viernes, 11 de septiembre de 2015

LA GUERRA

La guerra es hermosa.
Han embellecido la guerra.
Tal vez sólo las fiestas de un pueblo,
cuando la patrona, esa virgen de agosto
con sus fuegos fingidos
que asustan a los niños y los perros.
La guerra es espectáculo
como esos documentales
multicolores de peces en los fondos marinos.
Ya no hay muertos en las guerras:
son efectos colaterales
No hay niños mutilados, mujeres violadas:
son efectos colaterales,
un doblaje perfecto para hacernos creer
que la sangre ya no cotiza en bolsa.
La guerra es elegante.
Vuelven los artificieros
escoltando tanques verdes
como si de Macarena se tratara,
de Cachorros y Trianas,
con mitras urbi et orbi.
Atrás queda el olvido
descuartizado
y el petróleo manando
de  bocas como tumbas.
Y la riqueza cosechada
en los vientres opacos,
aplastados con lejanía gris.
La guerra es hermosa
como la mirada telescópica
de cupidos obscenos

que nunca se equivocan.

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