sábado, 9 de noviembre de 2013

PUERTA



No hay puerta hasta ti.
Cerraron por defunción los horizontes,
por cansancio, por hastío,
porque no tiene sentido ser estrella.
No hay puerta.
Alguien ha tirado la palabra
por las alcantarillas tapadas con sombras
para que no te diga la palabra que tengo
guardada entre los ojos, disfrazada,
porque no me atrevo a pronunciar el amor.
No es pudor, ni recato, ni respeto.
Es miedo a la puerta que se cierra
como se cierran tus espaldas
cuando sospechas que mis manos
buscan el infinito camino de tus piernas.
No sé dónde llamar
porque no hay puerta.
La defienden tus pechos
tus perros de algodón
suaves, pero erguidos
como estatuas de aire.
No me atrevo a pronunciar el amor,
a tocar la desnudez del amor
porque intuyes que busco
el planeta de tu vientre,
la esfera sideral de tus nalgas.
Y cuando digo amor,
digo cuerpo,
piel digo,
tacto,
boca
y ese pelo enredado
en las palmeras de mis manos.
Y entonces cierras la puerta
y me expatrias
y me exilias
y me expropias mi cosecha de besos,
de caricias conseguidas
y me tapo con noches
enhebradas de escarcha,
de frío glacial de lunas.
Hay ríos de madera
para puertas ocultas.




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