domingo, 24 de noviembre de 2013

CUANDDO


Hará esquina el tiempo.
Ponme entonces un ramo de labios en los labios.
Tendré sed
y grietas en los ojos.
Las manos cuarteadas
de buscarle  raíces a la vida
Un ramo de piel
que decore el frío último,
subterráneo,
de esa tierra inmediata
que seré definitivamente.
Si no acudo a tu cita,
a tu grito,
a mi nombre pronunciado
como sólo tu lo pronuncias.
Si no oyes
mis besos en una caracola,
cuando ya no haya cuando,
ni después,
ni más tarde,
ni luego
y sobren los relojes
porque se licuaron los minutos,
Si renuncia el camino a ser camino
y se sublevan las piedras huyendo de mis huellas.
Si el aire se niega  a  copular
con los pulmones oscuros de tabaco,
ponme un ramo de labios en los labios,
desnúdame el cuerpo como entonces
cuando iba camino de tu vientre
y me abrías el óvalo rosa de tu carne.
Tiene  prisa la muerte.
Es el fin de la prórroga firmada
cuando tú no eras tú.
Vino después la cercanía,
la piel,
el beso,
el abrazo infinito,
la entrada en tus hangares,
la permanencia en tu silencio,
tu palabra,
tu recuerdo,
tu olvido,
la esperanza,
el futuro,
el presente,
el pasado,
el tiempo recostado,
dormido entre caricias,
las manos en las manos,
las bocas en las bocas,
las ingles en las ingles,
reptando en mi piel tu piel,
presencia,
ausencia.
Desnúdame de blanco,
con mi traje de entonces
cuando nos presentaron.
Ponme un café con azúcar,
mucho azúcar
para tragar el adiós
sin rozar la garganta,
sin que se coagule la nostalgia.
Entiérrame, simplemente,
con un ramo de labios en los labios.



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