miércoles, 20 de noviembre de 2013

EL ARBOL DE LOS VIENTOS



No hay balcones.
Busco huecos para asomarme a la vida,
para entender los ojos de la brisa
y llamar al aire por su nombre.
Los pulmones se ahuecan,
pretenden exprimir su materia de rosas,
apagar las lunas descolgadas
y adueñarse del viento en la garganta.
Suben los  pulmones
laringe arriba,
escalan por el perfil de la luz
buscando una cintura
que quepa entre los labios
para expirarla
como aliento enamorado.
Aire pido,
el que será testamento de mi sangre,
el que entregaré a la muerte
cuando la muerte muera cansada de ser muerte.
Quiero de par en par los balcones
para que la primavera aprenda los caminos
del misterio,
del pecho donde se enreda tu pelo,
ese nido caliente para tus ojos azules.
Préstame el aliento de tu boca en llamas
bajo el cuerpo que te ama
cuando gimes,
cuando gritas el gozo de tu carne,
el asombro de tu piel.
Aquí están mis pulmones.
a las puertas de tus besos,
en los ventanales de tu risa
para que se bifurque tu brisa
entre los alveolos cianóticos
de unos pulmones rendidos.  

                                                                             

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