martes, 22 de octubre de 2013

ARBOL



Un árbol. Sólo un árbol
por esa calle, la calle antigua
adoquinada de besos,
de recuerdos,
de portales sacrílegos,
profanados
por el sexo con prisas.
El tacto, sólo el tacto,
dibujando la piel que te envolvía,
la piel que eras tú,
que era yo.
Un árbol ahora.
Recuerdos desnudos,
exhibidos,
pornográficos,
subastados.
Muñecos excitantes
para que otros sientan
Los pulsos de la soledad,
del onanismo existencial
que imagina
trigales amasados
para estómagos huecos.
Un árbol recién podado,
sin que nadie adivine
la sangre de sus ramas.
A lo mejor me ahoga
la carne de asfalto
y pierdo la memoria de la piel,
la corteza de los labios,
y me sobran portales
de semen olvidado
En las prisas de entonces,
en la urgencia de entonces
cuando arranca estrellas
para delimitar tu vientre.
Voy a hablar con mi sombra,
a preguntarle
si se acuerda de mí,
de ti,
de nosotros,
cuando fuimos,

si fuimos.

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