miércoles, 10 de septiembre de 2008

CONCIENCIA DE LIBERTAD

La libertad es habitualmente concebida como la posibilidad de elección que tiene el ser humano entre varias opciones. Esta definición es aceptada seguramente por una gran mayoría. Pero resulta simplista y no responde al auténtico meollo de la libertad. En el mejor de los casos habría que añadir que esa elección sería validamente libre sólo si fuera "razonable" y "razonada". Por una parte se fundamentaría en la razón como elemento distintivo del hombre, y por otra haría referencia a la "razonabilidad" de esa opción. La mera capacidad de elección como tal no engendra la libertad humana. La fundamentación desde la razón y desde la razonabilidad son elementos básicos.

Pero aunque todo lo anterior sea verdad, no aporta a la libertad su nervio esencial. La libertad no puede ser sólo la posibilidad razonable y razonada de elegir entre varias opciones. Tenemos que exigirle un "plus" que libere a cada opción de su carga de relativismo. Porque si la libertad nos aporta serenidad existencial, debe empujarnos a la elección de LO MEJOR. El hombre no es sublime porque puede elegir, SINO PORQUE PUEDE ELEGIR LO MEJOR.

Sin embargo, la práctica diaria nos dice que el hombre elige también lo malo. ¿Viene dada esta posibilidad de maldad por nuestra capacidad de libertad?. No. Nos viene dada más bien por la LIMITACION DE NUESTRA LIBERTAD. Dicho de otra forma: el hombre elige el camino equivocado NO porque sea libre, sino porque ES LIMITADAMENTE LIBRE. Esta es la concepción, este es el giro, sin duda copernicano, de Gabriel Marcel.

Una visión humanista de la historia debe llevar al ser humano a una profunda humildad. Seremos conscientes de nuestra grandeza en la medida en que seamos conscientes de nuestras limitaciones, de nuestra precariedad, de nuestra pobreza existencial. La libertad está siempre delante, como conquista inacabada, como amor inalcanzable. Tal vez la muerte, sólo la muerte, nos ancle en la libertad para siempre.

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