lunes, 7 de diciembre de 2015

…Y UN POQUITO DE MI


Estamos en campaña electoral. Quienes aspiran a gobernar los próximos cuatro años se asoman a la pantalla y nos proponen que compremos su programas porque prometen crear empleo, ayudar a los dependientes como se merecen, un puñado de euros para los que ya olvidaron lo que es el euro, inversiones en educación y sanidad, en investigación, en energías renovables,
en limpieza medio ambiental, en pensiones y terminan pidiendo el voto porque estas promesas son el remedio a las malas prácticas de quienes nos han gobernado y PORQUE TIENEN UN POQUITO DE MI. Más guapos, más feos, con barba, sin barba, más Emidio Tucci o Alcampo, todos muestran su rostro y proclaman que la política TIENE UN POQUITO DE MI. Y entonces uno piensa que todo se ha convertido en propaganda como la de esos electrodomésticos que guardan algo de esa muchacha guapa, de ese chico guapo que nos muestra un frigorífico tan elegante que daría cierto miedo abrir sus puertas por temor a rayarlos y destrozar su hermosura metálica.

El país se ha desangrado durante los cuatro últimos años. Todo lo que en esta campaña resulta que es urgentemente mejorable es porque con anterioridad se han encargado de destruirlo los mismos que hoy nos prometen el paraíso idílico con manzanas pero sin serpientes. Teníamos un cierto estado de bienestar. Estábamos orgullosos de nuestra sanidad y de nuestros profesionales en todos los campos de la medicina. Y podemos seguir estándolo. Pero cuando se cierra un número elevado de camas, se premia al médico que menos receta o pide menos pruebas, se niega la asistencia médica a los que carecen de un plástico que los legaliza, se tiene una ministra que da una conferencia de prensa sobre el ébola y tiene que obligar a dar explicaciones a sus subordinados porque ella está ocupada en comprar globos y alquilar payasos para los cumpleaños de sus hijos, la sanidad se convierte en casas de socorro como las de entonces cuando el ayer vestía uniforme.

Cuando la enseñanza se confía a un hombre cuya aspiración última es españolizar a los niños catalanes y  vivir en una hermosa casa de París, se está inyectando veneno al Informe Pisa.

Cuando la justicia la conduce un Gallardón que se encarga de dar el visto bueno a las mujeres que son madres y a condenar a la nada a las que no lo son,  que impone la cadena perpetua (él la llama revisable) a ciertos delitos en lugar de ofertar una oportunidad de regeneración existencial y le preocupan las células madre como si fuera un ministro mitrado y se prohíbe el ejercicio de la justicia universal porque hay que reconocer que los chinos tienen el monopolio de las ejecuciones, cuando ese ministro está obsesionado más con la muerte que con la vida, se diría que parece ser que explota una empresa de ataúdes. Y entonces vida y muerte se desprecian bajo el eufemismo de los no-nacidos y se olvida de los nacidos con problemas físicos o síquicos.

Cuando un gobierno entero desmiente al pueblo que lo eligió y asegura que ya no hay paro, que eso de que hay hambre son invenciones demagógicas de Caritas o de partidos chavistas, de que ya nadie habla de empleo porque se han creado miles y miles de puestos de trabajo, que Bárcenas y Granados son delincuentes brotados por generación espontánea, que se destruyen discos duros para aprovechar el resto del ordenador y se paga en negro la rehabilitación de la zona noble de la propia sede mientras se le pasa una inspección de hacienda al fontanero que desatascó el lavabo de casa de su suegra, se dice alto y claro que Monedero es el Bárcenas de Podemos (Eduardo Inda dixit) y por eso –sigue afirmando el unineuronal Inda- no se pueden construir hospitales, ni carreteras ni escuelas, cuando se defiende la honradez intocable de Aguirre porque no se ha llevado un euro pero no se le reconoce la corrupción que entraña la mentira, la doble vara de medir, la capacidad de desprecio de la sexagenaria, uno llega a la conclusión de que Mariano pide el voto para su programa PORQUE TIENE UN POQUITO DE MI.

Y se teme a la abstención y preocupa la falta de interés y de compromiso político, la no implicación de la ciudadanía en el quehacer constructivo de la sociedad. Y escuece esa visión simplista de que todos son iguales, de que todos pretenden lo mismo, de que todos buscan amasar dinero. Y es una visión simplista pero tiene cierto fundamento. Porque si se puede engañar prometiendo lo que de antemano se sabe que no se va a cumplir y uno se presenta con inocencia de primera comunión después de estar crucificado como el mal ladrón, uno es el responsable de esa apatía política que parece añorar una dictadura.

Ahí están nuestros políticos. Ofreciendo lavadoras brillantes, pletóricas de tecnología moderna, frigoríficos último modelo que cumplen con todos los requisitos exigidos. Gracias por comprar lo que ofrecemos –dicen- porque además TIENEN UN POQUITO DE MI.


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