miércoles, 13 de agosto de 2008

¿AÑORANDO PISTOLAS?

Hay días que mueren al amanecer. Se hace imposible la serenidad de una despedida porque alguien se empeña en una cesárea en carne viva. Al año 2006 no pudimos decirle adiós. Un pelotón etarra lo tuvo arrinconado contra la T-4 y le disparó a bocajarro con las primeras luces. Saltó por los aires como una granada lorquiana. Dos muchachos ecuatorianos, que ahorraban espigas para el mañana, se quedaron con el perfil tronchado sobre el volante de un coche.

“Paz, vida, libertad, contra el terrorismo” 13 de Enero. Mies en España. Sosteniendo el dolor de una pancarta. Contra el odio. Contra las balas. Contra los amaneceres fusilados. Acunando el perfil de los muchachos que guardaban espigas en los ojos. Calles españolas arriba. Pelotón etarra enfrente. Sudando el esfuerzo. Ganando terreno a las pistolas. Poco a poco. Tragándonos la sangre como los toros bravos. Miles de españoles. Sindicatos, asociaciones de inmigrantes, políticos de casi todos los partidos, sólo de casi todos, representantes de un gobierno empeñado en la paz. Frente al odio, al sinsentido, a los mástiles colgando víctimas. Joseba, Miguel Angel, Tomás y Valiente, Fernando Buesa, niños abrazados a sus muñecos. Cadáveres con una barra caliente de pan, concejales, militares, y aquellos dos muchachos, ahorradores de espigas, coleccionistas de sueños imposibles. Pedíamos sólo paz, vida y libertad a los encapuchados de blanco, a esos chulos de la muerte. Los queríamos enfrente, sólo a ellos, para gritarles sin intermediarios, directos a la cara, para lanzarles los trozos de aquel amanecer que recogimos en la T-4.

Y nos encontramos con otros miles de españoles que no gritaban contra ETA. Culpaban al Presidente del un gobierno, a los representantes del pueblo, al pueblo que los eligió. “Ahí sólo vais putas y maricones y gente de mal vivir”, decían. “Zapatero, vete con tu abuelo” “Gobierno igual a ETA” Acebes exigiendo que se revelen los acuerdos entre el gobierno y el terror. Miguel Angel Rodríguez proclamando que a ZP lo “`puso un grupo terrorista” en la Moncloa. Rajoy diciendo que si no hay bombas es porque se ha transigido y ahora que la muerte estaba ahí era porque se había cedido al chantaje.

Dolía la tristeza en las aceras. Había que luchar. ¿También contra los que nos culpaban? Esperábamos un sudario, un hombro, una projimidad dolorosa. Y ellos llevaban guadañas, para segar unos votos, para cortar esperanzas, aunque fueran, también fueran, apoyo para los asesinos de amaneceres. Contra ETA y contra muchos que nos culpaban. Aquella tarde en la calle. Y ahí siguen, impasible el ademán, los alcaraces, los buesas, los pujaltes. Aznares catedráticos de capitalistas retrasados.

La banda terrorista ha dado una entrevista al periódico Gara tras la detención del comando donosti. Y Rajoy y Zaplana y Acebes siguen afirmando que estamos de rodillas ante las bombas, que las alimentamos, que las oxigenamos. Algunos, está visto, no son nada sin pistolas. Escribí un artículo por aquellos días. “La bomba de la alegría”, se titulaba. Para algunos fue el punto de apoyo para mover el mundo político. Y repugna que salgan, no a condenar a los asesinos verdaderos, sino a los que realmente luchamos contra ellos.

Estoy cansado del odio, del rencor, del insulto. Pido desde la marginalidad a la que me condenan unos y otros. Un poco de paz, por amor de Dios. Que hace tiempo que no como una alegría al aire libre.

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