sábado, 5 de diciembre de 2015

NO QUIERO CONFUNDIR


No quiero confundir
tu nombre con tu piel,
el sudor de tus gemidos
con la hierba que crece debajo de tu espalda.
No tengo claro
si tú eres tu carne de amapola,
tu sangre plantada de jardines,
tu aliento con palmeras de colores.
Aprendo a nombrarte poco a poco,
a pronunciarte entera paso a paso,
porque  voy lentamente aprendiendo a quererte.
Construyo puentes de luz
para alcanzar tu orilla.
Compruebo entonces
que sólo eres agua huida entre mis manos,
que se escapan tus muslos
como los peces sorprendidos de Lorca.
Pregunto a los que saben de nostalgias
y aseguran que estoy equivocado,
que te he convertido en una espera
sin pensar que tú eres esperanza,
que debo plantearme la renuncia,
porque eres la innombrable,
el misterio absoluto,
la insondable
porque estás más allá de mí,
de ti,
del nosotros,
del todo.


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