Dios está como los toros:
Acechando el pie, embistiendo,
mientras el hombre naufraga
en su muerte desde el tiempo.
Tengo los ojos tapados
con un antiguo cemento.
Nací y morí en el instante
en que Dios se puso en medio.
Porque defiendo mi sangre,
porque no rindo mi aliento,
voy por la plaza del mundo
condecorado de miedo.
Que se entere Dios: no grito
por menos hombre y por menos
audacia. Quiero tener
conciencia de que estoy siendo.
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