A Jaime no le duele España. Fue cuando los trenes. Cuando Atocha. Cuando enterrados los muertos. Cuando perpetuadas las heridas en sillas de ruedas. Cuando ETA era una necesidad urgente de Aznar, de Aceves, de Zaplana. Cuando la conspiración. Porque los terroristas no andaban por desiertos lejanos. Porque Zapatero fue llevado en andas a la presidencia por grupos terroristas. La sangre votó socialismo. El miedo cooperó con las urnas. Los agujeros negros no explorados. La mentira expandida por las embajadas, por las Naciones Unidas, por la prensa. Desde la veracidad del ministro del Interior, del ministro portavoz, del presidente ungido por Bush. Jaime estaba allí. Dolido, pero empujando. Entrevistando a fanáticos por las cárceles. Para exculparlos. Para trenzarlos con ETA. Era necesario que las metralletas norteñas aguantaran la responsabilidad de tanta sangre, de tanta soledad, de tanto 11 de marzo.
A Jaime no le duele España. Pero no soportó que Zapatero vendiera Navarra al precio que la banda le marcaba. Navarra no era estraperlo. La defendió junto a Rajoy-matrimoniado-con-UPN, del brazo de Alcaraz-Moscardó, envuelto en banderas arrolladoras. Cataluña rompe España. Pero nunca Navarra.
A Jaime no le duele España. De reconquistarla se trata con Rajoy victorioso. Rajoy centrado en el centro, aunque el centro sea un eterno camino hacia sí mismo. Jefe fiel a los principios, sin concesiones a los nacionalismos. Partido Popular colgando a esos nacionalismos de cierto sitio. Lo ha mandado el emperador Fraga. Y se han puesto a la tarea. Cataluña, País vasco, Galicia. España en fiestas con banderolas-nmacionalistas adornando la romería. Y Fraga en la silla gestatoria. Aplaudiendo. Húmeda España de Tío Pepe, Rioja y Ribera de Duero.
A Jaime le duele la COPE. ¿Porque vomita odio? ¿Por la náusea constante? ¿Por el veneno inoculado en la sociedad? ¿Por el fin destructor que justifica medios destructores? ¿Por el terrorismo ideológico que supura? No. Jaime comprende esa actitud porque la emisora mitrada ayuda eficazmente a la destrucción del rojerío, del laicismo blasfemo de un gobierno que quiere reducir a la Iglesia a la oscuridad de las catacumbas, que defiende a los Obispos de la persecución de unos políticos que estimulan la cristofobia, la eclesiofobia y aniquilan la familia. Jaime comprende esta actitud y la alienta.
A Jaime le duele la COPE. Enamorada de Rosa. Rosa invitando a visitar el País vasco como consejera socialista, mientras ETA asesinaba a diputados del PP y de UPN. (Jaime no menciona a los muertos del PSOE). Rosa ahora perfumada de derecha. Rosa apóstata, pero elegante. Despechada, pero rosa para siempre.
A Jaime le duele la COPE porque no es justo ni congruente que la emisora en la que “deben sentirse reflejados todos los católicos” haya una descalificación permanente de Rajoy mientras se presenta al partido de Rosa como la única oposición digna de tal nombre.
Dolores de Jaime por una derecha tan Rouco, tan Cañizares, tan Benedicto, tan de familia una y trinitaria, tan palmera ante nacionalistas colgados, de Calamitas-héroes, de inquisiciones para gays y lesbianas.
Dolores de Jaime Ignacio del Burgo. Llanto por Esperanza desesperanzada. Por Mariano sin rosas desorientadas, pero rosas.
A Jaime no le duele España. Pero no soportó que Zapatero vendiera Navarra al precio que la banda le marcaba. Navarra no era estraperlo. La defendió junto a Rajoy-matrimoniado-con-UPN, del brazo de Alcaraz-Moscardó, envuelto en banderas arrolladoras. Cataluña rompe España. Pero nunca Navarra.
A Jaime no le duele España. De reconquistarla se trata con Rajoy victorioso. Rajoy centrado en el centro, aunque el centro sea un eterno camino hacia sí mismo. Jefe fiel a los principios, sin concesiones a los nacionalismos. Partido Popular colgando a esos nacionalismos de cierto sitio. Lo ha mandado el emperador Fraga. Y se han puesto a la tarea. Cataluña, País vasco, Galicia. España en fiestas con banderolas-nmacionalistas adornando la romería. Y Fraga en la silla gestatoria. Aplaudiendo. Húmeda España de Tío Pepe, Rioja y Ribera de Duero.
A Jaime le duele la COPE. ¿Porque vomita odio? ¿Por la náusea constante? ¿Por el veneno inoculado en la sociedad? ¿Por el fin destructor que justifica medios destructores? ¿Por el terrorismo ideológico que supura? No. Jaime comprende esa actitud porque la emisora mitrada ayuda eficazmente a la destrucción del rojerío, del laicismo blasfemo de un gobierno que quiere reducir a la Iglesia a la oscuridad de las catacumbas, que defiende a los Obispos de la persecución de unos políticos que estimulan la cristofobia, la eclesiofobia y aniquilan la familia. Jaime comprende esta actitud y la alienta.
A Jaime le duele la COPE. Enamorada de Rosa. Rosa invitando a visitar el País vasco como consejera socialista, mientras ETA asesinaba a diputados del PP y de UPN. (Jaime no menciona a los muertos del PSOE). Rosa ahora perfumada de derecha. Rosa apóstata, pero elegante. Despechada, pero rosa para siempre.
A Jaime le duele la COPE porque no es justo ni congruente que la emisora en la que “deben sentirse reflejados todos los católicos” haya una descalificación permanente de Rajoy mientras se presenta al partido de Rosa como la única oposición digna de tal nombre.
Dolores de Jaime por una derecha tan Rouco, tan Cañizares, tan Benedicto, tan de familia una y trinitaria, tan palmera ante nacionalistas colgados, de Calamitas-héroes, de inquisiciones para gays y lesbianas.
Dolores de Jaime Ignacio del Burgo. Llanto por Esperanza desesperanzada. Por Mariano sin rosas desorientadas, pero rosas.
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