lunes, 11 de agosto de 2014

LAS ESPALDAS DEL MUNDO





La vida tiene espaldas anchas,
como las de un caballo.
Todo el dolor, todo el amor
cabalga en sus lomos de venas en relieve.
Testículos redondos como el mundo,
planetas esféricos que aguantan el vientre
de las lunas preñadas
Los ríos de pechos apaisados
soportan el peso de los mares,
de los montes.
Lo digo todo para decir
que nada de eso eres tú,
ternura infinita
que fácilmente se rompe
cuando respira la alegría
en tus caderas de luz.
Eres sólo la infinitud diminuta
que cabe en una gota de agua,
en la ladera de un jazmín,
en las entrañas de las rosas.
Más que caballo, que río, que monte, eres tú.
Más porque ocupas
el interior de un beso,
el hueco que tiene cada caricia,
porque te instalas
en la grieta que el aire desangra en su costado.
Así te quiero.
Ahí te espero,
donde reside lo imposible.
Miniatura, tú,
orfebrería conclusa
porque lo pequeño,
sólo lo pequeño

tiene la dimensión de lo infinito.

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