miércoles, 13 de agosto de 2008

RENCOR

Fue por el 82. Cuando Felipe. Julio, mi amigo Julio, republicano viejo. Luchador junto a Tito. Peregrino de cárceles franquistas. Carmen de visita, sólo visita para contarle cómo andaban Maribel o Tinito. Tuberculoso al fin, con bigote de posguerra. Lo llamó Felipe, primerizo de triunfo electoral. Y Julio sentenciando con un celta en la mano: “no te rodees de nadie que lleve odio por dentro”

Julio sonreía como quien ve la vida de lejos. Siempre despidiéndose. Aquella mañana, su última mañana, le encendí un cigarrillo y se murió entre volutas grises y oscuras nicotinas. Tozuda delgadez de cárcel. Pulmones con bacilos de hambre acumulada. Frío inyectado en sangre y pies hinchados de nefrosis. Pero vivió la llegada de la libertad. Se la bebió a sorbos grandes porque tenía prisas en la sangre.

Hoy me acuerdo de Julio. Cuando las cristinas y losantos revestidos de pontifical predican odio. Cuando los acebes vergonzantes catapultan atochas irredentas. Cuando se lleva en andas a los muertos para enterrarlos en urnas electorales. Cuando los aznares estrangulan la palabra para sitiar la hermosura del diálogo. Cuando los cañizares afirman que España nació de la fe y desaparecerá cuando esa fe se entierre. Cuando los marianos no entienden lo que significa paz, vida, libertad.

Hay mucha amargura conscientemente sembrada, regada y florecida. Se está retorciendo el pulso a la inocencia. Y entre todos estamos matando la palabra. Palabra de vientre ancho capaz de parir futuro. Pero cualquier esquina es buena para descerrajarle la nuca. El odio siempre tira por la espalda. Espasmos dolorosos de palabra que quiso ser fecunda y preferimos hacerla cuajarón.

No hay división de opiniones. Hay un muro de rencor. Postrimerías del XX. Principios del hoy en que estamos. Globalización pregonada, impuesta. Amplitud proclamada. Caída de fronteras. Pero nos empeñamos en levantar muros: Buhs y Méjico. Israel y Palestina. Hasta España presume de su particular muro contra el hambre. No es diversidad de criterios. Es mensaje envenenado. Mentira crujiente, caliente de premeditación. Hablar para dañar, para clavar puñales a la altura de la vida. Hasta la sangre. Hay quien se enardece con la sangre, le excita. Y necesita más, y más. Hay que chorrear rencor. Sobre ciento noventa y dos vidas descarriladas en Atocha se edifica una plaza de mentiras y se lanza contra el otro, para que lo empitone, para que el toro del dolor busque femorales. Y las urnas teñidas se arrojan a la cara durante cuatro años. Y dice Acebes que necesita conocer la verdad de un atentado que le explotó en las manos. Y Pujalte, chusquero de infames cocinas, sirviendo café con leche como empleado de hogar de Terra Mítica. Y Aznar, cuaderno azul con lista de súbditos. Y Mariano, el Mariano digital, sepulturero que defiende a los muertos como nadie. Y Alcaraz, mercader de indignas dignidades.

Cuántas Cármenes, Curris, Isabeles, Cristinas. Manchando su hermosura de odio convencido, de rencor engendrado, de cínicas falsedades. Cuánta COPE episcopal bendiciendo odios irrespirables, alentando un fratricidio de góticos pectorales.

Que alguien me encienda un cigarrillo. Quiero morirme entre volutas grises y oscuras nicotinas.

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