viernes, 26 de septiembre de 2008

FRAGA, ¿DEMOCRATA?

A Fraga le cabe el Estado en la cabeza. ¿Qué Estado? ¿El franquista, reducido al tamaño de la bota militar de un general golpista, o el ancho de la democracia donde el pueblo decide su destino?

En recientes declaraciones a El País, Fraga justifica el golpe de estado del 36 cargando toda la culpa de la guerra civil española sobre las espaldas de los políticos republicanos del momento. Fraga no está acostumbrado a pensar que cuando un gobierno legítimamente elegido no cumple con su quehacer es el pueblo soberano, y sólo el pueblo, el encargado de sustituirlo por otro. Que la irrupción de los generales salva patrias es un atropello desde todo punto de vista incalificable. Pero Fraga encuentra justificación para ese golpe de estado y en consecuencia la derecha de este país, heredera de semejante demócrata, no necesita condenar la actitud mas antidemocrática que llevó a un golpista al poder durante cuarenta años.

Todos necesitamos justificar nuestra historia. Y Fraga no tiene otro remedio que blanquear un ayer colaborador de una dictadura infame.

Más adelante, y en las mismas declaraciones, Fraga asegura que si ETA comete un atentado será culpa de la banda terrorista, pero también de quien negocia con ella. Durante el franquismo ETA llevó a cabo numerosos crímenes, culminados por la eliminación de Carrero Blanco. Se ejecutaron penas de muerte contra varios etarras (D. Manuel sabe mucho de eso) y la banda siguió matando. Pero Fraga, pese al fracaso de las ejecuciones, sigue siendo más amigo del tiro de gracia que de la gracia de la palabra. Zapatero es responsable de los atentados futuros que ETA pueda cometer por haber intentado la paz respaldado por el Parlamento español. Fraga es a lo mejor responsable de los atentados ya cometidos por haber respondido a la violencia con la violencia (algo que no enseña el evangelio del que D. Manuel se siente orgulloso).

Y por fin, Fraga se declara admirador de una Jerarquía católica que impugna la Educación para la ciudadanía, alabando una nacionalcatolicismo que no tenía reparos en apoyar y adoctrinar con la Formación del espíritu nacional. Una Jerarquía que durante cuarenta años bendijo un régimen de terror, que aplastó los derechos más inalienables de la persona, que colaboró en los desmanes sanguinarios de un franquismo que nos cerró al mundo e hizo que el mundo nos odiara, que propició la fuga de intelectuales y disidentes. Una Jerarquía concubina del poder más abyecto de nuestro último tramo histórico es elogiada por Fraga. ¿Qué Iglesia le cabe a Fraga en la cabeza? Tal vez la Iglesia cómplice de la que se avergüenzan los propios cristianos.

A Fraga le cabe el estado en la cabeza. Ojalá le cupiera la fuerza salvadora de la palabra.

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