miércoles, 1 de octubre de 2008

LA BOTELLA DE RAJOY

Rajoy fue designado por Aznar. No estrictamente elegido, sino designado. D. José María se “retiraba” de la política y necesitaba un sucesor blando, maleable, lo suficientemente centrado como para resultar ser un derechista en brazos de Acebes y Zaplana. Ellos se encargarían de no permitir devaneos con el proclamado centro hacia el que el Partido Popular se puso en camino hace ya mucho tiempo y al que nunca ha llegado porque el centro se divisa como una tierra prometida e inalcanzable.

Mariano Rajoy perdió las elecciones del 2.002. Por una conspiración perfectamente organizada por el PSOE, los islamitas y ETA, Zapatero fue elegido Presidente. Un Presidente que decidió romper España y lo consiguió. A este paso, afirma el retirado Aznar, dentro de poco no tendremos estado ni familia. Por eso el PP. recogió firmas por toda España para evitar su desmembración. Se aprobó el matrimonio entre homosexuales y el PP. se vistió de sotana episcopal y salió a la calle a proclamar el valor de una familia que está a punto de desaparecer. Por más que se mejoraran las condiciones de las víctimas del terrorismo etarra y se proclamara por parte de todos los cargos del ejecutivo de forma reiterada el recuerdo respetuoso a esas víctimas, la verdad única es que se les sigue despreciando, y fue urgente nombrar decano del dolor a Alcaraz para echarle en cara al gobierno que a hay que tener en cuenta el sufrimiento padecido y en consecuencia no se pueden tomar decisiones que no recojan la orientación marcada por la AVT. El Presidente se empeña en buscar la paz que nos exima a todos de seguir siendo víctimas de bombas asesinas, de pistolas negras, de cobardes agresiones y pese a que todos estamos de acuerdo en la urgencia de esa paz, el PP. opina que Aznar, y sólo Aznar, estuvo capacitado para emprender contactos con el ejército de liberación nacional vasco. Los actuales promotores se están bajando los pantalones, están traicionando a los muertos y están poniendo en bandeja a ETA la posibilidad de que pida lo que quiera. Y al frente de todas estas valiosísimas actuaciones, heroicas a veces, ha estado siempre, como Jefe de la oposición lmitrada, Mariano Rajoy.

Y de repente el retirado José María Aznar aparece en televisión para decirnos a todos los que añoramos su presencia que sólo volvería a la política si se lo pidiera el pueblo español. Y uno empieza a soñar que José Luis Rodríguez Zapatero, al frente de su gobierno en pleno, y ostentando la legítima representación de una reunificada España, portando en postura humilde el yugo y las flechas, se postra ante el amigo íntimo de Bush para que nos saque del rincón de la historia, para que luche por la democratización de Iraq, para que hable con el ejército de liberación vasco y nos haga recuperar de nuevo nuestra unidad de destino en lo universal, haciendo de cada español un portador de valores eternos que Rouco y Cañizares bendecirán por los siglos de los siglos.

Aún así Aznar no regresa. Le debe fidelidad a Murdoch y quién sabe si le aguardan exigencias históricas al lado de su colega el emperador americano. Pero ha encontrado la solución: Mariano es “un gran tipo”, lo señaló con su dedo omnipotente como Colón señala a América. Pero a nadie se le escapa que donde se ponga la capacidad de Ana Botella para gobernar a España como presidenta no puede ponerse Rajoy. Entre Rajoy y Botella, todos lo comprendemos, Aznar tiene que optar por Ana. A ver si después de tanto hostigar la homosexualidad alguien iba a pensar en una desviación que le llevara a una elección tan contra natura.

Lo siento por Rajoy. “En el fondo” es un buen tipo. Hasta Aznar lo proclama. Pero por estas fechas quién no echa en falta una buena Botella. Zaplana y Acebes brindan por una nueva España.






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