miércoles, 13 de agosto de 2008

MIKEL BUESA

Fue una angustia colectiva. Fuimos conscientes del paso del tiempo. Dolían las horas, los minutos, los segundos. Estaba la cobardía apuntando la nuca de un muchacho joven. Novia en el corazón. Horizontes en los ojos. Las manos llenas de futuro. Y la pistola ahí. Y el tiempo ahí. Y la cobardía asesina ahí. Y a todos nos estalló el cerebro aquella tarde.

Vinieron las manos blancas. Manos en ofrenda para antiguos rencores. Ahí estaba España, oferta de inocencia para comprobar si alguien tenía la infinita cobardía de disparar. Y ETA disparó aquella tarde. Y nos sentimos fusilados. Toda España fue una muerte. Con novia en el corazón. Horizontes en los ojos. Manos llenas de futuro. Miguel Angel se llamaba. Miguel Angel nos llamamos todos desde entonces.

Madre. Padre. María del Mar. Totorica, Alcalde. Y un pueblo dando nombre a la hermandad del dolor: Ermua. Todos somos Ermua. Lazo azul en la solapa para sacar al sol la rabia contenida, la esperanza frustrada, tantas veces frustrada, la incomprensión hacia la cobardía, el rechazo de hombres hermanos, de muchachas viudas, de hijos buscando padres por las esquinas, guardias civiles levantando asfalto para encontrar esperanzas. Inútil. Todo muerte aparente. Sólo aparente. Porque Ermua es una giralda de esperanza. Porque Ermua sigue de pie. Porque Ermua está entrelazada en las solapas de los amantes de la vida, del quehacer, en los creadores de mañanas, de futuros

Pero a Ermua le han violentado las puertas. La han violado. Le han robado otra vez la paz, la esperanza, la solidaridad con la muerte de un muchacho. Mikel Buesa no está de acuerdo con restituir a Ermua la honradez del recuerdo. Ermua maltratada por un Buesa que dice que el pueblo se coloca de parte de los terroristas. Buesa blasfemo. Buesa destructor. Caudillo desfasado de un terror ignominioso. Mesías envuelto en su propia nada. Arrastrando el cadáver de Ermua con un lazo robado en la solapa. Le acompañan Pujalte y Esperanza, Rajoy y Zaplana. Hablando, gritando, cantando en nombre de los muertos, más muertos cuando alguien trafica con el dolor ajeno. Rastrillo de penas negras, fusiladas un día, rematadas ahora por caudillos impotentes.

Hay que achicar sangre en España. La sangre brotada aquella tarde. Y la sangre añorada y resucitada por tanto mikel buesa, por tanta isabel, por tanta cristiana, por tanta rosa desvaída.

Hay que rescatar las manos blancas porque nos pertenecen. Hay que apretar a Ermua contra el pecho porque es de todos. Para que no nos la roben. Para que nos devuelvan a Miguel Angel Blanco, porque fue herencia bendita y cada uno llevamos su huella entre las manos.

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