sábado, 2 de agosto de 2014

APRENDI


Aprendí en el paisaje de tu vientre
a tratar a los ríos,
a subir a los montes más hermosos,
a descifrar el misterio de esa yedra
que escala tus ingles.
Aprendí a interpretar
los pliegues del  agua que fecunda
las dunas de tu piel,
las grietas del misterio
donde se esconden
los peces de colores.
Aprendí el gemido
de las palmeras azules
cuando laten las campanas
de la ternura más íntima.
Me perdí en el paisaje de tu vientre.
No encontré las calles de salida,
ni ventanas abiertas a la luna.
Sólo había una brisa acostumbrada
a mis manos,
a mis labios,
al tacto de mis dedos.


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