familias. Es una llamada a construir una paz solidaria con nuestros muertos, todos nuestros muertos, porque ellos son la garantía de una futuro sin sangre. Todos hemos tenido que detenernos alguna vez a velar la sinrazón derramada, a colocar rosas por la paz, a dejar lágrimas colgadas en las piedras del camino. Llevamos mil muertos en el alma y en nuestras manos blancas. Hemos enronquecido por las calles exigiendo la paz. José Luis Rodríguez Zapatero ha demostrado un exquisito trato con el recuerdo de las víctimas. Pero tiene una clara conciencia que nadie puede interferir en el camino de la paz. Los que seguimos vivos debemos respetar a los muertos. Pero los muertos deben experimentar el gozo de visualizar la paz para los vivos. La paz del futuro debe ser solidaria con el dolor del pasado. El ayer doloroso debe ser la sabia del mañana ilusionado.

Francisco José Alcaraz ha sacado de su archivo la falsedad mil veces repetida. Y con un cinismo increíble ha afirmado que Zapatero ha matado a las víctimas. En consecuencia Zapatero ha ingresado en la nómina de los terroristas, de los asesinos, de los matones. Alcaraz desvaría. Porque Alcaraz se empeña en negar esa solidaridad de los muertos con los que seguimos la ruta y anhelamos construir la paz. Alcaraz se empeña en matar la esperanza y yo le niego el derecho a expoliarme de algo a lo que aspiro legítimamente: la paz.

Durante muchos años hemos caminado con el miedo a encontrarnos con el odio terrorista a la vuelta de una esquina. No queremos caminar ahora con el escalofrío que produce este nuevo terrorismo (llamémosle de una vez por su nombre) que se empeña en impedir el logro de la paz. Ni Rajoy, ni Aznar ni Alcaraz tienen derecho a arrogarse esta negativa. Quien no quiera luchar que se margine, pero que no invoque a los muertos. Que no se los apropie porque su dolor es de todos y no es monopolio de una derecha que se ha quedado políticamente sola. El Partido Popular y sus adlateres deberían reflexionar. ¿Cómo es posible que un partido político se oponga a ese horizonte de esperanza? ¿Le resulta a alguien comprensible? ¿Por qué cuando el Presidente del gobierno proclama que no se va a pagar un precio político el Jefe de la oposición exige que el Presidente diga que no se va a pagar un precio político? Repugna a la razón humana esta perversión dialéctica y humilla a la ciudadanía. Los ciudadanos oímos lo que oímos y nos duele que la derecha de este país nos tome por incapaces intelectuales.

No se debe hablar con Batasuna porque es ilegal, dice (no argumenta) Rajoy. También ETA es ilegal y hay que hablar con ella. Y de hecho Aznar, cumpliendo con su deber, habló con ella. ETA debe disolverse y después hablaremos, dice (no argumenta) Rajoy. Cuando se haya disuelto ya no necesitaremos hablar con nadie. Por cierto ¿se había disuelto ETA en el 98 cuando el Gobierno del Partido Popular habló con ella?

Necesitamos la paz para que nuestros muertos descansen en paz. Y pedimos a nuestros muertos que sean solidarios con los esfuerzos de quienes hoy construimos una paz soñada por todos. Nuestros muertos podrán cumplir una misión esencial cuando Aznar, Rajoy y Alcaraz se retiren del camposanto y sólo los cipreses vigilen la resurrección alegre de Los amaneceres.







No hay comentarios: