martes, 15 de octubre de 2013

SOSPECHA


Sospecho del otoño porque oculta
las venas de las rosas.
Sospecho porque es una amenaza
que hiela la palabra
antes de ser pronunciada.
No hay pechos abiertos en otoño,
ni bocas preñadas de otras bocas.
Sólo hay besos aislados, impares,
besos desvinculados de tus labios,
ajenos al fuego de la  piel,
ahogados en la almohada,
en la anarquía de unas sábanas
que guardan la memoria de tu cuerpo.
Sospecho del otoño como ausencia,
como oquedad de un vientre derribado,
sexo desmemoriado
de cipreses erectos que promulgan
un mañana de manos asombradas.
No me impongáis el otoño.
Me basto para coleccionar  los restos
de mi humanidad arrinconada
y decorar mi soledad

con las sombras prestadas de recuerdos.

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