viernes, 23 de septiembre de 2011

¿DEMOCRATA ESPAÑA?

Treinta y tantos años. Mañana helada de noviembre. Arias Navarro con su futuro congelado. Blanco y negro el televisor. Oscura imagen, espejo de cuarenta años sin luz, sin luna, sin sol. Arias Navarro enlutado: españoles, Franco ha muerto. De puntillas los corazones, las calles tibias de alegría, la libertad parida, emergiendo despacio, muy despacio del vientre caliente del pueblo, abierto el viento asistente, de verde quirófano la vida, contemplando el gozo recién nacido.

Militares luto brazo izquierdo. Obispos negros, pluviales negras, mitras negras, negras casullas. Orfandad para muchos. Crepúsculo de plomo. Réquiem de campanas doblando la tristeza, haciéndola pajarita volandera hasta la sierra madrileña. Amontonando granito allá por Cuelgamuros.

¿Demócrata España desde entonces? Les pudo la ingenuidad a algunos. La historia se acababa. Comenzaba la historia. Pero sin continuidad. Entre el ayer y el mañana se perdía el hoy. Treinta y tantos años. Y es bueno que caigamos en la cuenta. Que abandonemos la inocencia. Que seamos conscientes de que existe la continuidad.

El Consejo de administración de radio televisión española decidió terminar con una libertad consustancial a la democracia: la libertad de expresión. Partido Popular, PSOE, CIU, Comisiones Obreras, Ezquerra. Iniciativa de la derecha (algunos empeñados en llamarle centro). Propuso una vez más lo que hacía tiempo venía deseando. Y los demás partidos, de forma vergonzante, permitieron su triunfo con una abstención indecente. ¿Todo estaba atado y bien atado? Dos miembros, sólo dos, votaron en contra. Vinieron después las excusas inexcusables, y una vez más pretendieron hacer de la ciudadanía un ente sin capacidad para entender las pretensiones de unos y otros. Llegó el arrepentimiento, la rectificación de una izquierda que ya no es ni siquiera consciente de su derechización. Cuando escribo estas letras, sólo ha dimitido el representante de IU. A la vergüenza se suma más vergüenza. Ni los miembros del consejo se han ido a su casa, ni sus superiores de partido los han obligado a marcharse.

No lo han conseguido, pero este gusto por la mordaza nos debe alertar. El solo intento es lo suficientemente grave como para que seamos conscientes de que no podemos dar por terminada una tarea que comenzó hace treinta y tantos años e incluso mucho antes. Nunca hay que dar por terminada la tarea de conseguir los derechos que nos pertenecen. La libertad es una empresa siempre en peligro, siempre inacabada, siempre por conseguir. Es la utopía como verdad prematura.

Lo detecté hace muchos años: hay más franquistas de los que creen los antifranquistas y menos franquistas de los que creen los franquistas. No es un juego de palabras. Debemos contar con esa realidad. Hay una ultraderecha envuelta en añoranza que intenta continuamente paralizar la apertura a la que muchos aspiramos en su momento, luchamos por ella y por fin la conseguimos. Pero si soy sincero tengo que confesar que cuando escucho a esos nostálgicos concluyo para mi tranquilidad que no se corresponden con una actitud realmente política, sino que son simplemente minoristas de neuronas. De lo contrario, no entiendo ciertas posturas que todos conocemos.

Se oye con frecuencia: España es una democracia madura. No olvidemos que la democracia es un parámetro político, cuya plenitud siempre debe estar cuestionada para no abandonarnos a la tranquilidad de quien tiene terminado el quehacer. Es permanente una hechura que continuamente reclama esfuerzo.

“No la toques ya más que así es la rosa” Lo decía Juan ramón. Pues no. Esta rosa está siempre inacabada. Hay que mimar su aroma hasta que llene la anchura de una vida sin nostalgias.

5 comentarios:

Manuel Delgado dijo...

De acuerdo en todo Rafael, en que la democracia nunca es plena y en que ésta está casi vacía. Pero hay un error no ha dimitido el Consejero de IU, que votó en contra junto al de UGT, ha dimitido el de CCOO, que se abstuvo.

pcjamilena dijo...

Esta vez usted lo cuenta con pelos y señales lo que muchos venimos observando. Faltan los claros mensajes de izquierda que motiven y que se sientan.
Aunque pensándolo bien: menuda motivación tienen los consejeros: en sueldos y prebendas en el ejercicio de sus funciones ¡Como para no adivinar los deseos de los que los han nombrado!
Claro que por suerte siempre habrá un par de locos idealistas votando en contra. Poca cosa, aunque coincidan con los trabajadores que, seguro, en esta historia son merecedores de reconocimiento.

“El desencanto puede producir franquistas de aluvión”.

Maestro sigue usted empeñado en ser coherente en todo lo que escribe.
Un abrazo.

Maximinimalidades dijo...

Reconozco que en un principio la democracia actual en España era participativa, "apesar de las direcciones de algunos partidos" habia muchas carencias y nos manifestabamos en las calles y habia participación y resistencias...
y es lo de nunca acabar
¡El poder corrompe! y algunos orates posicionados pretenden regresión en vez de situar a niños mujeres y hombres, por encima de los intereses del dinero y las riquezas.
Un Abrazo Rafael

Paco.F.Frías dijo...

Soy de tierra de militares y puedo asegurar que la ultraderecha existe.Exactamente en los términos que mencionas "no tantos franquistas como los franquistas presuponen".
El problema es que un encendido hace más daño que diez mansos y el verdadero demócrata es manso.
Calculo en tres o cuatro generaciones el tiempo necesario para diluir los rescoldos de la dictadura. Pero de una cosa me he asegurado. Las posibilidades de repetir un 18 de Julio han decaido estos treinta y tantos años en unos pocentajes tranquilizadores. Nuestro ejército tiene otros objetivos añadidos a los de su naturaleza propia y sus mandos superiores ya van siendo gente criada en tiempos de libertad. En este sentido España está a salvo de la insurrección temida.
Los políticos tienen la obligación de mirar por la paz social; lo único que pueden alterar hoy por hoy los nostalgicos del inquilino de El Pardo.
Encantado de leerte como siempre, maestro.

Anónimo dijo...

Gracias como siempre, por exponer la situacion con tantisima claridad.