jueves, 25 de septiembre de 2008

EUROPA A LA FRANCESA

Hace pocos meses los españoles dábamos el SI al Tratado por el que se establece una CONSTITUCION PARA EUROPA. Vino precedido de una campaña en la que se habló del terrorismo de ETA, de la guerra de Irak, de la inseguridad ciudadana, del precio de la vivienda, del Plan Ibarretxe, del tripartito catalán, etc. Incluso los que propugnaban nuestra adhesión a esa Constitución discutían y montaban los mítines en torno a temas bastante ajenos a dimensión europea. Se consiguió sacar adelante el voto afirmativo, se cerró un capítulo del que nadie se acuerda y todos tuvimos la impresión de que nada había cambiado.

Ahora le toca a Francia. Fabius y Jospin aspiran a la presidencia de la República. El pueblo está en desacuerdo con las medidas del actual gobierno y todo puede quedar en un plebiscito contra los actuales dirigentes. Borrell ha sido muy expresivo: “No deis una patada en el culo de Europa para propinársela a vuestro gobierno”.

¿Pero por qué cuando de Europa se trata los debates se convierten en temas de estricta dimensión nacional, a favor o en contra de nuestros líderes políticos? Tal vez porque tenemos una visión bastante pesimista de lo que Europa es y tengamos una visión bastante negativa de los caminos por donde anda. Por más que en el Tratado de Constitución Europea se hable de libertades, derechos, amplitud de fronteras y respeto a la individualidad de cada país, todos somos conscientes de que la Europa política que en él se dibuja es de facto un gran mercado con millones de consumidores. Y el capital es lo que manda. No mejora el mercado laboral. Se tiende a abaratar el despido. Los contratos basura son moneda corriente. La vivienda sube escandalosamente de precio. Y todo para gloria y honor de los grandes capitales que ya no conocen fronteras.

En Francia, en estos momentos, hay grandes luchas partidarias, aspiraciones encarnizadas, enfrentamientos grupales. Y unos quieren apoderarse de la afirmación frente a Europa y otros pretenden apropiarse la negación para apoyar su situación electoral. Se habla de baja participación. Las encuestas, parece ser, dan una ventaja a los defensores del sí. Por la mínima, pero ventaja. Francia tiene entidad, peso, dinamismo interior suficiente para crear un problema a Europa.

Europa pasó por España de puntillas. A lo mejor se “afrancesa” al pasar los Pirineos.

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