lunes, 8 de septiembre de 2008

ALCARAZ, DENUNCIANTE

Franco estaba a finales de sí mismo. La política internacional le echaba en cara su duradera y sangrienta dictadura. Pero él, Caudillo de España por la gracia de Dios, cruzado victorioso contra el comunismo, hijo fiel y predilecto de una Iglesia de espuelas y pecho condecorado, lo atribuía a maquinaciones de las hordas judeomasónicas y los repercutía sobre la totalidad de los españoles. España se hacía entonces Plaza de Oriente, se llenaba de Capitanías Generales y brazo en alto defendía su independencia frente a un comunismo que quería invadirnos, matar a nuestros Obispos y quemar nuestras iglesias. Franco se eximía así de la vergüenza de ser lo que era.

Alcaraz, generalísimo de sí mismo, mancha la sangre inocente derramada por el terrorismo, vertiendo sobre ella las críticas dirigidas exclusivamente a su persona y a su gestión. Es la actitud de los cobardes. Incapaz de mirar a los ojos de quien se le pone enfrente, este novillero de plazas ruinosas, pretende que se embista contra quienes están detrás. Y se revuelve contra EL PLURAL “porque publica reportajes que vierten injurias y ofensas que atacan y vilipendian el honor y buen nombre de la Asociación de Víctimas del terrorismo” Por motivos inconfesables hace recaer sus ambiciones sobre unos muertos amados por todos, en cuyas manos sembramos rosas de paz, a los que veneramos como vientre de un futuro luminoso.

Alcaraz denunciante. Me alegro como columnista de EL PLURAL. Brindo con Enric Sopena y José María Garrido por la libertad lograda, luchada y triunfante, arrancada a una dictadura de la que nos costó mucho salir. De esa lucha no sabe Alcaraz.

El PLURAL, argumenta, desprecia la actividad ALTRUISTA de D. Francisco Alcaraz. Esta actitud “puede acarrear consecuencias graves como la retirada de ayudas a la AVT” Ahí está la llaga. El subconsciente traiciona. Si se retiran las ayudas –algo que nadie desea ni pretende- a la AVT, a lo mejor el presidentísimo no puede cobrar el sueldo y las dietas actuales. Ni él ni su esposa. Y sería terrible regresar al corte a navaja, a las escamas del mercado. Perdería la cercanía con Rajoy, Acebes y Zaplana. Y no volvería a capitanear multitudes Castellana abajo, ni le quedaría voz para injuriar a un gobierno legítimamente elegido.



Alcaraz no incluyó entre sus víctimas a los dos muchachos ecuatorianos de la T-4. Tampoco Rajoy, Gallardón, Esperanza, Aznar o Botella No estuvieron presentes en aquella manifestación contra ETA, precisamente porque era contra ETA. Sangre inmigrante, obreros con hipotecas soñadas, con una madre ciega. Dolor extranjero, sin bandera roja y gualda. Las víctimas de Atocha no le pesan a Mayor Oreja, ni a Acebes, ni a Astarloa. Aznar quiso auparse sobre los trenes del 11-M. Pero se le hundió el suelo. Tampoco son sus víctimas.

Alcaraz denunciante. Sembrador espléndido de injurias, de blasfemias, administrador de sangre depositada en urnas electorales. Admirable Alcaraz impartiendo denuncias sentado en el banquillo de la Audiencia Nacional.


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