domingo, 13 de septiembre de 2015

NUEVE DE SETIEMBRE



La memoria es una fecha:
Nueve de setiembre.
Un otoño laminar inyectado
como un ciprés metálico,
en el espacio intercostal
que conduce a la grieta rosa del pulmón derecho.
Buscan el nido de la muerte
para arrancarle los ojos
y mirarla de frente.
El suelo del alma
volado de hojas secas,
fríos amaneceres,
atardeceres sin músculo vital, cansado
como si la noche tuviera
rota en los pulmones
una fecha:  nueve de setiembre.
Quedaba la sangre sorprendida,
escondida a la sombra de la sombra.
Se hizo  grito la sangre,
espiga de glóbulos para exigir la esperanza.
Fue el sexo erecto
buscando amor por los rincones
de tu piel entreabierta
por donde el aire perdía los recuerdos
y el olor de hospitales,
de sábanas sin ti,
de almohadas sin el hueco de tu nuca,
de ecos vacíos de tu cuerpo.
Me convocó la vida
a un sorteo macabro.
Murió el 901, cama A.
Bastó un lienzo blanco
para tapar su muerte.
Alguien firmó un folio blanco
certificando mi vida,
una pedrea sólo,
pero vida.
Me saludó la tarde:
Bienvenido, señor,
tiene derecho a respirarme.
Y taponé el camino
que horadaron el nueve de setiembre
cuando inyectaron en el espacio intercostal

un otoño metálico.

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