viernes, 18 de octubre de 2013

DEUDA



Tengo una deuda con tu piel.
Desde entonces.
Desde aquel árbol,
desde la tarde,
desde el río.
Besé la alegría de tu boca,
de tus pechos,
de tu vientre,
de tus ingles.
Pero tu piel estaba
entre el agua,
entre la hierba,
entre la luz.
Y me reclama
las huellas que quedaron en mi sangre
cuando el tacto,
cuando rocé tu voz,
tu palabra,
tu silencio.
Y me reclama la sonrisa que me regalaste,
que llevo en la cartera,
en los ojos,
en los labios
que certifica que te amé,
que fui tu amante,
que supe de tu espalda,
de tus manos,
del arco tenso de tus caderas.
Me reclama tu piel.
La emplazo
a la sombra del silencio,
al cielo de mi boca,
a la memoria del recuerdo.
Allí otra vez,
como entonces,
como cuando escribimos
el nombre del verano
en la espuma azul del mar.


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