jueves, 25 de septiembre de 2008

ESA NIÑA.

La niña nació de madrugada. Los tricornios de charol descubrieron tres estrellas fusiladas por la espalda, una luna chorreando en la cuneta y dos rosas con un tiro en el vientre. Los del charol sospecharon -siempre sospechan- de una explosión de luz y mandaron analizar el ADN del viento.
La niña nació de madrugada. Certificando el milagro de la vida, apostando por la esperanza, relevando el odio por la paz. Aprendiendo a acariciar, buscando un cuerpo cercano, estrenando tiempo nuevo, dibujando futuro.
La niña nació de madrugada. Se miraron los padres asombrados, dominados por la ternura, descubriendo el amor como posibilidad fecunda, imaginativa, creadora. Allí estaba el fruto de una entrega, de una pasión constructiva, de un proyecto válido. Allí no dormía una ideología castrante, ni un odio homicida. Sólo existía una niña que nació de madrugada.
Cerca, los regalos: un ramo de balas rojas, una cuna pequeña de pistolas, munición del 38, obscuro rencor de años. Regalos de amigos que nunca comprenderían a la niña que nació de madrugada.
El encendió un cigarrillo con el placer de quien coloca una bomba en el coche del vecino del quinto. Cuántos chiquitos compartidos con Joseba, su mujer y su hijo. Pero eran otros tiempos y la vida es como es. Y a Joseba lo tenía ahora delante, mezcla trágica de hierros, sangre y músculo vencido. Quedaba una mujer ensanchando el mar con su llanto y un niño preguntando por las calles limpias del cariño. Pero la vida es como es, pensó. Y soltó el humo de los pulmones como un coágulo negro.
Ella durmió el cansancio del parto sobre una almohada de cadáveres y soñó con banderas envolviendo ataúdes de tricornios charolados.
Sólo ella, la niña que nació de madrugada, era una bandera blanca, un ramo de besos blancos, hierba blanca de orilla blanca, río, y mar, y monte de blancura, y pan ofrecido, compartido para que la sangre del mundo fuera pura y limpia como un encuentro amoroso.
Sin embargo, la niña que nació de madrugada tendrá que preguntar por sus raíces. Y le responderán las nucas reventadas. La soledad más sola de las
viudas. Los niños enterrados boca abajo. Los pechos de luto de las novias. Los muslos explotados de las jóvenes. Las ingles preñadas de metralla. Las ilusiones que nunca serán esperanza. La esperanza que nunca será beso.
Comprenderá tal vez la niña que nació de madrugada que sus padres sólo fueron artesanos de la muerte, delineantes de la muerte, arquitectos de la muerte. Que nunca supieron que la vida es un girasol hermoso. Que las estrellas no mueren fusiladas por la espalda. Que el vientre de las rosas es más fuerte que un tiro. Que la luna es eterna aunque chorree en las cunetas. Que ellos nunca le dieron la vida porque cargaron de muerte sus espaldas.
Mikel Albizu Iriarte, ANTZA y Soledad Iparraguirre, ANBOTO parieron una criatura. Nos regalaron la belleza de un misterio, ellos, tan empeñados en destruir el misterio de la belleza. Hoy están en la cárcel. Allí el fanatismo endogámico del terror carece de espejos donde mirarse. El terror acaba así consigo mismo.
El mundo, fecundado por el amor, cuidará vuestra criatura. Comprenderá tal vez que la palabra es una plaza con sol. La llevaremos de la mano a los trigales para coger amapolas y brindárselas al río.

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