RAJOY SE FUE DE BODA
Un amigo es un amigo y algunos dicen que hasta es un
tesoro. Está demostrado en el terreno político. Entonces la amistad se ejerce por encima de
diferencias sustanciales de entender lo humano como valor supremo del mundo.
Nuestros gobiernos, constituidos por demócratas de toda la vida, como lo fueron
Fraga y su descendencia, no tienen reparo en sentarse a digerir una langosta
con sus colegas chinos, comunistas de alto consumo, colegas en eso del Ibex 35
y compradores-vendedores de artículos que hinchan los presupuestos nacidos de
las impor-exportaciones. Recuerdo aquel viaje de María Teresa Fernández de la Vega
a China. Cuando alguien le preguntó si habían hablado del número de ejecuciones
anuales, de las leyes mordazas imitadas por nuestro ministro del interior, la
vicepresidenta respondió que no estaba previsto tocar esos temas porque el
objeto de la reunión fraternal era comercial. Y ante una firma de compra o
venta, hay que separar los cadáveres que se han colado porque los muertos ya no
pintan nada en los tratados internacionales. Y así Felipe y Rajoy y sus
ministros comerciales. Los intercambios se firman con estilográficas Mont Blanc
fabricadas en el país oriental y no con fusiles ni cañones.
Javier Maroto es homosexual. Su ya marido es
homosexual. Se casaron hace pocas fechas. Quede claro que no tengo
absolutamente nada que objetar. Al contrario. Disfruté cuando Zapatero aprobó
esa ley y aplaudió a aquel amigo de todos que era Pedro Zerolo. Pedro se nos
fue una mañana con sonrisa de quimioterapia hacia la plenitud de una felicidad
comprometida en el abrazo con la tierra. Zapatero aplaudió aquella mañana
porque Pedro había luchado a brazo partido para demostrar que para el amor
sobra cualquier legislación porque el amor es libertad suprema.
Pero el Partido Popular está cohesionado por
testosterona. Rajoy y compañía han tenido siempre muy claro, porque así lo
afirma la iglesia católica (no confundir con cristiana) que el amor de pareja y
sus manifestaciones sexuales están enfocadas a la reproducción de forma
absoluta excluyendo la bondad de la dempstracón amorosa, el placer de la
entrega mutua, la ternura de la piel como ventana abierta a la donación del
otro. Y de esa exclusión nace el problema de las peras y manzanas, las
aseveraciones del juez López de que el matrimonio homosexual es una aberración
equivalente a la unidad sexual de una persona con un animal (estas palabras las
dijo el juez un lunes a las seis de la tarde, no un domingo a las siete de la
mañana cuando conducía con un obsborne en sangre, sin casco y dibujando eses
por la vía pública).
Mariano y sus compañeros eran oposición cuando Zapatero
aseguró que el amor está por encima de todo. Acudieron a los tribunales
alegando que la etimología del término matrimonio, que si se podía perjudicar
la procreación, que si dios-Rouco-Varela son machos-machos, que si el papado o
Escrivá de Balaguer, que si los obispos, que si Botella-Aznar, que si la moral…
Y ahí están los tribunales, lentos como el tribunal de
cuentas, repasando las etimologías de San Isidoro, poniendo el silencio como
argumento de dilación, sin saber que el cariño ni se compra ni se vende.
Se ha casado Javier Maroto, el de los inmigrantes de
Vitoria, el que asegura que hay muchos asesinos yihadistas entre los refugiados
de Siria, el estandarte de la renovación o refundación del PP. Maroto y su
marido han comprendido, como todos deberíamos entender, que el amor salta las
concertinas de las legislaciones y se instala en la patria de la libertad,
aunque en su momento no fue así y el juez López dijo lo que dijo y ahí lo
tienen con su toga elegante dispuesto a juzgar a la gürtel. Y en los días anteriores a esa boda corría por los pasillos
de las televisiones el acertijo de si Rajoy iría o no a acompañar a su
correligionario. Nadie había caído en la cuenta de que el presidente es amigo
de Javier y nunca se legisla contra los amigos sino sólo contra los enemigos.
Parece que ahora han comprendido que Javier, el de los
inmigrantes excluidos de Vitoria y el visionario de armas de destrucción masiva
entre los refugiados, es un hombre capaz de amar a quien sea y a quien su
voluntad soberana elija. Y Mariano fue a la boda. Elegante, con su esposa del
brazo, sus gafas limpias para que se le vea el guiño espontáneo de su ojo
izquierdo, su traje de ocasión y su sonrisa a media asta. No fue la boda
imperial de El Escorial, pero tampoco Maroto es Aznar y la gürtel no pasa por
su mejor época de gloria.
Rajoy no es muy amigo de los dependientes, los
enfermos, los viejos, los funcionarios, los estudiantes, las mujeres
maltratadas, etc. pero es muy amigo de Maroto y bendijo el amor de estas dos
personas con la misma fuerza con que en otro tiempo maldijo judicialmente la
aberración que le mostró su amigo el juez López y lunes, creo que a las seis de
la tarde.
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