El Partido Popular es tristemente plural. Lo mismo apoya la corrupción de Valencia, que la xenofobia de Albiol en Badalona. Todos defendemos una pluralidad ineludible en los partidos políticos y a muchos nos repugna esa uniformidad con apariencia de unidad que se da en su interior. El sometimiento ciego de los miembros de un partido a sus líderes es una premisa bastante farisaica para el espíritu de apertura y diálogo que reclamamos frente a la obediencia ciega de otros tiempos.
Pero ese espíritu crítico y dialogante que exigimos en las filas de los partidos no puede nunca sustentar opciones en pro de la corrupción económica o de principios. Nadie puede optar por la corrupción o la xenofobia invocando una necesaria libertad con respecto al espíritu de sus siglas.
La corrupción ejercida en la Comunidad Valenciana y en otras regentadas por el PP. derivadas de la gürtel, no puede ser consentida ni se puede apoyar institucionalmente a los candidatos. Se argumentará que han sido votados por mayoría en las últimas elecciones. Ya significa una perversión la elección por mayoría. Pero mayor depravación encierra la presentación de esos candidatos corruptos a las elecciones. ¿Significa que los líderes del partido participan de esa corrupción? De lo contrario hubieran suspendido de militancia, tiempo hace, a los miembros con los trajes presuntamente manchados Siempre se estará a tiempo de una reinserción reparadora si al final del proceso quedan limpios de toda sospecha.
Mariano Rajoy, el predicador de valores, de lealtad, de creación de un futuro transparente y enriquecedor se siente simultáneamente amigo de ciertos elementos hundidos en un lodo pestilente. No ha tenido valor para enfrentarse a la corrupción de Valencia, de Fabra, de Madrid. Expulsó del Partido a Matas. ¿Por qué no a otros? Debería responder. Pero Mariano calla, siempre calla. Ha hecho del silencio no un elemento enriquecedor trapense, sino una infamia, que en el fondo significa aprobación o complicidad.
Durante la campaña electoral reciente, Alicia Sánchez Camacho, Fernández y Albiol se han significado en Cataluña por un desprecio radical y absoluto contra los inmigrantes. Es bochornoso para una España, tierra de emigrantes por hambre o por dictaduras, y tierra acogedora históricamente, la ecuación entre criminalidad e inmigración. Contra rumanos, contra gitanos, contra subsaharianos, contra marroquíes, contra todo el que no presente una pureza de sangre española. A esto se le llama nazismo. No se puede decir que el PP. sea un partido nazi. Pero se puede afirmar que sostiene en su interior elementos nazis porque bajo pretextos de seguridad, de necesidad de sanidad exclusiva para los nativos, de enseñanza, de trabajo, etc. se ha permitido un mensaje que desprecia al inmigrante, sin tener en cuenta el hambre de la que huyen, las guerras de las que huyen (de ambas situaciones también huimos muchos españoles en su momento). Casi han sido elegidos. CIU, la derecha azul catalana, bajo razonamientos egoístas y por tanto incorrectos, ayudarán a Albiol a conseguir el trono de Badalona.
Ante los discursos de la Presidenta del PP en Cataluña, del aspirante a la alcaldía de Badalona y de Barcelona, Mariano Rajoy ha guardado silencio. El discurso de estos aspirantes es intrínsecamente corrupto. Con una corrupción más execrable que la de Valencia porque la corrupción del dinero es hasta cierto punto comprensible. Pero la corrupción del espíritu es una excrescencia de la sangre que termina envenenando la existencia.
No es que Mariano Rajoy fomente la pluralidad de opinión en su partido. Es que hace del silencio cobarde una cueva para que nadie lo encuentre.
1 comentario:
Este, su artículo, como siempre, está “implacablemente” bien elaborado para denunciar lo que hay. Me pregunto ¿Qué falla en esta Democracia “Gobierno del Pueblo”? ¿Qué nos lleva a admitir que nos gobiernen gente corrupta? La verdad me resisto a que tenga que ser así. Pienso que hay demasiada gente (salvo excepciones) que, debiendo hablar, están mudos sin necesidad de buscarse una cueva.
Un abrazo amigo.
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