Sostengo la palabra entre mis manos
como un cuerpo vencido, casi inerte.
Sostengo las espaldas de la muerte,
la muerte que nos hace más humanos.
Cuando el aire nos vuelva más lejanos,
quedará la palabra para verte,
la esperanza capaz de sostenerte
entre la flor azul de los manzanos.
Quiero morirme al lado de tu pena,
envuelto en la palabra acogedora
y sembrado en tu vientre estremecido.
Quiero dormir, soñar sobre tu arena
y saludar la luz madrugadora.
Quiero ser el recuerdo de tu olvido.
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