miércoles, 13 de agosto de 2008

SOY DECENTE

Hace unos días el que fuera portavoz del Gobierno de Aznar, Miguel Angel Rodríguez, exigía el derecho de los españoles a saber qué grupo terrorista había colocado a Zapatero en la Moncloa. Escribí entonces un artículo en el que me declaraba perteneciente a ese grupo formado por millones de españoles que habíamos votado socialismo en las elecciones de 2.004, y en consecuencia me declaraba terrorista. Y comprendía que Miguel Angel Rodríguez saliera a la calle del brazo de Iniestrillas a pedir mi condena de miles de años y el cumplimiento íntegro de la misma.

Ahora es usted, señor Rajoy el que convoca a todos los españoles DECENTES a manifestarse el 10 de Marzo en Madrid. El que no responda a su llamamiento como delegado de Aznar es evidentemente un indecente. Pero esta vez no le voy a dar el gusto de reconocer mi indecencia por el hecho de no asistir a la manifestación convocada. Y le voy a exponer algunas razones que me llevan a revelarme contra la catadura moral que usted quiere colgarme.

Cuando usted, señor Rajoy, proclamaba como miembro del gobierno gallego, que resultaba imposible la igualdad entre los seres humanos, yo me dejaba la piel defendiendo precisamente esa igualdad, y luchaba contra la incomprensión de gente que como usted pensaba que los humanos estamos divididos en estamentos previamente constituidos y por tanto inmutables. Cuando usted y los suyos sostenían esta visión nazi, yo luchaba por una fraternidad negada incluso desde estamentos eclesiásticos que predicaban resignación ante el acontecer humano.

Cuando usted estudiaba cómodamente instalado en una universidad sin “meterse en política”, yo luchaba contra una dictadura que me persiguió, me llevó al exilio y me hizo dormir cada noche en una casa huyendo de la brigada político social. Y mientras usted escribía artículos con mentalidad fascista, a mí se me vetaban los míos en cualquier periódico español. Y cuando alguna universidad me invitaba a dar una conferencia la boicoteaban estudiantes como usted y me interrogaban los grises que rodeaban con tanquetas las salidas para que nadie escapara.

Usted, señor Rajoy, convertido a la democracia nada menos que de la mano de un demócrata de toda la vida, el señor Fraga, llama indecentes a todos los que no acudamos a su manifestación y tacha de antipatriotas a los que no comulgamos con su estrategia de golpe de calle contra un gobierno legítimamente constituido y votado.

Usted, señor Rajoy, que perteneció a un gobierno que nos mintió descaradamente el 11-M, que pretendió engañar a naciones amigas, que se empeñó en falsificar la realidad macabra de la sangre derramada ante la ONU, que tachó de miserables a todos los que pusimos en duda la autoría de ETA, usted señor Rajoy, tiene el descaro de llamarnos indecentes a todos los que nos negamos a luchar contra un gobierno surgido de las urnas.

Usted, señor Rajoy, que aplaudió entre las risas complacientes de los diputados la Partido Popular, la inclusión de España en una guerra ilegal en Irak para gloria de un Aznar soberbio, orgulloso de su amistad con Buhs y cómplice de la mentira que chorrea sangre inocente.

Ni siquiera por ironía le voy a conceder la posibilidad de declararme indecente. Me ha costado, nos ha costado mucho, llegar a donde estamos. Le regalo la Plaza de Oriente, nostalgia incluida, caudillo incluido, Aznar incluido. Yo me quedo luchando, como ayer, contra un fascismo elegantemente disfrazado, pero fascismo al fin.

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