lunes, 26 de enero de 2009

CINE DE POBRES

“De éxito también se muere” ¿Recuerdan? Felipe estaba a finales. En avalancha, Pedro Jota, Ansón y aquel sindicato autodenominado “del crimen” Aznar estudiaba catalán con CCC. La venganza, contra costumbre, se servía caliente. “Váyase, Señor González” MIguel Angel Rodríguez autor. Ya apuntaba maneras. A portavoz aspiraba. De éxito también se muere. La verdad es que sólo se muere de éxito. El fracasado siempre nace muerto y el entierro es una postdata innecesaria por evidente.

Aznar va en parihuelas, esperando órdenes de Fraga. Miguel Angel por catafalcos de plasma líquido, TDT incorporado. Rajoy con crisantemos negros. Esperanza-Colombo, gabardina de Armani y calcetines de azafata y mercadillo. Güemes de chulería amortajado, perfil melena pantene, amenazando a periodistas, a la sanidad madrileña, a sindicalistas a sueldo.

Y Madrid entre Alcaldes-aspirantes-sólo-aspirantes y Presidentas-frustradas-siempre-frustradas. Corriendo hacia metas de Génova 13, golpe de estado en mano, tejeros que investigan para manchar la cara del poderío, para deformarle las venas y que salga la sangre sulfurada. Ex-policías ahora gorilas de envidias, consejeros de fácil revólver, pólvora caliente en las agendas amordazadas, horarios colocados en coches oficiales como bombas de injurias lacrimógenas. Madrid, nevada de temporales, herida por huracanes conspiradores. Controlados por Esperanza, dicen los hombres del tiempo. Por Alberto, aseguran las isobaras cuarteleras del mapa.

España está triste. Tres millones doscientos mil parados. Como después de una guerra. Con ladrones triunfantes en yates de eslora larga. Capitalismos atrincherados, defendiendo usureros que apisonan futuros de andamios millonarios. Muchos nos acordamos de entonces. Niños de orfanatos grises. Mujeres-pañuelos-negros. Hombres de pana marrones. Sillas de eneas, artesanas. Se arreglaban las penas, se zurcían en las puertas del pueblo. No daba para estrenar penas nuevas el jornal de olivos andaluces, de trigales de Castilla la Seria. Cine para pobres. Allí todos sentados. Para ver Balarrasa con Fernando Fernán Gómez, pecador arrepentido, seminarista modelo, convertido al régimen de flechas azules y montañas nevadas.

Como entonces estamos. Con penas lavadas a mano porque no hay blanqueante. Ochocientas mil familias con el mundo parado, sin un contrato basura que llevarse a los dientes. Lunas de miel embargadas. Cunas subastadas con sueños incluidos. Caricias de muslos jóvenes, caderas abiertas para engendrar niños que se abandonan en las puertas del INEM.

Nos queda este cine de barrio asqueroso con moscas azules y negros obamas. Nos quedan, sólo nos quedan, los machetes crueles-divertidos de Esperanza y Alberto. Crucigrama de esquelas con Granados y Güemes, Cospedales y Sorayas plañideras por un Rajoy amortajado de muerto. Nos quedan FAES y GEES, Marías e Isabeles llevando a Aznar en parihuelas. Y Miguel Angel, exorcista intemporal, gritando: “Váyase, Señor González”

Pobre cine de barrio. Casi como entonces. Sólo casi como entonces.

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