martes, 29 de septiembre de 2015

LA PEDRADA


Una pedrada en la frente de la palabra.
Una pedrada exacta.
Demasiada sangre
para taponar un invierno.
La fuerza de un río,
el músculo del mar.
todos los grises reunidos
en un manojo de plomo.
Demasiado dolor
para no aplastar las yemas
de un ayer de primaveras.
Escuecen los ojos de la palabra
como la lava de un monte
la que no pronunciaste,
la que nunca dijiste
porque se atravesaba el mar en tu garganta.
Toda la tristeza ácida
de la muerte incubada
en la frontera derecha de la vida.
Todas las amargas despedidas,
los agrios pañuelos en el aire
porque muerde la muerte el aire,  lo tritura
y digiere la carne de los besos,
los genitales orgullosos
exigiendo los deltas de tus ingles.
Inexplicable todo,
resultado inesperado
de logaritmos absurdos.
La vida rota contra el suelo,
virutas craneoencefálicas irreversibles,
coágulos como rocas en las venas,
la piel incunable que prohibe el poema
escrito en su altiplano,
sobre la piel de tu espalda
sobre la piel de tu vientre,
de tus muslos de delfín educado entre algodones.
Una pedrada exacta.
Sólo una.
Un toro que embiste
y el mundo se queda sin almendros.


No hay comentarios: