lunes, 22 de septiembre de 2008

ESPERANZA, ABSOLUTA

“El tiempo del relativismo moral ha terminado” Lo ha proclamado esperanza Aguirre en su discurso de reelección como presidenta del PP de Madrid. Zapatero, aseguró desde su trono inaccesible, legislando el aborto, el matrimonio homosexual, el suicidio asistido, la eutanasia, está destruyendo “nuestros” valores. Y esa legislación, incomprensiblemente definida como relativismo moral, debe acabarse, En nombre de nuestros valores, queda inaugurado lo absoluto.

Nunca he comprendido la apropiación que hace la derecha del pensamiento, de las inquietudes y de las preocupaciones de la totalidad de los españoles. ¿Por qué los valores del PP. tienen que ser necesariamente los valores de todos nosotros? Las iniciativas legislativas del Parlamento son cortinas de humo para distraernos de la preocupación única que en realidad debemos tener por decisión e imposición de la derecha: la economía. El aborto, la eutanasia, la necesidad de decirle un adiós elegante a la vida es algo que por lo visto no tiene vigencia en el código de vivencias diarias de nadie. Así lo ha decidido el Partido Popular por boca de Rajoy, de Cospedal, y últimamente de la emperatriz madrileña con aire alegre de chotis.

En realidad es una postura dictatorial. El pueblo debe tener las preocupaciones que se le impongan y debe practicar las soluciones que se le brinden desde arriba. Prohibido pensar, disentir, decidir. Todo para el pueblo pero sin el pueblo. Sólo una élite sabe lo que conviene a la mayoría. Esta actitud tiene unas raíces cristiano-católicas. Entre Dios y el hombre existe una casta mediadora, intérprete única y absoluta de la voluntad suprema y tribunal inapelable del cumplimiento de su santa voluntad por parte de una masa aborregada. Roma decide y zanja toda disensión. “Roma locuta est, causa finita est”

Esperanza ha dado por inaugurado lo absoluto. El futuro como creación dolorosa pero inexcusable queda clausurado. El dogma empieza y termina en sí mismo. El horizonte como utopía de los realistas está cerrado. El hombre avanza a tientas, con las manos doloridas, pero gozosas de ahondar en el misterio. La historia nunca es el mito del eterno retorno. Lo humano es siempre lo inacabado, duda soportada, estremecedor encuentro con lo inesperado, sorpresa ante el misterio de sí mismo, del otro, como prójimo del quehacer mundanal.

Condenar la búsqueda igualándola a relativismo encierra un sofisma destructor propio sólo de dictadores evidentes o disimulados, perteneciente a políticos que carecen de fe en el hombre y en los pueblos. El buscador no relativiza. Tiene más bien una conciencia clara de provisionalidad, de camino abierto, de posibilidades creadoras de humanidad.

Los ríos quietos, Presidenta, son espera pantanosa, nunca esperanza creadora.

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