jueves, 25 de septiembre de 2008

DEMOCRACIA Y TERRORISMO

¿Puede un estado democrático dialogar con terroristas? Más aún, ¿debe un estado democrático dialogar con terroristas? En los últimos años del franquismo proliferaron los secuestros, las extorsiones, los crímenes a cargo de movimientos que reclamaban independentismo. Los GRAPOS y algún movimiento canario y catalán estaban presentes en esos momentos. Pero sobre todos ellos ETA llevaba la voz cantante. La izquierda no compartía las actuaciones de la banda, (nadie puede estar de acuerdo con procedimientos asesinos), pero se mostraba comprensiva con sus aspiraciones y las miraba con cierta simpatía. El nunca esclarecido atentado contra el Almirante Carrero Blanco, Presidente del Gobierno, posiblemente cambió el rumbo de la historia de España (no hay mal que por bien no venga, dijo Franco). Y las últimas ejecuciones de etarras en Hoyos del Manzanares provocaron grandes movimientos de protesta en el ámbito internacional, encabezados por el Papa Pablo VI y numerosos Jefes de Gobierno que pidieron clemencia al Dictador, cuyo pulso no tembló pese al parkinson. Todo se arregló con el desprecio del régimen por la injerencia extranjera en asuntos internos y una gran manifestación de adhesión inquebrantable al Caudillo en la Plaza de Oriente.

Poco después accedió a la Presidencia del Gobierno Adolfo Suárez. Y entre otros muchos actos de valentía que tuvo, entró con coraje en el tema etarra y dialogó. Conclusión: los polis-milis se reintegraron en la sociedad y nos dieron hombres tan valiosos como Mario Onaindía o Kepa Aulestia

Felipe González llevó adelante contactos con la banda que fracasaron por culpa de ésta. Más tarde lo intentó José María Aznar (“ya he ordenado que se entablen conversaciones con el MNLV”) y tampoco pudo llegar a buen puerto.

Y ahora es José Luis Rodríguez Zapatero quien presenta en el Parlamento de la Nación (hay que resaltar la importancia de pedir por primera vez el respaldo de todo el Parlamento) una moción pidiendo el apoyo de todas las fuerzas políticas para dialogar con ETA sin pagar precio político alguno y con la condición inexcusable de que abandonen las armas como condición previa. Con esta moción están de acuerdo todos los grupos a excepción del Partido Popular. El PP, con un cinismo inexplicable, y haciendo del terrorismo un argumento electoral, habla de traición a los muertos, de bajada de pantalones, de órdenes impartidas por la banda y que el gobierno cumple inexorablemente, de ruptura del pacto antiterrorista, etc. Y plantea la pregunta que encierra de antemano una condena y descalificación no se sabe si del Presidente o del propio partido que la formula. Porque la interrogante va dirigida contra Rodríguez Zapatero, pero se revuelve contra el propio PP. demostrando la falta de costumbre que tiene de dialogar.

Y volvemos al planteamiento primitivo: ¿Puede y debe un gobierno democrático dialogar con terroristas si estos cumplen unas condiciones previas? Rotundamente SI. Y precisamente por el carácter democrático de ese gobierno. Un gobierno dictatorial no podría hacerlo porque carece de fe en el valor de la palabra. Un dictador responde con tiros a los tiros y con ejecuciones a los asesinatos poniéndose a la misma altura de los terroristas. En el valor concedido a la palabra, en la profesión de fe en la palabra, radica la diferencia de los demócratas. Y en eso nos distinguimos de ETA. Ellos, como diría y con razón Mariano Rajoy, ponen la pistola encima de la mesa o la esconden debajo. Pero cuentan con ella porque sin ella no son nada. La democracia es palabra sin pasamontañas, sin cartucheras. Palabra honesta, ancha y blanca como una bandera.

La visión democrática fundamentó la decisión de Suárez, González y Aznar. ¿Por qué se le niega por parte del PP. al Presidente Zapatero la posibilidad que se le otorgó a otros?


Sólo los demócratas profesan una admiración por la palabra y el diálogo. Quien no tenga esa fé que saque sus propias conclusiones.

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