jueves, 25 de septiembre de 2008

ETA ES INOCENTE

Once de Marzo 2.004. Reventada Madrid. La primavera rota por Atocha. Arboles chorreados de dolor Amor decapitado en los raíles. Besos estrangulados. La muerte tendida en las aceras.

Aznar Presidente. Acebes Ministro. ETA asesina. Miserable quien lo dude, dice Acebes. Aznar imponiendo a los medios de información: “Digan que ha sido ETA” Aznar imponiendo a los embajadores: “Convenzan a los gobiernos que ha sido ETA” Aznar exigiendo a Naciones unidas: “Condenen a ETA como autora de tanta sangre”. Aznar gritándole a Europa: “ETA ha matado en Madrid”

Acebes llenando las urnas electorales de ETA, inyectándola en las conciencias. No tienen razón los servicios secretos españoles, ni la policía, ni los analistas. Hay que disfrutar la alegría de una autoría etarra. No preguntará el pueblo. La derecha siempre ha despreciado al pueblo. Asimilará sin dificultad que la tradicional asesina de cuarenta años haya ido lejos, muy lejos, hasta alcanzar ciento noventa y dos muertos e infinidad de heridos.

Pero el pueblo preguntó. En la misma manifestación de repulsa, preguntó. COPE, Mundo, Peones Negros, Obispos, Alcaraz. Todos culpando. Conspiraron. La sentencia no la aceptaron los que a cada paso reclaman su adhesión inquebrantable ( ¿a qué me suena la frase?) al estado de derecho. ETA es la costumbre de la muerte. A mil españoles les ha dejado sin la alegría de la vida. ETA tenía billete de cercanías.

Nueve manifestaciones acusando a Zapatero de fabricar víctimas de terrorismo. Su presidencia descansa en 192 muertos. Lo ha dicho Alcaraz. Lo repite por las tertulias Miguel Angel Rodríguez. ETA no desprecia a los muertos, no los humilla, no les falta al respeto, no les miente. Zapatero, sí. La muerte de dos guardias civiles en Francia es más obra de Zapatero que de ETA. Lo ha dicho un alcalde abulense amigo de Acebes.

En el congreso de “ciertas víctimas” del terrorismo no ha habido ni una sola queja contra ETA. Porque el culpable real es el Presidente. Aznar, limpia trayectoria de hombre veraz, acusa a Zapatero. Este Felipe II sin monasterio de Yuste, con escoriales nupciales en el chaqué, abuelo del infante Pelayo, alcalde cómplice si Gallardón termina despeñándose, ejerce de mayorista del odio, del rencor y del cinismo. Alcaraz, pordiosero irremediable de la sangre, obedece y acusa a Zapatero. Rajoy, nunca líder, siempre conserje mayor de FAES, promete imponer al Congreso lo que el Congreso puede negarle. Pero es que a Rajoy no le importa el Congreso. Basta con que se lo mande Aznar, Acebes y Zaplana. Ante esa trinidad se inclina mientras Esperanza pisa con garbo su capa.

En España empieza a amanecer. Rajoy Presidente. Zapatero culpable. ETA inocente.

No hay comentarios: