sábado, 19 de septiembre de 2015

RAJOY SE FUE DE BODA


Un amigo es un amigo y algunos dicen que hasta es un tesoro. Está demostrado en el terreno político.  Entonces la amistad se ejerce por encima de diferencias sustanciales de entender lo humano como valor supremo del mundo. Nuestros gobiernos, constituidos por demócratas de toda la vida, como lo fueron Fraga y su descendencia, no tienen reparo en sentarse a digerir una langosta con sus colegas chinos, comunistas de alto consumo, colegas en eso del Ibex 35 y compradores-vendedores de artículos que hinchan los presupuestos nacidos de las impor-exportaciones. Recuerdo aquel viaje de María Teresa Fernández de la Vega a China. Cuando alguien le preguntó si habían hablado del número de ejecuciones anuales, de las leyes mordazas imitadas por nuestro ministro del interior, la vicepresidenta respondió que no estaba previsto tocar esos temas porque el objeto de la reunión fraternal era comercial. Y ante una firma de compra o venta, hay que separar los cadáveres que se han colado porque los muertos ya no pintan nada en los tratados internacionales. Y así Felipe y Rajoy y sus ministros comerciales. Los intercambios se firman con estilográficas Mont Blanc fabricadas en el país oriental y no con fusiles ni cañones.

Javier Maroto es homosexual. Su ya marido es homosexual. Se casaron hace pocas fechas. Quede claro que no tengo absolutamente nada que objetar. Al contrario. Disfruté cuando Zapatero aprobó esa ley y aplaudió a aquel amigo de todos que era Pedro Zerolo. Pedro se nos fue una mañana con sonrisa de quimioterapia hacia la plenitud de una felicidad comprometida en el abrazo con la tierra. Zapatero aplaudió aquella mañana porque Pedro había luchado a brazo partido para demostrar que para el amor sobra cualquier legislación porque el amor es libertad suprema.

Pero el Partido Popular está cohesionado por testosterona. Rajoy y compañía han tenido siempre muy claro, porque así lo afirma la iglesia católica (no confundir con cristiana) que el amor de pareja y sus manifestaciones sexuales están enfocadas a la reproducción de forma absoluta excluyendo la bondad de la dempstracón amorosa, el placer de la entrega mutua, la ternura de la piel como ventana abierta a la donación del otro. Y de esa exclusión nace el problema de las peras y manzanas, las aseveraciones del juez López de que el matrimonio homosexual es una aberración equivalente a la unidad sexual de una persona con un animal (estas palabras las dijo el juez un lunes a las seis de la tarde, no un domingo a las siete de la mañana cuando conducía con un obsborne en sangre, sin casco y dibujando eses por la vía pública).

Mariano y sus compañeros eran oposición cuando Zapatero aseguró que el amor está por encima de todo. Acudieron a los tribunales alegando que la etimología del término matrimonio, que si se podía perjudicar la procreación, que si dios-Rouco-Varela son machos-machos, que si el papado o Escrivá de Balaguer, que si los obispos, que si Botella-Aznar, que si la moral…

Y ahí están los tribunales, lentos como el tribunal de cuentas, repasando las etimologías de San Isidoro, poniendo el silencio como argumento de dilación, sin saber que el cariño ni se compra ni se vende.

Se ha casado Javier Maroto, el de los inmigrantes de Vitoria, el que asegura que hay muchos asesinos yihadistas entre los refugiados de Siria, el estandarte de la renovación o refundación del PP. Maroto y su marido han comprendido, como todos deberíamos entender, que el amor salta las concertinas de las legislaciones y se instala en la patria de la libertad, aunque en su momento no fue así y el juez López dijo lo que dijo y ahí lo tienen con su toga elegante dispuesto a juzgar a la gürtel. Y en los días  anteriores a esa boda corría por los pasillos de las televisiones el acertijo de si Rajoy iría o no a acompañar a su correligionario. Nadie había caído en la cuenta de que el presidente es amigo de Javier y nunca se legisla contra los amigos sino sólo contra los enemigos.

Parece que ahora han comprendido que Javier, el de los inmigrantes excluidos de Vitoria y el visionario de armas de destrucción masiva entre los refugiados, es un hombre capaz de amar a quien sea y a quien su voluntad soberana elija. Y Mariano fue a la boda. Elegante, con su esposa del brazo, sus gafas limpias para que se le vea el guiño espontáneo de su ojo izquierdo, su traje de ocasión y su sonrisa a media asta. No fue la boda imperial de El Escorial, pero tampoco Maroto es Aznar y la gürtel no pasa por su mejor época de gloria.


Rajoy no es muy amigo de los dependientes, los enfermos, los viejos, los funcionarios, los estudiantes, las mujeres maltratadas, etc. pero es muy amigo de Maroto y bendijo el amor de estas dos personas con la misma fuerza con que en otro tiempo maldijo judicialmente la aberración que le mostró su amigo el juez López y lunes, creo que a las seis de la tarde.

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